Las comunidades de inmigrantes y emigrantes debieran ser el objetivo número uno de la diplomacia pública de cualquier país, pero aún más de España. Las migraciones son un medio y un fin inexcusables para la diplomacia pública en un mundo globalizado. Y esta afirmación es aún más evidente en el caso de España.
En este documento en primer lugar se plantea una crítica teórica de la teoría dualista del poder de Nye. Para ello nos apoyaremos en la crítica a otro teórico, Pierre Bourdieu, que incurre en la misma falacia que Nye al tratar las fuentes del poder social no entre las naciones, sino en la sociedad, es decir, entre individuos o grupos de individuos. La conclusión a la que se llega es que el poder blando no es un tipo de poder, sino que cualquier recurso, incluso las capacidades militares, puede ser blando en la medida en que esté socialmente legitimado para un fin. Esto hace que el aspecto de la percepción se convierta en el elemento clave. Consecuentemente, a continuación en el trabajo se investiga en qué medida las percepciones de los ciudadanos están estructuradas tal y como propone Nye. El análisis indica que la visión dualista no es universal. Tiene una base social clara. Es alimentada sólo por determinados sectores, dentro de cada sociedad: los posmaterialistas. Y comparativamente refleja sólo los valores de las sociedades avanzadas postmodernas.
¿Cómo se percibe Europa fuera de Europa y de los EEUU? Es bien sabido que Europa tiene problemas de comunicación "interna". La UE "no tiene cara", un rostro o un símbolo político reconocible que la identifique inequívocamente. Si esto ocurre en el ámbito comunitario, ¿qué sucede fuera de las fronteras de la UE? Europa es la hiperpotencia "metrosexual", que renuncia a ser la potencia militar y agresiva que encarnan los EEUU. El estereotipo, que formaba ya parte de la autoimagen de Europa como "potencia civil" desde los 60, se ha reavivado. Como europeos pensamos que nuestro continente puede haber salido reforzado de la crisis de imagen por la que están pasando los EEUU. ¿Pero es así realmente? ¿Cómo se percibe Europa fuera de Europa y de los EEUU?
Al hilo de la presentación de los resultados del Proyecto Marca España se hace balance del mismo y se señalan los nuevos desafíos que emergen del nuevo contexto internacional y nacional. Seguramente desde los grandes eventos de la Expo de Sevilla y de las Olimpiadas de Barcelona en 1992 no se vivía en España un momento de tanto entusiasmo por la diplomacia pública y la marca España. Parece como si el logro del objetivo de mejorar nuestra imagen en Europa en los años 80 y 90, algo conseguido en buena parte, aunque no del todo, hubiese llevado a plantearse nuevas metas, pudiéndose aventurar que se está entrando en una nueva etapa. En el ámbito de la marca-país, el renacimiento del interés por la imagen exterior se pone de manifiesto en la iniciativa que se conoce ya como Proyecto Marca España. A finales de 2001 el Real Instituto Elcano, la Asociación de Marcas Renombradas Españolas, el ICEX (Ministerio de Economía), el Ministerio de Asuntos Exteriores y DIRCOM (la Asociación de Directivos de Comunicación) constituían la plataforma de trabajo Proyecto Marca España (PME) para "avanzar de forma coordinada en la construcción de una imagen de España que responda a la nueva realidad económica, social y cultural del país".
En este ARI secomentan los resultados del estudio Trasatlantic Trends 2004 del German Marshall Fund Recientemente se han dado a conocer los resultados del estudio comparativo de opinión pública Transatlantic Trends 2004 del German Marshall Fund. La encuesta pone de relieve los puntos de acuerdo y desacuerdo entre las opiniones públicas norteamericana y europea en política exterior. ¿Cómo se sitúa España en este escenario?
¿Cómo ha influido la postura de los gobiernos de Francia, Alemania y España respecto a Irak en la imagen que de estos países tienen los ciudadanos norteamericanos? Datos recientes de encuestas realizadas en los EEUU demuestran que la imagen de los países europeos se ha visto afectada por la postura de sus gobiernos en el conflicto de Irak. La valoración de Francia en los EEUU –aunque no así la de Alemania- ha empeorado tanto como lo ha hecho la de los EEUU en los países europeos. Se da pues un "efecto Irak" acompañado de un "efecto Rumsfeld" en tanto en cuanto el rechazo de la postura francesa es mucho más acusado entre los republicanos que entre los demócratas. Esta polarización ideológica es relevante para la imagen de España, que de momento todavía no se beneficia de la devaluación de la imagen de Francia. En este sentido, un cambio de escenario político en los EEUU a corto-medio plazo puede restringir las oportunidades de la política de marca España emprendida por el gobierno Aznar, asociada al apoyo prestado en la crisis de Irak.
¿Sobre qué estamos de acuerdo y sobre qué en desacuerdo respecto al terrorismo internacional? El análisis de la opinión pública en EEUU y Europa a partir de las fuentes principales, como los Eurobarómetros, el estudio Trasatlantic Trends del German Marshall Fund o el Global Attitudes Project del Pew Research Center for People and the Press indica que ya antes del 11-M la amenaza del terrorismo internacional se percibe de manera similar. Las discrepancias entre Europa y EEUU surgen en el campo de las estrategias para combatirlo. Y, en este sentido, tras el 11-M España puede y debe tener un lugar activo en la búsqueda de un nuevo consenso.
¿Cómo ven los ciudadanos europeos y norteamericanos las relaciones transatlánticas? El reciente estudio Transatlantic Trends 2003 del German Marshall Fund da algunas claves. A tenor de los resultados del estudio Transatlantic Trends 2003 hay diferencias entre las opiniones públicas de Europa y EEUU, pero son más los puntos que las unen que los que las separan. Cuando las hay, la causa de las divisiones es la divergencia de valores entre Europa y EEUU en lo relativo al poder militar y su uso legítimo. Los norteamericanos son más militaristas, pero ahora mismo también muestran síntomas de cansancio por los costes que les supone su hegemonía militar. De ahí que mientras muchos europeos desean menos poder de EEUU, muchos norteamericanos desean un mayor poder de Europa, aunque no sólo porque sean multilateralistas sino también porque parecen cansados de soportar solos el peso. Sin embargo, respecto a esta cuestión de si deben ser también una potencia militar -pero también en otros de las relaciones transatlánticas- los europeos están profundamente divididos. Y se diría que cuanto más se aleja Europa de EEUU, más se divide a sí misma.
En su momento, la Transición a la democracia fue un revulsivo para la imagen exterior de España. Tan cierto como lo anterior es que hasta ahora no se le ha sacado todo el partido posible desde el punto de vista de la diplomacia pública y la política exterior. La celebración este año del 25º aniversario de nuestra Constitución es una ocasión que no se debe dejar escapar. La imagen de la transición a la democracia fue un elemento clave en el cambio de la percepción de España en el exterior. Pero lo más importante es que el efecto de la Transición no se ha disipado. Diversos estudios realizados desde los años ochenta hasta la actualidad demuestran que la percepción de las instituciones democráticas españolas, frente a las de otros países de nuestro entorno, no ha dejado de mejorar.Otros indicadores de coyuntura no son menos importantes.Lula da Silva, el presidente de Brasil, llegó a plantear un acuerdo inspirado en los Pactos de la Moncloa para garantizar la gobernabilidad del país. En definitiva, España tiene un enorme capital político que está sin explotar. La celebración del 25º aniversario de nuestra Constitución es una veta que permanece casi virgen desde el punto de vista de la política exterior y la diplomacia pública españolas. Convenientemente explotada, mejoraría nuestra imagen sobre todo en algunos países, como los latinoamericanos, en los que la corrupción de los políticos locales ha salpicado la imagen de nuestras empresas y, por extensión, de nuestro país.
Se analizan algunas tendencias e iniciativas recientes en la pujante acción cultural exterior y se señalan algunos de sus problemas para la proyección de una imagen competitiva de España. Los poderes públicos han tomado conciencia de que nuestra lengua y cultura son claves para nuestra imagen exterior. Aunque el buque insignia sigue siendo el Instituto Cervantes, en algunas instituciones ya consolidadas, como el ICEX o Turespaña, se está produciendo un marcado giro cultural, orientado a la promoción de la cultura o la lengua españolas en el exterior. Pero además han irrumpido con fuerza nuevos entes que también se orientan en el mismo sentido, como SEACEX, SECC o SEEI. Después de una fase de crecimiento desordenado, parece necesario focalizar las acciones y racionalizar los medios.
Después de la crisis de Irak, en el terreno de la política exterior, ¿podrá reconciliarse el gobierno español con su opinión pública? No es tan fácil. En el análisis se explica por qué. A partir de los datos del Barómetro del Real Instituto Elcano se intenta mostrar que el rechazo de la opinión pública española se trata de un problema que no es superficial y que, lejos de desaparecer, probablemente va a mantenerse y reproducirse después de la guerra de Irak. Se apuntan tres motivos de por qué esto es así, que están relacionados con los tres argumentos que ha esgrimido el gobierno para justificar su postura, a saber: que España ha reforzado el diálogo transatlántico; que nuestro país está ahora donde debe estar, con las mejores democracias del mundoque luchan contra el terrorismo; y, finalmente, que es una potencia. En primer lugar, es la Unión Europea y no el diálogo transatlántico el área que los españoles consideran prioritaria. En segundo lugar, por el modelo social y no liberal de democracia que defienden los españoles, no se considera que EEUU sea una de las mejores democracias del mundo. Finalmente, la mayoría de los españoles ni creen que España sea una potencia, ni quieren serlo. Si no se tienen en cuenta estas resistencias mentales, en la opinión pública española se pueden volver a producirse situaciones como la de la guerra de Irak.
Con motivo de la publicación de los últimos datos de encuestas internacionales sobre la imagen de Estados Unidos en el mundo, se hace un análisis del antiamericanismo tras la crisis de Irak. Frente a lo que se suele decir últimamente, el antiamericanismo ni está extendido por todo el mundo ni alcanza a todas las facetas de EEUU. Excepto en determinadas zonas (fundamentalmente, algunos países árabes, y sólo algunos) no encontramos un rechazo total a EEUU. Lo que se percibe como política exterior unilateralista del gobierno Bush simplemente deja al desnudo y hace más visible la hegemonía norteamericana, lo que desencadena las reacciones más adversas.