La Presidencia eslovena del Consejo de la UE: la actuación del 16º Estado miembro
La Presidencia eslovena del Consejo de la UE en el primer semestre de 2008 tuvo un carácter simbólico al cerrar el círculo de la ampliación de la UE llevada a cabo entre 2004 y 2007. Con ella se comprobó la capacidad de un nuevo miembro de participar en el ámbito político de la Unión. Fue también la última de la primera "troika" presidencial, lo cual permitió hacer una valoración de esta novedad, sobre todo en lo referente a la continuidad de la política de la UE, cuyo objetivo era mejorar. Sin embargo, los desafíos a los que tuvo que enfrentarse Eslovenia durante su Presidencia fueron más allá de lo meramente simbólico y pusieron de relieve ciertas deficiencias. La UE puede extraer algunas lecciones de estas deficiencias para futuras Presidencias y para cada uno de los Estados miembros. La institución de la Presidencia tiene encomendadas funciones específicas –gestión de los asuntos del Consejo y de sus relaciones con otras instituciones de la Unión, representación externa, mediación e iniciación, así como representación nacional– que debe desempeñar durante seis meses, en medio de procesos políticos y legislativos en curso en la UE y, si surgen, de acontecimientos externos o internos. Ejercer la Presidencia de la UE tiene varias ventajas, principalmente el acceso a información y el control de procedimientos, pero su uso depende de las características específicas de cada país y de su capacidad de adaptarse a las funciones, explotar las ventajas y minimizar las desventajas. Este análisis recoge los ejemplos más reveladores de la conducta de Eslovenia en su papel de presidente de turno y concluye con una valoración de la gestión de la "troika" para mostrar si Eslovenia estuvo a la altura de las expectativas, dónde las superó y de dónde pueden extraerse lecciones.