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Anfang Dezember 2007 folgt Thomas Knubben der Route Hölderlins von Nürtingen bis nach Bordeaux. Diese Winterreise brachte 1801 den fatalen Wendepunkt in Hölderlins Leben und Schreiben. Anfang Dezember 1801 machte sich Friedrich Hölderlin von Nürtingen auf nach Bordeaux. Ihn trieb, wie er schrieb, "die Herzens- und die Nahrungsnot". In Frankreich hoffte er endlich die Existenz aufbauen zu können, die ihm zu Hause immer versagt geblieben war. Die Winterreise sollte zum endgültigen Wendepunkt in seinem Leben und Schreiben werden: Das Vorhaben lässt sich gut an. Er wird freundlich empfangen und wohnt "fast zu herrlich". Doch schon nach wenigen Wochen lässt er sich wieder einen Pass ausstellen und kehrt zurück. Sein Zustand ist trostlos. Die Freunde in Stuttgart erkennen ihn schier nicht wieder. Er ist vollkommen erschöpft und erregt zugleich, "leichenblaß, abgemagert, von hohlem wildem Auge, langem Haar und Bart, und gekleidet wie ein Bettler." Was bloß war geschehen? "Als notorischer Kopfwanderer beneide ich Thomas Knubben um seine realen Erfahrungen auf dem Gang nach Bordeaux. Er ist Hölderlin auf der Spur – so, wie ich mirs denke: Man kann die Sprache Hölderlins nur im Gehen begreifen" (Peter Härtling)

Hölderlin nunca quiso ser un filósofo, ni puede decirse que mantuviera una correspondencia filosófica con sus contemporáneos, a pesar de lo cual vertió en sus cartas argumentos decisivos para comprender la dirección que tomó la filosofía de su tiempo y también la que pudo haber tomado. Es esta paradójica situación la que invita a descubrir en la correspondencia mantenida con su familia, con sus amigos y con personalidades de la época, una actitud frente a la filosofía de Kant y de Fichte que se deja entender hoy como punto de partida del Idealismo alemán, representado sobre todo por sus amigos Schelling y Hegel. Pero la singularidad filosófica de sus cartas no reside tanto en los pasajes en los que desarrolló contenidos filosóficos de primer nivel, como en el modo en que dichos contenidos surgieron epistolarmente: no buscando formular una doctrina, sino de forma azarosa y ocasional, al hilo de comentarios domésticos o personales; o acompañando descripciones inéditas de su visión de la naturaleza. Esta selección de cartas recoge el conflicto interno expresado entre el filósofo que no quiso ser y el poeta que siempre fue. De ahí su importancia para conocer cronológicamente su trayectoria reflexiva, desde el inicial entusiasmo por el Idealismo y las metas esperadas por la nueva filosofía, hasta su desencanto respecto a las posibilidades de la propia razón y su recogimiento en una mirada poética dirigida ya solo a la naturaleza de su tierra natal.