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Segmentación legal del trabajo en China, la India, Malasia y Viet Nam
In: Revista internacional del trabajo, Band 141, Heft 4, S. 633-654
ISSN: 1564-9148
ResumenSiguiendo el marco de Dingeldey et al. (2021), pero con un enfoque cualitativo, se analiza la segmentación legal del trabajo en China, la India, Malasia y Viet Nam, prestando atención a los niveles de exclusión y a las jerarquías de protección otorgada. El autor observa varios factores que diferencian a estos países de los del Norte y que determinan sus mercados de trabajo: el tamaño relativo de la población activa que opera fuera de la cobertura efectiva de la reglamentación laboral; la terminología jurídica, de difícil traducción a los idiomas occidentales; y la historia jurídica, especialmente en lo que respecta al desajuste entre los marcos jurídicos y el mercado laboral resultante del colonialismo.
Cuba y América Latina: impacto de las reformas en el comercio de bienes y servicios
In: Colección Pensamiento propio
Reformas y cambios institucionales en Cuba. Influencia en el aumento y diversificación del comercio y las inversiones -- Experiencias de las reformas en China y Viet Nam en el aumento del relacionamiento con países vecinos y las diásporas en el exterior -- Circunstancias en América Latina que facilitan o constituyen un reto para el aumento del comercio con Cuba: nuevos instrumentos para desarrollar el comercio -- Elementos a tomar en cuenta para desarrollar las relaciones futuras de comercio e inversiones de Cuba con América Latina.
Comunicados sobre el comunismo en el mundo entero de Ernesto Che Guevara y Luis Naranjo Duque
Contiene un folleto de 11 páginas; primer folleto con imagen del Comandante Ernesto Che Guevara y comunicado de ocho páginas a dos columnas a la tricontinental editado por Radio Habana Cuba, describiendo la situación política mundial y haciendo llamado a la solidaridad con el pueblo de Viet Nam. Segundo folleto de tres páginas, primera hoja registra imagen de hombre con camuflado militar, segunda hoja en blanco y tercera contiene mensaje sobre cómo debe pensar y obrar toda la izquierda frente al conflicto Ruso Chino. Comunicado de Luis Naranjo Duque.
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Tres vías de gobernanza laboral para abordar los déficits de trabajo decente en las cadenas mundiales de valor
In: Revista internacional del trabajo, Band 140, Heft 4, S. 669-690
ISSN: 1564-9148
ResumenLos estudios sobre cadenas mundiales de valor identifican seis tipos de gobernanza para abordar los déficits de trabajo decente (Gereffi y Lee 2016). Sobre la base de sus investigaciones en el sector de la confección de Bangladesh, Honduras y Viet Nam, el autor sostiene que los más eficaces son los que mitigan las asimetrías de poder en la cadena, como la gobernanza pública, sustentada en el poder del Estado, la negociación colectiva de amplia cobertura y los acuerdos internacionales multipartitos vinculantes. Las lagunas de gobernanza de los regímenes nacionales de relaciones laborales y los patrones y estrategias de resistencia de los trabajadores marcarán cuál es el más idóneo para cada caso.
Seguridad social y rendimiento empresarial. El caso de las pymes vietnamitas
In: Revista internacional del trabajo, Band 136, Heft 2, S. 189-217
ISSN: 1564-9148
ResumenSe investiga cómo la provisión de cobertura social –un factor clave de la formalidad– afecta al rendimiento de las pymes en Viet Nam. Con datos censales de todas las empresas declaradas de 2006 a 2011, los autores encuentran que las que aumentan su cobertura social en un 10 por ciento experimentan un aumento del ingreso por trabajador del 1,4 al 2 por ciento y un incremento del beneficio de hasta el 1,8 por ciento, dependiendo del tiempo de supervivencia. Sin embargo, dado el desfase entre la «inversión» y sus retornos (mejora del rendimiento), medidas como la subvención de las cotizaciones iniciales podrían incentivar la participación en los regímenes obligatorios.
¿Por qué no convence el argumento comercial a favor del cumplimiento social en las cadenas mundiales de valor? Un replanteamiento de costes, precios y beneficios
In: Revista internacional del trabajo, Band 140, Heft 4, S. 625-646
ISSN: 1564-9148
ResumenSuele creerse que los fabricantes de las cadenas mundiales de valor ofrecerán condiciones de trabajo humanas cuando se convenzan de que el cumplimiento de las normas sociales mejora la productividad, la calidad del producto y los plazos de entrega. Pese a que esto se ha demostrado empíricamente, persisten condiciones inhumanas de trabajo en estas cadenas. Con datos relativos a fábricas del programa Better Work en Indonesia, Jordania y Viet Nam, las autoras observan que el cumplimiento social puede ser costoso y anular los beneficios de la mayor productividad. La ventaja comercial dependerá pues de las prácticas de aprovisionamiento y fijación de precios de los compradores internacionales. La pandemia de COVID‐19 confirma la enorme influencia de los compradores en las condiciones de trabajo.
Iraq: Fin de una Etapa
El pasado martes 30 culminó una etapa más en la historia política reciente de Iraq y la región que lo rodea. Más específicamente, lo que ocurrió fue que el 17 de noviembre del año pasado los gobiernos de Estados Unidos –bajo George Walker Bush- e Iraq –bajo Nuri al-Maliki- firmaron un tratado que pasó a ser conocido como Status of Forces Agreement [Acuerdo de Estatuto de Fuerzas o SoFA]. El 30 se cumplió con la letra de dicho acuerdo, un hecho cuya explicación requiere un poco de contexto.El dominio político de Estados Unidos sobre Iraq se había acabado, al menos formalmente, a mediados de 2004. En ese entonces la autoridad estadounidense le devolvió la soberanía a un gobierno iraquí, que al año siguiente organizaría elecciones legislativas y un referendo constitucional. El control militar del país había vivido en los últimos años dos procesos contradictorios. Por un lado se devolvieron progresivamente los controles militares de sucesivas provincias del país, hasta terminar con todas bajo control iraquí. A su vez, la Administración Bush ordenó un aumento en la cantidad de tropas de ocupación, que exitosamente acabaron con buena parte de las insurgencias terroristas islámicas que azotaban Iraq – al punto que la Administración Obama ya le dedica mayores recursos financieros a la guerra en Afganistán (USD 65 contra 61 millardos en el presupuesto de 2010) y la violencia se ha reducido a niveles de 2003.La firma y el cumplimiento el pasado martes del SoFA constituyen el paso más visible en la desconexión de Estados Unidos respecto a Iraq, ya que la letra del tratado establece que a partir de ahora las tropas estadounidenses no estarán a cargo de la seguridad pública en el país. Por lo tanto, ya no se ocuparán de patrullar sus ciudades y carreteras, ni tampoco de administrar los centenares de puestos de vigilancia que necesitaron para controlar los movimientos de las milicias terroristas. A partir de ahora, los 130.000 militares estadounidenses dejarán Iraq en tandas, y su misión consistirá en ejecutar asaltos específicos a bases terroristas de grupos sofisticados como Al-Qaeda, siempre a pedido y en coordinación con el medio millón de policías y militares iraquíes. En sucesivas fases en 2010 y 2011 se terminará de evacuar a estas tropas. ¿Cuáles son los resultados para Iraq de esta guerra? Es obligatorio comenzar, como con todo conflicto, con lo que el país ha perdido. En primer lugar, según Iraq Body Count-la fuente considerada más fiable por varios bandos políticos sobre el tema- en Iraq han muerto aproximadamente 95.000 civiles inocentes, tanto intencionalmente en manos de terroristas (aproximadamente el 70%) como accidental o excepcionalmente en las de tropas estadounidenses e iraquíes (30%). Esto coloca a la guerra en Iraq como uno de los conflictos armados más costosos en términos humanos de los últimos años.En segundo lugar, Iraq sufrió numerosas pérdidas materiales. No sólo sufrió el exilio o destierro de millones de civiles (que incluyó la separación de Bagdad en una mitad norte chiita y una mitad sur suní), sino que por ejemplo se dañaron algunos de los tesoros arqueológicos más antiguos del mundo. Entre ellos se encuentran las ruinas de Babilonia (en donde tropas estadounidenses y polacas construyeron una base), el icónico minarete de la Gran Mezquita de Samarra (dañado en 2005 por terroristas suníes), el domo dorado de la Mezquita al-Askari de la misma ciudad (detonado por terroristas suníes), y los museos y depósitos de antigüedades de Bagdad (desprotegidos por las primeras patrullas en entrar a la ciudad, y ahora reabiertos con sólo la mitad de sus tesoros originales).Afortunadamente, las pérdidas en infraestructura fueron comparativamente pocas, particularmente por la naturaleza específica de los bombardeos aéreos, lejanos a las épocas del carpet-bombing sobre Hanoi o incluso la propia Bagdad en 1991.Sin embargo, Iraq también ha tenido algunos resultados positivos. En primer lugar, pudo pasar en pocos años de sufrir a uno de los últimos regímenes totalitarios del mundo, el de Saddam Hussein, a tener una democracia con la constitución más liberal del mundo árabe. En segundo lugar, Iraq ahora sí podrá acceder a créditos internacionales, asistencia de Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional, la tecnología y productos culturales de otros países, la explotación eficiente de sus yacimientos minerales y en general una reactivación económica generalizada. En tercer lugar, las ganancias en libertad individual para integrantes de categorías oprimidas, como los kurdos, los chiitas, las mujeres y otros son un enorme avance que habría sido imposible sin la eliminación del régimen del Partido Ba'ath.Las consecuencias a nivel regional de la guerra de Iraq también han sido mixtas. Contrario a lo que dicen públicamente, la mayoría de los gobiernos de la región vieron con agrado la desaparición del errático Saddam Hussein, quien había atacado previamente a Israel, Arabia Saudí, Kuwait e Irán, y era una amenaza para sus vecinos del Golfo Pérsico. El efecto deseado por George W. Bush y sus asesores, de inspirar un despertar democrático-liberal en la región, se ha dado sólo parcialmente. Por un lado, es un hecho que los regímenes que rodean geográfica y culturalmente a Iraq, como Egipto, Jordania, Arabia Saudí, Irán o las monarquías del Golfo, siguen siendo dictaduras. Por el otro, se han visto pequeños avances en movimientos liberales en Egipto, elecciones libres de la ocupación siria en Líbano, movimientos civiles pro-democracia en Irán (que de todos modos preceden a la guerra en Iraq) e incluso elecciones de mujeres a los poderes legislativos de países como Kuwait.Por último, los resultados para Estados Unidos también presentan complejidades. Al igual que con los muertos civiles de Iraq, el más preocupante es el de las aproximadamente 4.300 tropas muertas, 3.500 de ellas en combate. Por otra parte, desde el punto de vista estrictamente numérico de bajas la guerra no ha sido catastrófica, ya que basta con compararla con otros conflictos estadounidenses en tierra para notar que las pérdidas fueron mínimas (116.000 muertos en la Gran Guerra, 417.000 en la Segunda Guerra Mundial, 36.500 en Corea y 58.000 en Viet Nam).Sin embargo, más allá de logros como la toma de Bagdad en tres semanas, la ocupación estadounidense resultó ser un fracaso estruendoso. Nuevamente retomando las comparaciones históricas, mientras que la guerra en Iraq ha tomado seis años desde la declaración de victoria de Bush en abril de 2003 hasta el pasado martes, otras guerras tuvieron desempeños diferentes. La Segunda Guerra Mundial, un emprendimiento multicontinental significativamente más difícil, se terminó para Estados Unidos a los dos años de invadir Sicilia y menos de uno de invadir Normandía. En cambio, Viet Nam tuvo tropas estadounidenses entre 1964 y 1973. Es así que la guerra de Iraq se ubica en un punto medio y, por lo tanto, ineficiente.Desde una perspectiva más práctica, Estados Unidos retiene por un tiempo algunas bases militares que le resultarán útiles regionalmente, así como un flamante aliado en una de las dos regiones (junto con Asia Oriental) más candentes del mundo. La guerra en Iraq, cuya etapa bélica internacional se cerró esta semana, permite extraer varias conclusiones. Una es que el principal objetivo de Estados Unidos, que era eliminar la amenaza de Saddam Hussein –tuviese o no armas de destrucción masiva- se alcanzó rápidamente. El segundo objetivo, el establecimiento de una democracia política y libertades individuales, se alcanzólegalmente en un plazo razonable. Sin embargo, una precondición básica para cualquier resurrección razonable del país, que era la pacificación de las calles y carreteras, ha tardado casi cinco años en conseguirse.Iraq hoy es un país con un gobierno infinitamente mejor que el que tenía hasta 2003. No es una amenaza para otros países y ofrece una posición estratégica desde la cual combatir al radicalismo islámico política y militarmente. Sin embargo, está claro que Estados Unidos, debido a su incompetencia militar durante la era Bush, tardó demasiado tiempo y permitió pérdidas humanas y materiales enormes que limitan los beneficios históricos que pretendía cosechar de esta campaña. Lic. en Estudios Internacionales. Universidad ORT - Uruguay
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LAS GUERRAS DE LOS POBRES - Parte I
Hay guerras de todos los tamaños. Por ser la categoría tan grande es que se han incorporado al vocabulario palabras adicionales para describirla: guerrilla, guerra mundial, guerra sucia, y así sucesivamente. Quizá las dos categorías más útiles en las cuales separar a la guerra son las convencionales y las no convencionales. Las primeras son las más fáciles de entender, y seguramente las que más asociaciones visuales generan. Las guerras mundiales fueron guerras convencionales. La guerra de Corea fue convencional; la guerra de las Falklands o Malvinas también lo fue. Los ejemplos continúan: la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, las guerras entre India y Pakistán, las guerras entre Israel y sus vecinos en Medio Oriente, y más. Son dos los principales factores que determinan que una guerra sea convencional. En primer lugar, que los protagonistas de la misma sean estados luchando entre sí. Cuando hay estados hay fuerzas armadas, y así aparecen uniformes, banderas, ciudades capitales, discursos televisados y más. El segundo factor, que en parte depende del primero, es tecnológico. Los estados tienen aviones, submarinos, misiles, tanques, explosivos de alta potencia y, cuando no los tienen, usualmente tienen alguna manera de comprarlos a otros estados. Las guerras convencionales han provocado la mayoría de las muertes bélicas del siglo XX, pero no constituyen una mayoría de los conflictos que en él se dieron. Por el contrario, son un tipo de conflicto que se da con cada vez menos frecuencia, y que involucra a cada vez menos estados. La vasta mayoría de las guerras del mundo contemporáneo son, y seguirán siendo, no convencionales. Las guerras no convencionales son esencialmente todas las que no son convencionales. Pueden tener algunos de los factores de las convencionales, pero nunca todos. Una guerra no convencional suele involucrar a al menos un Estado – pero no siempre a otro Estado. Puede transcurrir completamente dentro de las fronteras de un solo país, como es la norma – pero a veces se "desparrama" hacia otros. En las guerras no convencionales se usan todas las armas. Los estados que tienen tecnología avanzada, excepto por las armas nucleares, procurarán usarlas todas. Sin embargo, normalmente no resultarán efectivas, porque el enemigo en vez de ser otro ejército uniformado estará camuflado, o en terrenos inaccesibles, o mezclado con civiles en las ciudades. Los conflictos no convencionales son una categoría demasiado amplia. Dentro de ella aparecen casos muy conocidos como la guerra de Viet Nam, las de Afganistán, Iraq y Libia, las guerras por la independencia de Argelia, Israel, Chipre y Kenya, las campañas militares de Mao Zedong y el Movimiento 26 de Julio cubano, la guerra eterna de Somalia, el terrorismo palestino, e incluso los espasmos de violencia criminal que han sacudido a países como México, Brasil y otros. Por ser tan amplia la categoría, los más resaltables de los conflictos no convencionales son los de corte revolucionario. Como famosa y correctamente observara Carl von Clausewitz, todas las guerras son políticas, porque reflejan en combate las identidades y objetivos políticos de sus participantes. Más allá de eso, muchos conflictos son más evidentemente políticos que otros – y en la cima de esa lista se ubican los revolucionarios. Las revoluciones también se pueden repartir en dos categorías básicas: las violentas y las no violentas. Las no violentas son, con toda justicia, conocidas y admiradas: la independencia de India, la recuperación de los derechos individuales en el sur de Estados Unidos en los 1960s y la restauración de la democracia en países sudamericanos e ibéricos a partir de los 1970s son algunos ejemplos. Las revoluciones violentas, que son la mayoría, son las que merecen un estudio detenido. Las revoluciones más importantes en la historia de la humanidad fueron conflictivas, en algunos casos ferozmente: la de independencia estadounidense, la francesa y por supuesto la rusa. Incluso otras menos conocidas pero fundamentales para el mundo occidental, como la neerlandesa o la Revolución Gloriosa de Inglaterra también fueron sangrientas. Es lógico que la mayoría de las revoluciones sean violentas, porque su propósito es siempre, inevitablemente, desmantelar lo existente y construir algo nuevo. Una propuesta de semejante ambición difícilmente no encontrará resistencia. Esto explica también por qué las revoluciones son normalmente conflictos no convencionales: suelen surgir dentro de estados, contra el Estado, y sin las herramientas tecnológicas convencionales de las que este último se surte. Debido a esto es que una típica guerra revolucionaria es una guerra de los pobres, no en un sentido de status personal de sus participantes, sino de los recursos a su disposición. Sin embargo, muchísimas revoluciones triunfaron, y varias lo siguen haciendo. Es por eso que conviene estudiar algunos de los métodos a los cuales los esfuerzos revolucionarios recurren. En la próxima entrega de esta serie se comenzará por el primero y más complejo de todos: la insurgencia. Más adelante se tratarán la guerrilla –en sus versiones rural y urbana-, el terrorismo, y por último cómo todos estos conceptos sirven para entender la guerra en la actualidad. Pablo Brum - Universidad ORT-Uruguay
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Feminized Migration in East and Southeast Asia: Policies, Actions and Empowerment
Desde la década de 1980, la migración laboral ha venido feminizándose cada vez en mayor medida en el este y sudeste asiáticos. Para principios del siglo XXI, se estimaba que había más de dos millones de mujeres trabajando en la región, lo que constituye un tercio de la población migrante. Casi todas las mujeres migrantes se desempeñan en labores reproductivas, como el trabajo doméstico y los servicios sexuales, en hogares de particulares y sectores comerciales informales. No obstante la gran necesidad de proteger su bienestar y sus derechos humanos, los gobiernos de los países de destino ven a los migrantes simplemente como una fuerza laboral que se requiere para cubrir la escasez de mano de obra local, e ignora las medidas de protección y las políticas en función del género. Por su parte, bajo la presión para incrementar los ingresos de divisas extranjeras, los países que constituyen la fuente de esta fuerza laboral alientan a sus mujeres a migrar y a remitir sus ganancias, pero ante la competencia mundial, los gobiernos de estos países han mostrado poco interés en el bienestar de las mujeres migrantes. En el contexto de los antecedentes poco alentadores en materia de derechos humanos de los países del este y sudeste asiáticos, los actores no estatales han adquirido una importancia creciente en la defensa de los derechos de los migrantes, lo que han logrado a través de redes locales y transnacionales. Las raíces de la migración–feminizada y que por lo tanto tiene en cuenta consideraciones de género–en el este y sudeste asiáticos se encuentran en el rápido pero desigual desarrollo económico de la región, caracterizado por la desigualdad y el conflicto que producen las diferencias de género, clase social y nacionalidad. La transferencia de mujeres extranjeras de la región desde economías de bajos ingresos (Filipinas, Tailandia, Indonesia y Viet Nam, entre otros) hacia países de altos ingresos (Singapur, Malasia, la Región Administrativa Especial de Hong Kong, Taiwán Provincia de China, la República de Corea y Japón) intensifica la actual desigualdad de género, injusticia económica y discriminación étnica. Sin embargo, la migración internacional es un proceso contradictorio que, si bien brinda a las mujeres migrantes oportunidades para la movilidad social, también las somete a abusos y explotación. La mayoría de las mujeres migrantes son trabajadoras independientes empleadas por contrato que buscan trabajo en el exterior a fin de aumentar los ingresos familiares y sus ahorros personales. El empoderamiento resulta de su resistencia diaria a las estructuras de poder existentes, así como de la oportunidad de acumular recursos personales y colectivos. El análisis de las políticas de inmigración de Asia y de los patrones de migración de las mujeres revela que existen seis categorías de mujeres migrantes con sus respectivas características: • trabajadoras domésticas • animadoras (trabajadoras sexuales) • trabajadoras no autorizadas • esposas inmigrantes • trabajadoras capacitadas • trabajadoras que comparten un patrimonio étnico con la población que las recibe (como los brasileños de origen japonés en el Japón y los chinos de ascendencia coreana en la República de Corea). Estas seis categorías de mujeres migrantes se diferencian entre sí en razón de las condiciones de traslado al otro país, de empleo y de protección legal, por lo que difieren en cuanto a las formas en que enfrentan las prácticas desiguales y discriminatorias que encuentran en sus lugares de destino. En consecuencia, los ciudadanos conscientes y las organizaciones no gubernamentales recurren a diferentes acciones civiles y contramedidas para mejorar los derechos de las mujeres migrantes. Los gobiernos de los estados importadores de mano de obra del este y sudeste asiáticos tienen niveles distintos de tolerancia política frente a las actividades de la sociedad civil, por lo que existen diferencias importantes en cuanto a las capacidades y los recursos con que cuentan sus sociedades civiles para la acción colectiva. La bibliografía sobre este tema identifica tres niveles de efectividad de las acciones civiles y de la resistencia de la mujer en Asia. El primer nivel agrupa a Singapur y Malasia, donde la aplicación de estrictas políticas de inmigración, rígidos sistemas de contratación laboral y bajos grados de tolerancia del activismo cívico por parte del Estado limitan seriamente las acciones a favor de las trabajadoras migrantes. El segundo nivel reúne al Japón y la República de Corea, donde los estrictos controles fronterizos y las grandes cantidades de trabajadores, combinados con un relativamente alto grado de tolerancia de la acción colectiva, permiten a muchos grupos y organizaciones desafiar la autoridad del Estado y brindar asistencia legal y cultural a los trabajadores migrantes. En el tercer nivel se encuentra la Región Administrativa Especial de Hong Kong, donde, a pesar de una estricta política de inmigración y un rígido sistema de contratación laboral, el legado colonial británico permite a los trabajadores migrantes defender abiertamente sus derechos económicos y emprender acciones colectivas. La frecuencia de las manifestaciones de trabajadoras migrantes, en particular de las trabajadoras domésticas filipinas en Hong Kong, destaca la importancia de establecer redes transnacionales que permitan estrechar los vínculos entre los trabajadores migrantes en los países fuentes de la mano de obra y las naciones receptoras. La creciente presencia de un movimiento transnacional de protección en toda la región de Asia facilita los esfuerzos de las organizaciones civiles por mejorar los derechos y el bienestar de las trabajadoras migrantes. En conclusión, la feminización de la migración ha incrementado la desigualdad y la injusticia basadas en el género, la clase social y la nacionalidad en Asia. Pero al mismo tiempo, ha abierto nuevas oportunidades para que las mujeres migrantes puedan aumentar los ingresos familiares y la creciente sociedad civil de Asia pueda desafiar las políticas y prácticas opresivas que afectan a las trabajadoras migrantes. A pesar de que persisten muchos obstáculos legales e institucionales a la justicia social en los países que importan mano de obra, las acciones civiles de ciudadanos y trabajadores migrantes constituyen un paso importante hacia el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras migrantes. ; Since the 1980s, labour migration has been increasingly feminized in East and Southeast (hereafter E/SE) Asia. By the beginning of the twenty-first century, more than two million women were estimated to be working in the region, accounting for one third of its migrant population. Most female migrants are in reproductive occupations such as domestic work and sex services, in private households and informal commercial sectors. Despite the great need to protect their welfare and human rights, governments of their destination countries view migrants as merely a workforce to meet labour shortages, and ignore protective measures and gender-sensitive policies. Under pressure to increase foreign revenues, labour-source countries encourage their women to migrate and remit their earnings from abroad, but in the face of global competition, governments of source countries have shown little interest in their migrant women's welfare. In the context of the E/SE Asian countries' bleak records of human rights practices, non-state actors have assumed increasing importance in advocating migrants' rights, which they have done through local and transnational networks. Feminized, and therefore gendered, migration in E/SE Asia has its roots in the region's rapid but uneven economic development, which is characterized by the inequality and conflict that differences of gender, class and nationality produce. The transfer of foreign women within the region from the low-income economies (the Philippines, Indonesia, Viet Nam, Pakistan, Bangladesh among others) to the high-income ones (Singapore, Malaysia, Hong Kong Special Administrative Region (SAR), Taiwan Province of China, the Republic of Korea and Japan) intensifies existing gender inequality, economic injustice and ethnic discrimination. International migration is, however, a contradictory process that, while providing migrant women with opportunities for social mobility, also subjects them to abuses and exploitation. The majority of Asia's migrant women are independent contract workers seeking employment abroad in order to augment family incomes and personal savings. Empowerment results from their everyday resistance to existing power structures, and from the opportunity to accumulate individual and collective resources. An analysis of Asia's immigration policies and women's migration patterns reveals six widely recognized and designated categories and characteristics of the women involved: • domestic workers • entertainers (sex workers)• unauthorized workers • immigrant wives • skilled workers • workers who share an ethnic heritage with that of the host population (such as Japanese-Brazilians in Japan and Korean-Chinese in the Republic of Korea). These six categories of migrant women differ from one another in the conditions of their border crossing, employment and legal protection, and they therefore differ in the ways in which they resist the unequal and discriminatory practices they encounter at their destinations. Consequently, concerned citizens and non-governmental organizations choose different civil actions and counteractive measures to enhance migrant women's rights. The governments of labour-importing states in E/SE Asia vary in their political tolerance of civil-society activities. There are thus significant differences in the capacities and resources that their civil societies have for collective action. The existing literature indicates three levels of effectiveness of civil actions and women's resistance in Asia. The first is found in Singapore and Malaysia, where strict immigration policies, rigid labour contract systems and low degrees of state tolerance for civil activism severely curtail pro-migrant actions. The second level characterizes Japan and the Republic of Korea, where tight border controls and large numbers of undocumented workers, combined with relatively high degrees of tolerance for collective action, allow many groups and organizations to challenge state authority and provide legal and cultural assistance to migrants. The third level is manifest in Hong Kong SAR, where despite a strict immigration policy and rigid labour contract system, the British colonial legacy permits migrants to openly pursue economic rights and collective action. The frequency of demonstrations by migrants, especially Filipino domestic workers in Hong Kong SAR, highlights the importance of transnational networking that links migrants in sending and receiving countries. The growing presence of a transnational advocacy movement throughout Asia facilitates the efforts of civil organizations to enhance migrants' rights and welfare. In conclusion, feminized migration has increased inequality and injustice based on gender, class and nationality in Asia. It has also, however, opened up opportunities for migrant women to increase family incomes and for Asia's growing civil society to challenge oppressive policies and practices affecting migrants. Although many legal and institutional barriers to social justice remain in labour-importing countries, civil actions by citizens and migrants comprise significant steps toward the realization of migrant workers' rights. ; Depuis les années 80, les travailleurs migrants en Asie de l'est et du sud-est sont de plus en plus des femmes. Au début du XXIème siècle, on estimait que plus de deux millions de femmes, soit un tiers de la population migrante, travaillaient dans la région. La plupart des immigrées ont des emplois liés à l'économie de reproduction: elles sont employées de maison ou engagées dans l'industrie du sexe, travaillent dans des ménages privés ou le secteur commercial informel. Bien que leur bien-être et leurs droits aient un grand besoin d'être protégés, les gouvernements des pays d'accueil ne voient dans les immigrées qu'une force de travail capable de remédier à la pénurie de main-d'oeuvre et ne se soucient guère de prendre des mesures de protection ou d'appliquer des politiques nuancées selon le sexe. Pressés d'accroître leurs recettes en devises, les pays d'émigration encouragent leurs ressortissantes à émigrer et à rapatrier leurs gains de l'étranger et, face à la concurrence mondiale, leurs gouvernements s'intéressent peu au bien-être de celles qui ont émigré. Vu les pratiques des pays de l'Asie de l'est et du sud-est en matière de droits de l'homme et leur triste bilan dans ce domaine, des acteurs non étatiques ont pris de plus en plus de place dans la défense des droits des migrants, qu'ils assument par le biais de réseaux locaux et transnationaux. La féminisation des migrations en Asie de l'est et du sud-est, avec toutes les spécificités que cela suppose, vient du développement économique rapide mais inégal de la région, qui se caractérise par des disparités et des différences entre sexes, entre classes et entre nationalités qui engendrent des conflits. Les femmes se déplacent à l'intérieur de la région, quittant les pays à faible revenu (Philippines, Thaïlande, Indonésie et Viet Nam notamment) pour les pays à revenu élevé (Singapour, Malaisie, Région administrative spéciale (RAS) de Hong Kong, Province chinoise de Taiwan, République de Corée et Japon) et ce déplacement accentue les inégalités entre les sexes, l'injustice économique et la discrimination ethnique déjà existantes. Les migrations internationales sont cependant des phénomènes contradictoires qui, tout en offrant aux migrantes des chances de mobilité sociale, les exposent en même temps à des abus et à l'exploitation. La majorité des migrantes d'Asie sont des travailleuses contractuelles indépendantes qui cherchent un emploi à l'étranger pour grossir les revenus de leur famille et leur épargne personnelle. Elles acquièrent leur autonomie en résistant jour après jour aux structures de pouvoir en place, et en accumulant tout ce qu'elles peuvent gagner à titre individuel et collectif. Une analyse des politiques migratoires d'Asie et des caractéristiques des migrations féminines fait apparaître six catégories largement reconnues, qui définissent les femmes par des caractéristiques données: • employées de maison • entraîneuses (travailleuses du sexe) • travailleuses clandestines • épouses d'immigrés • travailleuses qualifiées • travailleuses qui ont un patrimoine ethnique commun avec la population du pays d'accueil (tels que les Nippo-Brésiliennes au Japon et les Sino-Coréennes en République de Corée). Ces six catégories de femmes immigrées se distinguent les unes des autres par les conditions dans lesquelles elles ont franchi la frontière, leur emploi et la protection que leur offre la loi et donc aussi par leur mode de résistance aux pratiques inégalitaires et discriminatoires auxquelles elles sont confrontées dans le pays d'accueil. Les modes d'action et de lutte que choisissent les citoyens concernés et les organisations non gouvernementales pour faire valoir les droits des migrantes varient en conséquence. Les gouvernements des Etats de l'Asie de l'est et du sudest qui importent de la main-d'oeuvre tolèrent à des degrés divers les activités de la société civile, de sorte que les capacités et moyens d'action collective dont celle-ci dispose varient sensiblement selon les pays. Il ressort de la littérature existante que l'on peut distinguer trois niveaux d'efficacité parmi les actions tentées par la société civile et la résistance des femmes en Asie. C'est à Singapour et en Malaisie qu'elles sont les moins efficaces: de strictes politiques d'immigration, des systèmes rigides d'attribution de contrats de travail et un Etat peu tolérant envers le militantisme civil réduisent sévèrement les actions de défense des droits des migrantes. Le second niveau correspond au Japon et à la République de Corée, où de sévères contrôles aux frontières et une multitude de travailleuses sans papiers, mais aussi une tolérance assez grande à l'égard de l'action collective, permettent à de nombreux groupes et organisations de contester l'autorité de l'Etat et d'apporter une assistance juridique et culturelle aux migrantes. Le troisième niveau est atteint dans la RAS de Hong Kong où, malgré une politique d'immigration stricte et un système rigide d'attribution des contrats de travail, l'héritage colonial britannique permet aux migrantes de faire valoir ouvertement leurs droits économiques et de mener une action collective. La fréquence des manifestations d'immigrées, en particulier d'employées de maison philippines dans la RAS de Hong Kong, montre l'importance des réseaux transnationaux qui relient les migrantes des pays d'origine et des pays d'accueil. La présence de plus en plus forte d'un mouvement de défense transnational dans toute l'Asie rend plus facile la tâche des organisations civiles qui s'emploient à défendre les droits et le bien-être des migrantes. En conclusion, la féminisation des migrations a aggravé les inégalités et l'injustice fondées sur le sexe, la clase et la nationalité en Asie. Elle a cependant donné aux femmes migrantes la possibilité de grossir les revenus familiaux et a permis à une société civile en expansion en Asie de contester les politiques et pratiques qui ont pour effet d'opprimer les migrants. Bien qu'il reste de nombreux obstacles juridiques et institutionnels à la justice sociale dans les pays importateurs de main-d'oeuvre, certaines des actions menées par les nationaux et les migrants marquent un progrès sensible vers la réalisation des droits des travailleurs migrants.
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LAS GUERRAS DE LOS POBRES - Parte III
La entrega anterior de esta serie introdujo el concepto de insurgencia al debate sobre los conflictos armados. Al ser uno de los más abarcadores, "insurgencia" contiene dentro de sí otros varios. Generalmente los más interesantes para considerar son los métodos operativos o tácticos de los que se vale cada grupo insurgente para llevar a cabo su levantamiento. En esta serie se tratarán dos en particular: la guerrilla y el terrorismo. Esta entrega trata del primero de estos. "Guerrilla" tiene el honor de ser una palabra única del idioma español que se ha universalizado y rara vez traducido. El significado es evidente para cualquiera que hable el idioma: una pequeña guerra. Cuando se habla de "guerra de guerrillas", se hace referencia a una forma de combatir diferente de la guerra tradicional. El caso emblemático de la guerra de guerrillas original es muy útil para entender el concepto: la guerra entre Francia y España desatada a partir de la invasión de la segunda por la primera en 1808. Los bandos fueron, de forma simplificada, cuatro. El primero fue el ejército invasor francés. El segundo fue el ejército defensor español. El tercero, que apareció años después de la invasión, fue el ejército británico, que acudió en socorro de España y Portugal contra Francia. El lector notará que todos estos eran ejércitos. En la práctica, eran fuerzas virtualmente idénticas: jerárquicas, uniformadas, disciplinadas y concebidas para una guerra de infantería, caballería y artillería a gran escala. Existió sin embargo un cuarto participante de la guerra que no fue un ejército: se trata de la guerrilla (o las guerrillas, según el uso que se dé al término) española. Los guerrilleros españoles fueron grupos de personas –hombres y mujeres, adultos y a veces niños- que se formaron en diversas localidades peninsulares para atacar la retaguardia de las fuerzas francesas de ocupación. Al no tener artillería, caballería, cantidades de tropas, entrenamiento militar, uniformes, generales o doctrinas de guerra, los guerrilleros atacaron siempre por la retaguardia, por los flancos, por las noches, o en general en los puntos débiles del enemigo. La guerra de guerrillas fue una pesadilla para Francia, que terminó perdiendo estruendosamente el conflicto peninsular. Para cuando en 1812 las fuerzas británicas barrieron a las francesas de la península e incluso invadieron la propia Francia, hacía mucho que la guerrilla española hostigaba al invasor. Habían resistido durante años al ejército más formidable del mundo, y gracias a ello pudieron restaurar la soberanía española sobre su territorio. Desde entonces, "guerra de guerrillas" se ha utilizado para definir muchas formas de conflicto, pero la esencia es la misma: es la guerra del débil contra el fuerte, del pobre contra el rico, de los pocos contra los muchos. El guerrillero parece estar en todos lados cuando actúa, pero en ningún lado cuando se lo busca. En una población dada, cualquiera puede ser guerrillero o colaborador con las células de la guerrilla. Con apenas algunas armas de fuego, un plan y un poco de audacia pueden comenzarse las operaciones guerrilleras. La guerra de guerrillas se ha practicado sin interrupciones en todos los continentes y en todas las épocas. La utilizaron los indígenas de toda América para resistir la colonización europea, los movimientos de resistencia europea contra Alemania y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, los árabes que buscaron la independencia respecto al Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, los revolucionarios que buscaron la independencia de países como Argelia o Viet Nam, y muchos más. Es importante notar que, al ser una táctica, la guerra de guerrillas no tiene inherentemente un valor positivo o negativo. Ese juicio de valor debe hacerse más bien sobre la causa que defiende (o agrede) cada guerrilla, o sobre la táctica del terrorismo que se verá en la próxima entrega. Además, la guerra de guerrillas no siempre tiene propósitos políticos. Naturalmente que todas las guerras son en un sentido políticas porque procuran redefinir el reparto del poder – y eso mismo es la definición de política. Sin embargo, muchas veces la guerra de guerrillas es simplemente un anexo o un complemento a una campaña militar de mayor escala. Ese es el caso de las resistencias europeas durante la guerra mencionada anteriormente, del hostigamiento de la guerrilla española original, o de quienes resistieron a la invasión soviética de Afganistán. En otras palabras: la respuesta guerrillera es con mucha frecuencia un instinto, una necesidad, un acto de rechazo al invasor. Si no existiera este último, no habría guerrilla. Aclarado esto, no deja de ser cierto que en muchos casos el guerrillero no solamente se opone a un invasor u opresor. La eliminación de este último es solamente la mitad de la causa: el reemplazo por otra es el objetivo final. Esta variante de guerrillero, mucho más política, es la que se vincula claramente con el planteo revolucionario de la insurgencia. El método guerrillero se encuentra presente en prácticamente todas las grandes campañas revolucionarias. Es por esto que los autores más conocidos de doctrinas al respecto son revolucionarios de clarísima ideología como Mao Zedong o Ernesto "Che" Guevara. Tal como la definen ellos, la guerrilla es la táctica de la que se vale el revolucionario para degradar las capacidades del estado enemigo. Con un hostigamiento suficientemente creciente, combinado con un sofisticado desarrollo político como alternativa para la población, es que suelen concebir los revolucionarios el triunfo. Guevara merece una mención aparte por su doctrina del "foco". El argentino pensó que el aspecto que Mao tanto enfatizaba respecto al desarrollo político al compás de la guerrilla –un partido, una escuela de cuadros políticos, publicaciones, discursos, reuniones y más- podían obviarse si en vez de ello el énfasis estaba en crear "focos" guerrilleros a lo largo del territorio enemigo. Cada foco, dedicado inmediatamente a la guerra de guerrillas, debilitaría al enemigo y mostraría a la población del lugar que era posible derribar al Estado. Así avanzaría la revolución en la visión guevarista. La guerra de guerrillas se diferencia de la próxima táctica a discutir, el terrorismo, en base a quiénes ataca. Basta retornar al ejemplo original: los guerrilleros españoles no se plantearon viajar clandestinamente a París a detonar barriles de pólvora en las calles, o matar salvajemente a civiles franceses dondequiera que estuvieran. En vez de eso atacaron a su enemigo: el ejército francés en España – uniformado, identificado claramente y enemigo de pleno derecho. Al día de hoy, es común que las fronteras entre la guerrilla y el terrorismo se borren considerablemente. En el conflicto en Siria, ¿son todos los rebeldes guerrilleros? ¿O terroristas? ¿O ambas cosas? Basta que un guerrillero cometa un acto terrorista para que se le pueda calificar como lo segundo. Mientras más decadente el clima político y moral, más probable es que las partes apelen al terrorismo (los Estados incluidos). El terrorismo es el próximo pilar conceptual a desarrollar. Una vez considerado, y observado su contraste con la guerra de guerrillas, se podrá culminar esta breve serie con una visión global de los conflictos no convencionales y su impacto en la seguridad internacional contemporánea. Sobre el autorLicenciado en Estudios Internacionales por la Universidad ORT-Uruguay y tiene una maestría en Seguridad Internacional en la Universidad de Georgetown – Estados Unidos.
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La Administración Bush: 2001 – 2009
IntroducciónEs común intentar adelantar el veredicto sobre una presidencia antes de que ésta se complete. Esto es más cierto de la presidencia de George Walker Bush que de cualquier otra reciente: los juicios de valor se vienen adelantando desde hace mucho tiempo, incluso desde 2003. Es solamente ahora, que su último día ha transcurrido, que puede analizarse adecuadamente. Aún así, el paso del tiempo probará ser un prisma muy valioso para evaluar las consecuencias de las decisiones tomadas por Bush y su equipo. Sin embargo, el carácter dramático de lo acontecido en estos ocho años merece un estudio ahora, aún si con el tiempo es posible que se interprete de otra manera.El análisis de los ocho años de gobierno de Bush se divide en dos partes: la política exterior y la política interna, llamada en el léxico anglófono política doméstica. Esta primera entrega refiere a la política exterior, no necesariamente porque sea más importante que la segunda, sino porque es la que más interés despertó durante el período.Política exterior: Ocho años de extremosMás allá de opiniones favorables o desfavorables, los ocho años de gobierno de Bush coincidieron casi milimétricamente con un período de enormes turbulencias para la humanidad en numerosos aspectos.Es así que esta administración ofrece, en términos de política exterior, un resultado mixto: sus logros tienen alcance histórico; sus errores también tienen consecuencias extremas. La administración Bush fue radicalmente distinta de la de su antecesor Bill Clinton, de la de su padre y la de cualquier otro presidente de las últimas décadas, exceptuados Ronald Wilson Reagan y Lyndon Baines Johnson. En períodos de alta conmoción, la reacción del gobierno de Estados Unidos, dada su posición única, da lugar a efectos que gravitan hacia los extremos, ya sean positivos o negativos. La era Bush no fue la excepción.Es evidente que la mayor parte de la opinión mundial, sea de élites o de encuestas generales, arroja un profundo rechazo a la administración Bush. Por lo tanto, es inevitable comenzar por enumerar los errores que ésta cometió en política exterior. Para hacerlo, es fundamental refutar un par de mitos.El primero de estos es Iraq, un país que parece dominar el legado de Bush. El consenso martilleado hasta el cansancio por los medios informativos, la oposición demócrata, los gobiernos europeos, las Naciones Unidas y los propagandistas islámicos es que se trató de un desastre equiparable a Viet Nam. Estados Unidos habría perdido una guerra y habría sido humillado por la valiente "resistencia" iraquí; el país sería ahora un títere de Irán y el retroceso para Washington, por no mencionar la sociedad iraquí, sería enorme.La realidad es distinta. Es cierto que la guerra en Iraq conoció un período oscuro en el que la legitimidad de todo el emprendimiento se hizo cuestionable, pero lo que la multitud de críticos no logra comprender –con demasiada frecuencia por odio a Estados Unidos y Bush, y por lo tanto por la irracionalidad- es que fue eso mismo: un período. Más precisamente, Iraq se sumió en las tinieblas durante tres años: 2004, 2005 y 2006.Durante esos años se conocieron momentos de anarquía, de guerra civil, de violencia extrema y de terrorismo salvaje, encarnado por momentos en Abu Musab al-Zarqawi, quizá el terrorista más violento de todos los tiempos. Mientras la oposición a la guerra publicaba estadísticas y teorías falsas, como los cien mil o más muertos en el conflicto o la idea de que Estados Unidos invadió el país "por el petróleo", Abu Musab, sus acólitos y sus imitadores decapitaban rehenes, dinamitaban escuelas y ambulancias, atacaban funerales y practicaban todo tipo de horrores de los que los medios de comunicaciones nunca hablaron. No caben dudas que Iraq conoció el horror.La clave es que ese período se superó. No es común que en una guerra a la deriva se invierta una estrategia bajo el mismo comandante: no lo hicieron ni Johnson en Viet Nam, ni Truman ni Eisenhower en Corea y ni siquiera Churchill en los momentos oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Bush pasará a la historia por sí haber reconocido el error y haberlo solucionado. Se deshizo de sus comandantes, Donald Rumsfeld en el Departamento de Defensa y George Casey en Central Command, y le entregó el conflicto a David Petraeus. Este general había dedicado los últimos años a estudiar y redactar la nueva doctrina anti-insurgencia de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Bush le confió a él y a Raymond Odierno la guerra en los primeros días de 2007, y su éxito ha sido histórico.La situación en Iraq antes de 2003 era de extrema pobreza bajo un régimen totalitario brutal como pocos. La situación a partir de 2007-8 fue de una democracia liberal en gestación, con una economía de mercado, con reconcilliación étnica en medio del mundo islámico, con un tratado negociado entre partes iguales con Estados Unidos y con prospectos a corto plazo de retiro de las tropas internacionales. La guerra está ganada; el resultado es sumamente positivo para Estados Unidos y, sobre todo, para Iraq y la región. Ahora se cuenta con una democracia en medio del mundo islámico, un conjunto de bases militares desde las cuales vigilar la región y un importante baluarte en la lucha contra el terrorismo. El famoso tema de las armas de destrucción masiva, un importante error de parte de Bush y su equipo, perderá progresivamente importancia para la historia, mientras que los logros de la sociedad iraquí y las tropas estadounidenses cada vez cobrarán mayor prominencia. Otro factor de discordia en la saga iraquí, la falta de aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, fue un punto legítimo de debate. Sin embargo, el paso del tiempo le va restando cada vez más importancia a esa organización, sumida como está en escándalos de corrupción moral y ética, algunos de ellos con el desaparecido régimen de Saddam Hussein.El segundo error mítico de la administración Bush es el de Guantánamo-waterboarding. Por un lado, es muy razonable debatir Guantánamo y algunas prácticas de las fuerzas de seguridad estadounidenses. Por el otro, los críticos de estas prácticas todavía no han ofrecido una opción distinta respecto a dónde enviar a los prisioneros de la guerra contra la jihad, ni tampoco respecto a cómo obtener información crítica sobre posibles ataques y células terroristas. Los medios suelen omitir el hecho de que el submarino (o waterboarding) se practicó solamente a tres -3- personas en todo el período, todos confesos terroristas. El punto no es si estuvo bien o mal hacerlo, sino el grado de importancia que puede tener en un contexto donde hay acontecimientos mucho más importantes.También se suele omitir el hecho de que el waterboarding funcionó, ya que en particular en el caso de Khaild Sheihk Mohammed sirvió para desmantelar planes específicos para ataques terroristas en Estados Unidos y Europa. Aunque es discutible el uso de esa técnica, es responsabilidad del gobierno evitar otro once de septiembre, y es un hecho que los capturados son prisioneros de guerra. Si nadie recuerda a prisioneros alemanes, italianos, coreanos o vietnamitas en cortes estadounidenses compareciendo por sus crímenes es porque nunca ocurrió: pertenecían al ámbito militar y no tenían derechos civiles que defender en una corte.Por lo tanto, más allá de que sea necesario un debate sobre los métodos empleados por Estados Unidos, es una exageración considerarlo uno de los hechos definidores de la era Bush. Esto no hace más que revelar la parcialidad a la hora de fijar una agenda antiamericana de quienes más han propulsado este tema.Ya descartados esos mitos, sí corresponde señalar los verdaderos fracasos de la administración Bush. El más grande de todos, por lejos, no es entonces Iraq, sino Darfur. Aunque no ocupe las primeras planas –como sí lo hizo el escándalo de Abu Ghraib en el New York Times cincuenta días seguidos-, Darfur es el acontecimiento más nefasto para la humanidad de los últimos diez años. El que lo precedió fue otro genocidio en el que Estados Unidos se abstuvo de actuar: Rwanda en 1994, bajo Bill Clinton.Tras la Segunda Guerra Mundial y la Shoah, el mundo libre se prometió no volver a permitir que ocurriese algo similar; el líder en ese esfuerzo fue Estados Unidos. El genocidio es considerado, y con razón, el mayor peligro y justificativo para la intervención armada, tanto en términos morales como legales. El fracaso de Estados Unidos en impedirle al régimen de Omar Bashir en Sudán, para el asesinato de ya más de cuatrocientos mil civiles desarmados en Darfur, pasará a la historia como un profundo abismo moral.El segundo mayor fiasco de Bush fue su política respecto a Rusia. Los ocho años de su gobierno marcan un período en el que ese país se desvió de una democracia liberal recién nacida hacia una dictadura abiertamente imperialista. Bush es,personalmente, uno de los principales culpables, como lo atestigua su famoso veredicto sobre Vladimir Putin de que había "logrado tener una noción de su alma", y que lo que ahí había era algo bueno. En estos ocho años Rusia pasó, en términos de conducta, de ser un cadáver en descomposición a un agente del caos mundial. Domésticamente se tomó por asalto la economía y asesinó e intimidó a la oposición política. Internacionalmente Rusia ha financiado, protegido diplomáticamente y armado a regímenes como el de los Castro en Cuba, Hugo Chávez en Venezuela, Aleksandr Lukashenko en Belarus, el gobierno genocida de Sudán, el proyecto nuclear iraní, y otros coloridos casos. Esto es sin mencionar las violentísimas agresiones a Ucrania, Estonia y, sobre todo, Georgia. Bajo Bush, la gravedad del accionar ruso llegó a su punto más grave desde 1968, ocasión de la represión de la Primavera de Praga bajo la era soviética.El tercer mayor fracaso de Bush es no haber eliminado al mismo Eje del Mal que describió tan polémicamente. Entre la propaganda a la que se hacía referencia anteriormente se dibujó la imagen de Bush el vaquero, que no sabe lo que es la diplomacia y apuesta invariablemente por la fuerza militar. Sin embargo, la administración apostó claramente por la diplomacia con dos de los tres integrantes del Eje –Irán y Corea Comunista-. Los resultados han sido pésimos.Corea del Norte se ha vuelto una potencia nuclear, aunque el esquema militar con el cual tiene de rehén a Seúl y millones de surcoreanos hacía difícil una intervención militar. No se puede decir lo mismo de Irán, país en el que Bush podría haber intervenido, o ante el cual al menos podría haber dado garantías de apoyo militar a Israel. Para los próximos años, gracias a las actitudes equivocadas de Bush, el régimen responsable por la AMIA, Hizb Allah y el totalitarismo islámico posiblemente contará con bombas nucleares.Queda claro que fueron varios los errores de la administración, aunque no necesariamente los mismos que señala el consenso mediático internacional. Es hora de ver algo que casi ni figura en esos círculos: los logros en los ocho años de gobierno de Bush y su equipo.El primero, más evidente y más importante, es evitar algo que casi el 100% de la opinión mundial –incluso la especializada- daba como un hecho el doce de septiembre de 2001: que "pronto" se verían más ataques terroristas en suelo estadounidense. Ahora mismo, en el calor del momento y con el odio a Bush todavía respirable en el aire, este hecho clave queda sepultado – pero no será así con el paso del tiempo. Bush revolucionó la política exterior, militar, de vigilancia y de espionaje de su país, y el resultado fue exactamente el esperado. Así, se logró cumplir con la función primaria de todo gobierno: proteger las vidas y el ejercicio de las libertades de sus ciudadanos.El segundo logro de Bush que probablemente registrará la historia fue la apertura de India. Ese país, que representa una reserva inmensa de calidad democrática, liberal y capitalista para el futuro, se encontraba prácticamente ignorado desde su entrada a la economía de mercado en 1991. Bush fue el presidente que, de forma similar a Richard Nixon con China, estableció los vínculos clave con ese país. A partir de ahora, la relación de Estados Unidos con India conoce cauces estratégicos, comerciales, nucleares y sobre todo políticos de mucho mayor alcance. Será un aliado clave para enfrentar a una multitud de problemas que tienen en común las democracias, en particular las más grandes: el terrorismo islámico, Rusia y China.Un tercer éxito de la Administración Bush fue su promoción del libre comercio. Bajo esta presidencia se extendió a casi toda América, algo que se suele olvidar. Basta sumar el NAFTA –gran logro de Bill Clinton-, el CAFTA-DR –que cubrió casi toda América Central y la República Dominicana-, los tratados de libre comercio firmados con Colombia, Perú y Chile, y por último los ofrecidos a Ecuador y Uruguay.Además, la administración concluyó tratados con países clave como Australia, Corea del Sur y Singapur.Entre estos fracasos y logros extremos existen algunos pocos puntos de término medio, en los cuales generalmente Bush tuvo razón pero no logró sus objetivos. Un ejemplo claro es América Latina. Fue en estos ocho años donde se formó la ahora tradicional división entre países "serios", como México, Colombia, Perú, Brasil, Chile y Uruguay, y países autodestructivos, como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina. Los intentos de Bush por tener buenas relaciones con América Latina fueron abiertos y claros. La ya tradicional arrogancia latinoamericana no lo recibió bien y se creyó superior alcowboy tonto. La respuesta de Bush fue pragmática: trataría con quienes estuviesen dispuestos, y a los demás los ignoraría. El resultado es esclarecedor: México lucha contra el narcotráfico y prospera; Colombia derrota al terrorismo narco-comunista-paramilitar tras cuarenta años de guerra, Perú por fin conoce la estabilidad, Brasil se vuelve un modelo atractivo a nivel mundial. Mientras tanto, Cuba conoce la pobreza extrema; Bolivia arde en llamas, Venezuela está sumida en más violencia que Iraq, y Argentina languidece detrás de Etiopía, China y Surinam en el Índice de Libertad Económica. Los logros de los países latinoamericanos arriba mencionados les pertenecen de pleno derecho; Bush se limitó a acompañarlos y premiar la buena conducta, por lo cual merece crédito. Sin embargo, sus omisiones en temas de seguridad en México y Venezuela constituyen problemas sin resolver.Otro punto medio de Bush fue Afganistán, país que se conquistó fácilmente pero que en los últimos años del gobierno pareció escurrirse nuevamente hacia la guerra de alta intensidad. El remedio que buscó aplicar Bush al resurgimiento de los talibanes en el Este del país es el mismo que el de Iraq: David Petraeus y un aumento de tropas anti-insurgentes. Sin embargo, los resultados se verán solamente bajo el gobierno de Barack Obama, a diferencia de Iraq. Bush debería haber solucionado el problema antes, ya que sólo en sus últimos meses en el gobierno dio las órdenes de elevar el número de tropas a 35.000, lo cual aún no alcanza para llegar a la proporción de habitantes por soldado que indica el propio Manual de Contrainsurgencia de su Ejército.ConclusiónLa Administración Bush resulta una de las más interesantes en mucho tiempo para quien estudia la política exterior. Buscó asociarse explícitamente con la escuela del liberalismo internacional o idealismo, en términos de promoción de la democracia y la libertad. Sin embargo, fue un gobierno que tuvo relaciones muy cercanas con regímenes totalitarios como el de Arabia Saudí o China, o con el de su aliado clave Pakistán.La personalidad del Presidente resultó contradictoria. Aunque siempre mantuvo una fuerte convicción moral, en algunas ocasiones predicaba su propia inmovilidad en la persecución de un objetivo de cierta manera, mientras que en otras reconocía la realidad y cambiaba de método – como lo demostró en Iraq en momentos en que casi existía un consenso favorable a la retirada.Bush desplegó el arsenal estadounidense para proteger a sus ciudadanos y expandir la única forma de gobierno legítima, y que constituye el antídoto para la intolerancia, el autoritarismo y la violencia. Sin embargo, en el camino cometió errores, algunos de ellos muy graves y, sobre todo, ignoró otros problemas. La historia, para que sea historia y no propaganda, deberá reconocer esa pluralidad de hechos. Lic. en Estudios Internacionales. Universidad ORT - Uruguay
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Monographic Central Europe Challenges and Opportunities for Mexico ; Monográfico Europa Central Retos y Oportunidades para México
La capacidad de adaptación de los países a las circunstancias distintas, tendrá como uno de sus ejes la identificación de espacios geográficos que, por su dinamismo y el éxito de sus transformaciones, puedan ser un motor de recuperación económica. En el caso de México, los anclajes de posicionamiento internacional son claros, pero también deben revisarse desde otra mirada. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (conocido como T-MEC) fue una opción oportuna y afortunada cuyos beneficios ya se han percibido en momentos críticos derivado de la pandemia del coronavirus. El Tratado de Integración Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT o CPTPP) y la llamada modernización del acuerdo global entre México y la Unión Europea definen en Asia y Europa a dos regiones en donde, bien aprovechadas, convergerán enormes opciones futuras para México. No obstante, tal vez se requerirá de nuevos enfoques post coronavirus que examinen y clarifiquen esas opciones y sus desafíos. En el caso de la región Asia-Pacífico es cierto que ahí se ubican en la actualidad algunos de los más importantes socios comerciales de México (como son los casos de China, República de Corea, Japón, India, Malasia y Viet nam) y que uno de cada cinco dólares que comerciamos en 2018 fue con esa región (Martínez, 2019), pero también es cierto que desde hace al menos una década se registra un déficit enorme en nuestra balanza comercial con esas naciones y, en algunos casos, dificultades de empresas mexicanas de algunos sectores para competir con sus pares asiáticas en un entorno de apertura y plena competencia. La región europea, por su parte, fue reconocida por largo tiempo como la principal opción de diversificación para México (Ruano, 2013). Sin embargo, por un lado, no se distinguen diferencias en un mosaico en el que caben lo mismo desde las 27 naciones de la UE hasta potencias como Rusia y Turquía ni, por otro lado, se matizan los alcances y las posibilidades en las propias subregiones que conforman la Unión Europea. En ese contexto, uno de nuestros déficits de análisis se ubica en las naciones europeas que, hasta la guerra fría, conformaron el antiguo bloque comunista. Por ello, luego de más de 5 años como diplomáticos en Varsovia, recibimos con gratitud el interés de "Política, Globalidad y Ciudadanía" de dedicar este número monográfico a las relaciones de México con región de Europa Central -o bien de Europa del Centro/Este- y, en particular, con las naciones que conforman el llamado Grupo Visegrado que se formó hace 30 años (en 1991) bajo la inspiración principal de los dos grandes líderes de Europa Central en aquella época: el presidente de Polonia, Lech Walesa, y el presidente de la entonces Checoslovaquia, Vaclav Havel. Lo integraban originalmente Checoslovaquia, Polonia y Hungría. Luego de su nacimiento en 1993, la República Eslovaca se mantuvo también como parte de este grupo informal. Hoy día, resulta extendido el concepto de que el Grupo Visegrado es la expresión política más consistente de Europa Central y prácticamente todos los documentos del Grupo Visegrado aluden constantemente a ellos mismos como Europa Central, si bien es claro que esta subregión, en su conjunto, es bastante más amplia y podría incluir a todo el espacio geográfico ubicado entre los mares Báltico, Adriático y Negro. En nuestra opinión, es de gran pertinencia entender a profundidad en lo particular y como bloque a las naciones del grupo Visegrado. Los objetivos y grandes logros de este grupo en un primer periodo de su existencia se asociaron a la construcción de regímenes de democracia parlamentaria y economía de mercado; a su ingreso a la Unión Europea en el 2004; y, a su ingreso a la OTAN. En algunos círculos en México hay una visión estática y de hace 30 años sobre la realidad de los países de este grupo. En realidad, hoy son naciones muy prosperas, educadas, de crecimiento económico constante y desarrollos impresionantes de infraestructura. El grupo en su conjunto tiene 65 millones de habitantes y cerca del 15% de los legisladores del Parlamento Europeo. A partir del ingreso a la Unión Europea de estas naciones, en el 2004, el grupo se mantuvo como un grupo de presión política al interior de la Unión Europea y como bloque que ha desplegado un esfuerzo de integración subregional, además de procurar vinculaciones con terceros actores y con otras regiones. Bajo la hipótesis de trabajo de que las relaciones de México con Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría tienen aún un enorme potencial de crecimiento, el presente número es un heterogéneo crisol de visiones desde ambas orillas del Atlántico, con autorizadas reflexiones de académicos expertos en Europa Central de prestigiadas instituciones como la Universidad de Varsovia; el Instituto Polaco de Asuntos Internacionales; la Universidad Jaguelónica de Cracovia; la Universidad de Adam Mickiewicz en Poznań (todas éstas de Polonia); la Universidad Palacký de Olomou (República Checa); la Universidad Nacional de Servicio Público; la Universidad Károli Gáspár de la Iglesia Reformada; la Universidad Corvinus de Budapest (éstas 3 últimas de Hungría); y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En lo que respecta a las relaciones con Polonia, Bartłomiej Znojekrevisa comenta sobre la presencia de México en la política exterior de Polonia desde 2004, en que, como se ha dicho, se registró la ampliación de la Unión Europea con el ingreso de Hungría, República Checa y Eslovaquia y la propia Polonia, entre otros países bálticos y de Europa Oriental. De 2004 a la fecha, dice Znojek, México se ha convertido en un socio latinoamericano clave para Polonia. En opinión de Znojek, "el desarrollo del diálogo político polaco-mexicano debe servir principalmente para crear condiciones favorables para las actividades en las esferas de comercio e inversión mutuas" Por su parte, en su texto "Distancias a vencer y mitos a romper: el establecimiento de las relaciones diplomáticas mexicano-polacas", Edyta Kwiatkowska se aboca a explorar los momentos históricos clave, a partir de la Primera Guerra Mundial, que marcaron el periodo formativo de las relaciones diplomáticas bilaterales. En el mismo contexto, Joanna Gocłowska-Bolek analiza las economías de México y Polonia con énfasis en su complementariedad y enorme potencial. Lejos del Vístula y aproximándonos al Danubio, Mónika Szente-Varga -historiadora con especialización en las relaciones entre México y Hungría- y Agustín Sánchez Andrés nos presentan una investigación binacional en la que se explican las relaciones entre México y Hungría desde 1990 a la fecha, destacando también, como punto de inflexión, la adhesión de Hungría a la Unión Europea en la multicitada ampliación del 2004. Por su parte, Attila Kovács y Sándor Nagy nos presentan una interesante visión integral de la relación mexicano húngara – desde las relaciones políticas y diplomáticas hasta los lazos económicos y culturales- y dan cuenta de la intensificación de nuestros intercambios en las últimas décadas Lukasz Czarnecki revisa el impacto del Reglamento de control de Inversiones Extranjeras Directas de la Unión Europea en las relaciones económicas de México con los países de Europa Central e identifica nuevas perspectivas del desarrollo, así como potenciales campos estratégicos, en los cuales se pueden desarrollar nuevos intercambios económicos desde una perspectiva post pandémica. Por nuestra parte, los suscritos presentamos una nota sobre Europa Central desde la perspectiva de la creación del Grupo Visegrado, que tiene como punto de partida un diálogo que sostuvimos en la ciudad de Gdansk con el célebre líder obrero y expresidente polaco Lech Walesa, artífice del propio Grupo Visegrado y actor central del fin del comunismo en Europa y la transformación de Polonia. Este número se enriqueció considerablemente con dos trabajos desde una perspectiva cultural, sobre aspectos muy poco conocidos de los vínculos de México con esa subregión europea. Pavel Štěpánek nos invita a un viaje imaginario por el trabajo del grabador checo-eslovaco Koloman Sokol, quien vivió en México de 1937 a 1941 e, incluso, tuvo una exposición individual en el Palacio de Bellas Artes en 1938. Por su parte, el gran escritor Juan Villoro generosamente contribuye con el texto "Sergio Pitol y Polonia: la magia de la traducción", en donde, a partir del libro Sergio Pitol: el Bristol y Polonia (Negrín, Salazar y Pawelczik, 2020) reflexiona sobre la fecunda y perecedera relación que ese célebre escritor mexicano tuvo con Polonia y con otras naciones centro europeas en su vida personal y diplomática. Se ha dicho que entre 2021 y 2030 será "el decenio de Europa Central" por su estabilidad, niveles de crecimiento económico y fortaleza democrática (Timo, s.f.). Este número de Política, Globalidad y Ciudadanía propone una aproximación a esa subregión que es indispensable conocer ya que cuenta con todo el potencial para convertirse en socio estratégico de nuestro país en todos los ámbitos.
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