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Se dice que la pobreza origina la corrupción. Es claro que el afán de poseer dinero, (cuanto más, mejor), explica alguna forma de apropiación de bienes públicos. Pero no es valedera la consideración, porque cuando la nación colombiana era mucho más pobre, se respetaban tales bienes.

Un comandante militar acusado de corrupción aparece en un programa periodístico de televisión, la entrevista es pregrabada, pero mientras ella se difunde, un grupo de sindicalistas proclama a gritos la inocencia del comandante frente a las puertas de la estación televisara. Las cámaras, de tiempo en tiempo, muestran a los manifestantes, recogen sus opiniones y leen los carteles que portan. El conductor del programa le plantea al comandante unas preguntas serviciales acerca de las acusaciones.

Se dice que la pobreza origina la corrupción. Es claro que el afán de poseer dinero, (cuanto más, mejor), explica alguna forma de apropiación de bienes públicos. Pero no es valedera la consideración, porque cuando la nación colombiana era mucho más pobre, se respetaban tales bienes.

Las organizaciones firmantes se manifiestan y hacen urgente llamado al gobierno de El Salvador, a los partidos políticos, al presidente Bukele y a la ciudadanía salvadoreña, ante las publicación de la denominada lista Engel por parte del gobierno de los estados Unidos, la cual contiene un primer listado de personas de El Salvador, Guatemala y Honduras "que deliberadamente se han involucrado en: acciones que socavan los procesos o instituciones democráticas; significativa corrupción; o en la obstrucción de investigaciones sobre dicha corrupción".

Hace tiempo que se escucha como un mantra que vivimos inmersos en una democracia de baja intensidad, caracterizada por el divorcio inexorable entre ciudadanía y políticos. La sensación generalizada es que la política es el arte de engañar, de servir al interés particular, de adular a los poderosos y extorsionar a los que no lo son.

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