Argentina ha estado gobernada desde 2003 por una particular coalición política denominada kirchnerismo. El primer mandato fue encabezado por Néstor Kirchner entre el 25 de mayo de 2003 y el 10 de diciembre de 2007. Por primera vez en la historia moderna de las democracias occidentales, Kichner pasó el bastón de mando a su esposa, Cristina Fernández de Kichner. Cristina Fernández fue reelecta en 2011 y dejará el poder en diciembre de 2015. La temprana muerte de Néstor Kirchner en octubre de 2010 imposibilitó la aspiración de sucederse en el poder salteándose la cláusula constitucional que prohíbe la reelección indefinida.El ciclo político kirchnerista se ha caracterizado por la sucesión de acontecimientos extraordinarios. Desde su propio origen, este proceso político enfrentó una coyuntura crítica. Desde ese origen excepcional se puede entender el amplio apoyo popular posterior. El kirchnerismo fue capaz de consolidar su poder a partir del uso y abuso de las situaciones excepcionales. Así, llevó a cabo una excepcional reestructuración de la deuda en default, realizó un (excepcional) pago de todo lo adeudado al FMI en diciembre de 2005, incrementó en forma notable la participación del gasto público en la economía y alcanzó tasas de crecimiento muy altas en el período 2003-2011 (con la sola salvedad de 2009).Lo excepcional en el kirchnerismo se encuentra íntimamente relacionado a la sistemática vocación de violentar las reglas de juego. Siguiendo esa premisa es que nos planteamos analizar la incapacidad de las 3 administraciones Kirchner para lidiar con la creciente tasa de inflación. ¿Qué es la inflación? Por cierto, el aumento sostenido de los precios pero, más aún, es una manera no brutal de violar los derechos de propiedad.Es decir, cuando el problema de la inflación dejó de tener potenciales soluciones excepcionales, la primera administración Kirchner (2003-2007) fue incapaz de pensar y articular soluciones previsibles y razonables. En cambio, tomó la inédita decisión de comenzar a manipular el índice de precios al consumidor (en adelante, IPC). Así, encontró una manera excepcional (e ilegal) de lidiar con un problema no excepcional.Un poco de historiaLa economía argentina colapsó en diciembre de 2001 con la salida de la Caja de Conversión o Convertibilidad. La economía se encontraba en recesión desde mediados de 1998 por lo que la fuerte devaluación post convertibilidad hizo que la tasa de inflación se estabilizara ya en el año 2003.Como mencionamos, el kirchnerismo aprovechó al máximo la combinación de un escenario político y económico excepcional pero no pudo adaptarse a la resolución eficiente y razonable de un problema normal. Este problema normal consistía en una tasa de inflación creciente debido a un tipo de cambio artificialmente competitivo en un contexto de creciente gasto público y donde un ineficiente proceso de sustitución de importaciones repercutía en una baja productividad. Es decir, la inflación se convertía en el problema clásico de una economía con un tipo de cambio competitivo que, a su vez, enfrentaba la ausencia de crédito e inversión.Ante este cuadro clásico de un problema clásico, el kirchnerismo no quiso o no supo articular una respuesta clásica. Sin embargo, el grado de excepcionalidad que le incorporó a su respuesta supuso el comienzo de una sucesión de violaciones a los derechos de propiedad que tienen y seguramente tendrán consecuencias serias.Por su parte, la manipulación del índice de inflación tuvo como consecuencia el incumplimiento del pago del bono atado a dicho índice. Por cierto, la manipulación del IPC ha contribuido a manipular la variación del PIB. Esto se debe a que ante una cantidad de bienes dada, la sub-representación de sus respectivos precios supone una sobre-representación de la cantidad de bienes existentes en una economía. Argentina había emitido bonos para la reestructuración de su deuda que se encontraban atados a la evolución del PIB y ello ha tenido la consecuencia de pagar dos mil millones de dólares adicionales. El bono atado al crecimiento del PIB suponía un aliciente para el potencial acreedor que apostara por el buen desempeño de la economía argentina. Es decir, era una manera de asociarlo en la bonanza para generar un "afecto societatis". Como mencionamos, ello derivó en una situación totalmente distinta: el gobierno argentino no sólo pagó dos mil millones de dólares adicionales sino que lo hizo cuando no correspondía (profundizaremos sobre esta cuestión en la segunda parte de este trabajo).El IPC comenzó a manipularse en enero de 2007. La variación entre el indicador formal y el indicador real fue obviamente divergiendo crecientemente. En marzo de 2014, el ministro de Economía Axel Kicillof introdujo un nuevo índice, incorporando en la canasta la evolución de bienes y servicios de todo el país en lugar del IPC clásico, que contenía una canasta de bienes y servicios del área metropolitana (que está constituido por el conglomerado urbano de la ciudad de Buenos Aires y el gran Buenos Aires). Después de 5 meses de vigencia del nuevo índice, ya es posible comenzar a dudar de su rigurosidad.¿Cuál es la relación entre la manipulación del IPC y el nuevo problema que enfrenta Argentina a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos confirmando la sentencia anterior del Juez de Distrito del Estado de Nueva York Thomas Griesa? La relación es directa: según el juez Griesa, Argentina no ha tenido buena fe y ha intentando dilatar todo lo posible la normalización de la parte impaga de la deuda, a cuyos tenedores se los denomina popularmente como Fondos Buitres.Argentina no ha normalizado su frente externo en parte porque no ha querido, y eso refleja mala fe y en parte porque no ha podido, y esto refleja la imposibilidad de salir al mercado voluntario de deuda para un país que es percibido no sólo como mal pagador sino como un actor que no tiene interés en modificar sus conductas pasadas.Como último punto de esta primera parte, es necesario marcar que la manipulación del IPC ha sido otra forma menos violenta pero igualmente nociva de violación de los derechos de propiedad por parte del Estado argentino. Sin embargo, es sorprendente la subestimación que el gobierno y la clase dirigente argentina hicieron de esa situación. La violación sistemática de los derechos de propiedad por parte de un gobierno y la indiferencia al respecto que refleja la sociedad contribuyen a generar una incertidumbre que en el corto plazo redundará en el nivel de la tasa de interés y en el mediano redundará en la imposibilidad de acceder al mercado de crédito internacional. En ese sentido, Argentina tiene vedado incluso el acceso al financiamiento a través del FMI. Cristina Edbrooke es Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella, Argentina), donde ha sido Profesora Adjunta de Historia Económica.
La economía argentina ha sufrido sucesivas crisis en las últimas 4 décadas. La primera de envergadura fue el "Rodrigazo". Este proceso aconteció en 1975 y consistió en la liberalización de precios llevado a cabo por el ministro de economía Celestino Rodrigo, en el gobierno encabezado por Isabel Perón (1973-76). La siguiente crisis relevante fue el fin de la tablita durante la dictadura militar (1976-1983). Esta crisis fue principalmente catapultada por las inconsistencias en la política cambiaria pero terminó de desencadenarse con la crisis de la deuda de 1982. El país recupera la democracia en 1983 con una economía estancada, con un nivel de endeudamiento inédito.El tercer proceso de crisis contemporáneo ha sido la hiper-inflación de 1989 durante la primera presidencia de la democracia, encabezada por Raúl Alfonsín (1983-89). Esta crisis condensa dos problemas centrales de la época: por un lado, un epílogo para la política de intervención estatal en la economía que había comenzado en la década del 40' a partir de la filosofía cepalina de la industrialización por sustitución de importaciones. Por otro lado, la crisis reflejó las dificultades que enfrentarían de allí en más los gobiernos democráticos para satisfacer las complejas demandas de una sociedad civil crecientemente frustrada entre su horizonte de expectativas y la realidad de un país imposibilitado de concretar esas supuestas bondades.Como es sabido, la profunda crisis hiper-inflacionaria dio lugar a un cambio radical de política económica. La administración del peronista Carlos Menem (1989-1999) llevó a cabo una reforma del Estado donde se privatizaron, literalmente, cientos de empresas. Entre ellas, las emblemáticas ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones), YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), SEGBA (Servicio Eléctrico Gran Buenos), AA (Aguas Sanitarias), SOMISA (Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina) y, entre otras, FF.CC. (Ferrocarriles Argentinos). Como es reconocido, este impresionante proceso de privatización fue demasiado opaco y corrupto y, por ello, generó ineficientes empresas privadas (en muchos casos monopólicas) donde antes había ineficientes empresas estatales.Este modelo colapsó en diciembre de 2001, provocando la crisis socioeconómica y política más importante de la historia argentina. El presidente radical Fernando de la Rúa (1999-2001) renunció en medio de la incapacidad de la dirigencia política de regenerar un marco estable de sucesión. La tasa de pobreza alcanzó el 57% de la población (en 1974, la tasa era de 8%).Lo que sigue es historia conocida: el 25 de mayo del 2003 llega al poder el peronista Néstor Kirchner y comienza una etapa de alto crecimiento económico y sostenida debilidad institucional. Néstor Kirchner se reelige a través de su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, en 2007. La economía continúa una etapa de crecimiento y el matrimonio pensaba evitar la cláusula constitucional (que impedía estar en la presidencia por más de dos mandatos) alternándose entre ellos en el poder. La muerte de Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010 desbarató el plan pero contribuyó a la aplastante reelección de Cristina en octubre de 2011, con el 54% de los votos (más aún, con una distancia con el segundo de 37 puntos porcentuales).En este escenario, Cristina Fernández no puede aspirar a un nuevo período en el poder y, como en los anteriores procesos citados, se avecina un fin de ciclo donde las principales variables de la macroeconomía se han descarrilado. El debate ya no es entre aquellos que sostienen que habrá una crisis y aquellos que sostienen que no habrá crisis. El debate es sobre la dimensión que tendrá esta nueva crisis económica argentina. Al igual que en 1975 con el "Rodrigazo", en 1982 con la crisis de la tablita cambiaria, en 1989 con la hiper-inflación y en 2001 con el colapso de la convertibilidad, la inminente llegada de una nueva crisis argentina nos lleva a preguntarnos sobre el papel de la crisis en la próxima crisis. Es decir, cuando pensamos en la incapacidad de los sucesivos gobiernos de generar modelos económicos cuyos ciclos no terminen en crisis estructurales, es necesario preguntarse en qué medida parte importante del problema reside en la fenomenal dimensión que ha tenido la crisis anterior. Así, cada crisis anterior pone un punto de comparación cada vez más bajo para el gobierno posterior y ello hace que una mala política económica no pueda ser calibrada o percibida en su cabalidad ya que, justamente, el nuevo gobierno es capaz de demostrar que se está mejor que en la última crisis. La cuestión es que parte de la dirigencia argentina debiese generar un marco para acordar que de ahora en adelante el punto de comparación no podrá volver a ser el nivel mínimo de la crisis anterior. Si sistemáticamente comparamos nuestro actual bienestar con diciembre de 2001, julio de 1989 o marzo de 1976, siempre será posible argumentar que estamos mejor, cuando, en realidad, siempre estamos peor y la declinación argentina sigue sin encontrar su piso. *Licenciada en Relaciones Internacionales(Universidad Torcuato Di Tella, Argentina), donde ha sido Profesora Adjunta de Historia Económica.
Niall Ferguson ha completado una rigurosa saga sobre las virtudes, limitaciones, ascenso y declinación de Occidente. Su último trabajo, "Civilization, the West and the Rest" (Penguin, 2011), es por sí solo un notable análisis histórico del inédito "liberal Project" que se desarrolló en un extremo de Eurasia desde el siglo XVI en adelante. Sin embargo, es posible e incluso necesario tomarlo como la secuela de "Empire, The Rise and Demise of the British World Order and the Lessons for Global Power" (Allen Lane, 2003) y "Colossus, The Price of America´s Empire" (Penguin, 2004). Como parte de una trilogía, este libro posee un notable valor histórico y analítico. El libro comienza detallando la considerable supremacía y el alto nivel de desarrollo que hace 500 años Oriente mostraba sobre aquello que hoy conocemos como Occidente. Por ejemplo, la comparación que Ferguson lleva a cabo entre el nivel de desarrollo tecnológico de la armada china y la armada española es reveladora. Paso seguido, el autor señala las 6 características que explican el exitoso desempeño primero de Europa continental y, luego, de esa otra parte de Europa que esAmérica: la competencia, la ciencia, la propiedad o estado de derecho, la medicina, la sociedad de consumo y la ética del trabajo.Una revolución geopolítica y económica representa el ascenso de uno(s) y la declinación de otro(s). Ferguson sostiene que asistimos a un cambio de paradigma después de 500 años de dominación Occidental y desarrolla una rigurosa explicación sobre las razones que llevaron a Occidente a comenzar a superar a Oriente (mas particularmente, a China) a partir del año 1500. El autor remarca que"…the principal question addressed in this book increasingly seems to be the most interesting question a historian can ask. Just why, beginning around 1500, did a few small polities of the Western end of the Eurasian landmass come to dominate the rest of the world, including the most populous and in many ways more sophisticated of Eastern Eurasia? My subsidiary question is this: if we can come up with a good explanation for the West past ascendancy, can then we offer a prognocis for its future? Is this really the end of the West´s world and the advent of a new Eastern epoch?" (1).En "Colossus", Ferguson había marcado el benigno papel del imperio informal americano en el largo siglo XX. La democracia mas antigua del mundo no solo se había convertido en imperio sino que ello suponía una condición necesaria para la prosperidad global, particularmente para aquellos actores secundarios y terciarios que no teníanlos mecanismos ni la capacidad para incorporarse por si solos a la nueva economía. Sin embargo, en "Colossus" Ferguson también exponía como el imperio informal americano ha carecido de determinadas herramientas burocráticas presentes, por ejemplo, en la notable vocación imperial británica. En parte, "Colossus" refleja que la necesaria presencia imperial americana pudo incluso tener secuelas mas promisorias si ese imperio informal, que ahora llega a su fin, hubiera asumido genuina y profundamente su rol en la historia contemporánea. "Civilization, The West and theRest" viene a fundamentar que ese noble rol ya no puede ser jugado ni por EE.UU. ni por Occidente.En un tema tan trillado es difícil ser original y el autor lo logra. Para ello, recurre a un sofisticado análisis histórico y analítico basado, al menos en parte, en una hipótesis: Oriente, particularmente China, ha incorporado eficientemente 5 de las 6 características que han generado el inédito bienestar contemporáneo de las sociedades Occidentales. Para Ferguson, solo faltaría la propiedad o el estado de derecho. Sin embargo, podemos pensar que el estado de derecho o Rule of Law es, junto a la competencia y la ética del trabajo, los principales pilares de la exitosa experiencia que, a lo largo de 500 años, ha sido Occidente. En una medida, no es posible argumentar a favor (o en contra) de la economía de mercado y el libre comercio sin hacerlo primero sobre el marco institucional que le da vida. Un párrafo aparte merece la relevancia que alcanza para el autor el papel de la ética del trabajo. Basándose en el clásico libro de Max Weber, Ferguson rescata el papel que la ética protestante ha tenido en el desarrollo de los EE.UU. Por otro lado, el autor menciona que esta ética no es propiedad exclusiva de esa expresión religiosa. Es que hay una ética del trabajo en el catolicismo, budismo o confusionismo. Es posible que una de ellas sea mas eficiente que las otras, pero es claro que no existe solo una ética del trabajo para alcanzar el desarrollo. El libro realiza una selección de fotos reveladoras y una de ellas es la de un maduro Max Weber.El papel civilizador que ha tenido el imperio informal moderno que simboliza Occidente ha dejado secuelas positivas que trascenderán su incipiente declinación. El liberalismo como proyecto universal ha fracasado. Sin embargo, permanece vigente un conjunto de normas formales e informales que se han consolidado espontáneamente a lo largo de 500 años inéditos en la historia de la humanidad.Si bien en sus sucesivos libros es posible ver un intento premeditado de ser políticamente incorrecto, en "Civilization"Fergusonbusca y logra sopesar los grandes aciertos junto a las grandes miserias de Occidente. Solo después llega a la sólida conclusión que los aciertos han contribuido a un escenario donde el bienestar se ha democratizado. Este proceso de democratización del bienestar acontecido contemporáneamente en Occidente es inédito en la historia universal. En este punto, Ferguson hace bien en ser todo lo políticamente incorrecto que se pueda, ya que esta descripción posee una dimensión ética innegable: la academia, bien representada en la sofisticada costa este de los EE.UU., ha pasado gran parte de las últimas décadas cuestionando y exponiendo sólo las miserias de Occidente. Si bien ello ha sido para estos exponentes políticamente correcto y profesionalmente sofisticado, Ferguson expone las falencias de esta particular forma que ha tomado la hipocresía (Occidental).En cierto sentido, podemos marcar que para Ferguson es secundario cuánto le debe o deberá la nueva prosperidad de Oriente a las ideas, políticas e instituciones aprendidas de Occidente. No es este el punto principal. La nobleza de la civilización Occidental trasciende a la mayor o menor permanenciade sus ideas e instituciones en el "Eastern Project". En cambio, el valor de estos 500 años de preeminencia Occidental hay que encontrarlos en la aparición de una vocación universal que supuso incorporar la igualdad y la libertad como valores y aspiraciones mutuamente necesarias. Si es que Occidente y el "Liberal Project" descansaron en esta aspiración, su declinación relativa será relevante como situación geopolítica pero secundaria como símbolo. Mas aún, el siglo o la época de Oriente que comienza estará de alguna forma influido por estos 500 años donde la igualdad y la libertad han aparecido como valores universales, mas allá de su fracaso o incapacidad de devenir o permanecer (universalmente)en la nueva geopolítica global.Todo trabajo ambicioso tiene necesariamente puntos débiles y criticables. "Civilization" no es la excepción. Ferguson abusa del papel que, supuestamente, tienen los malos libros de historia en la formación parcial de las nuevas generaciones. Menciona demasiadas veces (en el libro, en sus clases o en sus reiteradas apariciones televisivas) que sus profesores de Historia tenían una visión global sobre el papel de Occidente mucho mas sofisticada que los profesores de sus hijos. Tal vez sea cierto. Sin embargo, tal vez sea solo una buena anécdota.Por otro lado, en el apartado sobre la propiedad (capítulo 3), el autor ocupa demasiado tiempo en la repetida y consabida comparación entre la conquista británica de América del Norte y la conquista ibérica, particularmente española, de América del Sur. El punto es importante y, ciertamente, relevante para el enfoque del libro. Sin embargo, mas allá de anécdotas puntuales, Ferguson no innova en la cuestión y se repite en innecesarias citas que reflejan la vocación autoritaria de personajes (como Bolívar) relevantes para América Latina pero poco relevantes para el objetivo del libro.Ferguson no es un historiador económico sino un original historiador que incorpora en sus análisis la rigurosidad de la economía. Es capaz de pasar de una mención sobre los agentes económicos relevantes en la revolución de 1848a describir el comportamiento probable del bono a 10 años del tesoro de los EE.UU. y mencionar como una agencia crediticia china (Dagong) ha rebajado en noviembre de 2010 la nota de la deuda de EE.UU. (de AA a A+, con perspectiva negativa) o a enumerar en la pagina 317 la estrategia de la inserción china en África.Paso seguido, en la página 319 el autor se pregunta: "What could go wrong for the ascending chinese dragon?". En principio, hay 4 diferentes hipótesis elaboradas por quienes pronostican un traspié. La primera es débil y se basa en la comparación con la experiencia japonesa de finales de los 80´. Es claro que si muchos analistas pronosticaron que Japón superaría a EE.UU. y fallaron, eso poco informa sobre la nueva confrontación por la supremacía. La segunda es mas sólida: China podría sucumbir ante incipientes demandas e incluso explosiones sociales, como efectivamente ha sucedido en el pasado en distintos procesos de modernización. Un tercer escenario es también razonable como problema: una creciente clase media articulándose para demandar una mayor participación política. La cuarta y última sostiene que el creciente poderío chino podría generar alarma en sus vecinos, haciendo que éstos buscaran un balance de poder, coaligándose con EE.UU.Como mencionamos, la notable secuela de Ferguson comienza en 2003 con la historia del auge y caída del imperio británico. El enfoque allí estaba dirigido a cuestionarse cuánto y qué puede aprender el imperio americano de su antecesor y mentor, el imperio británico. En 2004 Ferguson publica el original "Colossus". Entre 2003 y 2011, fecha de la publicación de "Civilization", el autor escribe una historia de la moneda ("TheAscent of Money, A Financial History of theWorld" (Penguin, 2008)). En alguna medida, podemos pensar que es una pieza que enriquece esta notable trilogía de la declinación de Occidente.Es posible ver tres presentaciones sobre "Civilization" (dos relativamente breves (una de las cuales es en BBC radio 4 y la otra en TED) y otra mas larga) en:http://www.youtube.com/watch?v=LxpO5SKlmPA http://www.youtube.com/watch?v=xpnFeyMGUs8 http://www.youtube.com/watch?v=AORm8Nvoud4Niall Ferguson tiene una página web con información académica y de actualidad:http://www.niallferguson.com(1).-Fergusson, Niall (2011): "The west and the rest". Preface to the UK Edition.Página XV. En la mismalógica, el autor continua: "Put differently, are we witnessing the waning of an age when the greater part of the humanity was more or less subordinated to the civilization that arose in western Europe in the wake of the Renaissance and Reformation-the civilization that, propelled by the Scientific Revolution and the Enlightenment, spread across the Atlantic and as far as the Antipodes, finally reaching its apogee during the Ages of revolution, Industry and Empire?"Página XV.*Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella-Argentina), maestrando en Arquitectura Urbana (Universidad Di Tella-Argentina)Ha sido Profesora Adjunta en Historia Economica (Universidad Di Tella-Argentina) *New York: Penguin, 2011. 402 páginas
IntroducciónLas sucesivas crisis fiscales que han acontecido en la problemática historia económica argentina han sido causadas principalmente por dos situaciones: la existencia de una desmesurada confianza que generaba burbujas (como la "crisis de progreso" de 1890) o una irresuelta puja distributiva que generaba déficit fiscales insostenibles (por ejemplo, 1975, 1989, 2001).Este trabajo hace hincapié en la segunda situación e intenta argumentar el inicio de las pujas distributivas irresueltas en el juego de suma cero que prosiguió a la incipiente articulación del proceso de industrialización argentino en la década del 20'.En primer lugar, debemos argumentar el comienzo del proceso de industrialización en los 20', detallando las visiones contrapuestas. En segundo lugar, debemos discutir por qué este proceso habría supuesto un juego de suma cero. En tercer lugar, intentaremos demostrar por qué, asumiendo la existencia de un juego de suma cero, eso necesariamente devendría causa de la volatilidad de los ciclos económicos argentinos y, eventualmente, de las sucesivas crisis fiscales.Por ende, primero debemos introducir brevemente el debate sobre las condiciones del proceso de industrialización en Argentina.La década del 20 y el proceso de industrialización¿Hay una relación analítica entre el juego de suma cero entre el sector agropecuario y el sector industrial y la sistemática presencia de crisis fiscales en la economía argentina? ¿Cuándo comienza el juego de suma cero entre el sector agropecuario y el sector industrial y cuál es la relación entre ese juego y las sucesivas crisis fiscales argentinas? Este trabajo intenta marcar la existencia de una relación analítica entre la oposición campo-industria y la acentuada volatilidad de los ciclos económicos argentinos.Si bien la literatura especializada había mencionado la década del 30' como el momento histórico donde se consolida la incipiente industria, contemporáneamente los historiadores han situado ese proceso mucho antes: según Fernando Rocchi, en la década final del siglo XIX pueden verse intentos de protección a industrias nacientes en el interior del país, como la vitivinícola en Mendoza y la caña de azúcar en Tucumán (1). Los grupos de interés se articulaban eficientemente para lograr cuotas y tarifas que impidieran el acceso al mercado doméstico de bienes producidos en el extranjero.Un trabajo muy influyente sobre el rol jugado por un proceso de industrialización tardío es "Las Etapas del Desarrollo Económico Argentino", donde Guido Di Tella y Manuel Zymelman desarrollan la teoría de la "gran demora". ¿En que consiste? En la supuesta incapacidad de los policy makers en ver que se agotaba un (largo) modelo y ciclo económico, siendo necesario empezar a pensar una nueva manera de insertarse en una economía mundial que iniciaba un proceso de cambio. Para los autores, se había alcanzado la frontera de producción agrícola y se necesitaba pensar un nuevo país basado en el desarrollo de una política industrial específica. Sin embargo, esta posición tiene demasiados problemas. Por un lado, supone un análisis ex post de los acontecimientos. Es decir, Di Tella y Zymelman exponen la supuesta incapacidad de los dirigentes para realizar un cambio de política desde la perspectiva que les daba conocer el futuro. A su vez, la teoría de la "gran demora" no se cuestiona por qué no se podía profundizar la frontera de producción agrícola, asumiendo que efectivamente se hubiera alcanzado. ¿Qué había hecho que los 20' reflejaran un límite para la expansión agrícola? ¿Por qué la economía argentina no habría podido lograr nuevas ganancias de productividad en el sector? (2).En cambio, Javier Villanueva critica la visión tradicional sobre el inicio de la industrialización en los 30´, producto de las dificultades que supuestamente habría generado la Gran Depresión. Según Villanueva, esa es una versión "olímpica", es decir, alejada del análisis detenido de los acontecimientos locales. El autor sostiene que la industria argentina había comenzado a despegar en los años 20´ como consecuencia de una incipiente política proteccionista. Villanueva considera acertada la implementación de este conjunto de políticas. Según Villanueva, "…puede observarse que la tasa de crecimiento de la actividad industrial es por lo menos igual o aun mayor para el periodo comprendido entre 1911-1929, que para el periodo 1929-1939…si lo que se somete a la observación es, no ya la tasa de crecimiento del sector mismo, sino de la participación porcentual en la producción total del país, las conclusiones son parecidas a las señaladas anteriormente…"(3).A su vez, sostiene que:Los datos del censo de 1946 sugieren la idea de que, en lo que se refiere a la creación de establecimientos industriales, con independencia de su tamaño, los años 20´ no resultaron menos fructíferos que los del 30´. En 1946 continuaban produciendo 9943 empresas de la cepa de 1926-1930 contra 9962 del periodo 1931-1935…La tasa de crecimiento más elevada de la inversión en el sector industrial corresponde a los años 1923-1929. Un examen de la inversión en equipos y maquinarias industrial contribuye a reafirmar lo expuesto en los párrafos anteriores: entre los años 1924 y 1930 se produce la más amplia inversión en el sector industrial hasta la segunda guerra mundial. (4)Podemos ver el siguiente cuadro elaborado por el autor:Producto Bruto Nacional: Sectores agrícola y manufactureroParticipación y aumento en la participación (1900 – 1950) Fuente: Javier Villanueva, "El origen de la industrialización argentina," Op. cit., [en línea] disponible enwww.educ.ar 7.Por su parte, Pablo Gerchunoff y Horacio Aguirre ven en la política económica de los 20' un antecedente del peronismo pero con apertura, es decir, salarios reales altos, un desarrollo industrial incipiente y un sector agro-ganadero con menor peso relativo. Para los autores The 1920s are thus placed as a "missing link" in Argentine economic history: it is a period that does not seem to carry with it distinct features of its own, but rather tends to be depicted as either the proto-history of economic stagnation or the epilogue of open-economy development…The fact that import prices retained during the 1920s part of their gains of the previous decade, gave way to conditions that favoured a 'spontaneous' kind of protection; in contrast, high export prices in the 1940s presented peronism with an opportunity to seize resources and allocate them to the industrial sector. Whereas the radical administrations would not break ties with the past in terms of identifying exports as the growth engine, and would thus take an attitude of 'benign neglect' towards industry, the peronist creed had industrial development as one of its pillars -and so would finance subsidies to industries with the trade surplus. It was 'market driven' industrialisation that took place in the 1920s, as opposed to active pro-industrial policies in the 1940s." (5)A partir de estas distintas posiciones que reflejan los historiadores económicos, podemos ver que la década del 20' no es el comienzo del proceso de industrialización argentino pero sí deviene como el periodo donde, sin saberlo los actores, se estaba alcanzando un punto en que la continuación exitosa del histórico modelo agro exportador necesitaría de inversiones importantes para mantener su eficiencia económica. En este sentido, la articulación de un sector industrial con capacidad para capturar rentas devenía no sólo un problema para el sector agropecuario sino para la economía en su conjunto.El comienzo de un proceso de industrialización no necesariamente tiene que generar juegos de suma cero con otros actores. ¿Por qué ello habría ocurrido en Argentina y cuales han sido sus características peculiares?Oposición campo - industria y juegos de suma ceroA partir de los aportes de los historiadores económicos, podemos reformular el problema: la década del 20' no significa el comienzo del proceso de industrialización argentino, sin embargo, puede significar el comienzo del juego de suma cero entre el sector agropecuario y el incipiente sector industrial. ¿Cuándo se dan los juegos de suma cero? Cuando hay dos o mas actores con la suficiente capacidad para generar y mantener un marco institucional donde uno captura sistemáticamente la mayor eficiencia de otro. Es importante notar que lo analíticamente relevante no es la existencia de un juego de suma cero sino la permanencia del mismo en el tiempo. Es decir, un problema atrae a analistas e historiadores no cuando sucede en un momento T1 sino cuando sigue sucediendo, sin solución de continuidad, en T2, T3, Tn. Así, lo que debemos responder es por qué se mantiene en el tiempo un marco donde un sector A es lo suficientemente productivo para ser sistemáticamente capturado y un sector B es lo suficientemente eficiente para capturar sistemáticamente a A.¿Por qué el juego de suma cero habría comenzado en los 20' y por que no había existido tal juego anteriormente? Como mencionamos, para la existencia de un juego de suma cero se necesitan al menos dos actores: uno que produzca los bienes que otro captura. Podemos pensar que antes de la década del 20' no estaban en la economía argentina suficientemente configurados los actores relevantes para la existencia de un juego de estas características. Es decir, el sector agropecuario expandía su producción y el mundo demandaba sus productos, mientras que por otro lado el sector industrial no era lo suficientemente articulado y poderoso como para capturar parte de las rentas agropecuarias. La década del 20 da comienzo a una particular economía política de la Argentina por la concatenación de estas características: 1) un sector agropecuario (relativamente) menos productivo que en el pasado, 2) un sector industrial en proceso de articulación y 3) una crisis en ciernes. ¿Cuál es la novedad analítica que nos provee la economía política de finales de los 20'? La existencia de un sector industrial con la capacidad de capturar la renta de un sector lo suficientemente productivo para ser capturado justo en el momento histórico donde acontecía una caída en la demanda de lo que producía dicho sector capturado y la economía mundial se adentraba en una Gran Depresión. ¿Es azarosa la aparición conjunta en el tiempo de un sector industrial con la capacidad de capturar y una economía que se avecinaba a la situación de un juego de suma cero? No necesariamente. Es posible que la mayor capacidad de captura se haya debido a la debilidad relativa que crecientemente mostraba el eficiente sector agropecuario argentino.El juego de suma cero que se avecinaba puede ser percibido en la siguiente definición de Gerchunoff y Llach:Mencionamos dos asimetrías. Una podría llamarse la asimetría sectorial; otra, la asimetría regional. La asimetría sectorial alude a la vasta brecha de productividad entre actividades primarias y secundarias. Como consecuencia de la escasa población y de la abundancia de tierra fértil (combinadas, al menos en un principio, con una mínima existencia de capital acumulado), la Argentina estuvo siempre muy bien preparada para producir alimentos. Esa ventaja absoluta para la elaboración de bienes primarios, resultado de la demografía y de la naturaleza, fue al mismo tiempo la fuente de la gran desventaja comparativa que siempre tuvo la Argentina para la producción industrial, que requería precisamente los factores menos abundantes, el trabajo y el capital. La relación entre abundancia de factores productivos y perfil productivo era visible para los observadores más agudos de la joven Argentina. Carlos Pellegrini presentaba en el Congreso de 1899 una versión rudimentaria del teorema Heckscher-Ohlin: "En la República Argentina es muy caro el capital y es muy cara la mano de obra, por ejemplo, mientras que hay otras naciones en que una y otra cosa son más baratas. En la República Argentina hay facilidades de otro orden, que no se encuentran en otros países. Una industria cualquiera que requiriera mucha mano de obra, sería una industria muy difícil de arraigar en la República Argentina, porque desde el principio tendría que luchar contra esta condición especial nuestra, que es la falta de mano de obra." (6) Podemos introducir la cuestión de la oposición campo-industria desde la perspectiva analítica que da la oposición campo-ciudad. Sostiene Varshney Ashutosh:A history of ideas on town-country struggles must start with the obvious fact that as economies develop and societies modernize, agriculture declines. Before the rise of industrial society, all societies were rural. If we look at the most industrialized societies of today, their agricultural sectors constitute less than five per cent of GDP. Contrariwise, in the poorest economies of the world, agriculture still accounts for anywhere between 30 to 65 per cent of GDP (World Bank, 1991: 208-9).(7)Así, si bien el autor se refiere a la problemática relación campo-ciudad en África, el desarrollo que hace nos sirve para Argentina:Using theories of collective action, Bates (1981) reformulated this argument. One can identify 3 steps in his argument. First, to extract resources for the treasury, city and industry, African states set prices that hurt the countryside. Second, by selectively distributing state largesse (subsidies and projects), African states divide up the countryside into supporters that benefit from state action and opponents who are deprived of state generosity, and are frequently punished. Such policy-induced splits pre-empt a united rural front. Third, independently of the divisive tactics of the state, rural collective action is difficult because (a) the agriculture sector is very large with each peasant having a small share of the product, and (b) it is dispersed, making communication difficult. The customary free-rider problem in such situations impedes collective action. Industry, on the other hand, is small and concentrated in the city, and the share of each producer in the market is large, making it worthwhile for each producer to organize."(8)A su vez, la asimétrica relación entre el campo y la industria depende en parte importante del grado de desarrollo de la economía en cuestión. Richard Peerlberg ha realizado una síntesis del problema en el American Journal of Agricultural Economics:Un excelente estudio para explicar por qué todos los países desarrollados tienden a proteger a los productores agropecuarios es un libro publicado por Anderson y Hayami. Los autores realizan una comparación de las variaciones nominales en la protección del sector agrícola (es decir, la ratio entre el precio interno y el externo) en 15 países, desarrollados y en vías de desarrollo, en el periodo 1955-80. Los autores encuentran que el 70% de estas variaciones en la protección nominal puede ser explicada, país por país, a través de la variación de los indicadores de urbanización e industrialización (indicadores como ratio tierra-trabajo y ratio productividad del trabajo agrícola versus productividad del trabajo industrial). Anderson y Hayami concluyen que, mas allá de la distintiva historia de un país, su cultura o instituciones, el nivel de protección para el sector agrícola tenderá a crecer junto a la industrialización, o más precisamente, cuando las ventajas comparativas de la agricultura decrecen. Así, en cuanto las ventajas comparativas se trasladan de la agricultura a la industria, el foco de la protección cambiará desde la industria a la agricultura. Anderson y Hayami estudian particularmente esta tendencia en Asia Oriental, donde países como Japón, Corea, y Taiwán han pasado dramáticamente de castigar impositivamente a proteger al agro, una vez que el rápido proceso de industrialización comenzó.(9)De la cita anterior surge un punto analítica y políticamente central para este trabajo: mientras en los países desarrollados la industrialización supuso un proceso donde se pasaba de castigar a proteger al sector agropecuario, la experiencia Argentina ha mostrado el camino inverso. El país "era desarrollado" cuando no se protegía al agro y comenzó a retrasarse (relativamente, en relación al ingreso per capita de los países ricos) cuando inició el supuesto proceso de industrialización. Es decir, este camino inverso refleja la asimétrica relación entre un sector agrícola altamente productivo y un sector industrial poco productivo. El siguiente gráfico refleja la decadencia relativa:Evolución relativa del ingreso por habitante de Argentina.Ingreso per cápita argentino como % del promedio entre Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, Bélgica, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Brasil. Fuente: Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Ved en Trono a la Noble Igualdad, Op. cit., 8.Juegos de suma cero y repetición de crisisDurante la crisis y post crisis de 1929 es cuando comienza a consolidarse el juego de suma cero que se institucionaliza en la estable puja distributiva que impone el primer peronismo. La influencia que la Gran Depresión ha tenido en la economía política de la Argentina no puede subestimarse. Tanto la Gran Depresión como el primer peronismo son variables centrales para entender por qué acontece una puja distributiva de baja calidad institucional, que se consolida en el tiempo independientemente de las sucesivas crisis fiscales que ayuda a provocar. Podemos ver los siguientes indicadores:La depresión del comercio argentino:exportaciones e importaciones durante la crisis Fuente: Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto: Un siglo de políticas económicas argentinas (Buenos Aires: Ariel, 1998), 114. (De aquí en adelante: Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto)¿Cuáles son las nuevas variables que aparecen con la Gran Depresión? La principal variable que genera la crisis es una ola proteccionista. Una segunda variable, relacionada con la primera, es la incipiente consolidación de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), modelo económico-político que es institucionalizado por el primer peronismo. Una crisis puede tener la particularidad de generar incentivos económicos e institucionales anteriormente inexistentes. Sin embargo, lo relevante de la crisis del 29' para la economía política de la Argentina ha sido contribuir a generar nuevos incentivos que se fueron consolidando con las sucesivas crisis. Es decir, es un dato analítico inusual que las posteriores crisis fiscales hayan contribuido a institucionalizar un patrón de captura en vez de generar incentivos para al menos intentar modificar la economía política del estancamiento.La crisis del 29' nos provee también indicadores comparados:Un mundo en crisis:Caída máxima del producto en tiempos de la Depresión (%) Fuente: Gerchunoff, Pablo y Llach, Lucas, El ciclo de la ilusión y el desencanto, Op. cit., 119.Como mencionamos, podemos ver que la puja distributiva que comienza en el juego de suma cero de finales de los 20's se consolida durante el primer peronismo(10): Fuente: elaboración propia con datos provistos en CD con estadísticas de Gerardo Della Paolera y Alan Taylor,A New Economic History of Argentina (EEUU: Cambridge University Press, 2003): Nominal Wage Index (IEERAL (1986) and Mundlak, Cavallo and Domenech (1989)) (De aquí en adelante: Gerardo Della Paolera y Alan Taylor, A New Economic History of Argentina)La puja distributiva también queda reflejada en el Índice de Precios al Consumidor: Fuente: elaboración propia con datos provistos en CD con estadísticas de Gerardo Della Paolera y Alan Taylor,A New Economic History of Argentina, Op. cit.Por otro lado, podemos ver como después de la Gran Depresión los salarios del sector agropecuario se recuperan en parte, para volver a caer con la llegada del primer peronismo. En cambio, los salarios del sector industrial permanecen en una meseta durante la Depresión, para alcanzar un aumento notable con la llegada del peronismo: Fuente: elaboración propia con datos provistos en CD con estadísticas de Gerardo Della Paolera y Alan Taylor,A New Economic History of Argentina, Op. cit.Por último, es necesario mostrar la discriminación al campo que se consolida e institucionaliza con el primer peronismo:La discriminación al campo(Base 1925-1929 = 100) Fuente: Gerchunoff, Pablo y Llach, Lucas, El ciclo de la ilusión y el desencanto, Op. cit., 189.¿Por qué habría una relación entre el juego de suma cero planteado y la repetición de las crisis fiscales en Argentina? Como mencionamos, la década del 20 contribuyó a consolidar un proceso de industrialización de baja calidad. En ese marco, el problema no sólo era la mala calidad de la industrialización sino el momento histórico donde ello acontecía. Cuando más se necesitaban recursos para producir nuevas ganancias de productividad en el sector agropecuario argentino, comenzaba una eficiente captura por parte de un nuevo actor. Esta sistemática captura puede ejemplificarse en la aparición de la Junta Nacional de Granos en 1935 y en las políticas distributivas implementadas por el primer peronismo(11). Sin embargo, aquí el punto analítico principal es que el juego de suma cero se institucionaliza con el primer peronismo, y las sucesivas crisis fiscales son incapaces de generar incentivos como para modificar la captura en marcha.A partir de la cita anterior de Astoney Vahsney, podemos pensar que la complejidad de la experiencia argentina se debe en parte a la existencia de un proceso de industrialización donde el perjudicado es el sector agropecuario y el protegido es precisamente un sector industrial con bajos índices de productividad. Siguiendo esta lógica, es posible ver que la mala calidad del proceso de industrialización argentino institucionaliza un marco estable de captura porque el sector eficiente es también el más atomizado políticamente. Así, las sucesivas crisis fiscales reflejan la existencia de una irresuelta puja distributiva. Esta particular economía política de la captura puede ayudarnos a articular una explicación sobre la estabilidad del estancamiento.El juego de suma cero supone la existencia de cierta ineficiencia económica y esta a su vez supone la posibilidad de un sector público que gasta por encima de sus ingresos. A su vez, eso genera una crisis. Sin embargo, esa crisis fiscal no necesariamente supone una cesación de pagos. Della Paolera, Irigoin y Bózzoli hacen hincapié en un punto analíticamente central: para ellos, los problemas de incumplimiento del sector público argentino no tienen que medirse sólo en relación al default de bonos de la deuda sino al default interno que significa la desvalorización de la moneda local debido a la inflación causada por la excesiva monetización. La impresión de moneda local es una deuda que el Estado contrae con sus ciudadanos y la monetización de los déficits es, para los autores, una manera de incumplir con las obligaciones asumidas. Es decir, no sólo se pueden violar los derechos de propiedad a través de la cesación de pagos de bonos de la deuda publica sino también a través de la cesación de pagos de hecho que significa la impresión de moneda que genera procesos inflacionarios. En palabras de los autores:As was the case prior to 1850s, currency issue was the ultimate recourse taken to meet the fiscal gap. This was the result of the government's capacity to influence the authorities in charge of monetary policymaking. Eventually, excessive monetary expansion led to inflation and allowed the government to repudiate some of its liabilities. Because inflation diminished the real value of money, the monetization of the fiscal deficit acted as a progressive expropriation of domestic currency held by private agents, i.e., it acted as an inflation tax. This permanent erosion in the purchasing power of the public's cash holdings had dramatic consequences. Over time, this repeatedly used device reached extreme proportions: on a percentage basis, increases in the fiscal deficit were often met one-for-one with increases in inflation tax…The use of monetization to finance persistent fiscal deficits was one of the main problems of the Argentine economy in the second half of the 20th century. (12)Las crisis económicas pueden reflejarse en incumplimientos en el pago de bonos pero también en el valor de la moneda local. El sector público argentino ha sistemáticamente monetizado sus déficits y generado así ganadores y perdedores. Sin embargo, lo destacable del proceso ha sido la dificultad para modificar el patrón de captura. Es decir, una pregunta central que debe responder la historia económica no es la existencia de una puja distributiva sino la irresuelta permanencia de la misma. En este trabajo hemos intentado marcar que esa irresuelta permanencia se ha debido en parte a la compleja e inusual relación dada en un país que elige para modernizarse depender de la eficiencia del sector agropecuario. A su vez, ello no sólo generó la existencia de un juego de suma cero sino la estabilidad de ese juego. La razón de la estabilidad hay que buscarla en la lógica de la acción colectiva: el incipiente sector industrial no sólo era ineficiente económicamente sino que se encontraba en una relación de poder asimétrica y ventajosa con el crecientemente desarticulado sector agropecuario, situación que contribuyó a institucionalizar el juego de suma cero incluso ante la sucesión de crisis fiscales.Consideraciones finales¿En qué medida el incipiente proceso de industrialización en marcha en los años 20' potenció un juego de suma cero entre el campo y la industria y, al hacerlo, ha contribuido a generar diversos ciclos de expansión populista que, dado su volatilidad, ayudaron a consolidar un marco institucional de sucesivas crisis? Es decir, ¿potencian los juegos de suma cero la volatilidad de los ciclos económicos?En el presente trabajo hemos intentado marcar una relación entre el juego de suma cero del campo y la industria y la volatilidad de los ciclos económicos en Argentina a partir de la institucionalización de la captura. ¿Cuál ha sido la particularidad de la economía política de la Argentina? Posiblemente, que la captura ha sido estable debido a que el proceso de modernización supuso la protección para la industria y no para el campo. Esto hizo estable la captura y una captura estable devino en sucesivas crisis fiscales que, a su vez, no podían generar un cambio posterior en los incentivos institucionales.La volatilidad del ciclo económico argentino ha sido producto en parte de la mala calidad de la puja distributiva. Una puja distributiva es de mala calidad cuando se institucionaliza una captura de un actor sobre otro y las sucesivas crisis (de mayor o menor volatilidad) no pueden modificar los incentivos. Si bien podemos enumerar decenas de pujas distributivas que permanecen en la misma dinámica, sin solución de continuidad, debemos preguntarnos qué tiene de distintivo la puja que surge con el proceso de industrialización. Lo distintivo es la concatenación con la Gran Depresión y la necesidad de desarrollar importantes inversiones en un sector agropecuario que debía competir con un mundo crecientemente protegido pero competitivo. A su vez, la mala calidad de la industrialización argentina se concatena con una eficiente articulación política del sector urbano-industrial. Asimismo, el peronismo institucionaliza este mecanismo y hace que la puja distributiva que había nacido fuera de difícil modificación incluso después de sucesivas y profundas crisis fiscales. BibliografíaDella Paolera, Gerardo y Alan Taylor. A New Economic History of Argentina. EEUU: Cambridge University Press, 2003.Di Tella, Guido y Manuel Zymelman. Las etapas del desarrollo económico argentino. Buenos Aires: Eudeba, 1967. Díaz Alejandro, Carlos. Essays on the Economic History of the Argentine Republic. New Haven: Yale University Press, 1970.Gerchunoff, Pablo y Horacio Aguirre. In Search of the Missing Link: the Argentine Economy in the 1920s. Mimeo. Buenos Aires: Universidad Di Tella, 2003. Gerchunoff, Pablo y Damián Antúnez. "De la bonanza peronista a la crisis del desarrollo." En Los Años Peronistas, Vol VIII de la Nueva Historia Argentina, ed. Juan Carlos Torre, 125-205. Buenos Aires: Sudamericana, 2002.Gerchunoff, Pablo y Lucas Llach. El ciclo de la ilusión y el desencanto. Buenos Aires: Ariel, 1998.Gerchunoff, Pablo y Llach, Lucas. Ved en Trono a la noble igualdad. Crecimiento, equidad y política económica en la Argentina, 1880-2003. Buenos Aires: Fundación Pent, 2003.Paarlberg, Robert. "The Political Economy of American Agricultural Policy: Three Approaches." The American Journal of Agricultural Economics71 (diciembre 1989): 1157-1164. [en línea] disponible en http://chla.library.cornell.edu.Rocchi, Fernando. Building a Nation, Building a Market: Industrial Growth and the Domestic Economy in Turn-of-the- Century Argentina. PhD dissertation. Santa Barbara: UC Santa Barbara, 1997.Varshney, Ashutosh. "Introduction: Urban Bias in Perspective." Journal of Development Studies 29 (julio 1993): 3-22.Villanueva, Javier. "El origen de la industrialización argentina." Desarrollo Económico 47 (oct-dic 1972): 1-24. [en línea] disponible en www.educ.ar.NOTAS(1) Ver Fernando Rocchi, Building a Nation, Building a Market: Industrial Growth and the Domestic Economy in Turn-of-the-Century Argentina. Ph.D. dissertation (Santa Barbara: UC-Santa Barbara, 1997).(2) Ver Guido Di Tella y Manuel Zymelman, Las etapas del desarrollo económico argentino (Buenos Aires: Eudeba, 1967).(3) Javier Villanueva, "El origen de la industrialización argentina," Revista de Desarrollo Económico 47 (oct-dic 1972): 4. [en línea] disponible en www.educ.ar. (De aquí en adelante: Javier Villanueva, "El origen de la industrialización argentina").(4) Javier Villanueva, "El origen de la industrialización argentina," Op. cit., [en línea] disponible enwww.educ.ar 6.(5) Pablo Gerchunoff y Horacio Aguirre, In Search of the Missing Link: the Argentine Economy in the 1920s.Mimeo (Buenos Aires: Universidad Di Tella, 2003), 1 y 20. El investigador Carlos Díaz Alejandro desacredita la posibilidad de la década del 20´ como un punto de inflexión. El historiador económico cubano demuestra que las tasas de crecimiento continuaban siendo elevadas y superiores a la tasa promedio de los países principales. Ver la clásica obra: Carlos Díaz Alejandro, Essays on the Economic History of the Argentine Republic (New Haven: Yale University Press, 1970).(6) Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Ved en Trono a la Noble Igualdad. Crecimiento, Equidad y Política Económica en la Argentina: 1880-2003 (Buenos Aires: Fundación Pent, 2003), 3. (De aquí en adelante: Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Ved en Trono a la Noble Igualdad).(7) Ashutosh Varshney, "Introduction: Urban Bias in Perspective," Journal of Development Studies 29 (julio 1993): 7. (De aquí en adelante: Ashutosh Varshney, "Introduction: Urban Bias in Perspective")(8) Ashutosh Varshney, "Introduction: Urban Bias in Perspective," Op. cit.: 7.(9) Robert Paarlberg, "The Political Economy of American Agricultural Policy: Three Approaches," The American Journal of Agricultural Economics 71 (diciembre 1989): 1158. [en línea] disponible en http://chla.library.cornell.edu.(10) Tomando en cuenta la mayor participación del sector industrial en el Producto Bruto Nacional, especificado anteriormente en el cuadro de Javier Villanueva titulado "Producto Bruto Nacional: Sectores agrícola y manufacturero".(11) Ver Pablo Gerchunoff y Damián Antúnez, "De la bonanza peronista a la crisis del desarrollo," en Los Años Peronistas, vol VIII de la Nueva Historia Argentina, ed. Juan Carlos Torre, (Buenos Aires: Sudamericana, 2002).(12) Gerardo Della Paolera, María Alejandra Irigoin y Carlos G. Bózzoli, "Passing the buck: Monetary and fiscal policies," en A New Economic History of Argentina, ed. Gerardo Della Paolera y Alan Taylor (EEUU: Cambridge University Press, 2003), 72-73. A su vez, Della Paolera y Taylor desarrollan la relación entre moneda y baja calidad institucional en Gerardo Della Paolera y Alan Taylor, Straining at the Anchor (Chicago: The University of Chicago Press, 2001). *Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella-Argentina), maestrando en Arquitectura Urbana (Universidad Di Tella-Argentina)Ha sido Profesora Adjunta en Historia Economica (Universidad Di Tella-Argentina)