The purpose of the article is to show a qualitative approach to the opinion of the militancy on decision¿making inside the National Regene ration Movement (Morena). Hence, the paper accounts for an actor, of whom little evidence has been provided, in the studies on intra¿democracy: the mi litant. In that sense, the questions that guided the research were: Who makes the major decisions with in Morena? What role do the militants have when it comes to selecting leaders and candidates? What does the militant think about the way in which are made with in the party? By conducting in¿depth interviews and document analysis, the main findings show the concentration of power in Morena, both statutory level and in the partisan reality. Coupled with an active and dissatisfied militancy, but at the same time justifies the concentration of power in Andrés Manuel López Obrador.
This articles presents a proposal to analyze violence against women in politics in Mexico. It relies on the idea of the different faces of the parties (partisan, electoral, and legislative) within which different types of violence against women (psychological, physical, economic, sexual and symbolic) may take place. It is worth bearing in mind that, despite advances in pass ing and implementation of gender quota laws and parity, women suffer acts of violence that dwindle their performance.
Los partidos políticos son piezas fundamentales del engranaje democrático, debido a que cumplen funciones como seleccionar candidatos (vida interna), competir por el voto en las urnas, así como formar gobiernos y legislativos (vida externa). Se trata de cuatro aspectos fundamentales de la democracia, los cuales suponen arenas distintas en las cuales los partidos discurren. El objetivo del presente trabajo es aportar un esquema de análisis que se centra en la vida externa partidaria.
Este trabajo es resultado del proyecto de investigación "Historia de los partidos políticos en el Estado de México", impulsado por el Comité Académico del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), en colaboración con la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). El objetivo central del proyecto fue examinar el desarrollo y funcionamiento electoral de los partidos políticos en el Estado de México a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. Estudiar a los partidos políticos en el Estado de México entre 1913 y 2017 supuso un desafío metodológico significativo. En primer lugar, porque la naturaleza de las organizaciones partidistas ha ido variando a lo largo de estos más de 100 años. Por ejemplo, pasada la primera década del siglo xx surgieron partidos de tipo coyuntural y otros de carácter más permanente, así como algunos de tipo personalista frente a otros con mayor nivel de estructuración territorial e ideológica. En segundo lugar, cambió el contexto político electoral en relación con el nivel de fragmentación política y social y con el grado de apertura del régimen político, en los ámbitos tanto nacional como subnacional. Con el propósito de resolver este desafío, el trabajo de investigación se dividió en cuatro periodos históricos: de 1913 a 1941, de 1942 a 1974, de 1975 a 1990 y de 1990 a 2017. El criterio clave fue el contexto político electoral que caracterizó cada una de estas etapas. Así, el primer periodo inicialmente tiene como singularidad la inestabilidad política y partidista posrevolucionaria; luego, a partir de 1921, se identifica por el predominio político-electoraldel PST, encabezado por los hermanos Filiberto y Abundio Gómez. El segundo periodo, de 1942 a 1974, se caracterizó por el control del pri de todas las candidaturas: para gobernador, diputados locales y presidencias municipales, así como por la conducción hegemónica del pri del proceso electoral de los gobiernos estatal y municipales, de forma que no existieron las condiciones políticas ni institucionales para que algún partido de oposición pudiese ganar algún espacio en el Congreso local o en los ayuntamientos. El tercer periodo, que va de 1975 a 1990, tiene como principal eje analítico el proceso de liberalización política del régimen con la introducción de la representación proporcional en las leyes electorales del Estado México y, por tanto, el acceso de la oposición al Congreso estatal a través, primero, de los diputados de partido y, posteriormente, de los llamados plurinominales. Asimismo, destaca por el desarrollo inicial de los partidos de oposición en los procesos electorales municipales, es decir, por el surgimiento de las bases institucionales que dieron pie a la pluralidad partidista en el Estado de México. El cuarto y último periodo, que abarca de 1990 a 2017, tiene como premisa analítica el punto de partida de la armonización de la normatividad electoral del Estado de México con la gran reforma política de 1989, que dio lugar a la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), el cual limitó gradualmente la sobrerrepresentación legislativa del partido ganador y flexibilizó las reglas para la creación de nuevas fuerzas políticas. Una vez consensuados los periodos, se crearon cuatro equipos de investigación, los cuales fueron conformados por investigadores del área de ciencias políticas de tres instituciones de educación superior: FES Acatlán de la UNAM, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM. La división de los periodos en cuatro equipos de trabajo permitió a cada uno de ellos indagar los archivos que podrían consultar, determinar la disponibilidad de la información, el acceso abierto o restringido a los documentos ubicados en dependencias públicas. En consecuencia, los obstáculos administrativos para acceder a archivos históricos de carácter oficial no fueron un factor para entorpecer la investigación del resto de los equipos. Asimismo, esta forma de dividir las tareas de investigación permitió que cada equipo definiera, a partir de la información encontrada y del contexto político histórico correspondiente, la teoría que mejor explicaba su respectivo periodo. En este sentido, explicar teóricamente cada periodo se convirtió en uno de los objetivos fundamentales de los diferentes equipos de trabajo, ya que no sólo se trataba de dar seguimiento a la historia de los partidos políticos en el Estado de México, sino que el fin era ofrecer una explicación analítica del contexto y de los hallazgos de la investigación. ; Instituto Electoral del Estado de México (IEEM)
El libro que presentamos tiene esa virtud principal, la de dar a conocer al lector interesado los trabajos y aportes que los investigadores que trabajan en las entidades federativas han hecho al estudio de la cultura política a nivel subnacional, además de sintetizar de forma clara y precisa los principales aportes internacionales y nacionales sobre este tópico. Al respecto, en el capítulo primero, que firman Ma. Aidé Her- nández y Fabiola Coutiño, se revisan las propuestas teóricas y empíricas —tanto las realizadas en México como las hechas por autores preminentes de otras nacionalidades—, que han abordado este tema, reflexionando sobre los retos que presenta en la actualidad su estudio. De esta forma, desarrollan su capítulo en torno a las perspectivas teóricas de autores clásicos que lo han abordado, de una u otra forma, y las críticas que han recibido. Cabe destacar su extensa reseña de las aportaciones de Gabriel Almond y Sydney Verba y las de Ronald Inglehart, a nivel internacional, y las de Durand Ponte y Tejera, a nivel nacional. Aunque, claro está, la reseña de autores y sus obras principales, en torno a la cultura política, es más extensa que la que aquí señalamos. El aporte fundamental de este capítulo es que introduce de forma pormenorizada el estado del arte de la cultura política tanto a nivel internacional como para el caso de México, concluyendo que: "… el debate ahora es, cuáles elementos de esta cultura [política] son más importantes o fundamentales para fortalecer la democracia". El capítulo segundo, de Ana Claudia Coutigno, describe el estado del arte de la cultura política en el estado de Baja California. Para ello, la autora divide su documento en cuatro apartados: contexto y elecciones, los estudios sobre cultura política en Baja California, reflexiones sobre la cultura política democrática, y propuestas de dimensiones para el estudio de la cultura política. Cabe destacar lo que Coutigno manifiesta, citando a Negrete (2002), "sobre el reto que representa el estudio de la cultura política en Baja California, desde el metodológico hasta los instrumentos de recolección". Concluye su texto con una serie de recomendaciones pertinentes para la mejora de las investigaciones que tienen como objeto la cultura política. De las mismas destacamos las siguientes: utilización de una metodología mixta, necesidad de utilizar estudios longitudinales tipo panel, añadir la variable migración y tener en cuenta la socialización política. El tercer capítulo tiene tres autores: Jesús Alberto Rodríguez, Sergio Pacheco y Cecilia Sarabia. El mismo "tiene como propósito explo- rar diversas producciones académicas en torno a la cultura política en el estado de Chihuahua". Inicia presentando el contexto del estado para posteriormente hacer una reseña de las aportaciones realizadas por diversos autores a nivel nacional y de Chihuahua; sigue con una descripción del modelo clásico de Almond y Verba, y los nuevos aportes en este tópico, concluyendo con una serie de reflexiones acerca de la necesidad de revisar los referentes teóricos respecto a la cultura política y de que aparezcan los resultados de los estudios que sobre la misma se lleven a cabo en México de forma periódica. En el capítulo cuarto, escrito por Octaviano Moya, se realiza una aproximación al estado del arte de la cultura política en Sinaloa. Inicia este capítulo describiendo el modelo clásico de cultura política, el de Almond y Verba, para continuar con la reseña de los estudios empíricos realizados por las instituciones sinaloenses, incluida la Universidad Autónoma de Sinaloa, que constituye la parte central de su aportación. Especialmente interesante resulta la parte que dedica a describir los estudios recientes de cultura política referentes a los grupos sociales de pequeño tamaño, los cuales han sido poco estudiados, como es el caso de los indígenas yoreme-mayos que habitan en el norte de Sinaloa. Concluye este autor que en Sinaloa se han dado dos fases en las investigaciones sobre cultura política. En la primera, destaca el interés institucional por avanzar en su comprensión. En la segunda, la actual, el interés de los investigadores se ha trasladado hacia los nuevos fenómenos políticos relacionados con ella. El capítulo quinto, de Sarah Patricia Cerna y Juan Mario Solís, referencia los estudios de cultura política de San Luis Potosí. Inician con una descripción de la historia política de la entidad y del sistema político potosino. Destacan los autores que no existen estudios que se hayan dado a la tarea de estudiar la cultura política de dicho estado con base en el modelo de Almond y Verba, tampoco en el que utiliza Inglehart en la Encuesta Mundial de Valores, lo cual no quiere decir que no existan investigaciones menos ambiciosas, como las que estudian los hábitos y prácticas políticas de los potosinos, las cuales referencian ampliamente. Subrayan la aportación de Mateos (2017), que examina valores, actitudes y creencia hacia la política, tomando especial interés en estudiar la socialización política de los ciudadanos de esta entidad federativa a través de un amplio análisis estadístico descriptivo de variables. En el capítulo sexto, escrito por Ma. Aidé Hernández, Guillermo Rafael Gómez y Gerardo González, se da cuenta de los estudios de cultura política en Guanajuato. Inician los autores destacando que existen pocos estudios sobre cultura política en esta entidad, y que muchos de los que pretenden abordarla lo que en realidad hacen es estudiar el comportamiento electoral. Por si lo anterior no fuera suficiente, señalan que los estudios que finalmente sí abordan la cultura política en Guanajuato no explicitan su propuesta y tienen deficiencias teórico- conceptuales y metodológicas. Terminan proponiendo "los elementos que pueden ser considerados en el estudio de una cultura política democrática", para lo cual realizan una revisión pormenorizada de las teorías de la democracia que les permiten encontrar las variables, existentes en bases de datos nacionales, que la objetivan. El capítulo séptimo aborda la cultura política en Jalisco. En él Ruth Elizabeth Prado y Jorge Enrique Rocha destacan la relación entre la política y la cultura política. De esta forma, subrayan que "la escena política ha impregnado los valores y creencias, y ha transformado la percepción subjetiva a partir de acontecimientos y contextos específicos". El capítulo se desarrolla en dos grandes apartados. En el primero se muestra el estado del arte de la cultura política en Jalisco, identificando los trabajos principales que abordan la misma; en el segundo se examina. En el capítulo octavo, Héctor Gutiérrez reseña la cultura política de Querétaro, destacando la existencia de pocas investigaciones que la tengan como objeto de estudio, lo cual atribuye al tamaño de dicho estado y a la centralización de la comunidad científica mexicana, que mayoritariamente trabaja en la Ciudad de México. Pese a lo anterior, el autor hace un repaso exhaustivo de los estudios más importantes que sobre la cultura política se han realizado en Querétaro, sigue con una revisión de las particularidades sociodemográficas de la entidad y termina con algunas reflexiones sobre qué características del estado pueden permitir un estudio más exhaustivo de la cultura política de Querétaro. El capítulo noveno hace un repaso pormenorizado de los trabajos académicos que tienen como objeto la cultura política del estado de Hidalgo. En este texto, Juan Antonio Taguenca y Ma. del Rocío Vega dividen tales trabajos en distintas categorías que se relacionaron con aquélla: ámbito territorial, comportamiento político electoral, jóvenes, estudiantes y universitarios. Concluyen que "se encuentra la falta de un trabajo conceptual, teórico y empírico más exhaustivo y sistemático que dé cuenta de la cultura política de la entidad, así como de diversas subculturas", lo que les permite recomendar la necesidad de investigaciones más amplias y teórica y metodológicamente mejor fundamentadas. Al respecto, rea- lizan una propuesta teórico-metodológica para llevar a cabo una gran investigación sobre la cultura política de los hidalguenses. En el décimo capítulo, escrito por Aldo Muñoz y Alejandra Vizcarra, se revisa el estado del arte del estudio de la cultura política en el Estado de México. Los autores señalan que el contexto electoral de democratización política y electoral que se ha dado en la entidad y en la mayor parte de los municipios ha favorecido el interés académico por el estudio de la cultura política. El texto analiza 32 trabajos publicados y después de hacer un análisis exhaustivo de su contenido, establece que la mayoría tiene un carácter regional o municipal y que fueron elaborados con base en esfuerzos individuales en espacios académicos; es decir, que no existe un esfuerzo institucional permanente para que se le dé seguimiento al estado de la cultura política a lo largo de la entidad. El capítulo décimo primero reseña el estado del arte de los estudios que tienen como objeto la cultura política de la Ciudad de México. Al respecto, Alberto Espejel y Mariela Díaz realizan un examen histórico de su constitución y desarrollo político, destacando que en este contexto la cultura política de sus habitantes se ha caracterizado por su diversidad de valores y creencias con respecto a la política, que además han cambiado con el tiempo. Los autores desarrollan diversos apartados que se encuentran vinculados con el tópico que describen. De esta forma, nos hablan de los procesos electorales y los partidos políticos, la esfera institucional, de la propia cultura política más allá del ámbito electoral y vista a partir de distintos sectores de la sociedad. Concluyen que la cultura política de la Ciudad de México ha sido examinada desde diferentes aristas, siendo variados los abordajes teóricos, pero predominando los que siguen la teoría de Almond y Verba. Desde el punto de vista metodológico han predominado los estudios cuantitativos, aunque "existen otros acercamientos que desde la etnografía o el método cualitativo dan cuenta de aspectos relevantes de la cultura política en la Ciudad de México". Por último, recomiendan un abordaje teórico institucionalista, específicamente el denominado institucionalismo discursivo, en el que "la cultura puede ser entendida como un conjunto de ideas, creencias y valores sobre cómo los actores, individuales y colectivos, conciben cómo debe ser la vida en sociedad". El capítulo décimo segundo reseña el estado del arte de los estudios de cultura política en Puebla. En el mismo, Fabiola Coutiño y Alicia Hernández remarcan la importancia del contexto y los factores que la determinan, así como los agentes socializadores que juegan un papel importante en su conformación. En cuanto al estado del arte de la cultura política en dicho estado destacan que los estudios realizados son de tres tipos: "ensayos, estudios cuantitativos e investigaciones mixtas". Remarcan, asimismo, los obstáculos que enfrenta la construcción de una cultura política democrática, concluyendo que son importantes para lograr los procesos de socialización política y el "compromiso y colaboración de todas las instituciones públicas y privadas". El décimo tercer capítulo refiere la cultura política en Oaxaca, un estado con una gran cantidad de municipios regidos por Sistemas Normativos Indígenas. En este capítulo, escrito por Gustavo Meixueiro, Arón Baca y Lucía Alejandra Sánchez-Nuevo, se destaca que los estudios de cultura política en esta entidad se enfocaron en el análisis de "la diversidad social, política y cultural de la entidad" y que la metodología usada en ellos ha sido mayoritariamente de estudios de caso, siendo menor el uso de las técnicas de investigación social cuantitativas. Subrayan también la importancia de los Sistemas Normativos In- dígenas para el estudio de la cultura política en Oaxaca. Finalmente, muestran y analizan los resultados de una encuesta realizada en 2016 que lleva por título Democracia y Cultura Política en Oaxaca. Aldo Muñoz Armenta escribe el último capítulo, décimo cuarto de este libro, dejando ver la falta de trabajos de cultura política a nivel subnacional. Aunado a lo anterior, apunta que sólo en cuatro en- tidades: Baja California, Sinaloa, Guanajuato y Oaxaca, se elaboraron encuestas de cultura política, lo cual deja ver el poco interés de las academias de ciencia política, de las universidades y de las instituciones electorales por conocer y profundizar en el estudio de la cultura política y su importancia para la vida democrática. Finalmente, en este capítulo se menciona la relevancia de la elaboración de estudios a nivel subnacional de la cultura política, cuyo déficit muestra la necesidad de discutir a fondo un modelo de cultura política que dé cuenta de nuestra realidad mexicana y sus particularidades, tema que se trabajará en un siguiente libro. Hasta aquí la breve reseña de lo que se puede encontrar en esta obra, que, desde luego, contiene mucho más de lo que en esta introducción ha sido posible desarrollar. Sin embargo, lo dicho hasta aquí tiene la virtud de introducir e inducir al lector a la revisión de un texto imprescindible para comprender cómo se ha trabajado y qué avances se han tenido en los estudios de cultura política en México a nivel subnacional. ; Universidad de Guanajuato, Sociedad Mexicana de Estudios Electorales, Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca.
Este trabajo es resultado del proyecto de investigación "Historia de los partidos políticos en el Estado de México", impulsado por el Comité Académico del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), en colaboración con la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). El objetivo central del proyecto fue examinar el desarrollo y funcionamiento electoral de los partidos políticos en el Estado de México a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. Estudiar a los partidos políticos en el Estado de México entre 1913 y 2017 supuso un desafío metodológico significativo. En primer lugar, porque la naturaleza de las organizaciones partidistas ha ido variando a lo largo de estos más de 100 años. Por ejemplo, pasada la primera década del siglo xx surgieron partidos de tipo coyuntural y otros de carácter más permanente, así como algunos de tipo personalista frente a otros con mayor nivel de estructuración territorial e ideológica. En segundo lugar, cambió el contexto político electoral en relación con el nivel de fragmentación política y social y con el grado de apertura del régimen político, en los ámbitos tanto nacional como subnacional. Con el propósito de resolver este desafío, el trabajo de investigación se dividió en cuatro periodos históricos: de 1913 a 1941, de 1942 a 1974, de 1975 a 1990 y de 1990 a 2017. El criterio clave fue el contexto político electoral que caracterizó cada una de estas etapas. Así, el primer periodo inicialmente tiene como singularidad la inestabilidad política y partidista posrevolucionaria; luego, a partir de 1921, se identifica por el predominio político-electoraldel PST, encabezado por los hermanos Filiberto y Abundio Gómez. El segundo periodo, de 1942 a 1974, se caracterizó por el control del pri de todas las candidaturas: para gobernador, diputados locales y presidencias municipales, así como por la conducción hegemónica del pri del proceso electoral de los gobiernos estatal y municipales, de forma que no existieron las condiciones políticas ni institucionales para que algún partido de oposición pudiese ganar algún espacio en el Congreso local o en los ayuntamientos. El tercer periodo, que va de 1975 a 1990, tiene como principal eje analítico el proceso de liberalización política del régimen con la introducción de la representación proporcional en las leyes electorales del Estado México y, por tanto, el acceso de la oposición al Congreso estatal a través, primero, de los diputados de partido y, posteriormente, de los llamados plurinominales. Asimismo, destaca por el desarrollo inicial de los partidos de oposición en los procesos electorales municipales, es decir, por el surgimiento de las bases institucionales que dieron pie a la pluralidad partidista en el Estado de México. El cuarto y último periodo, que abarca de 1990 a 2017, tiene como premisa analítica el punto de partida de la armonización de la normatividad electoral del Estado de México con la gran reforma política de 1989, que dio lugar a la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), el cual limitó gradualmente la sobrerrepresentación legislativa del partido ganador y flexibilizó las reglas para la creación de nuevas fuerzas políticas. Una vez consensuados los periodos, se crearon cuatro equipos de investigación, los cuales fueron conformados por investigadores del área de ciencias políticas de tres instituciones de educación superior: FES Acatlán de la UNAM, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM. La división de los periodos en cuatro equipos de trabajo permitió a cada uno de ellos indagar los archivos que podrían consultar, determinar la disponibilidad de la información, el acceso abierto o restringido a los documentos ubicados en dependencias públicas. En consecuencia, los obstáculos administrativos para acceder a archivos históricos de carácter oficial no fueron un factor para entorpecer la investigación del resto de los equipos. Asimismo, esta forma de dividir las tareas de investigación permitió que cada equipo definiera, a partir de la información encontrada y del contexto político histórico correspondiente, la teoría que mejor explicaba su respectivo periodo. En este sentido, explicar teóricamente cada periodo se convirtió en uno de los objetivos fundamentales de los diferentes equipos de trabajo, ya que no sólo se trataba de dar seguimiento a la historia de los partidos políticos en el Estado de México, sino que el fin era ofrecer una explicación analítica del contexto y de los hallazgos de la investigación. ; Instituto Electoral del Estado de México (IEEM)
El libro que presentamos tiene esa virtud principal, la de dar a conocer al lector interesado los trabajos y aportes que los investigadores que trabajan en las entidades federativas han hecho al estudio de la cultura política a nivel subnacional, además de sintetizar de forma clara y precisa los principales aportes internacionales y nacionales sobre este tópico. Al respecto, en el capítulo primero, que firman Ma. Aidé Her- nández y Fabiola Coutiño, se revisan las propuestas teóricas y empíricas —tanto las realizadas en México como las hechas por autores preminentes de otras nacionalidades—, que han abordado este tema, reflexionando sobre los retos que presenta en la actualidad su estudio. De esta forma, desarrollan su capítulo en torno a las perspectivas teóricas de autores clásicos que lo han abordado, de una u otra forma, y las críticas que han recibido. Cabe destacar su extensa reseña de las aportaciones de Gabriel Almond y Sydney Verba y las de Ronald Inglehart, a nivel internacional, y las de Durand Ponte y Tejera, a nivel nacional. Aunque, claro está, la reseña de autores y sus obras principales, en torno a la cultura política, es más extensa que la que aquí señalamos. El aporte fundamental de este capítulo es que introduce de forma pormenorizada el estado del arte de la cultura política tanto a nivel internacional como para el caso de México, concluyendo que: "… el debate ahora es, cuáles elementos de esta cultura [política] son más importantes o fundamentales para fortalecer la democracia". El capítulo segundo, de Ana Claudia Coutigno, describe el estado del arte de la cultura política en el estado de Baja California. Para ello, la autora divide su documento en cuatro apartados: contexto y elecciones, los estudios sobre cultura política en Baja California, reflexiones sobre la cultura política democrática, y propuestas de dimensiones para el estudio de la cultura política. Cabe destacar lo que Coutigno manifiesta, citando a Negrete (2002), "sobre el reto que representa el estudio de la cultura política en Baja California, desde el metodológico hasta los instrumentos de recolección". Concluye su texto con una serie de recomendaciones pertinentes para la mejora de las investigaciones que tienen como objeto la cultura política. De las mismas destacamos las siguientes: utilización de una metodología mixta, necesidad de utilizar estudios longitudinales tipo panel, añadir la variable migración y tener en cuenta la socialización política. El tercer capítulo tiene tres autores: Jesús Alberto Rodríguez, Sergio Pacheco y Cecilia Sarabia. El mismo "tiene como propósito explo- rar diversas producciones académicas en torno a la cultura política en el estado de Chihuahua". Inicia presentando el contexto del estado para posteriormente hacer una reseña de las aportaciones realizadas por diversos autores a nivel nacional y de Chihuahua; sigue con una descripción del modelo clásico de Almond y Verba, y los nuevos aportes en este tópico, concluyendo con una serie de reflexiones acerca de la necesidad de revisar los referentes teóricos respecto a la cultura política y de que aparezcan los resultados de los estudios que sobre la misma se lleven a cabo en México de forma periódica. En el capítulo cuarto, escrito por Octaviano Moya, se realiza una aproximación al estado del arte de la cultura política en Sinaloa. Inicia este capítulo describiendo el modelo clásico de cultura política, el de Almond y Verba, para continuar con la reseña de los estudios empíricos realizados por las instituciones sinaloenses, incluida la Universidad Autónoma de Sinaloa, que constituye la parte central de su aportación. Especialmente interesante resulta la parte que dedica a describir los estudios recientes de cultura política referentes a los grupos sociales de pequeño tamaño, los cuales han sido poco estudiados, como es el caso de los indígenas yoreme-mayos que habitan en el norte de Sinaloa. Concluye este autor que en Sinaloa se han dado dos fases en las investigaciones sobre cultura política. En la primera, destaca el interés institucional por avanzar en su comprensión. En la segunda, la actual, el interés de los investigadores se ha trasladado hacia los nuevos fenómenos políticos relacionados con ella. El capítulo quinto, de Sarah Patricia Cerna y Juan Mario Solís, referencia los estudios de cultura política de San Luis Potosí. Inician con una descripción de la historia política de la entidad y del sistema político potosino. Destacan los autores que no existen estudios que se hayan dado a la tarea de estudiar la cultura política de dicho estado con base en el modelo de Almond y Verba, tampoco en el que utiliza Inglehart en la Encuesta Mundial de Valores, lo cual no quiere decir que no existan investigaciones menos ambiciosas, como las que estudian los hábitos y prácticas políticas de los potosinos, las cuales referencian ampliamente. Subrayan la aportación de Mateos (2017), que examina valores, actitudes y creencia hacia la política, tomando especial interés en estudiar la socialización política de los ciudadanos de esta entidad federativa a través de un amplio análisis estadístico descriptivo de variables. En el capítulo sexto, escrito por Ma. Aidé Hernández, Guillermo Rafael Gómez y Gerardo González, se da cuenta de los estudios de cultura política en Guanajuato. Inician los autores destacando que existen pocos estudios sobre cultura política en esta entidad, y que muchos de los que pretenden abordarla lo que en realidad hacen es estudiar el comportamiento electoral. Por si lo anterior no fuera suficiente, señalan que los estudios que finalmente sí abordan la cultura política en Guanajuato no explicitan su propuesta y tienen deficiencias teórico- conceptuales y metodológicas. Terminan proponiendo "los elementos que pueden ser considerados en el estudio de una cultura política democrática", para lo cual realizan una revisión pormenorizada de las teorías de la democracia que les permiten encontrar las variables, existentes en bases de datos nacionales, que la objetivan. El capítulo séptimo aborda la cultura política en Jalisco. En él Ruth Elizabeth Prado y Jorge Enrique Rocha destacan la relación entre la política y la cultura política. De esta forma, subrayan que "la escena política ha impregnado los valores y creencias, y ha transformado la percepción subjetiva a partir de acontecimientos y contextos específicos". El capítulo se desarrolla en dos grandes apartados. En el primero se muestra el estado del arte de la cultura política en Jalisco, identificando los trabajos principales que abordan la misma; en el segundo se examina. En el capítulo octavo, Héctor Gutiérrez reseña la cultura política de Querétaro, destacando la existencia de pocas investigaciones que la tengan como objeto de estudio, lo cual atribuye al tamaño de dicho estado y a la centralización de la comunidad científica mexicana, que mayoritariamente trabaja en la Ciudad de México. Pese a lo anterior, el autor hace un repaso exhaustivo de los estudios más importantes que sobre la cultura política se han realizado en Querétaro, sigue con una revisión de las particularidades sociodemográficas de la entidad y termina con algunas reflexiones sobre qué características del estado pueden permitir un estudio más exhaustivo de la cultura política de Querétaro. El capítulo noveno hace un repaso pormenorizado de los trabajos académicos que tienen como objeto la cultura política del estado de Hidalgo. En este texto, Juan Antonio Taguenca y Ma. del Rocío Vega dividen tales trabajos en distintas categorías que se relacionaron con aquélla: ámbito territorial, comportamiento político electoral, jóvenes, estudiantes y universitarios. Concluyen que "se encuentra la falta de un trabajo conceptual, teórico y empírico más exhaustivo y sistemático que dé cuenta de la cultura política de la entidad, así como de diversas subculturas", lo que les permite recomendar la necesidad de investigaciones más amplias y teórica y metodológicamente mejor fundamentadas. Al respecto, rea- lizan una propuesta teórico-metodológica para llevar a cabo una gran investigación sobre la cultura política de los hidalguenses. En el décimo capítulo, escrito por Aldo Muñoz y Alejandra Vizcarra, se revisa el estado del arte del estudio de la cultura política en el Estado de México. Los autores señalan que el contexto electoral de democratización política y electoral que se ha dado en la entidad y en la mayor parte de los municipios ha favorecido el interés académico por el estudio de la cultura política. El texto analiza 32 trabajos publicados y después de hacer un análisis exhaustivo de su contenido, establece que la mayoría tiene un carácter regional o municipal y que fueron elaborados con base en esfuerzos individuales en espacios académicos; es decir, que no existe un esfuerzo institucional permanente para que se le dé seguimiento al estado de la cultura política a lo largo de la entidad. El capítulo décimo primero reseña el estado del arte de los estudios que tienen como objeto la cultura política de la Ciudad de México. Al respecto, Alberto Espejel y Mariela Díaz realizan un examen histórico de su constitución y desarrollo político, destacando que en este contexto la cultura política de sus habitantes se ha caracterizado por su diversidad de valores y creencias con respecto a la política, que además han cambiado con el tiempo. Los autores desarrollan diversos apartados que se encuentran vinculados con el tópico que describen. De esta forma, nos hablan de los procesos electorales y los partidos políticos, la esfera institucional, de la propia cultura política más allá del ámbito electoral y vista a partir de distintos sectores de la sociedad. Concluyen que la cultura política de la Ciudad de México ha sido examinada desde diferentes aristas, siendo variados los abordajes teóricos, pero predominando los que siguen la teoría de Almond y Verba. Desde el punto de vista metodológico han predominado los estudios cuantitativos, aunque "existen otros acercamientos que desde la etnografía o el método cualitativo dan cuenta de aspectos relevantes de la cultura política en la Ciudad de México". Por último, recomiendan un abordaje teórico institucionalista, específicamente el denominado institucionalismo discursivo, en el que "la cultura puede ser entendida como un conjunto de ideas, creencias y valores sobre cómo los actores, individuales y colectivos, conciben cómo debe ser la vida en sociedad". El capítulo décimo segundo reseña el estado del arte de los estudios de cultura política en Puebla. En el mismo, Fabiola Coutiño y Alicia Hernández remarcan la importancia del contexto y los factores que la determinan, así como los agentes socializadores que juegan un papel importante en su conformación. En cuanto al estado del arte de la cultura política en dicho estado destacan que los estudios realizados son de tres tipos: "ensayos, estudios cuantitativos e investigaciones mixtas". Remarcan, asimismo, los obstáculos que enfrenta la construcción de una cultura política democrática, concluyendo que son importantes para lograr los procesos de socialización política y el "compromiso y colaboración de todas las instituciones públicas y privadas". El décimo tercer capítulo refiere la cultura política en Oaxaca, un estado con una gran cantidad de municipios regidos por Sistemas Normativos Indígenas. En este capítulo, escrito por Gustavo Meixueiro, Arón Baca y Lucía Alejandra Sánchez-Nuevo, se destaca que los estudios de cultura política en esta entidad se enfocaron en el análisis de "la diversidad social, política y cultural de la entidad" y que la metodología usada en ellos ha sido mayoritariamente de estudios de caso, siendo menor el uso de las técnicas de investigación social cuantitativas. Subrayan también la importancia de los Sistemas Normativos In- dígenas para el estudio de la cultura política en Oaxaca. Finalmente, muestran y analizan los resultados de una encuesta realizada en 2016 que lleva por título Democracia y Cultura Política en Oaxaca. Aldo Muñoz Armenta escribe el último capítulo, décimo cuarto de este libro, dejando ver la falta de trabajos de cultura política a nivel subnacional. Aunado a lo anterior, apunta que sólo en cuatro en- tidades: Baja California, Sinaloa, Guanajuato y Oaxaca, se elaboraron encuestas de cultura política, lo cual deja ver el poco interés de las academias de ciencia política, de las universidades y de las instituciones electorales por conocer y profundizar en el estudio de la cultura política y su importancia para la vida democrática. Finalmente, en este capítulo se menciona la relevancia de la elaboración de estudios a nivel subnacional de la cultura política, cuyo déficit muestra la necesidad de discutir a fondo un modelo de cultura política que dé cuenta de nuestra realidad mexicana y sus particularidades, tema que se trabajará en un siguiente libro. Hasta aquí la breve reseña de lo que se puede encontrar en esta obra, que, desde luego, contiene mucho más de lo que en esta introducción ha sido posible desarrollar. Sin embargo, lo dicho hasta aquí tiene la virtud de introducir e inducir al lector a la revisión de un texto imprescindible para comprender cómo se ha trabajado y qué avances se han tenido en los estudios de cultura política en México a nivel subnacional. ; Universidad de Guanajuato, Sociedad Mexicana de Estudios Electorales, Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca.