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RESUMEN

Fue una exageración insistir, como muchos lo han hecho tanto en Estados Unidos como en otros países, en que el mundo cambió para siempre después del 11 de Septiembre de 2001. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la administración de George W. Bush, que asumiera el poder a comienzos de ese año, era unilateralista y aislacionista antes de los ataques a las Torres Gemelas y así permaneció después de ellos. Lo que cambió en la política internacional de Estados Unidos es que el terrorismo, y por extensión otras amenazas intermesticas y no estatales, remplazó a las amenazas tradicionales basadas en el estado y se convirtió en la prioridad número uno de la nación. Además, la respuesta a esta agresión se tornó militar y agresivamente imperialista y siguió siendo unilateral . Desafortunadamente, desde una perspectiva latinoamericana, los ataques parecieron retrotraer a Estados Unidos a un pensamiento estratégico anterior que había caracterizado al período de la Guerra Fría, en la cual el hemisferio era decisivamente menos importante que otras regiones del mundo. Además, los atentados reforzaron la tendencia histórica de imponer su agenda al resto del hemisferio y de insistir en una postura Maniquea de "con nosotros" o "en contra" nuestra.

The key to understanding Latin American relations with the United States as the century, and the millennium, draw to a close is to realize that all of the nations in the Western Hemisphere are still caught up in the transition from the Cold War. That transition, which began nearly a decade ago, is proceeding more slowly, and with greater confusion, than most observers had anticipated. The issues that constitute the framework, or infrastructure, for Hemispheric relations in the coming century emerge from the efforts of each nation in the Hemisphere, including the United States, to effect their insertions into the emerging world order. Given the priority accorded commercial and economic questions in the insertion of most Latin American nations, those are the questions that dominate the discourse. However, questions of governance — and what I call the international code of good behavior — are rapidly assuming greater salience in inter-American relations. It is my judgment that they will dominate relations among the nations of the Hemisphere in the 21st century.