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Objetivo: estudiar el origen de las brechas tecnológicas entre algunos países de América Latina y verificar si se consolida un sistema regional de avance tecnológico.Metodología: desde el concepto de frontera tecnológica, se indagó sobre el desarrollo tecnológico en algunos países de América Latina. Para ello, se compararon variables estándar y sistemas institucionales para el avance tecnológico de esos países. Se aclaró el concepto y alcances de frontera tecnológica, que es transversal al artículo. Luego, se siguió el método comparativo para analizar las diferencias o semejanzas en desarrollo tecnológico entre los países seleccionados para el estudio (también se menciona Estados Unidos y países de la OCDE).Resultados: se confirma la existencia de brechas en el desarrollo tecnológico entre los países de América Latina en relación con la innovación y la productividad. Se evidencia una notoria divergencia de la productividad del sector manufacturero de América Latina frente a la de Estados Unidos. En este país del norte, la tasa de crecimiento de la productividad aumentó de 3% a 5% anual, en la segunda mitad de los noventa. En América Latina el crecimiento de la productividad se situó alrededor del 2% entre 2002 y 2007.Conclusiones: las diferencias giran en torno al grado de desarrollo económico regional. En particular, el esfuerzo de los actores regionales para el impulso de actividades de investigación, desarrollo e innovación, lo mismo que la generación de empleo. También se concluye que los sectores de mayor desarrollo en innovación están presentes en las actividades manufactureras con innovaciones radicales.

Around the world, free speech campaigners are pitted not against the police but communities, from Hindus protesting at the depiction of their Gods in art, to US Christians mounting boycott campaigns against supposedly anti-family television shows. These communities include ones that feel themselves--and are--ignored, excluded and demonized. But the way to empower the silenced is not for them to silence others, but to spread access to the microphone. Here, Edgar argues that pressure groups should push for more space on podiums rather than banning others from speaking. Adapted from the source document.

In recent years, fears about the influence of sexual and violent images, a growing concern for the victims of crime and emerging movements against the insulting of religions have widened the range of acceptable restrictions on freedom of expression in the arts. These new non-legal pressures rely on a blurring of the boundaries between representation and enactment or promotion, so that to dramatise is often seen as to condone. The right of consumers not to be offended is now prioritised over the artist's ability to foster imagination and empathy. At the same time, many advocates of free speech single out Muslims and Sikhs as threats, ignoring the greater power of Christian groups to assert their influence. The author calls for a more complex approach, combining recognition of the value of artistic freedom with an understanding of why disadvantaged communities use the language of religion to protest.