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Much has been said about the impact of the Great Recession (2008-2009) on the conditions and foundations of democracy, especially in the Western world. But has it really been like this? Today we have various options to approach the comparative study of the state of democracy in the world through wide-ranging cross-sectional and longitudinal sections. Perhaps one of the most successful is that of Varieties of Democracy (V-Dem), whose approach to conceptualizing and measuring democracy is to provide a data set that attempts to reflect the complexity of the concept of democracy as a system of government that includes, but it goes beyond the simple presence of elections. For this reason, the V-Dem project collects data to measure different principles of democracy, one of which is the electoral one. In principle, the main finding of this documentary effort leads its authors to affirm that "autocratization", a word with which they call the decrease in democratic features, has accelerated in the world, particularly when the existing state at the time of The Great Recession will occur with the present situation in 2019. This has to be reflected in the state of the principles in the electoral question. Detailing the scope and characteristics of this loss of democratic features in general and its manifestation in the electoral sphere throughout this century and between two ten-year cuts (2000-2009 and 2010-2019) is the task that we propose to carry out in this paper. This, knowing that 2020 will represent a new watershed in the conditions for the development of democracy and elections in the world, given the experience of the "Great Confinement", with a practice and hopefully temporary suspension of electoral exercises in the world and a return uncertain at the polls in which the repercussions of this event will gradually be seen in the spirit of the electoral bodies of the world.

A primera vista, es una cuestión de continuidad. En el 60 aniversario de la Revolución cubana, el referéndum propuesto por el gobierno sobre la reforma de la constitución de Cuba el 24 de febrero de 2019 consiguió nada menos que un 87% de votos afirmativos. Dos años después de la muerte de Fidel Castro, la constitución no solo continúa permitiendo un solo partido, sino que también sostiene que el país se guíe por las ideas de "Marx, Engels y Lenin". En el mismo momento en que la "generación histórica" entrega los puestos de mando del Estado a unos líderes más jóvenes, la constitución consagra el compromiso de Cuba con el "internacionalismo proletario" y expresa su convicción de que "solo en el socialismo y el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena" (Constitución de la República de Cuba 2019). El presidente Miguel Díaz-Canel, un año después de tomar el control de manos de Raúl Castro, lideró la campaña pública a favor del "sí" en el referéndum con el hashtag de twitter "#somoscontinuidad". Así pues, ¿nada nuevo bajo el sol del Caribe? No exactamente. Un despliegue público tan exagerado de "continuismo" no sería necesario si los dirigentes no tuviesen dudas al respecto. Ha habido tantos cambios en la sociedad de la isla, así como en el mundo que rodea a Cuba, que en la era post-Castro "continuidad" no puede traducirse simplemente como "seguir haciendo lo de siempre".
Este artículo esbozará los cambios y los retos a los que se enfrenta Cuba. Argumenta que si bien el gobierno de Díaz-Canel ha sido tímido en las reformas políticas concretas, trata de establecer un estilo diferente de gobernanza en el socialismo cubano. Aunque a un ritmo lento, podría estar evolucionando una nueva cultura social y política. Sin embargo, la combinación de la crisis en Venezuela con el endurecimiento de las sanciones estadounidenses amenaza con llevarse por delante el fundamento económico sobre el que descansa el enfoque gradualista de Díaz-Canel. Antes bien, el gobierno cubano podría tener que hacer frente a una incómoda alternativa: o bien regresar a "una economía de guerra en tiempos de paz", como en la década de 1990, o bien acelerar el ritmo de la reforma para recuperar el impulso económico y así generar apoyo social.