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Argentina, llamada el país europeo de América Latina, cuenta en la actualidad con un enorme patrimonio heredado del mundo árabe. Cercanías que se remontan a la historia, al rol de España en la epopeya fundacional de América, enriquecidas con el aporte inmigratorio mediterráneo y un gran número de argentinos de origen árabe que habitan tierra argentina. Si bien Argentina y Túnez poseen una herencia cultural e histórica próxima, hoy, Túnez no conoce a Argentina, y Argentina no conoce a Túnez.Cabe aclarar que la investigación, la cual se desarrolló en un medio de fuentes de información inédita, se enmarcará desde una mirada tunecina hacia un desafío de mayor integración argentina en este país perteneciente al mundo árabe.Tomando en consideración el análisis de las áreas Cultura, Comercio y Tecnología, se deduce que entre Túnez y Argentina existe en la actualidad una relación bilateral escasa, pero con características prometedoras. Es evidente que el gran potencial en todas las áreas investigadas propicia una base favorable para una inserción sostenible en Túnez. Con el acercamiento cultural, comercial, político y tecnológico, Argentina y Túnez, pueden ganar grandes oportunidades de intercambio, con la posibilidad de una amplia expansión. Túnez, al ser un país que posee una posición estratégica privilegiada en la confluencia de tres continentes, y al mantener importantes acuerdos con los países de su entorno, representaría un trampolín, un nexo entre Argentina y los mercados africanos, árabes y europeos.

This study used panel data to examine the longitudinal effect of maternal and paternal depressiveness on children's emotional well-being. The main purpose was to examine whether the strength of this association differs depending on whether parents or children themselves assessed child emotional well-being. Based on data on 1,586 children from the German Family Panel (pairfam), our findings show much stronger associations between parental depressiveness and children's emotional problems when using parent-reported measures of emotional problems than when using child-reported measures, indicating a negative mood bias in parent reports. The findings emphasize the importance of taking children's self-reports into account when studying child well-being.