AbstractTraditionally, security issues were confined within the realm of states. However, a broad understanding of security has given civil society a say on these issues. Recent campaigns have managed to draw attention to the humanitarian consequences of specific weapons, such as landmines, cluster munitions and small arms. Forming part of a new peace movement, these campaigns are more sophisticated, use a variety of strategies and resources, focus on concrete security issues, have a lower profile and are arguably more successful than their predecessors. In this article, some of the factors leading to success and failure in a number of disarmament initiatives are presented, as well as the interactions between campaigns and government policy makers, and the international dynamics of negotiations on treaties – in other words, the 'rules of the game'. Also, current debates regarding learning processes within the campaigns and the democratic features of the processes under study are discussed. This article includes several recommendations aimed at helping civil‐society activists increase their influence when negotiating humanitarian security treaties.
Durante el mes de mayo de 2008 se ha negociado en Dublín un nuevo tratado que prohibirá las bombas de racimo y que se pondrá a la firma en Oslo en diciembre de 2008. Las municiones de racimo son proyectiles que se abren durante su trayectoria, dejando caer centenares de cargas explosivas que se fragmentan en submuniciones y se dispersan en el momento del impacto. Dado que el riesgo que generan persiste tras los conflictos y que afecta a la población civil, un grupo de países y de organizaciones no gubernamentales han puesto en marcha un proceso para acordar su prohibición. Al igual que ocurriera con las minas antipersonal, la campaña de sensibilización trasnacional ha tenido éxito y en Dublín se acaba de cerrar el 30 de mayo el texto del acuerdo que prohíbe su uso, desarrollo, fabricación, adquisición y almacenamiento. Este ARI describe "desde dentro de la negociación" cómo ha sido ese proceso: la relevancia del problema, las distintas partes y posiciones, los compromisos logrados, las tareas pendientes y la contribución española.
Este texto analiza el significado del proceso de negociación internacional iniciado a finales de febrero de 2007 en Oslo con el objetivo de prohibir las bombas de racimo en un período máximo de dos años. Asimismo, se examinan cuestiones relativas al liderazgo efectivo por parte de algunas ONG y de Noruega en un nuevo proceso de "nueva diplomacia" que imita el modelo del Proceso de Ottawa, cuyo resultado más palpable fue el tratado internacional que prohíbe las minas antipersona. Finalmente, se analizan argumentos a favor y en contra de este nuevo proceso fuera de los foros tradicionales multilaterales de desarme, concluyendo con un moderado optimismo acerca de la posibilidades de que a finales de 2008 tengamos un tratado internacional que se ocupe de forma efectiva de los efectos humanitarios causados por las bombas de racimo.
La Conferencia de Revisión de la ONU del Programa de Acción sobre Armas Ligeras adoptado en 2001 ha acabado sin acuerdo. La Conferencia de Revisión de la ONU del Programa de Acción sobre Armas Ligeras adoptado en 2001 ha acabado sin acuerdo. Un número pequeño de Estados se ha mostrado intransigente en sus posiciones y el resto no lo suficientemente decidido como para llevar las negociaciones a buen puerto. Se trata, por tanto, de un fracaso. Ni la UE ni los países más afectados por la proliferación de las armas pequeñas y ligeras han sabido o han podido imponer sus preferencias a los países más reticentes, encabezados por EEUU y los países árabes, junto a otros como Israel, Venezuela y Cuba. El papel de España en las negociaciones ha ido de más a menos, aunque, como sostiene este análisis, ha dado señales de que podría jugar un papel de liderazgo en el futuro. Un futuro que prevé a medio plazo un tratado que regule las transferencias de armamentos, cuyas negociaciones podrían no tener lugar exclusivamente en el marco institucional de la ONU.
Ha sido aprobada en el primer comité de Naciones Unidas una resolución que significa el primer paso para un futuro tratado sobre el comercio de armas. Si hace unos meses el futuro de una reglamentación global que establezca controles efectivos a las transferencias de armamentos parecía casi utópico, en las últimas semanas han tenido lugar dos acontecimientos que pueden haber aumentado sus posibilidades de éxito. En primer lugar, el jueves 26 de octubre fue aprobada en el primer comité de las Naciones Unidas (el que trata las cuestiones de desarme y seguridad internacional) una resolución que, en síntesis, crea un grupo de expertos gubernamentales que estudiará el futuro desarrollo de un tratado internacional vinculante sobre transferencias de armas convencionales. Por otro lado, la victoria demócrata en las recientes elecciones legislativas estadounidenses abre nuevos enfoques en la Administración Bush, propensa hasta ahora a proteger los derechos de los propietarios de armas y que se verá obligada a dialogar con unas cámaras en manos de los demócratas, lo cual podría traducirse en concesiones significativas en política exterior y en un acercamiento a las Naciones Unidas. En cualquier caso, las perspectivas para regular el comercio de armamentos parecen bastante más abiertas ahora que hace solo unas semanas.