Spain and Cuba : a very special relationship -- Washington, Havana, Brussels : collateral damage of a new Monroe Doctrine -- Brussels and Havana : persuasion, frustation, resignation -- Post-Franco Spain and Cuba : a bipartisan democracy deals with Castro -- Waiting for Fidel and Raúl : resignation, succession, transition -- Conclusion: Dilemmas and options
"Offering the first full-length analysis of the Helms-Burton law, Joaquin Roy presents a review of the background, evolution, and international consequences of this controversial legislation, enacted in 1996. He argues that the law, the dominant pillar supporting American policy in Cuba, is a codification of four decades of a U.S. embargo aimed at discouraging foreign investment and hastening the collapse of the Castro regime." "Roy examines each provision in the law in illuminating detail. Instead of causing the collapse of the Cuban government, he maintains, the law has encountered world-wide opposition and has provided Castro with a political excuse to justify his regime's economic shortcomings."--Jacket
<p>El anuncio de las negociaciones para un Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (Transatlantic Trade and Investment Partnership, TTIP) entre la Unión Europea y Estados Unidos ha presentado un reto analítico notable. A pesar de que el proyecto tiene una larga tradición y los dos socios son aliados naturales en diversos frentes de las relaciones internacionales, numerosos sectores presentan dificultades para su buena resolución. Aunque la reducción de los aranceles hasta el máximo no presenta mayor dificultad, los temas de las regulaciones, mutuo reconocimiento y especificaciones nacionales se imponen como obstáculos para una negociación que no va a ser fácil ni veloz, y que se puede extender más allá de 2015. Este análisis delinea las diversas percepciones a ambos lados del Atlántico y añade algunas especulaciones sobre el impacto en América Latina.</p><p><strong>Recibido</strong>: 07.01.2015<br /> <strong>Aceptado</strong>: 19.01.2015</p>
The subject of the position of Spain in the world (through history, recent times, and today) has been described by scholars and casual observers by a combination of qualifiers. It is considered paradoxical, unique and influential, riddled with isolation an d ambition, resulting in frustration and success. In any event, Spain's record in modern times has to be considered as below its potential in historical terms, geographical position, culture and world presence through migration and the results of the empire. In any way, Spain deserves to be included among one of about twenty five countries that, for one reason or another, play a role in the overall current global panorama. ; Lla posición de España en el mundo (a través de la historia, los últimos tiempos, y hoy en día) ha sido descrito por estudiosos y observadores. En cualquier caso, el récord de España en los tiempos modernos ha de considerarse como por debajo de su potencial en términos históricos, la posición geográfica, la cultura y la presencia mundial a través la migración y los resultados obtenidos que han hecho que España merezca ser incluida entre uno de los veinticinco países que, por una razón u otra, desempeñan un papel en el panorama mundial.
Within the context of the prevailing situation that came about as a result of the rejection of the EU constitutional treaty in 2005 and the subsequent inefficient reflection period, Spain has been faced with several options and scenarios. Each presents risks and opportunities in terms of contributing to the rescue of the original text, its possible transformation, or its termination. In any event, it appeared that the Spanish leadership wanted to make the point that if "Europe is the problem, Spain is the solution", rewriting Ortega's historical assessment (Ortega, Obras). This paper first analyzes the options, scenarios and possible outcomes, with a special emphasis on the activities led by the new Spanish government elected in 2004. ; Dentro del contexto que se produjo como consecuencia del rechazo del tratado constitucional de la UE en 2005 y el período de reflexión posterior, ineficiente España se ha enfrentado a varias opciones y escenarios. Cada uno presenta riesgos y oportunidades en términos de contribuir al rescate del texto original, su posible transformación, o su terminación. En cualquier caso, parece que el liderazgo español quiso dejar claro que si "Europa es el problema, España es la solución", la reescritura de la evaluación histórica de Ortega (Ortega, Obras). En este trabajo se analiza primero las opciones, escenarios y posibles resultados, con un énfasis especial en las actividades dirigidas por el nuevo gobierno español elegido en 2004.
A year after the dramatic announcement of Fidel Castro's illness and temporary cession of power to his brother Raúl, the relation between the European Union (EU) and Cuba has returned to a level of normalcy, matching a previous cycle of a freezing attitude expressed by the Cuban authorities and an attempt by European actors to influence or persuade Havana for an opening and the implementation of political and economic reforms. After a prolonged period of "wait and see" by Brussels and some of the most active European governments (led by Spain) in their relationship with Cuba they took some initiatives which resulted in a merely ambivalent response by the Cuban government. ; Un año después del anuncio de la enfermedad de Fidel Castro y la cesión temporal del poder a su hermano Raúl, la relación entre la Unión Europea y Cuba ha vuelto a un nivel de normalidad, igualando una actitud de "congelación" expresada por las autoridades cubanas y un intento de los actores europeos para influir o persuadir a la Habana a iniciar una apertura con la puesta en práctica de las reformas políticas y económicas. Después de un prolongado período de "esperar y ver" por Bruselas y algunos de los gobiernos europeos más activos (liderados por España) en su relación con Cuba, se tomaron algunas iniciativas que dieron lugar a una respuesta meramente ambivalente por el gobierno cubano.
El trasfondo de la crisisLa abrupta abdicación del rey Juan Carlos I fue un importante aviso de que otros serios acontecimientos se preparaban en el escenario español. Curiosamente, pocos observadores intuían que hechos de similar importancia se desarrollarían a unos 600 kilómetros de distancia al este de la capital de España. Por otro lado, las incertidumbres acerca de las elecciones del Parlamento Europeo del 25 de mayo se resolvieron con la confirmación del descenso de los favores hacia los dos partidos mayoritarios españoles que se habían convertido en los sólidos cimientos de la democracia.Mientras los conservadores europeos conseguían una modesta mayoría relativa que les permitiría reforzar su reclamo de la posición de presidente de la Comisión Europea para el luxemburgués Jean Claude Juncker, en España el conservador Partido Popular y el socialista PSOE vieron carcomidos sus votos por la aparición de la novedosa formación titulada Podemos (un guiño al eslogan de Obama). Sin estructura de partido ortodoxo, se resiste a ser calificada de populista, y se ubica más allá de los socialistas y de la propia Izquierda Unida, los antiguos comunistas. En el Parlamento Europeo capturó cinco escaños en su debut. España dejaba de ser bipartidista.Pero en Madrid la preocupación obsesiva en los círculos de poder seguía siendo Catalunya. La exigencia del gobierno catalán y sus aliados (principalmente la independentista Esquerra Republicana) de celebrar un referéndum ("consulta", según el eufemismo) de independencia, programado para el 9 de noviembre, provocaba el insomnio de los conservadores españoles. Se intuía que ese problema también estaba en la mente del rey, quien resolvió optar por la abdicación y entregarle la patata caliente a su hijo, ahora ya Felipe VI. Era la manera elegante de despojarse del lastre de sus errores personales (cacería de elefantes en África, amoríos y descendencia secreta), el bajo prestigio global de la institución monárquica, y la cuestionable conducta de algunos de los vástagos. Mientras, el gobierno español tozudamente se negaba a autorizar el ejercicio por considerarlo anticonstitucional, ley en mano.Entonces estalló la "crisis Pujol", que sorprendió a todos con la guardia baja. Jordi Pujol Soley, de 83 años, el ex presidente de la autonomía catalana, que había estado en el poder durante 23 años (un tiempo récord en toda la Europa democrática) y su máximo artífice, hacía una confesión insólita. Primero informaba a su sucesor en la dirigencia del partido Convergencia de Catalunya y luego presidente de la autonomía, Artur Mas, y luego escuetamente se comunicó con los medios noticiosos. De momento, la noticia quedaba reducida a una ocultación de una herencia de su padre, convenientemente guardada durante tres décadas en Andorra. Era en realidad el preludio de un escándalo mayor. Lo que se podía haber resuelto mediante un simple informe y una modesta multa se convertía en un escándalo que a medida que pasaban las horas y los días se descubría que era en realidad la punta del iceberg de un sistema de corrupción de dimensiones de vértigo.Uniendo las denuncias de una despechada amante del primogénito de Pujol (Jordi Pujol Ferrusola) y los filtros que emanaban de algunos diarios, se comenzaba a vislumbrar una trama de corrupción en la que aparecería implicada toda la familia, incluidos los siete hijos de Pujol, su esposa, y otros allegados. El reguero de fondos y transferencias se podía rastrear a una antología de paraísos fiscales sitos en una docena de países de tres continentes. Cálculos de la judicatura y policía, convenientemente divulgados por informes periodísticos, colocan la fortuna de los Pujol al nivel de la sexta en volumen de España. Sería el producto de una red de corrupción basada en la recepción del llamado "problema del 3%" (según la famosa etiqueta plasmada por el antiguo alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall) de comisiones ilegales. Era la "tarifa" asidua por la concesión de contratos públicos en el prioritario sector de la construcción, epicentro de la "burbuja inmobiliaria", principal causante del desastre financiero español.Las cifras que se barajan son verdaderamente espectaculares en volumen y curiosas en ciertos apartados. Por ejemplo, la documentación que están examinando las autoridades fiscales revela que el primogénito de Pujol "compró" ejemplares de Ferrari, Porche y Maserati… por apenas unos pocos $2.000. Facturas ficticias extendidas por miembros del clan reclaman servicios de intermediación de ventas de inmuebles reducidos a una llamada telefónica al coste de medio millón de euros. La reclamación del tradicional 3% fue contestada por la víctima de una "mordida" y la operación se rebajó al 1%. Cuando se produjo la explosión de la confesión inicial de Pujol, se refugió en una tríada de fincas en el Pirineo, a ambos lados de la frontera con Francia, para por fin recalar en la más modesta propiedad de verano en la población de Queralbs, desde donde trató de enviar señales de normalidad.La dimensión de corrupción proporcionaba mayor sentido a malos augurios en el contexto político. Algunas señales sutiles ya habían aparecido en el estricto nuboso horizonte catalán. Primero fue la dimisión del quinto hijo de Jordi Pujol, Oriol Pujol Ferrusola, que ocupaba el cargo de Secretario General del partido fundado por su padre. Fue una decisión forzada al agotársele al vástago todos los argumentos en su defensa por estar investigado de corrupción en concesiones públicas del servicio de inspección de automóviles. Luego se producía la retirada de Josep Antonio Durán Lleida, dirigente máximo de Unió Democrática, la formación democristiana que ha sido socia en la coalición forjada con Convergencia, con las resultantes siglas de CiU. A Durán se le reconoce una destreza diplomática notable con conexiones internacionales útiles, tanto en Cataluña como en Madrid.Catalunya es también EspañaIrónicamente, el "Molt Honorable" (título honorífico, que ahora ya no puede usar) Jordi Pujol había estado predicando durante años que su misión era la conversión de Catalunya en un "país normal", no sujeto a circunstancias excepcionales, con libertades limitadas o peculiaridades incómodas, producto de largos periodos de dictaduras. Catalunya, después de todo, según dijo una vez Pujol en Aquisgrán, bajo la sombra de Carlomagno, había sido Europa primero, no como el resto de la península, recuperada del dominio musulmán desde Asturias por los restos del reino visigodo. Ahora parecía que había conseguido la "normalidad", con un nivel de corrupción similar al existente en toda España. Ya estaría en compañía de la infanta Cristina, hija del propio rey Juan Carlos, amenazada de juicio y cárcel con su marido, el laureado jugador de "handball¨ Iñaki Urdangarín. Se podría codear con el tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, cumpliendo condena en la cárcel, administrador de una contabilidad extra procedente de "mordidas", que terminaban en los bolsillos de los máximos dirigentes del partido. El escándalo Pujol coincidía con el ingreso en prisión de Jaume Matas, el ex presidente de las Baleares, y la amenaza del mismo fin para el expresidente valenciano. Catalunya, modelo de eficiencia e integridad, era ya un país normal, aunque no exactamente de la forma anhelada.Pujol en sus años de retiro disfrutaba de sueldo vitalicio superior a $100.000, tres secretarias, chófer, y un centro de estudios (con un alquiler mensual de más de $200.000, asistido por media docena de funcionarios), dedicado a temas diversos, entre ellos la ética (valor del que se enorgullecía). Ahora debía esquivar las miradas de literalmente miles de ciudadanos catalanes. Significativamente, de ellos podía recordar nombre, apellidos y fisonomía, con una memoria y capacidad política de captación y relaciones públicas sin parangón en Europa. Legiones de catalanes pueden repetir anécdotas similares en las que Pujol les preguntaba por sus hijos y nietos años más tarde de anteriores entrevistas.Pujol había construido no solamente un partido y una coalición ganadora, sino un nuevo concepto de Catalunya como nación. Era sinónima de su persona. Estaba cobijada de una ideología sincrética. Según las conveniencias, era practicante de la Democracia Cristiana, el liberalismo de genuino origen europeo, el conservadurismo tradicional tanto español como británico, e incluso la Social Democracia nórdica. Ahora todo parece que se ha evaporado. Recuérdese que esa ductilidad ideológica le había permitido disfrutar del favor personal del rey Juan Carlos (Pujol fue el primer político español al que el monarca llamó para tranquilizarle tras el fallido golpe de estado de Tejero). Rindió servicios especiales tanto al Partido Popular como al PSOE, a los que había prestado sus votos parlamentarios alternativos para permitirles gobernar.Daños colateralesA pesar de la inicial reacción de Mas ante el escándalo (la crisis era un "asunto estrictamente familiar"), la confesión de Pujol (y sus repercusiones al descubrirse el resto de la trama financiera) amenaza con terminar la propia presidencia de su "hijo político" (según su misma confesión). Peligran los planes de independencia, comenzando con la misma celebración del referéndum (ya rechazado por el gobierno español), y la desaparición de la coalición ganadora (CiU, desprovista de los democristianos de Durán) durante más de tres décadas. Mientras, por la izquierda se testifica el agrietamiento del Partido de los Socialistas de Catalunya (PSC), atenazado por el conflicto entre catalanistas y españolistas afines al PSOE, bajo la zapa de votos de Podemos. De confirmarse la negativa del gobierno español a permitir tanto un referéndum circunscrito a Catalunya como uno más amplio que cubriera todo el territorio español (alternativa no aceptable a los sectores independentistas catalanes, pues considerar que es un derecho que solamente a los catalanes pertenece), el presidente catalán ha amenazado por la celebración de una elecciones anticipadas que sería etiquetadas como plebiscitarias. Si de ese ejercicio surgiera un voto mayoritario independentista, la declaración unilateral de la secesión sería el siguiente paso, de consecuencias imprevisibles, pero que no descartan la suspensión de la autonomía catalana. Si ese ejercicio electoral se tradujera en simplemente formación de un nuevo gobierno, los sondeos muestran que Esquerra Republicana desplazaría a Convergencia.Esquerra presume merecidamente de ser la formación histórica genuinamente independentista, no como Convergencia, considerada como arribista a ese anhelo cuando Pujol asintió en dar su apoyo a esa opción. Esquerra ya había dado a Catalunya tres presidentes (Francesc Maciá, Lluís Companys –fusilado por Franco-- y Josep Tarradellas, rescatado del exilio). Pero con el predecible derrumbe de los planes independentistas, puede ser un premio de consolación en una Catalunya reducida de nuevo a una autonomía, esta vez más debilitada. Por eso se considera que Esquerra seguiría teniendo más poder e influencia en un sistema ambiguo como el actual, sin independencia y sin visos de refuerzo del autonomismo, y menos del federalismo que es la opción propuesta por los socialistas, sin que se especifique el perfil de ese sistema de tantas variantes.Todo este confuso escenario especulativo debiera aclararse durante setiembre y octubre próximos, con la apertura del Parlamento Catalán (que puede exigir a Pujol un explosivo interrogatorio), la celebración de la Diada Nacional de Catalunya, el 11 de setiembre (en conmemoración del tricentenario de la caída de Barcelona en 1714 como final de la Guerra de Sucesión, que solidificó el dominio borbónico en el trono español) y el emblemático plan del referéndum agendado para el 9 de noviembre.Pertenece al terreno de la futurología la repercusión del caso no solamente en la propia estructura política de Catalunya, sino del resto de España. Se teme que este grave incidente también contribuya a dañar más la ya deteriorada imagen de la transición española, hasta hace muy poco, modelo internacional de pacífica reconstrucción de la democracia en otras regiones del planeta. Con el tejido constitucional español bajo cuestionamiento, ahora solamente falta este daño al entramado social. De rebote, convendrá meditar sobre el impacto de una España diferente, con o sin Catalunya, en el mismo entramado de la Unión Europea, ya de por sí atenazada por otros conatos secesionistas (como en Escocia). Si los dirigentes europeos en su mayoría temían la disgregación del territorio español, tampoco ahora darían la bienvenida a una debilitada España por una mayor trama de corrupción de la ya existente. Joaquín Roy es Catedrático 'Jean Monnet' Director del Centro de la Unión Europea Universidad de Miami
[ES] El autor generaliza, a partir del caso colombiano y cubano, las dificultades y contradicciones de la política exterior común europea, salvo cuando sus acciones políticas se dirigen hacia América Latina, y cuando el eje de una decisión está orientada hacia una postura errónea de Estados Unidos, especialmente si es perjudicial para los intereses colectivos de la Unión Europea y/o de alguno de los Estados miembros. A su vez, bajo el marco de las relaciones internacionales, describe los retos políticos a los que se enfrentan estos países: transición y consolidación de la democracia, respectivamente. ; [EN] The author generalizes, from the cases of Colombia and Cuba, the difficulties and contradictions of Europe's common foreign policy, except when its political actions are directed toward Latin America and when the axis of a decision is oriented towards an erroneous posture of the United States, especially if it is prejudicial for the collective interests of the European Union and/or some of its member States. At the same time, within a framework of international relations, the paper describes the political challenges that these countries face: democratic transition and consolidation, respectively.
El principal problema de Barack Obama es haber ganado las elecciones, no una vez sino dos. Fue una doble bofetada que los votantes que se quedaron en casa o eligieron en contra, y algunos de los que simplemente no pudieron ejercer su derecho (por minoría de edad), todavía no han digerido. El espejismo de las cifras globales oculta que ni siquiera dos tercios de los potenciales votantes se molestaron en acceder a las urnas, porcentaje normal en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Tampoco hay para escandalizarse demasiado, pues es similar en múltiples países latinoamericanos y europeos. De los que lo hicieron, la mitad lo rechazaron frontalmente prefiriendo a MacCain o Romney. El resultado es que apenas una cuarta parte se decantó por Obama. Como recompensa de ese doble triunfo, los que prefirieron a sus opositores e incluso los que se abstuvieron le han negado no solamente el perdón sino también el simple reconocimiento. En sus guiones históricos todavía no se incluye el ascenso tan espectacular de un candidato negro (o mestizo, que es peor).Ese mismo sector es el que escuchó los delirantes cantos de sirena de Sara Palin cuando calificó (horror) al senador de Illinois como "socialista" por haberse atrevido a proponer algunos programas amenazadores de gobierno en su campaña. La joya de la corona era, y sigue siendo todavía ahora, una moderada reforma del sistema de salud que se antojaba revolucionaria. El plan ha resistido en hilvanes hasta la actualidad, pero corre el riesgo de ser aniquilado si el sistemático ataque de un sector de los republicados y cómplices afines se sale con la suya.Algunas cosas han cambiado en Estados Unidos ostensiblemente desde la mitad del siglo pasado, cuando se apagaron los fuegos de la Segunda Guerra Mundial, la última "guerra justa" de Washington. Pero algunas pautas de conducta no se han movido en absoluto. Cuando llegué a Estados Unidos, en el crepúsculo de la administración de Johnson, el padre de un colega mío en una elegante, excelente y cara escuela secundaria privada, tuvo la generosidad de adelantar algunas predicciones para ir conociendo al país. Médico de profesión, me advirtió que en un par de años el país adoptaría un sistema de salud que se calificaría como "socializado", semejante al existente en muchos países europeos, como resultado de la sistemática implantación del estado de bienestar que había contribuido a la estabilidad, la paz social y la justicia en un continente castigado por la desigualdad desde la Revolución Industrial. Puede resultar conveniente recordar que ese estado de bienestar no fue un invento comunista, ni siquiera socialista, sino que fue ensayado tempranamente por la Alemania del Kaiser. En fin, apenas yo me había recuperado de esa rotunda predicción, que el prudente galeno se animó y casi con admiración por mi origen europeo, me aseguró también que en el mismo espacio de tiempo Estados Unidos adoptaría el sistema métrico decimal.Curioso en comprobar si tales predicciones tan drásticas se cumplirían, decidí quedarme en ese intrigante país. Después de más de cuatro décadas de residencia en Estados Unidos, salgo de casa en coche, calculo las distancias de viajes en millas y lleno el tanque de gasolina en galones. Mi familia sigue yendo al mercado y se enfrenta a alimentos en un conjunto de medidas que siguen resonando a la vieja Inglaterra. En las consultas médicas me pesan en libras y miden mi estatura en pies y pulgadas. Como excepción, los militares se han internacionalizado y miden las calibradas de las armas en milímetros.Y casi medio siglo de mi llegada a Estados Unidos examino cada año con cierto cuidado las condiciones del seguro médico proporcionado por mi universidad. Aclaremos: con la obligatoria y generosa contribución de parte de mi sueldo, claro, y unos "copagos" que fluctúan entre 25 y 60 dólares la simple visita. Me siento afortunado, ya que más de cincuenta millones de norteamericanos o simples residentes (legales o no) no tienen tal privilegio. Se juegan la vida y coquetean con la ruina financiera por no contar con seguro alguno y todavía no pueden acogerse a la protección de la cobertura médica de la jubilación completa.La tozudez del sistema en no haberle dado la razón al padre de mi amigo se debe, más que a una interpretación financiera de los gastos y beneficios de la aplicación del propuesto sistema mixto, a unas razones intrahistóricas firmemente asentadas en la sique norteamericana, atizada por un grupo dominante de políticos en intereses económicos. El grueso del Partido Republicano y afines (no solamente los militantes del Tea Party) consiguen sistemáticamente ahondar en un doble sentimiento del americano medio. Por una parte, desconfía del gobierno, y por otro lado, tiene un pánico atroz a verse identificado con una clase inferior que debe llegar a fin de mes con la ayuda de los cupones de alimentos.Ese sector, ampliamente mayoritario, vive en una permanente contradicción ideológica y sociológica. Es fundamentalmente "anarquista" y preferiría subsistir sin la tutela del gobierno. De ahí que deba autoprotegerse de su inacción de gobernanza con leyes y tribunales que religiosamente terminan por tolerar con entusiasmo. Por ese motivo, todo lo que rezume sabor de "socialismo" les pone nerviosos. Desde la cuna, les comen la conciencia con una dicotomía falsa entre "democracia" (capitalismo a ultranza) y "socialismo" (sinónimo de comunismo).Pero a los mismos ciudadanos que desconfían de los planes de Obama, ni en sueños se les ocurriría oponerse a otras facetas de la vida de Estados Unidos. Su existencia sería inconcebible sin la escuela elemental y media, gratuita, universal, y obligatoria, diseñada como una fábrica de ciudadanos. La sola mención de tener que pagar los libros de texto generaría motines. El que quiera una educación diferente o más cara, que la pague. Nada de "escuela concertada" a la española, con ligámenes religiosos, o moderados "vouchers".De nada sirve recordarles a los estadounidenses que un par de docenas de países europeos y Canadá tienen indicadores de calidad de vida y salud mejor que los de Estados Unidos, y expectativas de vida superiores, a un costo inferior. Si además, es Obama, de origen racial mixto, el que se atreve a proponer un sistema que desafía los oligopolios de la industria de los seguros privados y la presión de la profesión médica, con la anuencia de los productores de medicinas y las compañías de investigación que se alimentan de fondos públicos, el drama está servido. Y si un amplio sector de los beneficiados por el nuevo plan de salud es de origen hispano, el escándalo es inaguantable: son los que atentan contra la paradisíaca identidad nacional que en realidad nunca existió en sus míticos parámetros. El cambio, por lo tanto, será más difícil que la adopción universal del sistema métrico. Quizá solamente se arregle cuando la conducta temeraria e irresponsable sea recompensada justicieramente en una elecciones. Sobre el autorCatedrático 'Jean Monnet'; Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami; Columnista del diario "EL PAÍS" de Madrid
Detrás del sistemático ataque del Partido Republicano, secuestrado por el Tea Party, contra la reforma sanitaria de Barack Obama, reside la percibida amenaza de la inmigración sobre la imaginada y mítica esencia nacional de Estados Unidos. Ante la contumaz atracción del país en el resto del planeta poco pueden hacer medidas restrictivas para disuadir la inmigración. Lo más que se puede intentar es su canalización y subsecuente legalización. Mientras tanto, la polémica del sistema de salud (y detrás de ella la amenaza inmigratoria, aunque no es la única causa) se cierne como una cimitarra sobre la convivencia y la cohesión nacional, hasta el extremo de hacer ingobernable el país y sumirlo en la suspensión de pagos.Al otro lado del océano, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, fue silbado a su arribada a la islita de Lampedusa, como protesta por la inoperante conducta de la Unión Europea ante las oleadas de las trágicas y frustradas arribadas de inmigrantes a las costas italianas. Aunque la protesta se hacía extensiva al primer ministro italiano Enrico Letta y a la comisaria de Interior Cecilia Malstroem, los protestantes en rigor se equivocaban de objetivo. La UE no es la causante de la impotencia en evitar ese pertinaz movimiento. Los culpables son los mismos gobiernos soberanos que desde los ambiciosos logros de integración profunda que se apuntaban con el Tratado de Maastricht se han resistido a dar unos nuevos "pasos osados", como se prometía desde la Declaración Schuman de 1950. Hay una línea roja que en las capitales europeas no se está dispuesto a pasar.El problema reside en que todavía las competencias de inmigración y fronteras están ancladas firmemente en los sectores inamovibles del antiguo tercer pilar de la UE, ahora bautizado como "Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia". Aunque lenta, pero tenazmente, muchas competencias antes bajo el yugo de la unanimidad han sido traspasadas al área comunitaria y cuyas decisiones se pueden ya tomar por mayoría cualificada, el paso crucial se resiste.Desde 1957, con la aprobación del Tratado de Roma que fundó la Comunidad Económica Europea y EUROATOM, el cambio decisivo con respecto a la modestia de la agenda de la Comunidad del Carbón y el Acero (CECA) de 1952, como resultado de la oferta de Schuman leyendo el guión de Jean Monnet, el corazón de la integración europea ha estado centrado en el funcionamiento del Mercado Común. La sublimación del Tratado de Roma, en este terreno, tuvo que esperar a la aprobación del Acta Unica de 1986. Las columnas fundamentales de lo que sería conocido luego como el Mercado Unico eran cuatro libertades de movimiento.La primera, fácil de entender, es la libre circulación de bienes, con el desmantelamiento de las barreras arancelarias y físicas; la segunda está centrada en la circulación de capital, operación bastante fácil, ya que estaba impelida por los activos intereses económicos y empresariales; la tercera era la desaparición de las limitaciones a la libre disponibilidad de los servicios.La cuarta sigue siendo la más difícil: la libre circulación de las personas. Si este aspecto está regulado y garantizado por los tratados en el contexto interior y está anclado en el terreno comunitario (primer pilar), el trasvase de ciudadanos a través de las fronteras exteriores está formalmente sujeto a las decisiones soberanas de los estados. Inmigración, visados, asilo y cualquier dimensión de control de fronteras son monopolio de los gobiernos y solamente el Consejo, mediante decisiones unánimes, puede emitir legislación efectiva.De ahí que los gobiernos se aprovechen de su carencia de competencia y echen la culpa a las instituciones de la UE, atizando a la opinión pública contra los entes supranacionales, como la Comisión, y también el Parlamento, por la ausencia de regulaciones colectivas y la dependencia de decisiones y medios puramente nacionales. Esconden cómodamente el hecho de que con decisiones conjuntamente soberanas el problema por lo menos se encararía de una forma más eficaz. Se deben "comunitarizar" las atribuciones de orden interior.Pero los gobiernos se resisten en hacer desaparecer un chivo expiatorio. Lo que funciona mal es la UE, y las instituciones (Comisión, Parlamento, Consejo, Tribunal) se dibujan como lejanas e inaccesibles. En lugar de acudir a remedios de urgencia como el envío de unos cuantos navíos adicionales (en la operación llamada irónicamente "Mare Nostrum") a vigilar la zona entre Túnez, Sicilia y Malta, Italia debiera liderar y ser arropada por sus socios más potentes y cercanos (Francia, España, y también el Reino Unido) y establecer una flota de vigilancia que no reduzca sus funciones a la interdicción de embarcaciones repletas de emigrantes desesperados, sino a la efectiva regulación del tráfico en el Mediterráneo.Es más, los mismos gobiernos, quizá también con la cooperación de Estados Unidos y otras potencias extra mediterráneas, debieran presionar a los países emisores de la emigración incontrolada para que ejercieran una soberanía más eficaz. De no contar con medios propios, la ayuda debiera consistir en unos planes de desarrollo ambiciosos para cortar el problema de raíz.En fin, si estas alternativas no son viables, en ambos contextos del mundo desarrollado, Estados Unidos y Europa, no queda más remedio que asumir la responsabilidad del papel de imán atractivo y adoptar planes de acogida, adaptación e integración social a la nueva residencia. No queda más alternativa que plegarse a los cantos de sirena de los Tea Party europeos, liderados por Le Pen, respaldados por toda clase de asistencias populistas.Estos tristes incidentes han venido a ser todavía más dramatizados por la vergonzosa expulsión en Francia de una niña de origen kosovar (aunque nacida en Italia) Leonarda Dibrani, de 15 años, fue sumariamente detenida en un viaje cultural de su escuela y junto a su madre y hermanos enviada por vía aérea a la población de Mitrovica, donde su familia romaní (gitana) había vivido en el pasado. Técnicamente apátrida, el comportamiento de su padre no encajaba con las reglas sociales francesas, con el resultado de que el ministro del Interior Manuel Valls decretó la deportación, con el resultado de protestas generalizadas.Este nuevo capítulo de aplicación de las leyes nacionales de los países de la UE recuerdan las serias tensiones de las sociedades que atribuyen a diversas dimensiones de la inmigración (legal e indocumentada) las causas de los problemas económicos y de índole de criminalidad. Durante la administración de Nicolas Sarkozy, el gobierno francés ordenó el cierre de la frontera con Italia, en violación del acuerdo de Schengen, es para frenar el éxodo de inmigrantes del norte de Africa que utilizarían el territorio italiano como simple zona de paso para adherirse a las comunidades magrebíes firmemente establecidas en territorio galo. Esta decisión provocó la firme advertencia de la Unión Europea, que recordaba la anterior recriminación cuando el mismo Sarkozy ordenó la deportación en masa de romaníes, sin importarle que eran ciudadanos rumanos, y por lo tanto libres de residir y circular en todo el territorio de la UE. Bruselas se contentó con una promesa de mejor comportamiento en el futuro del gobierno de Paris.Los avisos y las rectificaciones no han servido de nada. El gobierno francés se siente amenazado por los votos del sector conservador que oscilan hacia la ultraderecha de Le Pen. Aunque el presidente Hollande ha ofrecido a Leonarda regresar a Francia (sin su familia), el mal ya está hecho: se está mandado un mensaje preocupante de cebarse en grupos desprotegidos y culparlos de los problemas económicos y sociales.Mientras tanto, el Partido Republicano y el Tea Party que lo ha secuestrado han tenido que rectificar en su obcecación por oponerse al "Obamacare", pero eso no quiere decir que no lo intenten de nuevo. Hay que frenar la inmigración y su coste económico-social. Está por ver si algunos gobiernos europeos continuarán cayendo en la trampa de aplacar el racismo y la discriminación con medidas populistas más propias de los años 30. Sobre el autorJean Monnet Professor "ad personam",Director of the European Union Center University of Miami jroy@Miami.edu www.as.miami.edu/eucenter