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Elecciones presidenciales en Chile
In: Elecciones, Band 4, Heft 5, S. 205-209
ISSN: 1995-6290
La elección presidencial de 1999-2000 en Chile tuvo tres particularidades que merecen ser consideradas. Primero: fueronlos primeros comicios desde el retorno ala democracia en 1990 y por ello estuvieron marcados por la incertidumbre. Mientras en las dos elecciones de 1990 y 1994la única pregunta importante era qué tanto más del 50% de los votos obtendrían loscandidatos de la Concertación, en la disputa presidencial de 1999 se produjo unvirtual empate en la primera vuelta (noprevisto por ninguna encuesta); esto llevóa que los candidatos de la Concertación(Ricardo Lagos) y de la Alianza (JoaquínLavín) recurrieran —por primera vez enla historia de Chile— a una segunda vuelta en donde finalmente se impuso Lagos.Segundo: desde el punto de vista electoral, representó la primera ruptura de losalineamientos electorales heredados delrégimen militar (la dicotomía dictadura-democracia del plebiscito de 1989) en donde un candidato de derecha lograba penetrar en grupos de votantes de sectorespopulares (particularmente mujeres), hasta allí tradicionales electores de laConcertación. Tercero: fue la primera elección presidencial con un uso intensivo detécnicas de mercadotecnia electoral (proceso también denominado americanización de las campañas).
¿Elecciones en Cuba?
In: Secuencia: revista de historia y ciencias sociales, Heft 18, S. 017
ISSN: 2395-8464
Reflexión en torno a la democracia y su aplicabilidad en Cuba por medio de elecciones. Analiza la política ofensiva de Estados Unidos ejercida desde que Fidel Castro subió al poder. Concluye que un proceso electoral en Cuba, no reclamado por el pueblo, contribuiría a los fines reaccionarios y los haría una peligrosa concesión, Ponencia al Ciclo America Latina a la Hora de las Elecciones Instituto Mora
LAS ELECCIONES ARGENTINAS
El domingo pasado se llevaron a cabo las elecciones de medio término del Congreso argentino. En ellas estaba en juego la renovación parcial del Poder Legislativo, proceso que es común en muchos países y que suele ser de relativa trascendencia puesto que a veces pone en cuestión la solidez (o la debilidad) del apoyo que el Ejecutivo, aún dentro de un régimen presidencialista, necesita para poder gobernar.El 21 de mayo, ante el despliegue de la campaña electoral para la elección que acaba de realizarse, publicamos un editorial que llevaba como título "Argentina en el pretil". Con ello queríamos obviamente expresar que el tono y la orientación que el gobierno Kirchner le estaba dando a la campaña hacía que ésta ya había dejado de ser una contienda política destinada a renovar parcialmente el Congreso, para transformarse en un plebiscito destinado a obtener el asentimiento de los argentinos a los diversos desaguisados cometidos por el matrimonio K. Decíamos textualmente: "Como las elecciones del próximo 28 de junio nada tienen que ver con una genuina consulta popular a la ciudadanía destinada a elegir a los representantes que le corresponde elegir según el sistema constitucional vigente, el régimen K ha decidido que tampoco son importantes los candidatos que han de presentarse a ellas. Lo importante es que de las urnas salga un "¡SÍ CRISTINA, SÍ NESTOR!" lo más rotundo posible. Quien termine ocupando la representación ciudadana importa un rábano."Planteada la campaña en estos términos, evidentemente el propio gobierno estaba abriendo, de la más torpe de las maneras, la posibilidad que el plebiscito que inventó tuviese una respuesta contraria a todas sus expectativas. En aquel momento, aunque la derrota sufrida en el conflicto con el campo había erosionado la popularidad del matrimonio presidencial, el desenlace de la elección del pasado domingo no era exactamente previsible. Pero lo que sí era previsible para nosotros era que quien se para en un pretil, innecesariamente, está corriendo el riesgo de trastabillar hacia el abismo. Y exactamente eso es lo que pasó.El gobierno fue derrotado en toda la línea: fue derrotado personalmente Kirchner en la provincia de Buenos Aires (que representa aproximadamente 40% del electorado), fue derrotado el peronismo oficialista y sus aliados a nivel nacional con 28% de votos y fue doblemente derrotado el kirchnerismo porque también perdió en Santa Cruz, provincia originaria del poder político del matrimonio gobernante. Hay que agregar, para los que las instituciones y su funcionamiento nos importa, que, además, perdió el control del Congreso y la bancada de gobierno (si es que eso existió alguna vez) quedó reducida al estatuto de minoría más numerosa.Las interrogantes que abre este resultado son múltiples. La primera es la de saber cómo va a hacer la Presidenta Cristina Kirchner para gobernar con minoría en el Congreso. Tanto su marido como ella se han conducido como reyezuelos de sainete, ignorando toda voz opositora, "ninguneando" toda propuesta que no surgiese del riñón más estrecho que rodea a la Presidencia, maltratando muchas veces a sus propios aliados, falsificando los indicadores económicos y, por sobre todas las cosas, violando reiteradamente el ordenamiento constitucional y legal vigente a su gusto y conveniencia. Conociendo la política argentina, seguramente el gobierno encontrará aliados circunstanciales para diferentes instancias que requieran del voto parlamentario y, en caso de no obtenerlo, la Presidenta comenzará a gobernar por decreto. Eso no sorprendería a nadie. En todo caso, en la materia, hubo un primer gesto que pretendió ser tranquilizador: mientras su consorte presidencial renunciaba a la Presidencia del Partido Justicialista, Cristina Kirchner hizo buena letra en una conferencia de prensa y declaró que ante la inexistencia de una mayoría parlamentaria, ella debería realizar acuerdos políticos para continuar con el gobierno. Es posible que alguien crea que esa será su intención (no es nuestro caso), pero lo difícil va a ser encontrar con quién hacer esos acuerdos.Y no solamente por la incivilidad sistemática desplegada en el ejercicio desaforado del poder que han usufructuado hasta ahora. La posibilidad de continuar este gobierno está comprometida porque la segunda interrogante abierta por el resultado de las elecciones es que, conocido el perdedor, todavía queda por determinar quien fue el ganador. Y, para ejecutar ese papel de "ganador" de estas elecciones/plebiscito hay muchos candidatos: Macri, Reutemann, Cobos, y ya irán apareciendo "outsiders". Porque precisamente en la medida en que se trató de un plebiscito, el ganador de esta contienda se transformó, automáticamente, en el candidato "favorito" para las elecciones presidenciales que deberían de realizarse si Cristina Kirchner termina su mandato. Recordemos que este condicional no es un capricho de editorialista: en la Argentina casi siempre los gobiernos se acaban antes de terminar el mandato constitucional.Sin mayoría parlamentaria, generando muy serias dudas sobre su capacidad de gobernar acordando políticamente (y no imponiendo), y seguramente acosado por los candidatos al "post kirchnerismo" que ya están apareciendo por obra gracia de lo que debió ser una simple elección de renovación parcial del Congreso, es muy probable que este gobierno tenga, no los días, pero sí los meses contados.Ojalá que no sea así aunque la historia argentina de 1930 en adelante, la historia del peronismo y la historia de este singular matrimonio presidencial, todas apuntan hacia un desenlace oscuro. Como casi siempre, la democracia argentina nunca llega a la cita con la historia de ese país.
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Comentario [Elecciones latinoamericanas]
In: Secuencia: revista de historia y ciencias sociales, Heft 18, S. 163
ISSN: 2395-8464
<p>A partir de los 80 la democracia se ha ejercido y entendido en America Latina de diversas maneras, pero prácticamente todas han ignorado al pueblo como sujeto protagónico. Es necesario considerar su participación en los programas políticos y la conjunción, en estos, de las actividades políticas, económicas, sociales y culturales para llegar a una democracia anti oligárquica y antimperialista. Comentario al Ciclo America Latina a la Hora de las Elecciones, Instituto Mora.</p>
Elecciones en Paraguay
Uno de los países menos discutidos del continente tiene sus elecciones el próximo veinte de abril. Dados los enormes desafíos políticos y económicos que enfrenta desde hace décadas, estas elecciones son una excelente oportunidad para que Paraguay comience un proceso de crecimiento sostenido.El país guaraní ha tenido un desarrollo político altamente deficitario durante el siglo XX. El personaje que domina el panorama del siglo es Alfredo Stroessner, General que gobernó con mano de hierro entre 1954 y 1989. Una dictadura unipersonal de semejante longitud, conocida en América Latina solamente en Cuba, Nicaragua y República Dominicana, le legó al país una cultura democrática débil, cuando no golpeada o ignorada.Prueba de ello es que durante la década pasada, período en el que se afianzaron notablemente las democracias en países latinoamericanos como Chile, Uruguay, Brasil y tantos otros, Paraguay conoció solo breves intervalos democráticos. Los pocos que hubo siempre fueron amenazados por intentos de golpes de Estado, estados de sitio y, en general, coyunturas políticas irregulares.Un problema aún mayor es la economía, que languidece en contraste con la prosperidad que el país conoció en el siglo XIX. El desempleo llega hoy a un 16%, y la mejor manera de salir del estancamiento económico –un proceso de liberalización económica razonablemente orientado- permanece lejana. Según el Index of Economic Freedom de la Heritage Foundation y el Wall Street Journal, Paraguay tiene una economía 60,5% libre, lo cual lo ubica en el puesto 77. En contraste, Uruguay obtiene un 68,1%, lo cual lo deja en el puesto 40. Entre los principales problemas de la economía paraguaya se encuentra la vigencia de una legislación hostil al espíritu empresarial (por su regulación excesiva del mercado laboral), la falta de acceso al comercio mundial por la intransigencia del MERCOSUR y la inexistencia de un Estado de derecho completo que garantice los derechos de propiedad. Sin embargo, el mayor mal por el que se conoce al Paraguay es la corrupción, problema que, de hecho, se encuentra fuera de control. Ante una situación de semejante gravedad, las propuestas que ofrece en esta elección el mundo de la política no son muy alentadoras.El candidato que más ha llamado la atención ante la población y en los medios es Fernando Lugo, un obispo que renunció a su cargo para lanzarse de lleno a la política. Naturalmente, Lugo proviene de la vieja "Teología de la liberación", que no era más que un invento únicamente latinoamericano: una suerte de fusión del discurso comunista con determinada lectura del cristianismo que, en su momento, tuvo como uno de sus protagonistas al Obispo de Olinda y Recife, Don Helder Cámara. Esa reinterpretación del cristianismo como un discurso revolucionario anticapitalista fue muy popular durante la Guerra Fría.Aunque últimamente desapareció de las universidades y los mitines sindicales, la Teología de liberación tiene un natural en Hugo Chávez, quien se proyecta como el padrino de Lugo. Si éste ganase, no resultaría sorprendente que Paraguay se encaminase a ser el más reciente satélite de Venezuela, después de Nicaragua, Ecuador, Bolivia y, por momentos, el gobierno de Argentina.Un segundo candidato que plantea fuertes dudas es Lino Oviedo – el protagonista de buena parte del caos de la década pasada que se mencionó previamente. El hecho de que se postule como el candidato de la ética y la reforma moral del Estado sólo hace más llamativa su audacia. Basta con recordar que Oviedo desafió a la democracia paraguaya en uno de sus mejores momentos del siglo, y que se manifiesta seguidor de Juan Perón como gran ejemplo político.Quizá quien se presenta como mayor oposición a Lugo es la candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar. Más allá de la obligatoria mención de que se trata de la primera mujer candidata a la Presidencia , Ovelar destaca precisamente por ser un producto de su partido. Aunque fue Ministra de Educación en el gobierno anterior, no es una persona de notoria trayectoria nacional con perfil de candidata presidencial. Vale la pena recordar que este partido ha gobernado a Paraguay durante extensos períodos de su historia, en ocasiones con rasgos autoritarios – y que constituye una máquina política más grande que un simple partido. Durante el período 1947-1962 se constituyó en el único legal, mientras que durante la era Stroessner funcionó como apoyo del régimen dictatorial.La misión de Ovelar es vencer a Lugo a cualquier precio, lo que fue indicado con guiños por el actual presidente, Nicanor Duarte, en desafortunadas declaraciones a la prensa. El candidato restante, Pedro Fadul –de trasfondo empresarial- tiene un porcentaje en las encuestas demasiado bajo para disputar el primer lugar.Es realmente aventurado considerar que alguno de los candidatos recién reseñados pueda proveer soluciones desde el Estado que solucionen los problemas de económicos, sociales y políticos que tiene su país. El hecho aislado de que se organicen elecciones libes y que éstas pasen de ser esporádicas a ser regulares es de, por si, un elemento positivo. Una transición ordenada del poder, elemento básico de la democracia, ayudaría a Paraguay a solidificar esa forma de gobierno. Más allá de ese hecho procedimental, resultan particularmente llamativas las formas de concebir la política por parte de los principales candidatos: sus discursos, sus promesas, sus perfiles parecen constituir un síntoma más del preocupante retorno del discurso populista a la región. Lic. en Estudios Internacionales. Universidad ORT - Uruguay
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Las elecciones presidenciales
In: Estudios centroamericanos: ECA, Band 59, Heft 665-666, S. 227-245
ISSN: 0014-1445
El artículo analiza las elecciones del 21 de marzo de 2004. En la primera parte se recogen los datos electorales más relevantes, sin obviar las necesarias comparaciones con las elecciones presidenciales más recientes. En la segunda parte se discuten los aspectos propiamente políticos del proceso electoral, especialmente el significado del cuarto triunfo presidencial de ARENA. Una de las tesis del artículo es que, a partir de los resultados electorales, se esboza un escenario socio-político en el cual la hegemonía de la derecha --cuyo poder se articula a partir de los ejes empresarial, mediárico y parridarioestatal- se consolida e impone por encima del resto de actores sociales, económicos y políticos.
ECA Estudios Centroamericanos, Vol. 59, No. 665-666, 2004: 227-245.
Elecciones en Italia
En la enorme mayoría de los países con sistemas democráticos y liberales (independientemente de que sean republicanos o no), el acto eleccionario por medio del cual se eligen aquellos que integrarán diversas instancias de gobierno, constituye un momento privilegiado de la vida política.En el caso de Italia, eso sigue siendo así. Sin embargo, una buena parte de los observadores internacionales se preguntan cómo es posible que la ciudadanía italiana siga participando electoralmente, una y otra vez, y a veces hasta con cierto entusiasmo, cuando desde el fin de la Segunda Guerra mundial se han sucedido 62 gobiernos en 57 años. Es decir, en ese período, Italia ha elegido más de un gobierno por año.Marc Lazar, Profesor de la "Libera Universitá Internazionale degli Studi Sociali Guido Carli" de Roma y de "Sciences Po" de Paris publicó hace ya dos años un libro cuyo título era por demás explícito: "Italia a la deriva". En él se enumeran alguno de los múltiples problemas que la aquejan históricamente: el atraso del "mezzogiorno", la persistencia de la influencia de la Mafia, una ley electoral barroca que complica la formación de mayorías parlamentarias estables, la ineficiencia crónica de los servicios públicos y, en especial, el atraso significativo que la enseñanza superior y la investigación científica han ido acumulando en estas últimas décadas.Pero, aunque la enorme mayoría de los 47 millones de electores tienen fuertes dudas de que estos problemas se arreglen mediante esta elección, lo cierto es que el domingo y lunes pasados, los italianos eligieron una composición política del Parlamento y del Senado que permite asegurar que el conservador Silvio Berlusconi será designado Primer Ministro. Esta reaparición de Berlusconi ocurre luego de una breve experiencia de centro izquierda de Romano Prodi que no llegó a cumplir dos años de duración. El triunfo de Berlusconi fue contundente: con el 46.5% en la Cámara de Diputados obtiene una sólida mayoría que, además, seguramente reconfirmará en el Senado una vez que el conteo final de votos del extranjero esté concluido. Las bases parlamentarias de su gobierno parecen aseguradas.Sin embargo, el retorno de Berlusconi difícilmente puede ser considerado como una promesa de grandes novedades. En realidad, si algo había mostrado tendencia a cambiar, era su contrincante de centro izquierda, Walter Veltroni. Éste, sacando las conclusiones del fracaso de Prodi, creó un nuevo Partido Demócrata que dejó de lado la multitud de pequeños partidos de izquierda y extrema izquierda que habían envenenado la gestión del gobierno anterior. Veltroni, exitoso alcalde de Roma, con un perfil moderado, conciliador y "buonista", cultivó durante toda la campaña un discurso que oscilaba entre el de Tony Blair y el de Barack Obama y declaró querer "…un partido demócrata a la italiana pero estilo americano…". Aunque derrotado en las elecciones, al menos logró parte de su objetivo: "Nos hemos presentado sin alianzas, corriendo un riesgo, para hacer un favor a la democracia", declaró Veltroni y, en efecto, eliminando el modelo de coalición aisló a pequeños partidos como el Comunista, el Socialista, los Verdes o Refundación Comunista que, al no obtener al menos 4% de representación en el Parlamento y al menos 8% en el Senado, estarán por primera vez en muchos años fuera del Legislativo.El ganador, en cambio, poco de nuevo parece tener que ofrecer si no es un discurso menos estridente y lo que parece ser una genuina preocupación por los tres grandes problemas que tendrá que enfrentar. En primer lugar hay en curso una crisis financiera internacional que, dada su persistencia y probable profundidad, golpeará a una economía italiana en una situación interna muy precaria. La baja productividad de grandes sectores de la economía y la fortaleza del euro frenan el crecimiento, y plantean serios problemas salariales a los jóvenes, a grandes sectores de trabajadores poco calificados y a jubilados y pensionistas. Pero quizás el tercer problema sea el más difícil de superar: Berlusconi, con su estilo carismático, imprevisible e incluso provocador fue instaurando, desde su primer gobierno en 1994, un clima de tensión y polarización política que ya Italia no parece estar dispuesta a admitir. Quizás por eso el Berlusconi de esta elección haya sido un candidato bastante más sobrio, discreto y respetuoso que el que fuese en sus anteriores campañas y períodos de gobierno.En cualquier caso, frente a los problemas financieros y económicos acuciantes, el Berlusconi que, presentándose como un campeón del liberalismo, en realidad en sus anteriores gobiernos llevó a cabo un "liberalismo colbertista", ya no podrá librarse a ese juego de espejos. El urgente relanzamiento de la economía requiere medidas de ajuste y un rigor presupuestal que no admite medias tintas. Y, en esas condiciones, la pregunta de rigor es la de saber si, desde el punto de vista político, este nuevo gobierno Berlusconi no reencontrará los mismos obstáculos con los que tropezó el anterior gobierno de centro-izquierda. ¿Hasta dónde el nuevo partido de Berlusconi, el "Pueblo de la Libertad", será capaz de disciplinar a fuerzas como la "Liga del Norte" (que dobló su representación parlamentaria) o la derechista "Alianza Nacional" que, en gran medida, están en la base de su triunfo?De replantearse, ahora en el campo conservador, el escenario que derrotó a Prodi, el nuevo gobierno tendrá, probablemente, la vida breve. *Catedrático de Ciencia PolíticaDepto de Estudios Internacionales.FACS – ORT - Uruguay
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Cultura democrática y elecciones
In: Elecciones, Band 3, Heft 3, S. 35-52
ISSN: 1995-6290
Elecciones, territorios y conflictos
RESUMEN: El tema de este ensayo es la relación coyuntural existente entre elecciones, territorios y conflicto. Se trata de discutir la preocupación por la incidencia que sobre las regiones y la democracia tiene la política guerrillera tendiente a boicotear el debate electoral en Colombia. 120 municipios del país sin elecciones -54 de ellos en Antioquia-, la renuncia de 275 candidatos a alcaldías y 925 candidatos a concejos en las elecciones municipales pasadas, justifican esta preocupación. Sin embargo, es difícil saber qué es lo que nos preocupa y por qué. El boicot a las elecciones no es, ni fue, ni será una amenaza para nuestra democracia, que funciona, formalmente, a pesar de los eternos poderes, contrapoderes y parapoderes; que funciona a pesar de la precariedad del Estado; que funciona a pesar de la pobreza y que funciona a pesar de las grandes crisis políticas. La preocupación por la dimensión que toma el boicot electoral es la preocupación por la evidencia de un país copado por parapoderes y contrapoderes, en guerra y permeado por una violencia en la cual nada -incluso el debate electoral- ni nadie está a salvo de su impacto. Esa preocupación por un país que hace rato vive con una democracia amenazada y en crisis. A continuación se desarrolla esta idea mostrando como en los territorios que son escenario del conflicto armado las elecciones hace mucho que dejaron de operar como mecanismo esencial de la democracia, entre otras cosas, porque la política fue permeada por la guerra. Comenzamos con una descripción del significado ideal de las elecciones, después caracterizamos el conflicto en su dimensión regional y, finalmente, lanzamos algunas conclusiones sobre su relación.
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Elecciones, territorios y conflictos
El tema de este ensayo es la relación coyuntural existente entre elecciones, territorios y conflicto. Se trata de discutir la preocupación por la incidencia que sobre las regiones y la democracia tiene la política guerrillera tendiente a boicotear el debate electoral en Colombia. 120 municipios del país sin elecciones -54 de ellos en Antioquia-, la renuncia de 275 candidatos a alcaldías y 925 candidatos a concejos en las elecciones municipales pasadas, justifican esta preocupación. Sin embargo, es difícil saber qué es lo que nos preocupa y por qué. El boicot a las elecciones no es, ni fue, ni será una amenaza para nuestra democracia, que funciona, formalmente, a pesar de los eternos poderes, contrapoderes y parapoderes; que funciona a pesar de la precariedad del Estado; que funciona a pesar de la pobreza y que funciona a pesar de las grandes crisis políticas. La preocupación por la dimensión que toma el boicot electoral es la preocupación por la evidencia de un país copado por parapoderes y contrapoderes, en guerra y permeado por una violencia en la cual nada -incluso el debate electoral- ni nadie está a salvo de su impacto. Esa preocupación por un país que hace rato vive con una democracia amenazada y en crisis. A continuación se desarrolla esta idea mostrando como en los territorios que son escenario del conflicto armado las elecciones hace mucho que dejaron de operar como mecanismo esencial de la democracia, entre otras cosas, porque la política fue permeada por la guerra. Comenzamos con una descripción del significado ideal de las elecciones, después caracterizamos el conflicto en su dimensión regional y, finalmente, lanzamos algunas conclusiones sobre su relación.
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