Search results

Si la maquinaria militar no mata, se oxida. El presidente del planeta anda paseando el dedo por los mapas, a ver sobre qué país caerán las próximas bombas. Ha sido un éxito la guerra de Afganistán, que castigó a los castigados y mató a los muertos; y ya se necesitan enemigos nuevos. Pero nada tienen de nuevo las banderas: la vo­luntad de Dios, la amenaza terrorista y los dere­chos humanos. Tengo la impresión de que George W. Bush no es exactamente el tipo de traductor que Dios elegiría, si tuviera algo que decirnos; y el peligro terrorista resulta cada vez menos con­ vincente como coartada del terrorismo militar. ¿Y los derechos humanos? ¿Seguirán siendo pretex­tos útiles para quienes los hacen puré? .

Hace una dura crítica a la "fábrica de hacer opinión pública" a la colosal maquinaria que manda repetir mensajes y traicionar palabras, que convierte a los mandatarios electos democráticamente, en tiranos, en autócratas, etc. Refiere varios casos como el del dictador militar pakistani, elegido por nadie, pero que llegó al poder gracias a un golpe de Estado secundado por los medios; a la matanza de palestinos, denominada "cacería de terroristas", a los territorios usurpados en las invasiones y denominados "territorios en disputa"; la Comisión de Derechos Humanos siempre dispuesta a disparar a Cuba y ahora a Uruguay siempre al Sur nunca al Norte; los sobornos conocidos como "contribuciones" y las traiciones llamada "pragmatismos"

La realidad de los países latinoamericanos es cada vez más violenta y represiva, de barbarie e impunidad, de opulencia extrema y pobreza crítica, cuando en nombre de la "democracia" el poder del mercado neoliberal capitalista reproduce un sistema de clases y exclusión social, al parecer, ad infinitum. El autor nos hace el retrato escrito del futuro (sic) inmediato de frustración y miseria que produce el "nuevo orden social" que ha globalizado la explotación y deshumanización del Tercer Mundo.