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El Congreso (que, para mayor gloria de los asistentes, se celebró en el edificio que desde 1992 alberga la mítica Escuela Nacional de Administración –ENA– francesa) tuvo tres sesiones. En la primera de ellas –"objetivos y funciones del soft law europeo"– se disertó, por supuesto, sobre los planteamientos más generales, aunque se huyó deliberadamente de los análisis ceñidos a lo académico. Hubo dos ponencias, con objeto respectivo en las experiencias de la Unión Europea y del Consejo de Europa. La organización de la segunda sesión partió de la base de diferenciar, dentro del Soft law europeo, entre su efectividad y su eficacia. Las cuatro ponencias analizaron tales aspectos desde la óptica de lo hecho por las autoridades nacionales y de la jurisprudencia de los respectivos Tribunales Constitucionales y de las dos Cortes propiamente continentales: la de Luxemburgo y la de Estrasburgo. En el primero de los puntos, se hizo un especial hincapié en la ya remota pero siempre actual Sentencia Grimaldi de 1989: es conocido que se trataba en cuanto al fondo de una enfermedad profesional no catalogada en el derecho belga pero sí en una Recomendación europea, que, a juicio del Tribunal, tenía que ser "tomada en cuenta" (?) por el Juez a la hora de resolver la disputa. En fin, la tercera sesión consistió en una mesa redonda bajo el rubro "Legitimidad y legitimación del soft law europeo".

El sumario consta de cuatro puntos. "La relación entre la reforma constitucional y (la) estatutaria" es lo primero, el pórtico. En un segundo momento el autor desciende a estudiar, de manera por cierto muy crítica, el fenómeno de "La redefinición por los Estatutos de Autonomía de la redistribución territorial del poder contemplado en la Constitución". La tercera parte del libro se dedica a disertar sobre "la participación autonómica en la Unión Europea". En fin, el libro se cierra con un Anexo, breve pero enjundioso, sobre "el Proyecto de Reforma de la Comunidad Valenciana".

Hace ya casi un lustro que nuestros colegas de la Facultad de Jurisprudencia, como así se llama, de la Universidad de la capital de la Toscana tuvieron la feliz idea de instituir un premio a los "protagonistas de la cultura jurídica europea". No basta cualquier profesor, o Abogado, por mucho que represente. Ha de tratarse, primero, de todo un protagonista, y, segundo, de alguien versado no en el derecho, sino en la cultura jurídica. Y europea, además. Se trata, para decirlo con las palabras originales, de aquellos juristas que "por la profundidad y la originalidad de su pensamiento, el valor y la transcendencia de su obra científica y su notoriedad fuera de los límites nacionales constituyen un punto de referencia cultural, en particular para los juristas europeos de las viejas y las nuevas generaciones".