Open Access BASE2021

Fracking and glyphosate amid COVID-19 pandemic in Colombia ; Fracking y glifosato en medio de la pandemia de COVID-19 en Colombia

Abstract

Despite the congratulations that Colombia received from the Pan American Health Organization for its good management during the first months of pandemic (1), supposedly for using scientific evidence for decision-making, the start of the fracking pilots (unconventional hydraulic fracturing procedure) and return to use glyphosate against illicit crops leaves glimpse inconsistencies in decision-making in public health by the Colombian government. The pandemic taught that environmental protection is essential to avoid the emergence of future epidemics (2). However, it is precisely in the midst of the pandemic that the Colombian government makes decisions without listening to science, ignoring the precautionary principle even against the national constitution. As of the end of March 2021, two unconventional reservoir fracking pilot projects had been approved for development without a rigorous assessment of the potentially associated adverse health effects (3). These will be carried out in the department of Santander, the most seismically active department in Colombia (4). On the other hand, the government is making the return of glyphosate a reality, as previously mentioned (5). The Decree 380 (April 12, 2021) regulates spraying with glyphosate, leaving only the National Narcotics Council to endorse the decision. This Decree was even signed by the current Minister of Health, Fernando Ruiz, who was Vice Minister of Health in 2015 and publicly endorsed then to ban the use of glyphosate because of its potential carcinogenic effects, according to the International Agency for Research on Cancer (IARC). This change in the government´s decision is not explained on scientific grounds, as the evidence supporting the adverse effects of glyphosate on health remains even more conclusive now (6). These two political decisions are added to others that aggravate the armed internal conflict in Colombia, precisely when next year there will be presidential elections. Anti-science in environmental health increases its power in Colombia, following the trend of Latin American countries with denialist governments such as Brazil. The territories and populations directly affected by these decisions are the most socioeconomically disadvantaged in the country. Perhaps for this reason it is not surprising that the Colombian scientific evidence shows that the policies implemented in the management of the pandemic have not succeeded in reducing social inequalities (7), but have probably widened them, and that public health surveillance has been limited, with achievements only in some regions (8). ; A pesar de las felicitaciones que recibió Colombia de la Organización Panamericana de la Salud por su buen manejo de la pandemia durante los primeros meses (1), supuestamente por utilizar evidencia científica para la toma de decisiones, el inicio de los pilotos de fracking (procedimiento de fracturación hidráulica no convencional) y el retorno del uso de glifosato para controlar los cultivos usados de manera ilícita deja entrever inconsistencias en la toma de decisiones en salud pública por parte del Gobierno colombiano. La pandemia enseñó que la protección del ambiente es fundamental para evitar la aparición de futuras epidemias (2). Sin embargo, es precisamente en medio de la pandemia que el Gobierno colombiano tomó decisiones sin escuchar la ciencia e ignoró así el principio de precaución, incluso contra la Constitución Política nacional. A fines de marzo de 2021, se habían aprobado para su desarrollo dos proyectos piloto de fracking de yacimientos no convencionales sin una evaluación rigurosa de los efectos adversos para la salud potencialmente asociados (3). Estos se llevarán a cabo en el departamento de Santander, el de mayor actividad sísmica de Colombia (4). Por otro lado, el Gobierno está haciendo realidad el retorno del glifosato, como se mencionó anteriormente (5). El Decreto 380 (del 12 de abril de 2021) regula la fumigación con glifosato y deja solamente al Consejo Nacional de Estupefacientes para respaldar la decisión. Este Decreto incluso fue firmado por el actual ministro de Salud, Fernando Ruiz, quien fue viceministro de Salud en 2015 y avaló públicamente la prohibición del uso del glifosato por sus potenciales efectos cancerígenos, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). Este cambio en la decisión del Gobierno no se explica por motivos científicos, ya que la evidencia que respalda los efectos adversos del glifosato en la salud sigue siendo aún más concluyente ahora (6). Estas dos decisiones políticas se suman a otras que agravan el conflicto armado interno en Colombia, precisamente cuando el próximo año habrá elecciones presidenciales. La anticiencia en salud ambiental aumenta su poder en Colombia, siguiendo la tendencia de países latinoamericanos con gobiernos negacionistas como Brasil. Los territorios y poblaciones directamente afectados por estas decisiones son los más desfavorecidos socioeconómicamente. Quizás por ello no es de extrañar que la evidencia científica colombiana muestre que las políticas implementadas en el manejo de la pandemia no han logrado reducir las desigualdades sociales (7), y probablemente las han ampliado, y que la vigilancia en salud pública ha sido limitada a logros solo en algunas regiones (8).

Themen

Sprachen

Englisch

Verlag

Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá - Facultad de Medicina - Instituto de Salud Pública

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