En las líneas que siguen aplicaré la noción de "obstáculo epistemológico" a ciertos planteos que cotidianamente nos formulan los estudiantes de distintas carreras. Aunque algunas ideas de este artículo formaron parte de mi ponencia para las Jornadas de Reflexión Académica 2009-2010 de la Facultad de Comunicación y Diseño de ORT, los fenómenos aquí identificados surgen de mi experiencia en diferentes ámbitos institucionales. Tal vez parezca algo en exceso sofisticado trasladar un concepto clásico de la epistemología a la reflexión sobre la enseñanza de nivel universitario. ¿Qué es eso de "obstáculo epistemológico"?Para comprender la ciencia contemporánea –nos enseñaba hace ya muchas décadas el filósofo Gastón Bachelard–, es preciso abandonar ciertos conceptos que se dan por seguros, tomando conciencia de la precariedad de algunas nociones:"Cuando se buscan condiciones psicológicas del progreso de la ciencia, se llega pronto a la convicción de que hay que plantear el problema del conocimiento científico en términos de obstáculos. (…) El conocimiento de lo real es una luz que proyecta siempre sombras en alguna parte. Nunca es inmediato y pleno. (…) Volviendo sobre un pasado de errores, encontramos la verdad en un verdadero arrepentirse intelectual. De hecho, se conoce contra un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal hechos". (Bachelard, 1973, págs. 187-188)Según el autor, la noción de "obstáculo epistemológico" refiere a que "es imposible hacer de golpe tabla rasa de los conocimientos usuales" y que "frente a lo real, lo que cree saberse claramente ofusca lo que debería saberse. Cuando se presenta ante la cultura científica, el espíritu jamás es joven. Hasta es muy viejo, pues tiene la edad de sus prejuicios". (Bachelard, 1987)Este concepto puede resultar fecundo para pensar la enseñanza universitaria.Especialmente ante ciertos viejos prejuicios que afloran en el aula, a pesar de que sean muy jóvenes quienes los expresan: atribuciones simplistas a ciertos términos como "verdad" y "objetividad", relativismo moral extremo, vaivén entre las dudas aleatorias y las creencias más pueriles, etcétera. Estos auténticos obstáculos epistemológicos parecen inducir una banalización de la enseñanza universitaria, e incluso comprometer el futuro desarrollo profesional de los egresados. Veamos hasta qué punto esto es cierto, o no tanto.Cuatro supuestosEn nuestra experiencia docente a lo largo de los años, nos hemos encontrado ante la presencia de algo que podríamos denominar "obstáculos pedagógicos", por su similitud con aquellos aludidos por Bachelard. 1Supongamos que a alguien le preocupa que los docentes abriguen el propósito oculto de convencer a sus estudiantes de algo en particular. Esa persona debería atenuar su inquietud: en condiciones normales, las de nuestras democracias liberales en sano y perenne conflicto, es una tarea vana intentarlo. Eso es lo que surge ante las dificultades que uno suele encontrar ante el intento, mucho más modesto, de situar ante la consideración del estudiante ciertas ideas o autores al lado de las "certezas" que ya traen consigo al aula. En otras palabras, pedirles que tomen en consideración, o que supongan al menos provisoriamente que ciertas ideas diferentes a las que les son familiares pueden tener al menos algún aspecto positivo, es un ejercicio que las más de las veces choca contra una pared –es decir, choca contra un "obstáculo pedagógico" –.Parto de varios supuestos para poder reflexionar luego a partir de unos pocos ejemplos.Primero, supongo que el lector posee una formación académica pero no necesariamente en el área de la filosofía, y que no le interesan demasiado los problemas y las discusiones a los cuales esa milenaria disciplina suele conducir.Segundo, el lector es una persona en algún sentido sensata, y sabe que nuestras afirmaciones acerca de "hechos" o acerca de la "realidad" o del "mundo" poseen diferentes grados de certeza –sea cual fuere el significado que pueda atribuirse a términos semejantes–.Este segundo supuesto implica que no es lo mismo el grado de certeza que puede tener la respuesta a la pregunta "¿me amas?" que la respuesta dada a quien interroga por la cotización del dólar o por el número de celular de un conocido común. Incluso si se trata de temas científicos, éstos no poseen el mismo grado de certeza. Es decir, no se encuentra en el mismo nivel de adhesión cognitiva una discusión sobre las leyes del péndulo que otra sobre el big bang, las "super cuerdas" o cualquier otro asunto de la harto especulativa cosmología contemporánea.Tercero. Parto también de la base de que el lector posee cierto "sentido común" y considera ocioso repetir frases tales como "la objetividad absoluta no existe", frase tan obvia que parece hasta de tontos reiterarla.Pongamos un ejemplo bien claro. Hace poco en el salón de actos de la Facultad de Comunicación y Diseño de ORT recibimos a Leila Guerriero. Esta prestigiosa periodista vino a hablarnos de cómo encaraba su quehacer profesional y al referirse a este punto dijo, más o menos textualmente, "la objetividad es una mala idea".Con eso quería decir que cuando concurría, por ejemplo, a una villa miseria para preparar una de sus crónicas, no ingresaba allí como si ella misma fuese una videocámara sino que iba con toda su humanidad, su indignación, sus prejuicios, su ideología. Esto es comprensible y hasta compartible si se complementa con lo que la propia Guerriero manifestó unos minutos después.Palabras más o menos, los matices de la simpática visitante fueron por este lado: pese a que, en cierto sentido, la "objetividad" no es una buena idea cuando uno se la toma muy a pecho, eso no quiere decir que si una señora sale del rancho de la villa miseria al encuentro de Leila y esa señora tiene su dentadura completa, Leila esté dispuesta a escribir luego en su crónica que la mujer tenía la boca en mal estado.En otras palabras, que "la objetividad" en una acepción simplista sea una mala idea, no debería conducirnos a perder la honestidad profesional diciendo una cosa diferente de la que efectivamente se contempló. 2 Parto también de un cuarto supuesto: el lector es partidario de los derechos humanos y no está dispuesto a conceder que sean vulnerados o que no sean defendidos de la mejor manera posible. ¿Por qué hacer explícito este supuesto tan básico para la convivencia civilizada? Ocurre que no solamente los neonazis actuales los desprecian: la adhesión inequívoca a los Derechos Humanos no es nada obvia hoy y tampoco lo era cuando Gilles Deleuze se burlaba de su defensa enL´Abécédaire de Deleuze, la célebre entrevista con Claire Parnet, dirigida por Pierre-André Boutang en 1988-1989. En realidad, el hecho de que algunos invoquen los DDHH de modo hipócrita no debería conducir, precisamente, a rechazarlos. Por si alguien le queda alguna duda, las palabras textuales de Gilles Deleuze son: "Actuar por la libertad, devenir revolucionario, ¡es también operar en la jurisprudencia! Cuando uno se dirige a la Justicia. ¡La Justicia no existe, los derechos humanos no existen! Lo que cuenta es la jurisprudencia: esa es la invención del Derecho. De ahí que los que se contentan con recordar los derechos humanos y recitar los derechos humanos, en fin, ¡no son más que unos imbéciles!". (Deleuze, 1988-1989, pág. 73)Otra "vaca sagrada" de la posmodernidad es Michel Foucault. No es que Foucault carezca de méritos, sólo que en el punto que aquí nos ocupa, da pena pensar que en una célebre polémica de 1972 para la TV holandesa, Noam Chomsky haya tenido que recordarle que la lucha por el poder debía legitimarse por alguna idea, aunque fuese precaria, de "justicia". Entrentanto, a Foucault parecía importarle exclusivamente si el proletariado iba o no a acceder al poder. 3 Por otra parte, irrita un poco que mientras casi cualquier persona de mediana cultura es capaz de recordar las simpatías nazis de Martin Heidegger, poca atención se le haya prestado a la documentada denuncia de las frivolidades políticas de Foucault, llevada a cabo con mucho coraje por Juan José Sebreli en El olvido de la razón(2006).Hasta aquí mis puntos de partida. Necesitaba declararlos de modo manifiesto porque en muchos ámbitos académicos en que he tenido ocasión de participar en los últimos años, encuentro "obstáculos epistemológicos" y por ende "obstáculos pedagógicos" que ponen aquellos supuestos en tela de juicio –en ocasiones en forma despectiva, sin dar la oportunidad al docente o al conferencista de explicarlos o defenderlos mínimamente–.El diario o la vidaRespecto de la noción de "verdad" y de "objetividad", por ejemplo, me he encontrado con dos tesis extremas. Hace ya unos cuantos años –no puedo ser preciso en esto–, no era raro encontrar estudiantes de periodismo dispuestos a defender una noción absoluta de "verdad". La "verdad" y la "objetividad" eran valores supremos y los futuros periodistas era los sacerdotes que debían custodiarlos, en desmedro de cualquier otro valor humano que pudiese entrar en conflicto con ellos.La noción de que los valores más importantes pueden encontrarse en conflicto permanente y que es preciso atenderlos según inexorables soluciones de compromiso, parecía –y parece hoy– por completo ajena para algunos. Algo así como si la tensión entre ser músico y llevar una vida familiar condujese necesariamente a la desagradable dicotomía de prescindir de su pareja e hijos o bien tirar el piano por la ventana.La célebre foto del buitre acechando al niño agonizante, por ejemplo, condujo a algunos a repetir la inadmisible justificación de dejar morir al niño en aras de "cumplir el deber profesional" de sacar la foto y salir corriendo. No estoy seguro que se advierta ya no digo la inmoralidad de esa opción sino la estupidez de quienes la sostienen: según los partidarios del supremo sacerdocio de mostrar a la gente el mundo tal cual es, sería más importante enterar a la gente de estas situaciones, que ayudar a intentar resolver de inmediato una de ellas. ¿Qué sentido tiene informar si no es para poner esa información al servicio de todos los seres humanos de carne y hueso? ¿O acaso se trata de datos para manejo o incluso mero esparcimiento de unos, sin considerar el sufrimiento de otros?Para ilustrar este aspecto, veamos las expresiones de un egresado de periodismo que afirma muy suelto de cuerpo: "Imaginemos un periodista especializado en conflictos bélicos, que es enviado a una guerra. ¿Debe ayudar a los soldados heridos que se desangran a su lado? ¿Debe intervenir el periodista cuando ve que algo está mal, como el hecho de que esos soldados estén sufriendo? Claro que no. La forma más saludable de ejercer el periodismo es teniendo siempre presente que su única función es informar. Si el periodista que fue enviado al campo de batalla se dedica a auxiliar a los heridos en vez de hacer su trabajo, ¿qué pasará con toda esa gente que quiere ser informada sobre lo [que] está ocurriendo en dicho conflicto bélico? ¿Quién hará el trabajo del periodista, si éste se dedica a llevar a cabo el trabajo de alguien más?". 4Al autor de estas expresiones ni siquiera se le ocurre pensar que tal vez haya que distinguir las situaciones en que no es posible ayudar de ninguna manera, o que hacerlo sería correr un riesgo de vida con escasas probabilidades de salvar a nadie, de aquellas en que tal vez se pueda hacer algo, asumiendo riesgos hasta donde nuestra ética y nuestra gratitud lo permitan, para corresponder a quienes nos han protegido y nos han permitido llegar hasta el escenario del conflicto. "¿Debe ayudar a los soldados heridos que se desangran a su lado? Claro que no", afirma con frívola seguridad el defensor del periodismo al servicio de la "información", la "objetividad", la "verdad" o sus variantes, como ídolos abstractos y entidades superiores a los seres humanos que se "desangran" por ellos –y por los "periodistas" que saben poner oportunamente su pellejo a salvo–. La estúpida seguridad del "claro que no" es increíble."La única función es informar" dice el autor de esas frases, como si el derecho a recibir la "información" por parte de los seres humanos que configuran un público fuese superior al derecho a la vida de quienes combaten por ellos –al menos en ciertas ocasiones–.La Tierra es cuadradaPasemos ahora al otro extremo: el de la negación de toda "verdad", de toda noción más o menos de sentido común de "realidad" y del relativismo extremo que supuso el advenimiento de la moda de la "posmodernidad". Como veremos, los autores posmodernos, o mejor aún, lo que creen los estudiantes que dicen o dijeron los autores de la "posmodernidad", supone una confortable negativa a aceptar cualquier teoría o doctrina que promueva valores o pretenda describir la "realidad", por grande que haya sido el trabajo que insumió su elaboración. Es decir, los estudiantes –y a veces también algunos autores "posmo" como los que mencioné líneas arriba a costa de herir muchas susceptibilidades–, no solamente incluyen en su enérgica barrida materias opinables como los valores éticos o estéticos, sino también algunas elementales nociones científicas.Veamos, pues, este otro caso de "obstáculo pedagógico", tomado de un examen de "Análisis de Productos Periodísticos". En una de las consignas, pedí a mis estudiantes que expresaran su opinión personal sobre las declaraciones de Giovanni Sartori en una entrevista donde el notable pensador político italiano explicaba que: "Los medios italianos están llenos de chicos y chicas con muy buena voluntad a los que se pide que hagan una entrevista cada día. Y hacen entrevistas penosas; no porque sean estúpidos, sino porque no están preparados. Y no les dan tiempo para prepararse. Tienen que hacer la entrevista; van allí, y se tragan que alguien les diga que la Tierra es cuadrada. Ellos no cuestionan nada, no saben hacer preguntas e informan que la Tierra es cuadrada. Y por otro lado, los periodistas más hechos son muy cautos, no quieren exponerse a protestas, o no se arriesgan porque no saben lo suficiente de las cosas de las que escriben. Hoy, los periódicos casi no hacen investigación. Es gravísimo; la investigación es lo más importante, es la gran fuerza del diario, y los periodistas que saben hacerla han desaparecido casi, se están extinguiendo". (Sartori, 2005)Una alumna a la cual, por supuesto, no deseo responsabilizar individualmente sino que muestra a las claras las consecuencias de una moda muy fuerte, o de algo más que una moda, respondió con firmeza en estos términos respecto de que la "preparación" de los periodistas: "No puede medirse en términos de las respuestas que aceptan puesto que vivimos en una era posmoderna donde la racionalidad ha dejado de dominar todas las áreas y si alguien quiere sostener que la tierra es cuadrada puede hacerlo. La falta de cuestionamiento que afirma es una tesis también propuesta en Homo videns y tiene que ver con la incapacidad de análisis que produce la cultura de la imagen. Pero esto no es excusa para acusar a un periodista de "penoso" porque publica que la tierra es cuadrada. Ya no hay verdades inmutables. [Sartori] defiende a los periodistas «más hechos» con lo cual quiere decir modernos, es decir, los racionalistas que todo lo verifican científicamente y por eso «no arriesgan porque no saben lo suficiente». Sartori no toma en cuenta que este periodismo no tiene por qué ser mejor, sino que es distinto, pertenece a otro tiempo, a otra ideología y responde a otro público con necesidades diferentes".No conforme con ello, la misma estudiante agrega en líneas posteriores que:"Afirmar que «la investigación es lo más importante» es seguir atado a un metarrelato de verdad que sostenía una definición de periodismo como recolector, procesador y transmisor de hechos fidedignos y no se ha preguntado si hoy, que han desaparecido los metarrelatos (incluido ése) esa concepcion no ha cambiado (…) Creo que lo «gravísimo» es continuar atados a un modelo que ya no es aceptado por el mundo posmoderno, que ya no tiene público y por lo tanto sentido de existencia".Los ejemplos de ignorancia del método científico en particular y de las confusiones acerca del auténtico sentido de la modernidad podrían multiplicarse. La estudiante cree por ejemplo que "la religión y el Estado son dos grandes relatos, ambos cuentan con la confianza absoluta del hombre moderno". Además, sostiene que"el hombre de la modernidad defendía ante todo la racionalidad (…) una noción inmutable de verdad y realidad (…) y una confianza ciega en la ciencia". En otra de las carillas de su examen afirma también que "para el modernista [sic] lo más importante es mantener el status quo".Está claro que la estudiante jamás leyó a Voltaire, ni a Diderot, ni a Rousseau, ni tampoco, más acá en el tiempo y en influencia, a Karl Marx. Y que jamás estudió las diatribas ilustradas contra el papado, la noción de verdad científica como algo perfectible y aproximativo, entre otros aportes de la tan menoscabada como desconocida modernidad, y ha optado por una pésima caricatura. Probablemente ignora también la consigna "libertad, igualdad, fraternidad" de los revolucionarios franceses.Quizás se trata de un caso aislado o, a lo sumo, los párrafos transcriptos podrían haber sido tomados de las hojas de examen de algunos otros estudiantes pero no de la mayoría. Sin embargo, no deja de inquietar el hallazgo de este tipo de "obstáculos pedagógicos". Y me apresuro a declarar que no tengo ningún problema en que se enseñen los autores de la posmodernidad. Al contrario –yo mismo suelo enseñarlos–.Es imprescindible hacerlo, sin duda. (A veces un exceso conduce a advertir mejor los defectos de otro exceso de signo contrario). Lo que sostengo es que habría que tratar de impartir a los estudiantes alguna idea menos esquemática y falsa de las corrientes que la precedieron –o de las que coexisten hoy incluso con ella–.Todos somos EichmannRecordemos que uno de mis cuatro supuestos era el de que el lector es partidario de los Derechos Humanos. En correspondencia con ese tema, he aquí un último ejemplo, tomado de un ensayo que pedí a mis estudiantes de "Cultura y comunicación". Voy a reproducir algunos párrafos y reduciré mis comentarios al mínimo. Para situarnos en el contexto adecuado, debo decir que el programa de ese curso pide ocuparse de Hannah Arendt, la gran pensadora social y política del siglo XX, que se ocupó de conceptos como el de la "banalidad del mal" y de promover la importancia de la "esfera pública" por sobre la "esfera privada". 5Explicado lo anterior, veamos como un estudiante inteligente y que además escribe con cierto talento literario, nos explica: "Descubro que a pesar de haber sido bombardeado en los últimos días con noticias acerca de prácticamente lo mismo, de leerlas en diarios y escucharlas en distintas radios (…) en realidad no sé muy bien qué es lo que pasa en Honduras, por ejemplo. No termino de asustarme por esa gripe extraña que nació hace unos meses en México, aún no sé si es buena idea comprarme uno de esos barbijos…"En tono confesional, íntimo, van surgiendo los fundamentos de toda una cosmovisión: "Me lavo los dientes, apago el calefactor de mi cuarto y me voy a dormir. Al otro día me levantaré para continuar con mi vida. Mientras duermo, una enorme cantidad de gente que no conozco está pasando frio o hambre o las dos cosas al mismo tiempo. Otros tantos estarán siendo asesinados en alguna guerra que no conozco; mucho sufrimiento, mucho dolor… Yo no soy un mal tipo, nunca robé nada, ni maté a nadie (…) Quiero a mis amigos, soy un buen hijo y demás… Muy a pesar de esto último, sería hipócrita si manifestara que me importa algo esa gente que no conozco, seguramente si me importara algo no podría dormir. Pero ¡no! Duermo como siempre, junto a mis pequeñas pretensiones de felicidad y mis sueños".Las líneas del ensayo se aproximan a su fin con la misma ambivalencia de sufrir por los derechos vulnerados y la resignación de asumir la propia monstruosa indiferencia: "Todos nosotros, todos los días convivimos con situaciones desgarradoras: de niños en la calle, chicos violentados por el sistema, hombres y mujeres marginados de la estructura, que vagan de esquina en esquina. Todos sabemos de los desastres que ocurren a diario en África, o en cualquier otro lado del mundo. Todos coincidimos frente a situaciones injustas; pero nadie hace nada. Frente a estas conclusiones se me hace muy difícil no entender a Hannah Arendt, y en definitiva a Adolf Eichmann, por mucho que pese. Todos de alguna manera somos Eichmann, todos somos parte de una especie de Holocausto, y todos continuamos con nuestras obligaciones al pie de la letra".Repasemos los casos que hemos traído para hacer un último comentario.Quizás los estudiantes que protagonizan los testimonios aquí incorporados no constituyen un número considerable, ni nada de esto debería inducirnos a preocupación.Pero es igual que cuando usted se pelea con uno o dos vecinos y vive mortificado todo el día, aunque resida en un edificio de cien apartamentos: estos casos tienden a crear la tónica del aula, pese a no formar una mayoría. Y después de todo, no parece muy halagüeña la perspectiva de ver egresar estudiantes que creen que es mejor dejar morir al prójimo a nuestro lado, con tal de cumplir un deber definido tontamente como "absoluto". O que se puede propalar cualquier opinión infundada o falsa, como "la tierra es cuadrada". O que "todos somos Eichmann" y por lo tanto podemos seguir cumpliendo con nuestras obligaciones y luego dormir tranquilos.* Profesor de Cultura y Sociedad ContemporáneaFACS – LI – Universidad ORT UruguayNOTAS1. En la Facultad de Comunicación, ellos suelen aparecer a menudo en materias como "Cultura y comunicación" y en "Ética y libertad de expresión". En la Facultad de Ciencias Sociales, me los he encontrado en "Cultura y Sociedad Contemporánea". Pero también son numerosos los ejemplos que recuerdo de mis tiempos de la Fundación Bank Boston, donde fui docente de la Diplomatura en Gestión Cultural, o en la actual Fundación Itaú, donde he venido desempeñando el mismo rol hasta hoy (2011), o en mis cursos de Ensayo, Cine y Filosofía en la hospitalaria Unión Latina de Thomas Lowy, o en congresos, seminarios y talleres de filosofía. Una atmósfera cultural similar podía percibir sin esfuerzo alguno en múltiples foros nacionales e internacionales, cuando ocupaba el cargo de Director Nacional de Cultura del MEC del Uruguay (2002-2005). Sería tan largo como innecesario agregar más, refiriéndome a ciertos ambientes intelectuales, donde cualquier cosa puede ponerse de moda. Al respecto, no vale la pena intentar decirlo mejor que Ernest Gellner en Posmodernism, Reason and Religion (1992), del cual existe traducción al castellano: Posmodernismo, razón y religión (1994).2. He aquí una actitud habitual en los estudiantes: del hecho de que haya muchas experiencias ambiguas suelen generalizar indebidamente sosteniendo que todas las experiencias son ambiguas y por lo tanto no es posible afirmar nada seguro del mundo, excepto su propia y dogmática declaración de escepticismo.3. La transcripción de la polémica entre Chomsky y Foucault, moderada por el filósofo Fons Elders, fue publicada en español: ver ELDERS, Fons (1974), La filosofía y los problemas actuales, Editorial Fundamentos, Madrid. También está disponible en: http://www.ddooss.org/articulos/entrevistas/Chomsky-Foucault-Elders.htm4. Por razones obvias, y dado que aquí lo que importa es analizar errores y no hablar de quienes los cometen, ninguna de las transcripciones de frases escritas por estudiantes de Universidad ORT o de otras instituciones serán asociadas a los nombres de sus autores. Puedo exhibir los materiales originales a quien me lo solicite a condición de preservar siempre el anonimato de los estudiantes.5. Para una visión panorámica de la obra de Arendt, ver Courtoisie, 2009. Disponible en:http://200.40.120.165/Suple/Cultural/09/09/18/cultural_441978.asp*Profesor de Cultura y Sociedad ContemporáneaLI – FACS – Universidad ORT UruguayBIBLIOGRAFÍABACHELARD, Gastón (1973). Epistemología. Textos escogidos por Dominique Lecourt, Anagrama, Barcelona. Para avanzar algo más puede consultarse "Gastón Bachelard. Su contribución al desarrollo de la epistemología contemporánea" de Alción Cheroni, en el volumen colectivo Reflexiones sobre el pensamiento francés contemporáneo (2008), Ediciones de la Biblioteca, Montevideo.BACHELARD, Gastón. (1987). La formación del espíritu científico. Editorial Siglo XXI, México. Citado por Luis E. Villamil Mendoza (2008) en "La noción de obstáculo epistemológico en Gastón Bachelard", disponible en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero38/obstepis.htmlCOURTOISIE, Agustín (2009). "Ensayos de Hannah Arendt (1906-1975). Caminos de la Política". Suplemento Cultural del diario El País de Montevideo. Disponible en:http://200.40.120.165/Suple/Cultural/09/09/18/cultural_441978.aspDELEUZE, Gilles (1988-1989). El Abecedario de Gilles Deleuze. En varios lugares de la web puede encontrarse esa serie de entrevistas, letras por letra. Impacta mucho ver y escuchar al filósofo pero es muy útil también consultar el texto completo, traducido por Raúl Sánchez Cedillo, y disponible en: http://217.126.81.33:501/psico/sesion/ficheros_publico/descargaficheros.php?opcion=textos&codigo=203GELLNER, Ernest (1994). Posmodernismo, razón y religión. Editorial Paidós, Barcelona.SARTORI, Giovanni (2005). Entrevista con José Manuel Calvo (25/12/2005). Disponible en:http://www.elpais.com/articulo/portada/Giovanni/Sartori/elpeputec/20051225elpepspor_3/TesSEBRELI, Juan José (2006). El olvido de la razón. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
El objeto de estudio comprende varios temas; 1. Se refiere a la vasta utilidad que tiene el enfoque funcional dentro del método comparativo en el Derecho Constitucional Comparado (DCC), considerado como disciplina de estudio autónoma, que comprende el examen de la problemática lingüística, histórica, sociológica y política; 2. Enseguida trata de la importancia y trascendencia que tiene la función jurisdiccional en la evolución teórica-práctica del constitucionalismo democrático; enfatizando el peso que tienen la independencia y autonomía con que deben gestionarse el gobierno y la administración del Poder Judicial, en mérito del principio de la división del poder político; 3. Se examina qué tan factible es ejercer el derecho a la información, junto al debido cumplimiento de actuar con transparencia, la obligación de rendir cuentas y, el grado de satisfacción ciudadana, expresado acerca del desempeño de los órganos colegiados encargados de su gestión en Italia, España y México. El foco de observación se centra en el periodo que va de la promulgación de la Constitución de la República Italiana en 1948, y su influencia en la nueva Constitución Española de 1978, y -a partir de esta- en las reformas a la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1994 y 1999; con referencia especial a la vigencia del principio de la división del poder político y su eficacia en el correcto desempeño de la función jurisdiccional; la defensa de la autonomía funcional de los órganos del Poder Judicial, y la independencia de los juzgadores -individual y colectivamente-; así como la aprobación de su presupuesto, el gasto; la transparencia y rendición de cuentas; selección, nombramiento, capacitación y disciplina del personal. De manera resumida adelanto que indago sobre la posibilidad de comparar la institucionalización de la forma del gobierno y administración del Poder Judicial, que prácticamente se ha generalizado en los países que adoptan la forma del Estado Constitucional Democrático (incluida en esta la forma del Estado Social y Democrático de Derecho); centrando la visión en la concepción, estructura, funcionamiento, eficacia y transparencia con que actúan los organismos conocidos como Consejo General del Poder Judicial, Consejo de la Judicatura Federal y Consejo Superior de la Magistratura. Insisto en afirmar que se equivocan quienes creen que, para hacer DCC, basta comparar varios ordenamientos. Naturalmente esto es estudiar el Derecho desde una perspectiva más amplia; pero no por ello se está creando Derecho Comparado. Quedarse sólo con la referencia del derecho extranjero, no agota la realización científica del DCC. No es lo mismo describir el derecho extranjero, que hacer su comparación jurídica. Es pertinente reconocer que la instrucción comparativa no reside solo en hacer referencia al derecho extranjero; es necesario profundizar en el análisis de las anomalías a que da lugar su recepción en contextos culturales diferentes. No puede dejarse al margen la nota de que una cosa es comparar estructuras constitucionales (y/o bloques de constitucionalidad), otra es comparar el funcionamiento de sus órganos, y otra más es comparar la eficacia que tal estructura y modo de funcionar alcanzan en la solución de la problemática jurisdiccional que se pretenda resolver. En buena medida la importancia del Poder Judicial en la actualidad, es consecuente con su proceso de evolución, iniciado a partir del nacimiento de esta forma de organizar políticamente a la sociedad que llamamos El Estado, desde la perspectiva del empoderamiento imperioso del aparato jurisdiccional y del control de la constitucionalidad, bien pudiera aceptarse a grandes rasgos y de manera generalizada, para toda forma de organización política de la sociedad que adopta la fórmula de la Democracia Constitucional; lo cierto es que, en tanto expresión abreviada del neo-constitucionalismo, caracterizado por las circunstancias inherentes al devenir histórico y uso lingüístico de cada Nación, no reporta un mismo desarrollo institucional y, por tanto, justifica su estudio y deslinde comparativo. En síntesis, la cuestión que nos ocupa se concreta en los aspectos que me parecen medulares en cada uno de los siguientes objetos a comparar, según se reseña en el siguiente cuadro resumen: Aspectos a comparar Objetos a comparar Definición Contenido 1).- El contexto político Diferencias en la conformación del sistema político Formas de Estado, de gobierno y régimen político, en relación con las cualidades e intereses de la ciudadanía. 2).-Estructura organizacional Modelo organizacional conforme al cual se institucionalizan los órganos del gobierno y la administración del PJ. Institucionalización centralizada, descentralizada, mixta o autónoma Unidad o dispersión de la judicatura Conformación y procedimiento de integración de los órganos de gobierno y administración. 3).- Funcionamiento de los órganos operativos Procedimientos para la toma de decisiones en los órganos de autoridad del Poder Judicial. Grados de autonomía funcional ¿Quién elabora, aprueba, ejerce y fiscaliza el gasto del Poder Judicial? Selección, nombramiento, capacitación, disciplina y remuneración del personal que labora en el PJ. Gestión de recursos materiales, financieros, de la construcción y el mantenimiento de instalaciones. 4).-Eficacia y transparencia en el ejercicio de atribuciones Eficacia en desempeño y transparencia en el funcionamiento de los órganos de gobierno y administración del Poder Judicial. Deber de transparentar todas sus actuaciones. Obligación de rendir cuentas públicamente de su gestión. Percepción de los colectivos de sus miembros integrantes, el foro profesional y la opinión pública, acerca del desempeño del Poder Judicial. 3. Objetivos e interrogantes de la investigación Objetivo principal: "Demostrar la utilidad del enfoque funcional del método del Derecho Constitucional Comparado, con la evaluación del desempeño de los órganos encargados del gobierno y la administración del Poder Judicial; examinando su autonomía operativa, la independencia de sus jueces y el grado de transparencia con que ejercen la función jurisdiccional en Italia, España y México". Objetivos instrumentales: " Precisar en qué consiste el método del Derecho Constitucional Comparado, concebido como disciplina científica; su deslinde del Derecho Comparado Privado y Público, y ¿cuáles son las ventajas que ofrece su utilización? " Especificar el significativo valor que tiene en la Teoría de la División del Poder Político en el surgimiento, evolución y praxis del Estado Constitucional Democrático. " Evidenciar la importancia y trascendencia que tiene la acreditación de la autonomía del Poder Judicial y la independencia de sus jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte; en el ejercicio de la función jurisdiccional. " Ofrecer parámetros para evaluar la eficacia, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas del desempeño de los diferentes órganos integrantes del Poder Judicial; a la vista de la institucionalización jurídico-política de la democracia. Interrogantes de la investigación: a. ¿Qué trascendencia tiene para la epistemología política-jurídica el debate sobre si el Derecho Constitucional Comparado es Ciencia o es método? ¿Acaso son excluyentes y afectan sin remedio el resultado de su aplicación? ¿Cuáles son los parámetros necesarios para el uso del método comparativo con enfoque funcionalista, más que institucionalista, en el ámbito del derecho constitucional? b. ¿Deben respetarse las tradiciones culturales en todo intento de reforma constitucional tendiente a incorporar instituciones jurídico-políticas de un Estado en otro? ¿pueden incorporarse con éxito desde las cúpulas del poder, aun cuando impliquen cambios sobre los patrones culturales? c. ¿Pueden hacerse tales incorporaciones sin identificar las realidades inherentes, indispensables para evitar riesgos en la adopción de nuevas instituciones; es decir, sin analizar los valores comunes al Estado Constitucional Democrático, según su grado de desarrollo interno, a la vista de la juridicidad y justiciabilidad de los derechos humanos; el ejercicio popular de la soberanía; el control jurisdiccional de la Constitución, y la división razonable y equilibrio ecuánime del poder político? d. ¿Es posible hacer el análisis de los procesos de reforma a la configuración y funcionamiento del Poder Judicial y de la praxis de la justicia, con toda su complejidad organizacional, comparando realidades político-culturales tan disparejas? ¿Cuáles son los criterios para el análisis de los países objeto del presente estudio? e. ¿La coincidencia en la ideología del constitucionalismo democrático, permite -lisa y llanamente- trasladar instituciones jurídico-políticas de un Estado de forma unitaria, con gobierno monárquico y régimen parlamentario, a otro de forma federal, con gobierno republicano y régimen presidencialista? f. ¿La exigencia de transparencia y rendición de cuentas sobre la actuación de los integrantes tanto del aparato de gobierno y administración, como de quienes ejercen la función jurisdiccional, son elementos de juicio idóneos -prima facie- para evaluar el cometido del Poder Judicial a la luz del constitucionalismo democrático? 4. Aspectos metodológicos En relación con los aspectos metodológicos, se abordan los puntos relativos a las diferencias entre el DCC y hacer una simple referencia al Derecho extranjero, así como la idoneidad de la perspectiva funcional; los niveles de investigación comparativa y el aprovechamiento del método comparativo. Un aspecto prioritario está en abocarse al examen de la lingüística, que pueda resultar equívoca antes de introducirse al estudio del DCC. Sin duda puede afirmarse que la precisión terminológica es condición ineludible para alcanzar el entendimiento y llegar a acuerdos. Un ejemplo de terminología imprecisa convertida en tópico relacionado con el Poder Judicial, está en el uso indistinto de las nociones de administración judicial y/o administración de justicia, que en la actualidad se evita en razón del equívoco a que da lugar, toda vez que la judicatura en todo caso no administra sino imparte. Estoy convencido de que la realización de todo trabajo de investigación sobre este tema, no alcanza a prepararse de manera adecuada, si -en principio- no se presenta el método comparativo a que alude Paolo Biscaretti en la Premisa Metodológica de su libro: Introduzione al Diritto Costituzionale Comparato, en el que plantea la necesidad de consolidar esta disciplina, dentro del conjunto de las disciplinas que estudian el Derecho Constitucional. En el caso se busca que, mediante la investigación sobre los puntos de coincidencias y sobre las diferencias específicas, se pueda dar luz sobre la evolución y desarrollo de las instituciones encargadas de gestionar el gobierno y la administración del Poder Judicial, a fin de encontrar elementos apropiados para profundizar su conocimiento y apreciación, a la vez que subrayar las carencias y deficiencias susceptibles de ser solucionadas. Ciertamente el objeto específico a seguir con el uso del método comparativo, se determina en relación con la naturaleza de la investigación, la cual puede orientarse tanto al ordenamiento constitucional en su conjunto, como a ciertas funciones e instituciones de éste. Otro aspecto imprescindible fue el relativo a la ubicación y profundidad del nivel de examen que debe realizarse en el DCC, está en el tema de los diferentes niveles en que suele clasificarse la investigación comparativa, fundamentalmente por el conjunto de instrumentos de análisis que dispone para cada uno de esos niveles, los cuales varían en razón de las finalidades que se persiguen: a)Comparación interna versus comparación externa; b)Comparación nacional versus comparación internacional; c)Comparación en sentido restringido versus comparación en sentido amplio; d)Comparación horizontal versus comparación vertical; e)Comparación sincrónica versus comparación diacrónica; f)Macro-comparación versus micro-comparación. En esta búsqueda, no pueden dejarse de aprovechar las reflexiones que hace al respecto Léontin-Jean Constantinesco, sin duda uno de los precursores más seguido por los estudiosos del derecho comparado; especialmente en lo que se refiere a su interesante teoría de los elementos determinantes, los que identifica como generadores de la identidad del ordenamiento jurídico; esto es, los elementos que trazan la forma de un sistema, fijando incluso su estructura fundamental. Es en este entendido que la secuencia de las reflexiones acerca del uso del método comparado se organiza en cuatro planos: En un primer plano tenemos la comparación propia del discurso común al campo de estudio de la ciencia jurídica, prácticamente desplegados inicialmente en los ámbitos del Derecho Privado. En un segundo plano habrá que identificar los principios, reglas y demás aspectos característicos de la comparación, propios del estudio del Derecho Público. En tercer plano habrá que abordarse el estudio de la materia constitucional; de modo que puedan deslindarse los campos específicos entre el Derecho Constitucional y el Derecho Comparado; y, en un cuarto plano, encontramos precisamente al examen del Derecho Constitucional Comparado y su metodología específica. Me parece del mismo modo pertinente mencionar las que considero puntualizaciones básicas para el estudio del Derecho Constitucional Comparado: La primera es que su origen corresponde a una creación científica; esto es, no resulta de las relaciones sociales sino de una construcción teórica, que llega a formar parte relevante de la dogmática jurídica; La segunda puntualización que creo oportuno mencionar, reside en el reconocimiento de la tradición comparatista de los juristas alemanes, franceses e italianos, iniciada entre los estudiosos del derecho privado, y enseguida desarrollada por los juspublicistas; Una tercera puntualización, está en mi convicción de que siempre será una necedad pretender demostrar la autonomía del derecho constitucional, respecto de la historia política; Como cuarta puntualización sostengo que nuestro acercamiento al Derecho Constitucional Comparado, más que obedecer a la intención de describir ordenamientos jurídicos existentes, ajusta su análisis al tenor del derecho que tienen los ciudadanos a saber y la obligación que tienen los funcionarios de transparentar sus actos y rendir cuentas; La quinta puntualización alude nada menos que a la selección del método comparativo, a seguir en la Ciencia del Derecho Constitucional Comparado; mismas que resumo en los siguientes pasos básicos: a)Cotejar normas e instituciones; b)Evidenciar características distintivas, similares o diferenciales; c)Alcanzar la determinación de principios y reglas que resulten de su aplicación; y d) Construir o elaborar una doctrina con la finalidad de: satisfacer exigencias de orden cultural apropiadas para la Teoría General del Derecho; mejorar la interpretación y valoración de las instituciones Jurídicas del ordenamiento nacional; especialmente si provienen de la misma cepa genealógica; mejorar la política legislativa, considerando la utilidad que brinda el buen conocimiento de las instituciones de estados semejantes; alcanzar la meta de unificación legislativa, que resulta de los cada vez más estrechos vínculos que se dan entre numerosos estados nacionales, con los cuales constituyen estructuras supranacionales. Por último, y con el propósito de adentrarnos en el estudio que permita acreditar la ventaja del enfoque funcional en el método comparativo, creo conveniente rescatar la opinión del profesor Giuseppe De Vergottini, en relación con lo que identifica como las tres cuestiones fundamentales que orientan el discurso científico de la comparación jurídica, a saber: ¿Para qué se compara? Esto es, despejar el problema de la función; ¿Qué se compara? Esto es despejar el problema del objeto; y, ¿Cómo se hace la comparación? Esto es despejar el problema del método. Se trata de ofrecer una investigación sistemática de la función, el objeto y la metodología del estudio comparativo del derecho constitucional; reconociendo prácticamente dos niveles de análisis; uno primario, el cual tiene que ver con la generación de conocimiento; de ahí la concepción del Derecho Constitucional Comparado como ciencia. Otro nivel, secundario, que concierne al aprovechamiento de los resultados obtenidos en el nivel primario, con el fin de cumplir diversos objetivos, como serían: a) las elaboraciones doctrinales; b) los fines prácticos en el ejercicio profesional; c) el apoyo en la interpretación constitucional; d) la preparación de textos normativos; y, e) la elaboración de resoluciones judiciales y/o jurisprudenciales. 5. Evolución del constitucionalismo y función jurisdiccional Estoy convencido de que toda intención de asomarse al estudio del Derecho Constitucional Comparado, para examinar y evaluar el desempeño del gobierno y la administración del Poder Judicial, debe contener una revisión y deslinde -aunque sea de manera sucinta- de las concepciones que le contextualizan, las cuales en nuestro caso conciernen a la doctrina del Constitucionalismo, la Teoría de la Constitución y el propio Derecho Constitucional, así como las que le dan marco en la actualidad, como las del neo-constitucionalismo; la constitucionalización del sistema de valores superiores del ordenamiento jurídico; las peculiaridades en la interpretación de la Constitución; la teoría de la supra-constitucionalidad, el denominado bloque de constitucionalidad, y las mutaciones constitucionales; habida cuenta de que todos estos conceptos tienen significados bien delimitados entre sí, aun y cuando sean -a la vez- complementarios respecto de su fuente, y de que en no pocos fragmentos -incluso- compartan contenidos propositivos. De ahí que sea imprescindible, más que oportuna, la reflexión sobre estas nociones, de cuya familiaridad conceptual alineamos el lenguaje modélico del Derecho Constitucional Comparado; y con las cuales configuramos el contorno epistémico del objeto de nuestra investigación jurídico-constitucional comparada. 6. Independencia, autonomía y legitimidad de la judicatura Se tiene por bien sabido que en toda obra literaria que se escriba sobre el Estado Constitucional Democrático, hay dos temas que no pueden eludirse: la juridicidad y justiciabilidad de los Derechos Humanos y la división del poder político; habida cuenta de que ambos componen el elemento inherente genérico del propio bastimento constitucional. Si bien el tema medular de nuestra investigación exige concentrarnos en la transformación que ha tenido aquella idea originaria de la separación de los poderes, hasta alcanzar lo que hoy significa propiamente la división del poder político, y dentro de ésta el papel que corresponde cumplir al Poder Judicial; me parece pertinente reconocer la aprobación -prácticamente universal- que ha ganado la idea de dividir el poderío del Estado, en tres poderes correspondientes a la manifestación soberana de crear, ejecutar y definir el derecho; pero, sin dejar de tener claro que sus términos no son necesariamente adaptables a toda sociedad, de la misma manera y en todo tiempo. Desde luego, tengo la convicción de que al tema de la división del poder político no sólo debemos aproximarnos enfocando su contenido dogmático, como principio, sino también en razón de su importancia funcional, en tanto componente fundamental del sistema político. Esto sin dejar de lado que nuestro examen se despliega del ámbito de la política al ámbito del derecho y, de este, al de la especificidad de la interpretación constitucional; tratándose del tema del Derecho Constitucional Comparado, con aplicación específica al funcionamiento del gobierno y administración del Poder Judicial; considerando de manera especial el transcurso mediante el cual las instituciones judiciales alcanzan a ejercer sus funciones con independencia y autonomía; pues, en efecto, la evolución del Poder Judicial como tercer poder integrante del Estado Constitucional Democrático o el Estado Social y Democrático de Derecho, sobreviene de modo diferente en lo que -a mi juicio- son las dos etapas, conocidas y demarcadas en estricta correlación con la historicidad del concepto, expresado inicialmente como separación o división de poderes -el rey equiparado con el Poder Ejecutivo versus el Parlamento equiparado con el Poder Legislativo-, para expresarse posteriormente como división del poder político, convertido en principio fundamental a verificar en la distribución del ejercicio del supremo poder del Estado, propio de los estados americanos. Podemos afirmar que se trata de un principio que trasciende diferencias nacionales, épocas y lugares; es el principio que reconoce la importancia de tener una judicatura con la fuerza suficiente para hacer efectivo el derecho, y que ésta radica esencialmente en la independencia de quienes están encargados de hacerlo. Es la característica esencial del Poder Judicial, absoluta, incondicional e irrenunciable. Sin independencia no cabe hablar de juez justo. No es un fin, sino el medio para alcanzarlo. Es la médula del imperio de la ley que da a la ciudadanía la confianza en que las leyes se aplicaran justa e igualmente. Hace posible que los jueces adopten decisiones poco populares, incluso contrarias a los intereses de otras ramas del gobierno. Esto es así, de tal manera que independencia e imparcialidad judicial vienen a ser valores inseparables. 7. Gobierno y administración del PJ en Italia, España y México El replanteamiento del modelo de administración judicial en el Estado Constitucional, vigorizó el principio de la independencia de la Magistratura italiana, en tanto institución constitucional, así como de los jueces dentro de ella, no solo frente a los otros poderes políticos, sino frente a cualquier sujeto de poder formal o fáctico; de suerte que su estructura y funcionamiento terminaron por quedar al margen del Poder Ejecutivo, para ubicarse en un órgano completamente nuevo: Il Consiglio Superiore Della Magistratura (correctamente traducido como El Consejo Superior del Poder Judicial), presidido por el Presidente de la República e integrado, en dos terceras partes, por magistrados ordinarios electos mediante sufragio interno entre todos los pertenecientes a las diversas categorías, y otra tercera parte por juristas de prestigio elegidos por el Parlamento en sesión conjunta, entre catedráticos titulares de universidades en materias jurídicas y abogados con 15 años de ejercicio. Así mismo forman parte del mismo el primer Presidente y el Fiscal General del Tribunal Supremo. Todos los integrantes eligen al vicepresidente de entre los componentes elegidos por el Parlamento. La nueva Constitución Italiana de 1948, que establece e impulsa la independencia del Poder Judicial, se despliega en un contexto histórico marcado por cambios vertiginosos que fueron consolidando su importancia y trascendencia republicana, al grado que llegan a transformar la realidad de la política en Italia. En los años cincuenta del siglo pasado el desempeño del Poder Judicial apenas llamaba la atención pública; en la década de los años setenta empieza a aparecer en las portadas de los diarios y, en los ochentas, los casos judiciales ocupan grandes espacios en los medios masivos de comunicación como objeto de discusión pública, y los jueces aparecen entrevistados a menudo. En los noventa la acción combinada de jueces y fiscales impactó en el sistema político-jurídico italiano, como consecuencia de la lucha anticorrupción iniciada desde la oficina del fiscal de Milán, bajo la identificación del movimiento conocido como Manos Limpias (Mani Pulite), a causa del cual desaparecieron los dos partidos políticos que dominaban el escenario italiano: el Demócrata Cristiano y el Socialista; dando margen para el surgimiento de un nuevo movimiento político de centro-derecha, encarnado en el partido Forza Italia, que encabeza el empresario Silvio Berlusconi, quien vino a elevar al sistema político italiano a su nivel más alto de corrupción durante la primera década del siglo XXI. En este contexto histórico se despliega la judicatura italiana, prevista desde la Constitución de 1948 que establece e impulsa la independencia del PJ. La estructura y el funcionamiento del gobierno del Poder Judicial en España, se entiende a partir del estudio del Título VI de la Constitución Española, aprobada por las Cortes el 31 de octubre de 1978; complementado con los estudios correspondientes de la Ley Orgánica del Consejo General del Poder Judicial 1/1980, y la Ley Orgánica del Poder Judicial 6/1985; misma que ha sido reformada mediante Ley Orgánica 2/2001 del 28 de junio; Ley Orgánica 4/2013 de 28 de junio, y la más reciente Ley Orgánica 7/2015 de 21 de julio. Además naturalmente con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. En efecto, la Constitución Española establece en el artículo 122 -especialmente en el segundo punto- la institución de El Consejo General del Poder Judicial como órgano de gobierno del mismo; anticipando que La ley Orgánica establecerá su estatuto y el régimen de incompatibilidades de sus miembros y sus funciones, en particular en materia de nombramientos, ascensos, inspección y régimen disciplinario; la cual no puede asimilarse cabalmente sin considerar a la vez el artículo 117.1 de la propia Constitución Española, por cuanto establece que La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley. En principio atrae la atención el hecho de que el título VI de la Constitución Española se denomine positivamente Del Poder Judicial, contrastando con los enunciados constitucionales de los otros poderes del Estado, a los que denomina como De las Cortes Generales, en el caso del Poder Legislativo, y Del gobierno y de la administración, respecto del Poder Ejecutivo. Por su parte el enunciado Del Poder Judicial se reafirma en el apartado 1 del artículo 117; así mismo, corrobora tal noción de Poder Judicial en el apartado 2 del artículo 122 constitucional. Una observación pertinente sobre las bases constitucionales del CGPJ que no puede soslayarse, está en el apartado 3 del mismo artículo 122 de la Constitución, por cuyo contenido el Presidente del Tribunal Supremo será quien presida a su vez el Consejo General, el cual estará integrado además por veinte miembros nombrados por el Rey para un período de cinco años. De éstos, doce deberán ser seleccionados entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales (civiles, penales, contencioso-administrativos y laborales o sociales); otros cuatro a propuesta del Congreso de los Diputados y cuatro más a propuesta del Senado; elegidos en ambos casos por mayoría de tres quintas partes de sus integrantes, entre abogados y juristas de reconocida capacidad y con más de quince años de ejercicio profesional. Según el artículo 123.2 de la Constitución Española el Presidente del Tribunal Supremo será nombrado por el rey, a propuesta del Consejo General del Poder Judicial, en la forma que determina la ley y de conformidad con el artículo 124.4 de la misma Constitución, el fiscal general del Estado también será nombrado por el Rey, pero a propuesta del gobierno y, simplemente, oído del Consejo General del Poder Judicial. Asimismo, en términos del artículo 159.1 de la CE, dos de los doce magistrados del Tribunal Constitucional han de ser designados a propuesta del Consejo General del Poder Judicial. La transformación del Consejo General del Poder Judicial, al abrogarse la LO 1/1980 por la LO 6/1985 del Poder Judicial, sin duda inició uno de los debates políticos más encendidos y duraderos desde la promulgación de la Constitución Española en 1978; motivada con el argumento repetitivo de que su actualización era imperiosa para mejorar el gobierno y la administración del Poder Judicial, dando lugar a varias modificaciones y adiciones; todas las cuales han sido consideradas de manera que los cambio aplicados en la elección de los vocales y posterior funcionamiento del CGPJ, en la realidad responden, a intereses de carácter político-partidista. Hay consenso prácticamente unánime en considerar que la partidocracia ha sido nociva para la independencia del Poder Judicial. El proceso de transición del sistema jurídico mexicano contemporáneo, a partir de la asamblea constituyente de 1916-17, va de un contenido normativo claramente autoritario a otro de carácter democrático, ciertamente se ha resuelto de manera pacífica cumpliendo los requerimientos de la vía jurídica ordinaria establecida por la misma Constitución. En casi 100 años de vigencia todas sus disposiciones relativas al Poder Judicial, contenidas en el Capítulo IV, artículos 94 a 107, han sido modificadas -al menos en una ocasión-; aunque algunos artículos como el 94 y el 107 han sido reformados en diez y trece ocasiones respectivamente. En todas estas reformas se encuentra lo que bien puede llamarse el proceso de transición del Poder Judicial de la Federación Mexicana; aunque, en realidad este proceso se identifica mejor en el período que va de 1987 a 1999, habida cuenta de que de 1917 a 1987 el gobierno y la administración del Poder Judicial se mantuvieron inalterables a cargo del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es común encontrar el reconocimiento de que en México, el Poder Judicial jugó un papel de poca importancia en el esquema de división de poderes hasta 1987, en que comenzó su reforma sustancial orientada a lograr la independencia judicial, como potestad conferida a los jueces en virtud de la cual se encuentran en la posibilidad de administrar justicia de acuerdo con su ciencia y su conciencia, sin que estén sujetos a consignas o directrices de los órganos de los demás poderes del Estado, o de los órganos superiores del poder a que pertenecen. De suerte que la independencia vino a ser considerada como requisito inexcusable para el ejercicio de la función jurisdiccional. Fue hasta mediados de los años noventa cuando el tema del Poder Judicial dejó de ser una cuestión intrascendente para explicar el funcionamiento del sistema político. En México se hizo realidad la aseveración, de que si bien en el siglo XIX florecieron los órganos parlamentarios, especialmente en los EUA y en Europa Continental; y el siglo XX se caracterizó por el empoderamiento de los titulares de los poderes ejecutivos, inclusive en los regímenes parlamentarios; en el XXI gozaríamos de la eficacia de los organismos jurisdiccionales, como parte esencial del fenómeno que comparten las nuevas democracias constitucionales, mismas que en el momento reportan una creciente expansión del Poder Judicial. En efecto, el 31 de diciembre de 1994 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma constitucional que modificó sustancialmente la composición orgánica y funcional de la SCJN e incorporó la figura del Consejo de la Judicatura Federal; legislándose con inusitada rapidez la actualización de la reglamentación secundaria correspondiente; misma que facilitó la instalación del primer Consejo de la Judicatura Federal el 2 de febrero de 1995; en principio mediante una adición a la Ley Orgánica del Poder Judicial vigente desde 1988, para finalmente quedar contenido en una nueva Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, publicada en el DOF el 26 de mayo de 1995. Aunque a menos de 5años se produjo la enmienda, que un sector de la doctrina jurídica reconoce como la contrarreforma constitucional de 1999. Ciertamente la instauración del CJF del Poder Judicial de la Federación con atribuciones en materia de gobierno y administración -que antes correspondían lisa y llanamente a la SCJN- ha sido, sin duda, uno de los acontecimientos más destacado de esta -bien llamada- gran reforma de la CPEUM en materia judicial. Nuevo órgano integrado por siete consejeros propietarios, bajo la presidencia del mismo presidente de la SCJN; que vino a transformar la organización y el funcionamiento del Poder Judicial de la Federación. Por cierto no exento de contradicciones y complicaciones, como las que resultan de ese doble papel que asume el presidente de ambos órganos a la vez, en cuanto que le queda la responsabilidad de revisar los actos en que ha participado. Ciertamente esta reforma se inspiró en la creación del CGPJ español y, en consecuencia, del CSM italiano, aunque con diferencias importantes, sobre todo en cuanto al tamaño de su estructura, la cual trasciende - desde luego- a su funcionamiento. 8. Conclusiones, recomendaciones y propuestas Acaso en la configuración de manera secuenciada de unas y otras, podría darse la impresión de duplicidad, opté por considerar que la reiteración, si bien abunda innecesariamente, afecta menos que la ausencia. Con el propósito de abreviar, me resulta difícil escoger unas de las 50 conclusiones-recomendaciones. En cuanto a las interrogantes que formulé desde que presenté el protocolo de la investigación, procedo a darles respuesta con fundamento en las reflexiones y demás información contenida en el desarrollo temático de los siete capítulos que conforman la tesis, en los siguientes términos: a) Me he alineado entre los estudiosos del derecho público que impulsan el carácter científico, más que metodológico, de la disciplina de estudio denominada Derecho Constitucional Comparado, que tienen su asiento principal en la Universidad de Bolonia, encabezados por el Dr. Lucio Pegoraro. Inmerso en esta corriente concluyo que no son necesariamente excluyentes ambas conceptualizaciones, de manera que su uso indistinto tampoco afecta el resultado de su aplicación. b) En cuanto a los parámetros necesarios para el uso del método comparativo desde un enfoque eminentemente funcionalista más que institucionalista, en el ámbito del derecho constitucional, es pertinente reconocer que el devenir histórico del constitucionalismo en cada Nación ocurre de manera desigual, presentando tanto analogías como diferencias, que terminan por generar dificultades, sobre todo al momento de pretender instaurar nuevas instituciones; de manera que el respeto a sus tradiciones, siempre se hace presente, sobre todo cada vez que se intenta una reforma constitucional tendiente a adoptar instituciones jurídico-políticas de un Estado en otro. c) En cuanto a si pueden hacerse -con éxito asegurado- tales incorporaciones, desde las cúpulas del poder, aun cuando impliquen cambios sobre sus patrones culturales, sostengo que sí pueden hacerse, pero cuidándose de identificar las diferencias más que las semejanzas, que cada realidad inherente exhibe, lo cual es indispensable para evitar riesgos en la adopción; es decir, cuidándose de analizar los valores comunes a la formulación del Estado Constitucional Democrático, según su grado de desarrollo interno, y a la vista de la juridicidad y justiciabilidad de los derechos humanos; el ejercicio popular de la soberanía; el control jurisdiccional de la Constitución, y la división razonable y equilibrada del poder político. d) Por lo demás, alego en favor de que si puede ser meritorio verificar el análisis de los procesos de reforma constitucional y legal, relativos a la configuración y funcionamiento del Poder Judicial y la praxis de la justicia, con toda su complejidad organizacional, comparando realidades político-culturales tan disparejas; siempre y cuando tales diferencias puedan dejarse de lado, ante la evidencia de la similitud de la misión que están llamadas a cumplir. e) Me parece pertinente dejar claro que en cuanta ocasión he mencionado la necesidad de identificar las diferencias estructurales, de organización y funcionamiento, a lo largo del contenido de la tesis, estas aluden evidentemente a las diferencias en las formas de Estado, de gobierno y de régimen político, mismas que comprenden a cada uno de los sistemas políticos respectivos a Italia, España y México; pero insistiendo que tal identificación de diferencias se haga dentro de la doctrina de la democracia constitucional. f) Es así que, entre los principales criterios para llevar a cabo un análisis adecuado de los órganos que gobiernan y administran el Poder Judicial, en los países objeto del presente estudio, tenemos -desde luego- a la coincidencia en la ideología del constitucionalismo democrático; la cual permite -en principio y según la argumentación expuesta- trasladar instituciones jurídico-políticas de un Estado de forma unitaria, con gobierno monárquico y régimen parlamentario, a otro tipo federal, gobierno republicano y régimen presidencialista. g) Ciertamente el reconocimiento y la puesta en práctica del derecho a la información, junto a la exigencia de transparencia y rendición de cuentas, sobre la actuación de los integrantes del aparato de gobierno y administración, así como de quienes llevan a cabo la función jurisdiccional, llegan a ser elementos de juicio idóneos -prima facie- para evaluar el cometido del Poder Judicial a la luz del constitucionalismo democrático, sobre todo ante los indicadores desarrollados por diversos organismos internacionales afiliados a las Naciones Unidas, la Unión Europea, como The Office of Democracy and Governance, USAID, UNODC-VIENA, ENCJ, CEJA, OCDE, CIEJ, CJI, Instituto de Investigaciones Jurisprudenciales y de Promoción y Difusión de la Ética Judicial, CEPEJ, Centre for Law of Democracy, Access Info; entre otros.
Haciendo una observación general –en el metro, en el autobús, caminando por la calle o en cualquier reunión de amigos– es fácil comprobar que nos encontramos en una nueva era en la que estamos 24 horas on-line ó 24 horas disponibles para comunicarnos con nuestros contactos. Se pueden simultanear conversaciones físicas, con coloquios a través de redes sociales o de sistemas de chats integrados en nuestros teléfonos móviles. Podemos responder en tiempo real a las inquietudes de nuestros interlocutores. Terminales como las PDAs han facilitado esa disponibilidad permanente. Hemos cambiado nuestra forma de comunicarnos gracias a la proliferación de este tipo de aparatos. Hemos ampliado la facilidad de establecer contacto y hemos comenzado a entablar diálogos on-line con las marcas y las empresas. Los medios sociales, entre otras herramientas, permiten interactuar en los espacios habilitados por las corporaciones. A través de estos espacios intercambiamos opiniones con las propias marcas o con otros usuarios interesados en las mismas. Se han multiplicado los canales y herramientas a través de los cuales aportamos opiniones, ensalzamos o criticamos productos, nos quejamos del trato del personal, hacemos consultas previas a una decisión de compra y un largo etcétera. Las nuevas tecnologías permiten además que hagamos todo esto de manera más rápida. Se han agilizado los tiempos de respuesta. Esta ampliación, en cantidad y calidad, del abanico de posibilidades han modificado las pautas de comportamiento de los públicos con respecto a las marcas y, por ende, en la manera de comunicarse de estas. Las nuevas aplicaciones nos permiten algo que la comunicación corporativa soñaba desde hace años: las empresas, sus productos y sus servicios han empezado a hablar de 'tú a tú' con sus públicos. Decía Verdú en el año 2005 que la publicidad, como tantas otras instancias, había decidido hacerse humana; y el tiempo le ha dado la razón. Tenemos, asimismo, la posibilidad de segmentar con mayor facilidad acercándonos a comunidades y grupos de intereses que, de manera espontánea, surgen en la red, o que podemos generar desde los departamentos y agencias de comunicación. Podemos ir a buscar a nuestros targets economizando tiempo, esfuerzo y presupuestos; e incluso tenemos la oportunidad de testar y preguntarles directamente qué quieren, qué necesitan, qué les interesa, qué les gusta y, de este modo, extraer ideas. De esta manera podemos tener un contacto tan directo con nuestros públicos y contar con sus opiniones a través de canales que antes no existían (Formanchuk, 2010) Los internautas, los públicos del siglo XXI que navegan por Internet, utilizan canales on-line y entablan charlas con las empresas, tienen necesidades diferentes, desean obtener los contenidos de otra manera, no se conforman con las fórmulas de siempre; estamos ante un público interactivo que demanda formas nuevas de relacionarse con las compañías (Beelen, 2006:11-12). Formas con escaso tiempo de vida, si las comparamos con las formas tradicionales de comunicación corporativa; formas 'beta', que estamos aprendiendo gracias al ensayo-error y ensayo-éxito. Los internautas están acostumbrados a tener toda la información que necesitan utilizando Internet para buscar los datos que necesitan. La Web 2.0, concepto sobre el que reflexionaremos profusamente a lo largo de estas páginas y que enunciamos más adelante en esta misma introducción, actúa de manera acelerada, y como hemos indicado anteriormente, está cambiando la realidad desde diferentes planos (económico, educativo, comercio, cultural, creativo…) por lo que se hacen necesarios su estudio y observación. Estudios que por las características de la misma Web y de los propios centros de investigación se demoran y quedan rápidamente anticuados. La Web permuta a diario e introduce transformaciones simultáneas que afectan a distintos niveles y con cortos espacios de tiempo entre ellas. Estamos de acuerdo con Marín en afirmar que su potencial transformador es mucho mayor que el de cualquiera de los cambios tecnológicos que la han precedido por rapidez y por niveles de afectación. Así, "La Web sólo tiene veinte años, lo cual es muy poco si pensamos en la importancia que tienen en la economía mundial y sobre todo para la presencia y la influencia que tiene en la economía mundial y sobre todo para la presencia y la influencia que tienen en la vida de una gran parte de los seres humanos. Si comparamos estos veinte años con el tiempo que tardaron otros inventos revolucionarios, como la máquina de vapor o la imprenta en llegar a transformar las vidas de las personas corrientes y la economía global, su juventud y éxito son aún más sorprendentes. (Marín, 2010:19) No hemos terminado de aprender a utilizar una aplicación, cuando la siguiente la ha dejado obsoleta. Las generaciones de móviles PDA se suceden y las posibilidades de generar contenido y compartirlo se multiplica; cambios tecnológicos imparables; innovación multitudinaria que afecta a nuestra vida social, laboral, a la economía y en general a nuestra manera de relacionarnos con el mundo. A día de hoy mediante Internet podemos 'hablar' con los candidatos de las próximas elecciones, generar nuevas formas de educación, hacer negocios en tiempo real con personas que viven en Australia, por ejemplo, e incluso organizar una revuelta social internacional como la protagonizada por el movimiento 15M. Estamos en disposición de decir que hablamos de un fenómeno que va más allá de lo tecnológico y afecta a lo social: en materia política, empresarial, educativa y mediática. Así lo corrobora el pensador Hiroshi Tasaka (2008) que habla de revolución Web 2.0 en todos los ámbitos de la vida: economía, innovación, democracia, capitalismo, comunicación, estilos de vida, ciencia, religión y civilización. Se producen cambios, por tanto, en muchos ámbitos, especialmente, según percepción de la autora, en el ámbito político-institucional, económico, filosóficoeducativo y el comunicativo. Es el caso de la esfera política e institucional, es de los casos más evidentes. Los ciudadanos tienen de repente la capacidad de manifestar sus opiniones sobre temas gubernamentales a través de Internet. Y esto obliga a los propios políticos a tener que estar presentes en la red para poder responder a las inquietudes de los internautas. Presidentes de gobierno y de repúblicas, monarquías y hasta el Papa ya comunican mediante perfiles creados en plataformas digitales. Otro tema de gran interés es saber si realmente si se comunican e interactúan con los ciudadanos, pero eso queda fuera del ámbito de estudio de esta investigación. Por su parte, los ciudadanos tienen en los medios sociales una nueva herramienta de participación política que les permite generar movimientos sociales al margen de los partidos. Los levantamientos sociales internacionales que se accionan a través de las redes como los citados anteriormente o los surgidos en el mundo árabe en verano de 2011 son definidos por Ugarte (2007) como la ' Primavera de las Redes' : se trata de un movimiento global en el que países con contextos muy diferentes, con trasfondos culturales y religiosos de todo tipo, desarrollan movimientos ciudadanos en red que convierten directamente a la ciudadanía en fiscalizadora de los procesos democráticos, denunciando fraudes electorales, corrupciones y excesos autoritarios de los gobernantes. "La Primavera de las Redes es la materialización histórica concreta de la globalización de la democracia y las libertades" (2007:59). En este sentido continúa Marín explicando: "Dentro de unos años se volverá la vista atrás y al mirar hacia la primera década del siglo XXI se observará cómo se comenzaron a desafiar muchos de los paradigmas económicos y sociales que gobernaron los siglos anteriores y cómo ser redefinieron los modelos de negocio de industrias enteras. Y la Web se verá como la plataforma sobre la que se desarrolló la transformación de prácticamente todos los aspectos que afectan a nuestras vidas desde nuestros hábitos de consumo hasta la forma en que desarrollamos nuestras relaciones personales, pasando por el modo en que desempeñamos nuestro trabajo, disfrutamos nuestro ocio o nos relacionamos con nuestros gobernantes" (Marín, 2010:19) La era digital ha revolucionado todos y cada uno de los aspectos que envuelven nuestras vidas: desde el modo en el que nos comunicamos (telefonía móvil, mensajería instantánea en la web, telefonía a través de la web tipo Skype ), relacionamos (chats, comunidades virtuales), recibimos asistencia médica (telemedicina), compramos ( eCommerce ,), trabajamos (teletrabajo), y vivimos en casa (domótica). La sociedad está por tanto cambiando a la misma velocidad que se desarrolla la tecnología. Para Drucker (2008), el mayor cambio no es la globalización, ni siquiera internet, sino la capacidad que han adquirido por primera vez en la historia los individuos para auto-gestionarse y pone en duda que las organizaciones estén preparadas para estas transformaciones. Siguiendo esta línea, según nuestra opinión, desde el punto de vista de las relaciones públicas, la comunicación corporativa se ha vuelto más humana al ponerse al mismo nivel de los usuarios (Ramos, 2007); y al poner la atención en las personas y no en las masas, como ya aventuraba el artículo 14 del Manifiesto Cluetrain , aunque esto realmente ya venían haciéndolo las RR.PP. Así los pone de manifiesto el 4º modelo de relaciones públicas enunciado por Grunig, el modelo simétrico bidireccional. En este modelo, los relacionistas públicos sirven de mediadores entre la organización y sus públicos, con el objetivo de conseguir. Una comprensión mutua entre ambos. La naturaleza de la comunicación es pues bidireccional, consistiendo en un diálogo en el que, tanto la organización como sus públicos, sean susceptibles de modificar sus actitudes o conductas (Grunig y Hunt, 2000). Se están necesitando maneras diferentes de comunicación y profesionales que aprendan estas maneras para poder dar respuestas a los targets surgidos al abrigo de la sociedad de la información y a esas maneras de hacer comunicación corporativa en el entorno de las nuevas tecnologías. Así lo expresa Jiménez (2008:17) para quien la comunicación integral implica una verdadera revolución cultural que genera en el individuo, como consumidor, una relación con las empresas en un nuevo sistema de valores. Y, para los profesionales de la comunicación, supone, asimismo, un nuevo oficio. Wormell (1996: 214) estima que los profesionales de información se han convertido en "mediadores entre los proveedores de información, los usuarios (.) y las tecnologías". En la actualidad el complejo entorno que rodea a productos, servicios, marcas y sus respectivas empresas, parece haber desbordado las capacidades persuasivas de la tradicional publicidad y los canales habituales de las relaciones públicas. Los soportes se han saturado, la retórica clásica ha perdido eficacia y la credibilidad del discurso mediático se ha reducido; como consecuencia, podemos afirmar que el consumidor se ha vuelto desconfiado (Canavilhas 2007: 16). La comunicación corporativa se transforma y así lo sienten directivos, creativos y relacionistas públicos, entre otros profesionales. Sobre esto José Manuel Velasco, Presidente de la Asociación de Directores de Comunicación (Dircom) reflexiona y aporta que las tecnologías digitales y sus manifestaciones han empujado a los directores de comunicación desde su zona de confort hacia el territorio del desafío. Así "la red confunde a quien sólo mira a sí mismo o se limita a interpretar su realidad con sus certezas y sus verdades" (en Fuetter, 2011: 6). La observación de este panorama pone de manifiesto, tal y como lo apreciamos en esta investigación, que estamos inmersos en una espiral de cambios tecnológicos que, entre otros resultados, ha traído la popularización de la Internet y una mayor velocidad en los procesos de comunicación en general, que se han visto más acelerados aún desde la llegada de la llamada Web 2.0; una denominación muy extendida que hace referencia a la etapa en la que la Web se utiliza para: compartir, colaborar, aportar, editar y sobre todo comunicar personas con personas (Fumero y Roca: 2007; Celaya en Mouriz: 2008) Se trata de una realidad cuya expresión, Web 2.0, fue acuñada por Tim O'Reilly en el año 2001 cuando, según Celaya (2008: 27), realizó sus primeras anotaciones sobre Web 2.0. La mayoría de los autores, sin embargo, sitúan este acontecimiento entre 2004 y 2005 (Celaya, 2008; Pisani y Piotet, 2008; Beelen, 2006; Cobo y Pardo, 2007). Fue precisamente en septiembre de 2005 cuando O'Reilly publica la que se ha considerado como la primera y mayor referencia bibliográfica sobre el término: el artículo "What Is Web 2.0. Design Patterns and Business Models for the Next Generation of Software". Según O'Reilly, siete son los principios constitutivos de las aplicaciones Web 2.0 (Pardo, 2007:27 y 37): "La Web como plataforma (…); el aprovechamiento de la inteligencia colectiva (…); la gestión de la base de datos como competencia básica (…); el fin del ciclo de las actualizaciones de versiones del software (…); los modelos de programación ligera junto a la búsqueda de la simplicidad (…); el software no limitado a un solo dispositivo (…); y las experiencias enriquecedoras de los usuarios (…)". Celaya (2008:27) describe a la Web 2.0 como una Web colaborativa que permite a sus usuarios acceder y participar en la creación de un conocimiento ilimitado, y como consecuencia de esta interacción se generan nuevas oportunidades de negocio para las empresas. En comparación con la Web 1.0 la caracteriza como web más dinámica y rica en contenido multimedia (sonido, vídeo, metadatos, etc.). Una etapa en la que las empresas entienden que deben ofrecer a sus clientes reales y potenciales la posibilidad de comentar, valorar u opinar sobre los contenidos publicados con el fin de enriquecer la comunicación virtual entre ambas partes. Pisani y Piotet (2009) otorgan a la Web 2.0 un carácter mucho más revolucionario puesto que la contemplan como un fenómeno diferente impulsado por los jóvenes: son los comportamientos de estos en Internet los que crean grandes tendencias. Estos son los que están generalizando la manera de trabajar en Internet, puesto que conforme entran en el mundo laboral integran en su trabajo los usos que hacen de la web. Ellos mismos difunden estos usos a su alrededor: entre sus amigos, sus familiares y sus compañeros de trabajo. Por lo tanto, los usos más comunes de la web nacen del mismo comportamiento de los jóvenes y a partir de ellos podemos describir sus grandes líneas generales. Estos autores hablan también de dinámica relacional un concepto que describen a partir de cinco premisas (2009:93): * "Las tecnologías están presentes, pero los usos y los hábitos de los usuarios son los protagonistas. * La plataforma es realmente flexible, y permite que los usuarios la dominen con facilidad. * Permite la posibilidad de comunicar en la nube6 con el mayor número de personas y de manera muy libre. * Es un espacio social y relacional. * Es un espacio que da la palabra a los aficionados expertos" El componente juvenil es, desde nuestra perspectiva, un factor clave para entender el proceso en el que nos vemos envueltos. Son las nuevas generaciones las que están fijando las estrategias de comportamiento en este entorno, aportando valores y usos que se escapan a las depuradas técnicas de los profesionales más experimentados. Y esta realidad pone de manifiesto la existencia de, llamémoslos nichos, poco estudiados todavía, a la hora de interpretar y crear estrategias de comunicación para los públicos del siglo XXI. Es interesante también detenernos a reflexionar sobre el componente colaborativo y/o colectivo, tan referenciado por los autores citados hasta ahora. En línea con esta idea, Cobo y Pardo (2007) y Beelen (2006), autores pioneros en esta materia, entienden que la Web 2.0 ha puesto de manifiesto que si a las personas les das la oportunidad de participar y las herramientas adecuadas, normalmente lo hacen y pueden aportar un gran valor a las aplicaciones que utilizan o construir proyectos valiosos de forma colaborativa. En este sentido, opinamos que ha sido esta posibilidad de sumar pequeños esfuerzos de miles de usuarios para lograr un fin común, lo que ha dado lugar a la formación de comunidades de individuos capaces de organizarse y colaborar para conseguir objetivos que van desde la elaboración de los subtítulos de la última serie de éxito en televisión, una colección de óperas traducidas al español o incluso la mayor enciclopedia del mundo, Wikipedia. Una revolución que cotinúa con la Web 3.0 Es materia de esta investigación analizar cómo han cambiado los medios de comunicación y por consecuencia la comunicación corporativa, acercándonos a la nueva realidad comunicativa en la que estamos inmersos y que cambia día a día. Como también es materia de estudio el análisis de las nuevas realidades profesionales que el mundo digital ha implantado en el ámbito de las relaciones públicas y la publicidad, una consecuencia más de la transformación en nuestro modo de consumir los medios y de las múltiples posibilidades de creación y publicación de contenidos a disposición de cualquier internauta, con capacidad de hacer lo que antes únicamente podían lograr los profesionales de la comunicación. Así pues, con este estudio lo que pretendemos es analizar cómo la comunicación corporativa se ha visto afectada por la Web 2.0 y cómo ha generado nuevos perfiles profesionales para gestionar esa comunicación 2.0, centrándonos concretamente en los community managers. Para llevar a cabo este proyecto nos basamos en la observación directa de la autora, en la revisión bibliográfica y en las aportaciones de los propios profesionales de la comunicación on-line tanto en lo que ellos mismos publican en la red como a través de las entrevistas y cuestionarios que se les pasarán. OBJETIVOS El objetivo fundamental de esta investigación es describir, analizar y entender la figura del community manager o gestor de comunidad , su labor, su ejercicio y profesión y así, establecer los fundamentos y bases del CM como figura profesional de las RR.PP en su vertiente on-line . Para conseguir este objetivo fundamental planteamos cuatro objetivos principales. * OP1 : Describir cómo son las relaciones públicas en el ámbito on-line o digital tomando como referente los ámbitos tradicionales. * OP2 : Describir el fenómeno de la Web 2.0 * OP3: Descubrir el mundo digital como entorno de trabajo y las necesidades profesionales que demanda en el ámbito de la comunicación corporativa. * OP4: Acercarnos a la realidad de los CM: características principales, funciones, tareas y perfiles que se están produciendo. Algunos de estos objetivos principales a su vez se apoyan en una serie de objetivos secundarios que exponemos a continuación: Objetivos secundarios en relación al OP1 * OS1: Definir relaciones públicas: características, protagonistas, funciones y herramientas de trabajo. * OS2: Comprender la relación: relaciones públicas -comunicación corporativa * OS3: Entender las RR.PP on-line , RR.PP digitales y la realidad que representan dándole entidad académica. * OS4: Detectar semejanzas y diferencias del trabajo de RR.PP en los ámbitos on-line y off-line en relación a sus características, públicos, relaciones que se establecen con estos y herramientas de trabajo. * OS5: Acercarnos al desarrollo de las relaciones públicas en España * OS6: Determinar las competencias y funciones de los profesionales de las relaciones públicas. Objetivos secundarios en relación al OP2 * OS7: Situar y analizar el advenimiento de la Web 2.0 en el conjunto de los procesos de industrialización y sus consecuencias. * OS8: Entender los cambios sociales y tecnológicos que se están produciendo con su llegada. * OS9: Comprender la socialización y sistemas de comunicación de las generaciones digitales. * OS10: Entender su relación con la crisis de la comunicación. * OS11: Describir la Web 3.0. Objetivos secundarios en relación al OP3 * OS12: Comprender las competencias y habilidades necesarias para trabajar en la web social. * OS13: Localizar y describir las categorías profesionales surgidas con la Web 2.0. * OS14: Detectar qué profesiones 2.0 están relacionadas con la función de relaciones públicas. * OS15: Entender qué habilidades y competencias son requeridas para los profesionales de las relaciones públicas en el ámbito digital. Objetivos secundarios en relación al OP4 * OS16: Definir la figura del gestor de comunidad. * OS17: Describir la trayectoria profesional de un GC "tipo". * OS18: Diferenciarlo de otros perfiles profesionales relacionados con su labor. * OS19: Averiguar las funciones y competencias de los CM * OS20: Entender su importancia dentro de una organización. * OS21: Entender su importancia en el ámbito de la comunicación digital. * OS22: Elaborar un corpus científico y teórico sobre esta figura. * OS23: Determinar el grado de aproximación o lejanía de la realidad profesional del CM respecto a la literatura publicada hasta ahora. * OS24: Determinar su relación con la comunicación corporativa * OS25: Acercarnos al desarrollo de los GC en España De este modo, este estudio pretende abrir líneas de investigación para cubrir el vacío científico existente en este campo en España analizando, entre otros: * El panorama comunicativo del siglo XXI * El desarrollo de las RRPP en el ámbito digital * La situación de los community managers o gestores de comunidades en España. Saber cuál es el objeto de estudio en sí, cómo se realiza esa investigación y por qué (y para qué) de este análisis son cuestiones fundamentales. ¿Qué se estudia? Una nueva categoría profesional ligada a la comunicación corporativa. ¿Cómo se estudia? Describiendo la situación social, histórica, tecnológica en la que nacen y trabajan estos profesionales y analizando sus funciones, necesidades y trayectorias profesionales. Y por último, y lo más importante ¿por qué y para qué se estudia? Para conocer los hechos científicos que dan lugar a esta realidad profesional y darle entidad académica. Lo que se intenta con esta investigación es, sobre todo, una labor de análisis y comprensión de una nueva demanda laboral que, desde nuestra opinión, tiene que ser incluida como categoría profesional de las relaciones públicas en su rama digital. Una vez concretados los objetivos de la tesis, así como la oportunidad del tema, estamos en disposición de describir la estructura del presente trabajo. Dicha estructura ha sido fijada a partir de las propuestas de Lasso de la Vega (1977), Tolchinski, Rubio y Escofet (2002), Busquet, Medina y Sort (2006). La tesis doctoral se compone de seis partes; cada parte, a su vez, queda dividida en capítulos. Así, las partes que componen esta tesina son: * Introducción * Parte I: Planteamiento de la investigación * Parte II: Consideraciones conceptuales * Parte III: Estudio empírico: análisis de situación * Parte IV: Resultados de la investigación * Parte V: Fuentes * Parte VI: Anexos * Parte VII: Agradecimientos En la "Introducción" hemos intentado despertar la curiosidad del lector sobre los cambios que están aconteciendo en el mundo de la comunicación corporativa. La parte I, "Planteamiento de la investigación", se ha tratado de justificar e identificar el contexto social que ha dado lugar a la realidad que se va a analizar. Al mismo tiempo que expone la oportunidad y necesidad de examinar la figura de los community managers desde la perspectiva de la comunicación corporativa. Esta parte se compone de los siguientes capítulos: El primer capítulo lo constituye la "Estado de la cuestión: justificación, importancia, relevancia y consecuencias de la investigación" donde se analizan "La sociedad de la información", "La sociedad del conocimiento" y "La sociedad digital" como motores del cambio que se ha producido en la comunicación corporativa. Con el siguiente capítulo, "Objetivos", se establecen cuáles son, como su propio título indica, las finalidades fundamentales de este estudio que versa sobre perfiles y competencias profesionales de comunicación en Internet. En el capítulo "Hipótesis", tras explicar brevemente este concepto, se expone cuál es la hipótesis principal a la que se intenta dar respuesta a la finalización de la investigación. Se sigue con "Fundamentos de la investigación", una recopilación de documentos empíricos, divulgativos, teóricos, etc donde a través de "Acotación del objeto de estudio y alcance de la investigación", "Marco teórico y revisión de la literatura" y "Las fuentes del proyecto de investigación" se reseñan los antecedentes de este análisis, es decir, aquellos estudios previos que tratan una temática afín o similar o bien que han ayudado a la elaboración de esta tesis. El capítulo "Necesidades de estudio. Oportunidad del Tema" se acerca a la tendencia actual que existe entre las agencias de comunicación y publicidad y los departamentos de comunicación a contratar especialistas en comunicación digital; y al surgimiento de estudios que describan estas nuevas preferencias. "Estructura del trabajo de investigación" es el capítulo que está leyendo en estos momentos. Pasamos, a continuación, a la segunda parte: "Consideraciones conceptuales". Este bloque se compone de siete capítulos. En el capítulo 'La crisis de los soportes de Comunicación' se describe la difícil situación por la que atraviesa el sector desde los diferentes ámbitos que lo constituyen; a través de los epígrafes: "Crisis de los medios de masas" donde profundizamos sobre las "Principales causas" que han llevado a esta situación, entre ellas "La pérdida de la asimetría: la democratización de los medios", la "Pérdida de la credibilidad y espectacularización", y "El problema de la monetización". Una vez comprendidas las causas que han llevado a la situación que nos rodea se valorará cuál es "El futuro de los medios" para aventurar hacia dónde caminamos. Hecho el análisis de los medios de comunicación, el capítulo se cierra realizando una radiografía de la "Crisis de la publicidad", como parte fundamental de la comunicación. A continuación nos adentraremos en 'Los cambios sociales y tecnológicos' para entender esa realidad de la que tanto se habla, qué es la "Web 2.0". Por último nos acercaremos al futuro más inmediato, a la "Web 3.0: un paso más hacia delante". El siguiente capítulo, 'Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa', define y aclara ambas ideas. En primer lugar se repasa el "Concepto de Relaciones Públicas" a través de investigaciones publicadas para posteriormente explicar que la relación "Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa: una misma realidad", defendiendo que estamos ante el mismo concepto. Una vez comprendidos, se enuncian cómo son los "Procesos de comunicación en Relaciones Públicas" para entender la situación de los emisores y receptores en este contexto; adentrándonos de manera más profunda en estos segundos con "El concepto de público". También se repasan las "Estrategias y herramientas más habituales de relaciones públicas". Se cierra este capítulo con la definición del concepto "Reputación Corporativa". De esta forma llegaremos a 'Estructura de las Relaciones Públicas /Comunicación Corporativa' con el claro objetivo de describir quiénes son los "Sujetos participantes" en los procesos de Relaciones Públicas; en concreto, "sujetos promotores", "sujetos ejecutores" De este modo se entenderá de manera más clara "La función de las relaciones públicas". Dentro de este epígrafe nos detendremos en ver las diferencias y semejanzas existentes entre "Los departamentos internos de comunicación" y "las agencias de relaciones públicas. A continuación podremos aclarar cuál es "El perfil de los relacionistas públicos". Así llegamos a 'Relaciones públicas en el ámbito on-line' . Una vez conocido el panorama de las RR.PP no virtuales, es el momento de comenzar a ver las transformaciones que se están produciendo, para ello el lector profundizará en "Las nuevas tecnologías y sus influencias en la comunicación". Con estas definiciones se expondrá cómo quedan los procesos de comunicación y Relaciones públicas en el entorno digital, los "Nuevos modelos. La comunicación sintética en red". De este modo estaremos listos para entender las "Relaciones Públicas 2.0", definiéndolas, identificándolas y concretando las "Características más significativas de las Relaciones públicas en el ámbito digital". Para completar la conceptualización de esta versión de las relaciones públicas, siguiendo el patrón que se usó en el capítulo destinado a la Comunicación Corporativa y a las Relaciones Públicas, el lector podrá entender "El concepto de comunidad", las "Estrategias y herramientas" que están implicadas en la vertiente digital, y comprenderá qué es la "Reputación on-line o digital". Al tratarse esta investigación de un estudio sobre un perfil profesional dedicaremos un capítulo a las 'Nuevas competencias y nuevos perfiles profesionales' que la Web 2.0 está generando. En primer lugar se describen las "E-competencias" que han de caracterizar a los profesionales que trabajan en sectores digitales. A partir de este conocimiento estaremos en disposición de conocer cuáles son las "Nuevas realidades profesionales" que han surgido desde la llegada de la Web 2.0, Posteriormente profundizaremos en el sector de la comunicación viendo cómo son "Los profesionales de la comunicación en el mundo digital", especificando las "E-competencias para la comunicación", viendo "La respuesta del sector" ante estas nuevas demandas y deteniéndonos en los "Nuevos perfiles profesionales". Entre esas nuevas profesiones se encuentra el motor de esta investigación los " Community Managers " a los que se les dedica el último capítulo de la Parte II y en el que se recogen la aportaciones que estos mismos profesionales ya han hecho sobre ellos a través de sus propias herramientas 2.0. En primer lugar justificaremos el incremento de la demanda de este perfil en el apartado "Una profesión en auge en el mundo 2.0"; a continuación entenderemos "¿Qué es un gestor de comunidad?" a través de diferentes definiciones; también los ubicaremos en las estructuras y organigramas de las compañías para localizar "Su lugar en las organizaciones". A continuación sabremos qué hacen exactamente describiendo sus "Funciones" y conoceremos cuáles son las "Habilidades deseables" para ejercer dichas funciones. Por último conoceremos cuáles son sus "Herramientas de trabajo". La parte III, "Estudio empírico. Análisis de la situación" está compuesta por tres capítulos: El número doce está dedicado a las "Referencias Metodológicas" y en él se explican las técnicas que se han considerado adecuadas para conseguir el objetivo de esta investigación, en la que se emplean técnicas como el análisis de contenido y de discurso, como marco metodológico general, complementado con un estudio de casos. En este capítulo, por tanto, se exploran las razones que nos han llevado a seguir esta metodología y se expone en qué consisten cada una de estas técnicas, así como las utilidades que aportan a esta investigación concreta. En el sigueinte capítulo, 'Desarrollo de la investigación', se expone el proceso seguido en el estudio y se detallan las fases del mismo: la fase preparatoria, el trabajo de campo y el análisis de datos. El capítulo 16, "El estudio", explica la elección de las bolsas de empleo en las que se basa esta investigación. Así, se describen qué son y por qué se han escogido: Infojobs , Linkedin , y AERCO. También se explica la selección de los CM a los que se entrevistará y a los que se les enviarán los cuestionarios, además se recopilarán los obstáculos que esta investigación se ha ido encontrando para ser elaborada. Nos encontramos ya en, a la parte IV: 'Resultados de la investigación'. Expuestos por cada uno de los métodos que se han implementado "Análisis de Contenido", "Cuestionarios" y "Entrevistas en profundidad" distinguiendo las manifestaciones de los "Responsables de comunicación" de las de los " Community managers" . A continuación con todos estos resultados el lector encontrará una puesta en común de los datos conseguidos y los obtenidos en otros estudios en "Discusión de los resultados", donde se plantean las generalidades que se han extraído de los resultados. A continuación podremos leer: "Contrastación de Hipótesis", uno de los más importantes de la investigación, donde se comprueba si las hipótesis planteadas en el capítulo tres ("Hipótesis") pueden darse o no por válida. En el apartado "Conclusiones", se exponen todas las evidencias a las que se han llegado y "Abriendo nuevas líneas de investigación", un capítulo dedicado a la propuesta de futuros proyectos que podrían dar continuidad a esta tesis y que cubrirían realidades cercanas o aquellos aspectos que no se han podido abordar en la misma. Pasamos, a continuación, a la parte V, "Fuentes". Aquí se recogen todas las referencias bibliográficas, e-books , artículos en revistas y prensa, blogs y artículos online, entre otros que se han utilizado y a las que el lector puede acudir para comprender mejor algunas de las teorías o aseveraciones realizadas a lo largo del estudio. Finalmente se adjunta al final de esta tesis una sexta parte, "Anexos", donde el lector podrá observar algunos datos de interés complementarios a este trabajo y que pueden serle de utilidad, así como los modelos metodológicos. Y para concluir se dedican las últimas páginas de esta investigación a los "Agradecimientos" hacia todas aquellas personas o entidades que han ayudado en la labor de recopilación, análisis, lectura o estudio de las distintas realidades analizadas.
Invariablemente, y aunque no haya sido su propósito, en muchas ocasiones, en distintos estudios que hay sobre narrativa criminal, policíaca, el espionaje y el thriller se observa un hecho innegable: una confusión teórica sobre lo que son estas cuatro literaturas. Esto ha derivado en una prolongada discusión que no ha ayudado a disipar dicha confusión, sino todo lo contrario, la ha acentuado. Como bien apunta Rodríguez Joulia Saint Cyr (1970: 9) gran parte de los críticos y teóricos reúnen bajo la denominación de una serie de géneros y subgéneros que no corresponden a él. De ahí que dentro de la literatura hispanoamericana se considere novelas policíaca a Ensayo de un crimen (1943-1944) de Rodolfo Usigli, El túnel (1948) de Ernesto Sábato, Yo maté a Kennedy (1972) de Manuel Vázquez Montalbán, La cabeza de la hidra (1978) de Carlos Fuentes o Linda 67: historia de un crimen (1995) de Fernando del Paso, cuando ninguna de ellas lo es. Pero ¿por qué se da esta situación de confusión? Este conjunto de textos, junto a otros más, poseen un gran intercambio de tipologías discursivo-textuales criminales, policíacas, de espionaje y del thriller traspasando las fronteras de estas cuatro literaturas y provocando la ruptura del límite entre lo criminal, policíaco, espionaje y thriller, lo que, finalmente, lleva a toda una serie de confusiones y dudas: si un texto tiene como investigador a un criminal ¿es policíaco? Es indudable que la confusión entre estas cuatro narrativas tiene causas que van más allá de una lectura inadecuada por parte de los lectores: el problema se encuentra a un nivel profundo, en la enorme dificultad por delimitar las fronteras genéricas de ellos y de analizar debidamente las fluctuaciones de los elementos genéricos de cada una. Por tanto, se abre la posibilidad de estudiar el problema del límite entre lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller. Sin embargo, ¿es necesario un estudio de este problema? El problema de la ruptura de las fronteras de las literaturas criminal, policíaca, de espionaje y thriller ha sido estudiado de manera secundaria y casi desapercibida, ya que el denominado «género policíaco» ha «monopolizado» buena parte de los estudios como podemos ver a continuación "The Art of the Detective Story" (1924) de Austin Freeman, Le detectitte novel, et l'influence de la pensée sciéntifique (1929) de Regis Messac, Le roman policier (1941) Roger Caillois, The Art of the Mystery Story (1946) de Howard Haycraft, Petite histoire du roman policier (1956) de Fereydoun Hoveyda, Breve storia del romanzo poliziesco (1962) de Alberto del Monte, Le roman policier (1964) de Thomas Narcejac y Pierre Boileau, "Typology du roman policier" (1966) de Tzvetan Todorov, The Pursuit of Crime (1981) de Dennis Porter o Histoire du roman policier (1996) de Jean Bourdier, entre muchos otros. Mientras tanto, en lengua española se observan trabajos como "Leyes de la narración policial" (1933) y "Los laberintos policiales y Chesterton" (1935) de Jorge Luis Borges, Ensayo sobre la novela policial (1947), el prólogo a Los mejores cuentos policiales mexicanos (1955) y "Qué es lo policíaco en la narrativa" (1987) de María Elvira Bermúdez, Biografía de la novela policíaca (1956) de Juan José Mira, La novela policíaca: síntesis a través de sus autores, sus personajes y sus obras (1973) de César E. Díaz, De la novela policíaca a la novela negra (1986) y La novela policíaca en España (1993) de Salvador Vázquez de Parga, La novela policíaca actual (1990) de Carmen García Pardo, La novela criminal española (1991) de José Valles Calatrava, así como su prólogo "La novela criminal" que realizó Sánchez Trigueros, La novela policíaca española. Teoría e historia crítica (1994) de José T. Colmeiro, El cadáver en la cocina: la novela criminal en la cultura del desencanto (1997) de Joan Ramón Resina, Los héroes de la novela policíaca (2006) de Sergi Echaburu Soler o Poética del relato policíaco: de Edgar Allan Poe a Raymond Chandler (2006) de Iván Martín Cerezo, entre otros. Sin embargo, es posible apreciar investigaciones sobre lo criminal, el espionaje y el thriller: La novela de intriga (1970) de Carlos Rodríguez Joulia St.- Cyr, Bloody Murder. From the Detective Story to the Crimen Novel (1972) de Julian Symons, Thrillers, la novela de misterio (1978) de Jerry Palmer, Le Roman d'espionnage (1983) de Gabriel Veraldi, Panorama du roman d'espionnage contemporain (1986) de Jean-Paul Schweighaeuser, Diccionario de la novela negra norteamericana (1986) y La novela negra (1986) de Javier Coma, The literature of crime and detection: an illustrated history from antiquity to the present (1988) de Waltraud Woeller y Bruce Cassiday o La novela de espías y los espías de novela (1991) de Juan Antonio de Blas. Ahora bien, ya sea en lo criminal, policíaco, espionaje o thriller una gran parte de estas investigaciones se orientan a revisiones historiográficas –sobre todo de lo policíaco– e intentos por definir estas literaturas. Si bien, es cierto que en algunos de ellas existen análisis socio-críticos, semánticos y pragmáticos, sin olvidar algunos hermenéuticos, intertextuales o paratextuales. Realmente son pocos los estudios, y algunos muy desconocidos, respecto a las continuas fluctuaciones de elementos entre lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller. Su evolución ha propiciado que los límites establecidos en ellos se hayan ido desdibujando, en gran medida por el «realismo noir norteamericano», el polar y «neopolar francés» y por disrupciones entre las cuatro narrativas que ha llevado a la aparición de vertientes como la literatura policíaca metafísica, la narrativa psicológica crimino-policíaca, el nuevo realismo socio-crítico criminal o policíaco, el thriller político o la nueva narrativa de espionaje, pero también por narrativas nacionales como la alemana, la escandinava, la italiana, la española, la japonesa, la mexicana, la argentina, entre muchas otras, las cuales han aportado o variado los elementos de lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller a tal punto que difícilmente se percibe una marca divisoria clara y precisa entre ellos cuatro. El hecho concreto es que con estas nuevas vertientes en lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller, los distintos elementos discursivo-textuales que los componen van a transitar libremente entre uno y otro género, violando continuamente la «frontera genérica» entre ellos. El enigma ya no se referirá exclusivamente a quién era el asesino o si el espía/agente secreto podría trastocar los planes del enemigo. Las motivaciones psicológicas, la crítica social, lo fantástico o la metafísica influirán notablemente en ellos. Ahora bien, el propósito de esta investigación se centra en varios objetivos. Primero, un estudio que incluya lo criminal, policíaco, espionaje y thriller dentro de un concepto que hemos denominado «narrativa sensacional de suspense», aunque este esfuerzo no es el primero que se realiza. Ya en el 1970, Carlos Rodríguez Joulia St.- Cyr lo había intentado con La novela de intriga, un estudio de lo policíaco, lo criminal, el espionaje y el misterio, en el cual el propio investigador deja ver un hecho indiscutible: la confusión en torno a qué es lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el misterio, y la cercanía que hay entre estas cuatro narrativas. Sin embargo, Rodríguez Joulia St.- Cyr se concentra de manera exclusiva en buscar los orígenes literarios, así como su desarrollo a nivel histórico. Dos años más tarde, el británico Julian Symons en Bloody Murder realiza interesantes apuntes y acotaciones en torno a lo que llama «sensational literature» y que engloba a textos con "violent ends in a sensational way" Symons (1992: 4) y en el que encontramos textos criminales, policíacos, de espionaje y thrillers, así como nuevos híbridos literarios. Desgraciadamente, Symons no lo estudió con mayor detalle. Hay que precisar que son los estudios de este investigador y autor británico los que sirven como punto de arranque de este estudio. El diseño y empleo de un término como «narrativa sensacional de suspense» no es al azar, responde a una necesidad que aparece debido a una serie de confusiones que se dan alrededor de las definiciones que hay en torno a lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller. En más de una ocasión se hace mención al denominado «género negro» sin especificar debidamente qué es o confundiéndolo: ¿Se trata de la literatura sensacional norteamericana de la primera mitad del siglo XX que incluye la obra de autores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain o Mickey Spillane? ¿O, tal vez, es un híbrido literario, producto de las fluctuaciones y combinaciones tipológicas criminales, policíacas, del espionaje y del thriller? El hecho es que ese clima de confusión ha llegado a tal punto que, incluso, se ha llegado a considerar la obra de autores clásicos, como Sir Arthur Conan Doyle, como olvidando el verdadero significado que Todorov (1966) acuña y que se relaciona directamente con la literatura norteamericana sensacional de la primera mitad del siglo XX. Es decir, se cae en un grave error al denominar la obra de Poe, Gaboriau, Christie o Wallace como novela negra, ya que no poseen ninguna característica de esta. A esta confusión se le suma el desconcierto que plantea la narrativa de espionaje y el thriller: ¿dónde incluirlos, en lo policíaco o en la llamada «novela negra» como varios estudios hacen, o es posible plantear que se trata de narrativas con características históricas, semánticas, pragmáticas y genéricas propias? El segundo objetivo es dejar de lado las confusiones en torno al empleo del término «novela negra» al cual sustituiremos por «realismo noir norteamericano». El primero hace referencia a esa literatura norteamericana sensacional que comienza a gestarse a principios de los veinte, y se ajusta al concepto de «realismo» que Raymond Chandler señala en su artículo The Simple Art of Murder (1950) y hace referencia directa a la denominación noir acuñado en la Série Noire, dirigida por Duhamel, a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado. El tercer objetivo se centra en una serie de necesidades de la teoría literaria que solo en ocasiones, y de manera secundaria y casi desapercibida, han sido analizadas: la distinción conceptual entre lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller que lleva, inexorablemente a otro objetivo: al problema del límite y las fluctuaciones fronterizas en la «narrativa sensacional de suspense», es decir entre lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller, sin olvidar los nuevos híbridos literarios tales como el thriller de espionaje o policíaco o la narrativa psicológica crimino-policíaca. A través de un grupo de obras estudiadas observaremos cómo lo que denominamos «límites fronterizos genéricos» son traspasados en dichos textos por las continuas fluctuaciones comunicacionales de los elementos genéricos canónicos que componen lo criminal, policíaco, espionaje y al thriller. No obstante, es necesario establecer ciertos límites al conjunto de textos por analizar, ya que de lo contrario se correría el riesgo de exceder la propia investigación. Son siete las novelas elegidas: El complot mongol (1969) de Rafael Bernal, Noviembre sin violetas (1995) de Lorenzo Silva, Plenilunio (1997) de Antonio Muñoz Molina, Deudas pendientes (2005) de Antonio Jiménez Barca, Ojos de agua (2007) de Domingo Villar, El baile ha terminado (2009) de Julián Ibáñez y La soledad de Patricia (2010) de Carles Quílez, las cuales comparten un elemento temático en común: la investigación. La obra del mexicano Rafael Bernal se extiende a lo largo de más de veintiocho años de trabajo y en él queda constancia de sus grandes inquietudes: el mar, al cual plasma en el libro de relatos Gente de mar (1950) y en El gran océano –inédito hasta 1992–; la selva, la cual cobra vida en el libro de relatos Trópico (1946), en las novelas Su nombre era muerte (1947), Caribal, el infierno verde (1955) y en Tierra de gracia (1963); y lo policíaco, aunque, paradójicamente, este fuera una simple distracción para este autor, ya que solo le dedicaba ciertos momentos para descansar de proyectos más serios, desde su punto de vista. No obstante, Bernal puede ser considerado, con toda justicia, como una de las piedras fundamentales en la aparición y desarrollo de la narrativa policíaca mexicana, sin olvidar el crimen, el thriller y el espionaje, comenzando su periplo en la revista mexicana Selecciones Policías y de Misterio, fundada en 1946 por Antonio Helú, donde se publicarían relatos suyos como La muerte poética o La muerte madrugadora, sin olvidar otros cuentos como Un muerto en la tumba (1946) y La media hora de Sebastián Constantino (1946). Asimismo, Bernal nos presenta a uno de los primeros personajes investigadores amateurs mexicanos: Teódulo Batanes. En Un muerto en la tumba (1946) se descubre en la zona arqueológica Montealban el cadáver de un senador con un puñal de pedernal clavado en el pecho. Uno de los antropólogos, Batanes, es el encargado de resolver el misterio. Resulta curioso observar a este detective miope, desgarbado y que tiene el vicio de usar sinónimos de cuanta cosa dice. Un personaje basado, indudablemente, en la figura del padre Brown de G.K. Chesterton y que aparecería, nuevamente, en la novela corta De muerte natural (1948), en donde Batanes esclarece el homicidio, en un hospital, de una adinerada viuda. Otros textos policíacos de Bernal son El extraño caso de Aloysius Hand y El heroico Serafín, ambas incluidas, junto a De muerte natural, en el libro Tres novelas policíacas, las cuales observan ese estilo clásico de la «novela enigma». Es en 1969 cuando Bernal cambia radicalmente su estilo, alejándose de los esquemas clásicos gracias a la influencia del «realismo noir norteamericano», ofreciendo la obra maestra del thriller de espionaje mexicano: El complot mongol. Respecto a Lorenzo Silva su nombre es ya reconocido dentro de la literatura policíaca gracias a la pareja de guardias civiles conformada por el brigada Rubén «Vila» Bevilacqua, y la sargento Virginia Chamorro, una singular pareja de frustrados: el primero, un psicólogo que jamás logró ejercer como tal; la segunda, hija de un militar, que no logró acceder a ninguna de las academias de los ejércitos –tierra, mar y aire– y que encontró en la Guardia Civil el único resquicio para salvar la tradición militar familiar. El lejano país de los estanques (1998) es el nacimiento de la sociedad conformada por el entonces sargento «Vila» y la novata guardia Chamorro que deberán esclarecer el asesinato de una adinerada joven austriaca en los ambientes nocturnos de un pequeño centro turístico de Mallorca. La pareja aparece de nuevo en El alquimista impaciente (2000) en donde exploran el tema de la corrupción urbanística. En La niebla y la doncella (2002) Vila y Chamorro parten hacia la isla canaria de La Gomera para resolver el asesinato de un joven y que destapará un escándalo para la Guardia Civil. En la antología de cuentos Nadie vale más que otro (2004) Vila y Chamorro se enfrentan a cuatro distintos asesinatos que lo único que les demuestra es que el crimen se da por las situaciones más simple y absurdas. En La reina sin espejo (2005) la pareja de guardias civiles se enfrentan a un caso multipublicitado: el asesinato de una célebre periodista de Barcelona casada con un consagrado escritor catalán. Un caso que abandona los terrenos del crimen pasional y que lleva a Vila y Chamorro por los entresijos de la pornografía, la prostitución y la trata de blancas en Barcelona. La estrategia del agua (2010) nos enseña a un Rubén Bevilacqua ya ascendido a brigada, pero también profundamente decepcionado del sistema judicial español, que tiene que investigar, junto a la también ascendida sargento Virgina Chamorro, el asesinato de un criminal de poca monta y que entraña profundos lados oscuros que deberán averiguar los dos guardias civiles, acompañados de un nuevo compañero: el guardia Arnau. Sin embargo, el contacto de Lorenzo Silva con lo policíaco, y en general con la , no se da exclusivamente con la serie protagonizada por Vila y Chamorro. En La sustancia interior (1996) observamos un thriller histórico, mientras que en Muerte en el "reality show" (2007) dos nuevos investigadores aparecen: la juez Tortosa y el comisario Fonseca, los cuales deberán esclarecer un asesinato cometido «en directo». Asimismo otro texto del escritor madrileño sobresale enormemente: su primera novela Noviembre sin violetas (1995) la cual mantiene un pulso intertextual con La llave de cristal (1931) de Dashiell Hammett. Beatus Ille (1986), la primera novela de Muñoz Molina, recorre ampliamente los terrenos policíacos gracias a su discurso de investigación. No obstante, el texto no pertenece al género policíaco. La interdiscursividad que se presenta en este caso, por sí sola, no es elemento de peso para considerar Beatus Ille una novela policíaca. Hacen falta personajes, temática, ambientación, atmósfera y otros elementos para considerar el texto dentro de lo policíaco. Todo lo contrario sucede en El invierno en Lisboa (1987). Esta novela presenta características mucho más cercanas a lo criminal y a lo policíaco: hechos, acciones, personajes y temática, entre otros elementos, van construyendo una historia que, sin embargo, presenta serias dificultades: ¿es criminal o policíaca? Indudablemente la novela recuerda mucho los antiguos textos del «realismo noir norteamericano», como Cosecha roja o El halcón maltés de Dashiell Hammett, que, en muchas ocasiones, son tan difíciles de definir y clasificar. Una situación que se repetirá en Beltenebros (1989) solo que con mayores dificultades: el texto discurrirá entre lo policíaco, lo criminal, el thriller político y la narrativa de espionaje. En el caso de Los misterios de Madrid (1992) Muñoz Molina ofrecerá una parodia de lo policíaco a partir de un investigador –Lorencito Quesada– que poco o nada tiene que ver con los legendarios private eyes del «realismo noir» o del polar francés. El dueño del secreto(1994) regresa a la problemática presentada en El invierno en Lisboa y Beltenebros: ¿es un texto criminal o policíaco? Cualquier afirmación tajante puede estar errada, ya que, aunque posee algunos elementos propios de ambos géneros, como el discurso, la ambientación y la atmósfera, la novela está en estrecho contacto con la narrativa de espionaje y el thriller político, haciendo muy difícil una clasificación. Dentro de la obra de Muñoz Molina relacionada con lo criminal y lo policíaco, así como con otros géneros afines, encontramos los cuentos Te golpeare sin cólera (1983), El hombre sombra (1983), La colina de los sacrificios (1993), La poseída (1993), Borrador de una historia (1993), La gentileza de los desconocidos (1993) y la novela corta Nada del otro mundo (1993). Pues bien, con Plenilunio (1997) el escritor giennense explora el relato criminal y policíaco de un modo complejo: se adentra en el conflicto psicológico del investigador y del criminal, como lo lleva a cabo el norteamericano Thomas Harris en El dragón rojo (1980-1981) y El silencio de los corderos (1988), pero enlazando también elementos del thriller, el espionaje y el terrorismo. Por lo que se refiere al periodista Antonio Jiménez Barca su obra literaria se traduce en una sola novela: Deudas pendientes (2006), un texto que encierra ciertas complejidades propias del thriller y de lo policíaco. Domingo Villar es un autor gallego que saltó a la palestra en el año 2006 con la publicación de Ojos de agua, protagonizada por el inspector de policía Leo Caldas. Un texto que, como la siguiente aventura de Caldas, La playa de los ahogados (2009), mantiene un esquema clásico: un crimen se ha cometido y es necesario investigarlo y solucionarlo. No es de llamar la atención que este esquema siga siendo popular en la narrativa policíaca en general, ya que dicho esquema es actualizado por los escritores y adaptado a las necesidades de cada texto. Finalmente, la narrativa policíaca en este siglo XXI sigue manteniendo la máxima clásica de . Así pues, tanto en el caso del asesinato del músico Luís Reigosa como el del marinero Justo Costelo, el inspector Caldas continúa con los esquemas clásicos, pero lo interesante es que Domingo Villar le ofrece al lector una visión del complejo entramado psicológico gallego. Es interesante señalar dentro de la obra de Villar el cuento Las hojas secas, incluido en la antología de cuentos La lista negra (2009), compilada por Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero. En pocas ocasiones se tiene la oportunidad de escribir sobre el personaje-arquetipo del testigo. Pues bien, Domingo Villar es de los pocos que logra hacerlo a través de un ex-presidiario, testigo involuntario de un crimen que lo acosará hasta el día de su muerte. El santanderino Julián Ibáñez comienza en 1980 su andadura por el «sensacional de suspense» con la novela La triple dama, protagonizada por Ramón Ferreol, una antigua estrella de fútbol, un texto que se mueve entre el thriller y lo policíaco. Al año siguiente Ibáñez entregaría La recompensa polaca, pero es en 1983, con No des la espalda a la paloma, cuando Ramón Ferreol vuelve a aparecer en medio del suicidio de un agente de aduanas. En 1986, con Tirar al vuelo, Ibáñez sorprende con un investigador que se aleja totalmente de las convenciones policíacas respecto al personaje del investigador, ya que Novoa no se acerca en lo mínimo a ello. Él es un simple ciudadano común y corriente, un contable, que ve cómo el peligro se aproxima y tiene que tomar cartas en el asunto. Un personaje que protagonizaría Llámala Siboney (1988), Mi nombre es Novoa (1994) y ¿Y a ti, dónde te entierro, hermano? En la década de los noventa, Julián Ibáñez abordaría el espionaje gracias a Bar Babilonia (1991) y continuaría con otras dos novelas policíacas: Doña Lola (1991) y No hay semáforos para los pumas (1995). Ya en el año 2001, Ibáñez ofrece dos nuevos textos. En Manuela Scarface el escritor santanderino aborda la temática criminal de los asaltos bancarios a través de Paco Peña, un joven que trabaja en una sucursal de la Caixa, que una mañana de finales de agosto se ve sorprendido, junto al resto de empleados y clientes, por unos atracadores, por una banda de asaltantes. Pero la verdadera sorpresa de Paco será la de reconocer, a pesar de los disfraces de los delincuentes, a su novia Manuela. Una situación que puede hundirlo, ya que la policía y sus compañeros lo considerarían un cómplice. Mientras tanto, en Entre trago y trago observamos el bajo mundo del crimen, con sus ambientes turbios y corruptos, a través de Maza, un delincuente de poca monta que regenta El Oasis, un club de mala muerte perdido en una carretera de la Mancha. Un texto que nos recuerda los ambientes sórdidos del «realismo noir norteamericano» y el polar francés de los cincuenta. Resulta interesante ver esos ambientes deprimentes en la siguiente novela de Ibáñez: La miel y el cuchillo (2003), de la mano de otro delincuente menor, Florín, un cuarentón con humor crudo perteneciente a ese Madrid tenebroso, por el que este personaje deambulará golpeando y robando. En Los gorilas no bromean con la corbata (2006) observamos a Viriato Ansorena Ruiz, un chico común y corriente que por las noches se transforma en un fotoperiodista de sucesos que busca la noticia que lo encumbre a él y a su padre, sin pensar siquiera que ese descubrimiento puede costarle la vida. Por su parte, Que siga el baile (2006) es un regreso a esa temática policíaca híbrida, en la que el policía Barquín, testigo directo del extraño robo al bar Boom Boom, se verá implicado en una peligrosa investigación, en la búsqueda de las dos extrañas atracadoras. Con Crimen supertranquilo (2007), Ibáñez parece adoptar las convenciones del best-seller: quinientos años después de la expulsión de los judíos de Sefarad –la España hebrea– Rebeca viaja con su padre a Toledo en busca de la casa de sus antepasados. Pero, sorpresivamente, el hombre muere en el Servicio de Urgencias del Hospital. La historia se complica ya que existe la posibilidad de que el padre de Rebeca haya sido asesinado por causa de una antigua llave de oro que se encontraba entre sus pertenencias, robadas, supuestamente, por Pedro, el celador del hospital donde murió el viejo judío. El baile ha terminado (2009) muestra a Ruano Peredo, un policía del Grupo de Localización de Fugitivos, con sede en Gijón, que se verá envuelto en una compleja trama de espionaje en el que estarán involucradas la Guardia Civil, la Ertzaintza y ETA. En El beso del samurái (2009) la temática policíaca continúa dentro de la obra de Ibáñez. Pedro, el ayudante del detective de un hotel, se hace amigo de Helga, una joven alemana. Una amistad que le llevará a involucrarse en una misteriosa trama criminal. La búsqueda de Julián Ibáñez por romper los esquema y paradigmas policíacos la encontramos en Perro vagabundo busca a quién morder (2009) un extraño relato policíaco que, aparentemente, no encierra ningún crimen dentro de la forzada investigación que realiza el misterioso . En 2010, Ibáñez entrega tres nuevos textos en donde la investigación y el crimen se entrelazan de la mano de policías corruptos y delincuentes pragmáticos: Giley, un relato que explota al personaje del sospechoso, encarnado en el policía Cobos; Calle intranquilidad, un viaje hacia ese Bilbao testigo del tráfico de inmigrantes y el negocio de la prostitución y El invierno oscuro, la visión de un joven inmerso en el peligroso mundo de la kale borroka etarra. Por lo que respecta al barcelonés Carles Quílez, su acercamiento a lo «sensacional de suspense» comienza con Atracadores (2002) una antología en la que se observan once distintos cuentos basados, en clave periodística, en los crímenes de las principales bandas de atracadores de Barcelona en los últimos veinticinco años. Una interesante antología que nos enseña una ciudad oculta y sombría, que nada tiene que ver con el destino turístico que de ella se presenta. En Asalto a la virreina (2004), Quílez saca a relucir su identidad periodística al reconstruir un evento criminal sucedido en Barcelona en 1991: el intento de robo de la colección de monedas del Gabinet Numismàtic de Catalunya, instalado en el palacio de la Virreina. Ese rasgo del escritor barcelonés por reconstruir historias a partir de una visión periodística se repite en dos de sus siguientes novelas: Psicópata: un relato basado en personajes y situaciones (2005), en donde un periodista recibe el encargo de componer la historia de un psicópata encarcelado, un trabajo que se transforma en un sombrío reto que nos acerca a la problemática psiquiátrica de los asesinos seriales y su complejo mundo interno y La soledad de Patricia (2010), un texto que se mueve entre el espionaje y el thriller. Piel de policía (2006) se ajusta más a lo policíaco. Lacruz, ex policía que regenta un bar de mala muerte en Barcelona, ve cómo su vida cambia radicalmente a partir del asesinato de Castán, su ex compañero en la policía. Así pues, la elección de El complot mongol (1969), de Rafael Bernal, Noviembre sin violetas (1995), de Lorenzo Silva, Plenilunio (1997), de Antonio Muñoz Molina, Deudas pendientes (2005), de Antonio Jiménez Barca, Ojos de agua (2007), de Domingo Villar, El baile ha terminado (2009), de Julián Ibáñez y La soledad de Patricia (2010), de Carlos Quílez, no es al azar, sino meditada. En estas novelas se puede observar el traspaso de las diferentes fronteras que «separan» lo criminal, lo policíaco, el thriller y el espionaje, es decir la «narrativa sensacional de suspense», lo cual plantea la posibilidad de que no exista alguna frontera. Y, aunque en Ojos de agua se aprecia el esquema policíaco clásico, esto se debe a una razón: es necesario un texto policíaco para que pueda compararse este con uno criminal, un thriller o uno de espionaje y se ponga en evidencia las diferencias entras estas narrativas. Ahora bien, ante la situación de traspaso de fronteras genéricas por parte del grupo de novelas seleccionadas, surge una duda en especial ¿cómo llevar a cabo esta investigación? Una gran cantidad de hipótesis aparecen de inmediato, pero lo cierto es que lo más importante es poseer un método. Generalmente, muchos estudios de lo criminal y lo policíaco, sin olvidar los del espionaje y el thriller, son históricos, compendios a través de los cuales observamos la historia literaria de ambos géneros, así como su desarrollo y evolución. Investigaciones interesantes y valiosas, dado que rastrean obras y autores que habían sido olvidados o estaban ocultos bajo algún seudónimo. Sin embargo, una visión histórica no es suficiente para abordar un problema como el del límite entre lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller que se plantea a partir de El complot mongol, Noviembre sin violetas, Plenilunio, Deudas pendientes, Ojos de agua, El baile ha terminado y La soledad de Patricia. Para ello son necesarias más herramientas de investigación y por eso emplearemos directrices y pautas de análisis histórico, pragmático-hermenéutico, discursivo-textual, semántico y de la teoría del género. En el primer capítulo reflexionaremos sobre los aspectos históricos y para eso se llevará a cabo una revisión histórica literaria de lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller, solo que de una manera algo distinta: separando estas cuatro narrativas Como ya hemos señalado, existe una confusión entre ellas que puede llevar a pensar, como de hecho ocurre, que criminal es sinónimo de policíaco o viceversa, o que el espionaje está supeditado a lo policíaco, todo esto falso. A partir de esta visión histórica apreciaremos cómo se gesta cada narrativa de manera independiente haciendo ver que se trata de manifestaciones literarias distintas. Esto nos permitirá, por un lado, ver dónde se sitúan las novelas estudiadas, es decir, de dónde vienen, cuáles han sido los antecedentes históricos, sus antepasados literarios. Por otro lado, vamos a observar cómo una idea que venimos gestando desde hace varios años ve la luz. La inmensa mayoría de los críticos e investigadores consideran a Edgar Allan Poe como el padre de la novela policíaca, pero se olvidan o no le dan la importancia a un nombre clave sin el que el género, muy probablemente, no habría comenzado a popularizarse y establecerse: Charles Dickens. La labor de Dickens es enorme y, aunque desgraciadamente no podemos analizar su obra criminal y policíaca, es un objetivo claro revalidar su enorme labor haciendo mención de su trabajo. En el segundo capítulo emplearemos la pragmática-hermenéutica como uno de los pilares de análisis del problema del límite de la «narrativa sensacional de suspense» y la fluctuación tipológica en las novelas estudiadas, lo cual hará ver cuáles de estos textos se acercan más a formas híbridas. De igual modo, la pragmática-hermenéutica nos ayudará en otros dos objetivos: analizar las relaciones intratextuales de las novelas de Rafael Bernal, Lorenzo Silva, Antonio Muñoz Molina, Antonio Jiménez Barca, Domingo Villar, Julián Ibáñez y Carles Quílez, pero también las extratextuales, aquellas en las cuales se puede generar la confusión, en las relaciones que mantendrá el texto no solo con el lector, sino con mediadores que pueden resultar nocivos en el proceso comunicacional al generar dicha confusión. Asimismo, y aunque no realizaremos un profundo análisis comparativo, estableceremos relaciones comparativas entre los siete textos elegidos con el fin de evidenciar las diferencias entre lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller. Por lo que se refiere al capítulo dedicado al discurso y al texto es necesario aclarar que se transita por terrenos en los que no hay acuerdos respecto a la definición de ambos conceptos. No es nuestro propósito buscar una definición de ellos, sino reflexionar sobre ambos en base a las definiciones de un grupo de especialistas, y de este modo abordar el problema del límite en base a una confusión ya algo antigua: ¿existe un discurso policíaco, uno criminal o uno de espionaje? ¿Si es así ¿por qué un texto con un discurso policíaco como El maestro de San Petersburgo (1994) de Coetzee, no puede ser catalogado como policíaco? Nuestro interés se centrará en analizar el discurso criminal, policíaco, de espionaje y del thriller y ponerlo en referencia a El complot mongol, Noviembre sin violetas, Plenilunio, Deudas pendientes, Ojos de agua, El baile ha terminado y La soledad de Patricia junto a otros textos para observar cómo aparece el problema del límite, de la mano de una serie de elementos textuales que se mueven de una narrativa –lo policíaco– a otra –el thriller–. Otro pilar fundamental para esta investigación es la semántica. Empleando la semántica de «mundos posibles» y dos teorías de ella, la de Tomás Albaladejo y Lubomír Doležel, se observará cómo se va construyendo un texto ficcional, en este caso las novelas estudiadas, a partir de parámetros comunicacionales. Gracias a este análisis se confirmarán las impresiones pragmáticas: las novelas de Bernal, Silva, Muñoz Molina, Jiménez Barca, Villar, Ibáñez y Quílez se construyen a partir de eventos diametralmente opuestos: el crimen e investigación, terrorismo y espionaje contraterrorista, amenaza y seguridad, pero no bajo regímenes estrictos, sino como un texto en el que dos submundos, de acuerdo a la terminología de Albaladejo, el de los protagonistas y antagonistas de las obras estudiadas se enfrentan. Es imposible cerrar esta investigación sin tocar un tema espinoso en el que no hay grandes acuerdos: el del género. En el último capítulo tenemos el propósito de señalar los elementos genéricos de lo criminal, lo policíaco, el espionaje y el thriller y ver cómo se combinan, ofreciendo las señales del desplazamiento de la frontera entre estas narrativas y el problema de la confusión. También, y gracias a dos modelos genérico-comunicacionales, el de Kurt Spang y el de Jean Marie Schaeffer, tendremos la ocasión de vislumbrar cómo, de manera genérica, tratamos de ubicar las obras estudiadas y de confirmar su carácter híbrido. No obstante, es inevitable que en este capítulo hagamos mención al problema de la definición del género. Es claro que no se pretende dar una respuesta a dicho problema, ya que esto es imposible, pero lo que sí se llevará a cabo será, gracias a las propuestas de Spang, Schaeffer, García Berrio y Huerta Calvo, construir una definición que sea práctica para esta investigación. Igual de importante será observar en este último capítulo un concepto diseñado para esta investigación: el «sensacional de suspense». En ningún momento buscaremos defenestrar a la «novela negra», pero sí analizaremos el problema que aparece al utilizar dicho término, y las bondades que hay en torno al concepto «sensacional de suspense». Hay que aclarar que este estudio no está divido en dos secciones, una de metodología y otra de aplicación. Por el contrario, lo llevaremos a cabo in sito, es decir realizando la metodología y la aplicación conjuntamente. El motivo de esta elección es de carácter práctico, pues en anteriores trabajos de investigación nos ha funcionado correctamente.
Con la presente Tesis Doctoral abordamos críticamente la visión ilustrada del indígena de la frontera meridional chilena como marco geográfico y la centuria de la Ilustración como coordenada temporal, especialmente su segunda mitad. Un análisis de sus tres familias básicas que no contempla por razones cronológicas a los picunches o gentes del norte, pero sí a los mapuches –gente de la tierra–, huilliches –gente del sur o sector meridional mapuche– y los pehuenches cordilleranos –gente del pehuén o pino chileno–. Esta división horizontal en razón de su distribución latitudinal se complementa necesariamente con la clásica repartición cuatripartita longitudinal de los butalmapus o distritos indígenas. Así, la frontera araucana, entre el río Bío-Bío y la plaza de Valdivia, se dividía en: costa, llanos, precordillera y la Cordillera propiamente, barrera que no fue obstáculo para unas relaciones fluidas. Además, al sur de la misma se extendía la frontera huilliche, que abarcaba desde el presidio valdiviano hasta Chiloé. Y, por supuesto, los pehuenches, que enseñoreaban ambas vertientes andinas. La naturaleza del estudio parte de un enfoque metodológico multidisciplinar histórico y antropológico, y supone un análisis de media duración del espacio fronterizo, en especial de su actor indígena, que con la Ilustración va a ver revalorizado en su papel. Asimismo, destacamos un aspecto básico transversal a todo el trabajo de aproximación a la realidad fronteriza araucana y hulliche, como es el proceso de cambio cultural, cuando al choque inicial le sucede un sistema complejo de relaciones. El surgimiento de una cultura de frontera se realiza dentro de unos parámetros de comportamiento social relativamente compartidos por ambas comunidades en contacto prolongado. Un proceso de aculturación con fases de aceleración y retroceso, y bidireccional en cuanto a los elementos culturales cedidos y adaptados; aunque sea la cultura hispana la principal donadora. Pretendemos observar si la historia de la frontera chilena es una historia que supera el mero enfrentamiento para convertirse en una frontera dinámica, donde la convergencia de protagonistas colectivos alcanzó en el siglo XVIII una dimensión propia como espacio compartido y nuevo en sus interrelaciones. Comprobar si la nueva fisonomía social y mestizaje de elementos culturales heredados de la implantación hispana y legatarios del habitante nativo, dieron lugar a una sociedad que rompía el ciclo de lucha y se ofrecía mestiza y original. Igualmente, procuramos comprobar si el resultado más significativo del contacto secular fue el conocimiento y la integración de ambas comunidades por encima de conflictos cerrados. Nuestra principal contribución, que matizamos más abajo, va en la línea de reivindicar el espacio fronterizo chileno como un territorio de confluencia e intercambio, superando la visión de choque continuado de una parte de la historiografía más interesada en la consagración de mitos "incuestionables", que ignora la complejidad de un fenómeno mucho más rico y cambiante. Si bien esta corriente interpretativa ya está marcada por la historiografía reciente de la mano de autores como Gertrudis Payás, José Manuel Zavala, Jorge Pinto, Leonardo León, Jaime Valenzuela y Jimena Obregón, entre otros estudiados exhaustivamente en el presente texto, hemos querido profundizar en la misma y analizar el progresivo proceso de secularización de la frontera más allá de los intercambios comerciales y el mestizaje. Aquí radica nuestro aporte más sustancial y personal, mencionado anteriormente. Siguiendo las orientaciones de Guillaume Boccara al respecto y añadiendo al comercio el elemento simbólico, las representaciones culturales, el universo de las mentalidades y los imaginarios colectivos junto a los recursos, semántica y otros elementos de apropiación. El estudio de la frontera nos lleva ineludiblemente a las formas de contacto violentas y pacíficas entre sociedades, y la génesis de una nueva entidad diferenciada. Esta idea cenital de la literatura producida por los estudios fronterizos desde las aportaciones del profesor Sergio Villalobos y sus discípulos ha quedado matizada o, mejor, enriquecida por el análisis de los procesos de interacción étnica, podemos recordar a Rolf Foerster o José Bengoa, por ejemplo. En este sentido, recordamos la clarividente idea de Pinto Rodríguez en relación a los intercambios mutuos, aparte de los circuitos comerciales locales o regionales –incluso de una futura proyección imperial–. Los cambios fueron simultáneos y obedecieron a factores de índole externa e interna. Desde el punto de vista indígena, no solo la resistencia y sus derivaciones contribuyeron a conformar una sociedad fronteriza, sino también las transformaciones operadas en el propio seno del mundo nativo a consecuencia del contacto sostenido en eltiempo con los españoles. El tema es de una gran relevancia y actualidad, objeto de debates y polémicas sobre la inserción en la sociedad chilena, a los cuales no han permanecido ajenos los historiadores, muy al contrario. El conflicto que mantiene el pueblo mapuche con el gobierno chileno arranca de la misma constitución del Estado, así lo hemos contemplado, aunque sucintamente por su contemporaneidad, al hablar de las categorías semánticas y especialmente del debate historiográfico fronterizo, en consecuencia emplazamos al capítulo correspondiente de la primera parte. Las escuelas de estudios fronterizos y de relaciones interétnicas quedan contrastadas en dicho apartado de la Tesis con un estado de la cuestión bibliográfica, así como las soluciones de síntesis más novedosas y actuales. Todos estos valiosos aportes historiográficos y antropológicos enhebran el trabajo y son comentados recurrentemente, pues sin tales cimientos no se podría seguir construyendo una ciencia histórica capaz de explicar y comprender el presente desde la reconstrucción del pasado, según la "Escuela de los Annales" y en palabras de Braudel. De igual manera, al final del trabajo hemos incluido un comentario acerca de las fuentes consultadas, que manifiestan la colaboración interdisciplinar metodológica y cruce de testimonios de naturaleza variada, al cual remitimos para una lectura más amplia y pormenorizada. Tan solo anticipar su diversidad documental y de centros de investigación a lo largo de tres estancias en Chile. Asimismo, en orden a la temporalidad, queremos realizar dos matizaciones previas. En primer lugar, hemos analizado la cuestión mapuche actual someramente allí donde ha sido necesario para comprender el presente desde su raíces históricas, en concreto el reformismo tardío de Carlos III y Carlos IV. En segundo lugar, igualmente analizamos la primera mitad de la centuria ilustrada cuando sirve al conocimiento del periodo tardocolonial, pues aunque somos conscientes del inicio de la política reformadora desde Felipe V, nuestro interés se centra en el marco cronológico finisecular, precisamente donde el vacío historiográfico es mayor o requiere de nuevas interpretaciones de cara al próximo movimiento emancipador. Respecto al indígena, se trata de rescatar la diversidad de sus respuestas frente a la forzada homogeneidad y las valoraciones de los ilustrados que plasmaban esa nueva realidad desde premisas novedosas. Interrogando a los testimonios de españoles y extranjeros sobre sus estrategias de subsistencia, realidad política, estructura social y valores o patrones culturales, podremos captar las continuidades y los cambios de los indígenas y las transformaciones en las visiones de los observadores europeos. Las hipótesis de trabajo planteadas y sujetas a verificación se centran en la nueva situación de la frontera ilustrada. Es decir, si hubo una nueva concepción global fronteriza desde la metrópoli y sus autoridades indianas delegadas tendente a reforzar territorios en movimiento de expansión y el control efectivo de los integrados en la Monarquía Hispánica por temor a las repercusiones de la cambiante política europea. Si quedó ratificado de facto lo consagrado de iure, esto es, la soberanía efectiva sobre la frontera. ¿Pudieron operar factores exógenos como la amenaza real de asentamiento foráneo en puntos clave geoestratégicos de la América española que llevaran al replanteamiento acerca de los "salvajes" o "bárbaros" por los hombres del absolutismo ilustrado? Si fue así, ¿enfocaron la cuestión con métodos propios o se insertaron en la cadena de soluciones heredada frente al fenómeno fronterizo? ¿Se implementaron dispositivos y mecanismos de contenido cultural y fondo político como estrategias novedosas? La frontera del reformismo debe abrirse a otros protagonistas, como los agentes de intermediación, en especial las mujeres. En este sentido nos planteamos cuál fue el verdadero alcance de su papel, olvidado entre el ruido de las armas, al igual que la importancia de los recursos en la apropiación del medio y sus habitantes. Además de verificar esta política oficial intencionada y planificada durante el XVIII, de modo acentuado en su segunda mitad, comprobaremos si pudo obedecer igualmente a la influencia de respuestas locales que condicionaran la dinámica interna y hasta qué grado son posibles los análisis comparativos con otras fronteras indianas. El uso del universo simbólico para la inclusión y su verdadero alcance constituye una hipótesis primordial de nuestro enfoque antropológico. Asimismo, planteamos la nueva visión del "otro" indígena, que por encima de enfrentamientos bélicos los presenta como hombres en última instancia súbditos del rey distante, que es necesario reintegrar por vías de la asimilación cultural a su verdadera condición de vasallos del rey católico. Un acercamiento que supera mitos nacionales consagrados por la historiografía en muchos casos y en proceso de revisión, que deja atrás la idea del indio rebelde y lo contempla como elemento en sí mismo, integrado más o menos según la variedad de respuestas y los tiempos de las mismas. Igualmente, en conclusión lógica de lo anterior, entre los objetivos que perseguimos está contemplar la frontera mucho más allá de la dinámica de enfrentamiento, optando por la concepción de un espacio total e integrador, eso sí, de personalidad propia y diferenciada. Un espacio de confluencias que se abre paso gracias al progresivo entendimiento fruto del conocimiento y de necesidades mutuas. Finalmente, otra hipótesis de trabajo observa la frontera secularizada de finales del siglo XVIII no solo como un proceso de aculturación inicial y posterior transculturación, sino también como un medio aprovechado por los españoles de cara a la movilidad social ascendente. De ahí que el conocimiento sobre el indígena sea objeto de variadas reflexiones que coloquen al nativo como elemento clave del desarrollo regional y camino de la promoción político-administrativa. La reconstrucción del pasado debe cumplir la función social de mejorar el presente, si consideramos que somos lo que fuimos, dicha comprensión retrospectiva sirve para reconocer que seremos lo que somos, de ahí la importancia de reflexionar sobre espacios de encuentro, de mediación intercultural entre europeos y americanos. Partimos de la premisa de que toda historia es historia contemporánea, como Benedetto Croce apuntó. Escribimos y leemos Historia para comprender y mejorar nuestro presente, para adquirir el bagaje suficiente que nos permita hacer frente a los retos de nuestro tiempo, como los desafíos de las migraciones y contactos o la diversidad cultural, por otra parte tan añejos como la dispersión de nuestra especie por el planeta. No es el camino emprendido colocar datos en secuencia por la mera información por sí mismos aportada, sino que la posición que adoptemos ante el pasado y sus relaciones con el presente son vitales para la sociedad entera y no solo para los historiadores, albaceas de la memoria de la experiencia colectiva. Nos preguntamos, siguiendo al maestro Hobsbawm: "¿Qué puede decirnos la historia sobre la sociedad contemporánea?". El contexto económico, político y sociocultural de aquella lejana frontera debe considerarse relativo al punto de vista del observador, por ello adoptamos una perspectiva inclusiva desde la historia social. La historiografía tradicional iberoamericana se caracterizó por fijar la atención en el Estado-nación y su historia broncínea de héroes epónimos fundadores. Hoy en día, ante los retos de la globalización resulta inexcusable una historia regional integradora y comparada, en línea con las nuevas rutas abiertas por la historia atlántica. América ha adoptado una postura crítica como marco intelectual, aceptar las "certezas supuestas" suele ser cómodo, pero resulta muy discutible cuando falta la investigación que acredite dicha certidumbre. Las polémicas, en la raíz americana, avivaron una autocrítica histórica que bien puede transformarse en sano criterio de búsqueda actual, sin llegar a la iconoclasia, pues construimos historia sobre lo preexistente. Al fin y al cabo, "no es la Historia campo de curiosidades (…) En este gran Theatro no se entra à especulaciones infructuosas", sino a interpretar los cambios y permanencias que explican su continua construcción en beneficio personal y social: "asi por lo que mira à su persona, como al gobierno de otros". Los contactos entre pueblos son tan antiguos como la historia misma de la humanidad, sin embargo, aunque mantienen similitudes, también operan divergencias, siempre dentro del proceso general de cambio experimentado, pues "transición es todo en la Historia hasta el punto que puede definirse la Historia como la ciencia de la transición". La frontera es un escenario privilegiado en este sentido y se constituye como un espacio geográfico y cultural de choque y encuentro entre mundos diferentes que interactúan recíprocamente por medio de procesos de aculturación o transculturación. Respecto al primero, entendemos el término como un proceso complejo de contacto cultural, cuyo fruto consiste en la asimilación o recepción por un grupo social de rasgos de otra sociedad mediante la imposición, física o simbólica. Mientras que en relación al segundo, partimos del proceso dibujado por Fernando Ortiz e inspirado por José Martí y la idea de integración cultural, según el cual sería la gradual recepción por un pueblo o grupo social de formas culturales ajenas, que terminan sustituyendo a las propias. Ambas partes resultan modificadas, pues siempre se da algo a cambio de lo que se recibe, en palabras de Bronislaw Malinowski14. En las fronteras chilenas analizadas –araucana, cordillerana y huilliche– se intentó lo primero, pero operó lo segundo. Los préstamos culturales circularon reciproca pero desigualmente entre ambas comunidades. El hecho fronterizo –tanto humano como territorial– puesto ante los procesos globales del tiempo presente puede, sin duda, acometerse con mayores posibilidades de éxito gracias al conocimiento de ámbitos de contacto pasados. La globalización no significa homogeneidad, pues la diversidad etnológica y cultural es patrimonio de todos, pero sí es oportunidad para una mayor solidaridad y cooperación entre pueblos, máxime si mantienen fuertes lazos históricos y afectivos. Por otra parte, permite el análisis crítico sobre la interculturalidad en relación a la colonialidad del poder, aunque no es nuestra intención actual. América es un continente multicultural por obra del mosaico de pueblos que lo habitan con sus respectivas culturas, la mirada no-indígena define desde fuera su realidad, lo cual significa la construcción de un sujeto ajeno a la propia identidad indígena. La identidad étnica es un concepto dinámico que tiene un punto referencial en su propia historia. Una visión lineal impuso el recorrido de "salvajes" a "bárbaros" y de aquí a "vasallos", luego vendrían los "ciudadanos", pero tal recorrido fue dispar en cuanto a una comunicación constructiva entre ambos a pesar de la interacción permanente. El conocimiento mutuo entre españoles y mapuche-araucanos vino de la mano de nuevas relaciones y perspectivas hacia el otro diferente nacidas de la visión reformista, y sirvió de enlace entre unos y otros vía complementariedad o interdependencia. Por otra parte, la naturaleza de la interacción y la ordenación de las relaciones interétnicas deben contemplar la existencia de límites identitarios a las asociaciones y adaptaciones. El interés ilustrado por el indígena y el medio americanos ofrece una abundante posibilidad de consulta documental de múltiples orígenes y con variadas finalidades que describen e interpretan el mundo indígena desde la etnografía y la ecohistoria en larga duración. Nos ha parecido vital partir del cruce de testimonios oficiales y privados –políticos, religiosos y científicos– y de las reflexiones etnológicas así de españoles como de viajeros extranjeros. De igual manera, acudir a archivos americanos y españoles de diferente naturaleza resulta necesario para el conocimiento de diversos tipos documentales. Asimismo, la bibliografía especializada consultada ha permitido establecer el estado de la cuestión y adentrarnos en los debates historiográficos de nuestro enfoque sociocultural. Las interpretaciones acerca del indígena de la frontera sur chilena son variadas, según el cambio de percepción operado con el transcurso del tiempo. Sin duda, en el siglo XVIII las diversas visiones posibles tienen en común el tamiz, en mayor o menor grado, del pensamiento ilustrado. Aunque algunas referencias constituyen fenómenos de continuidad, el cambio aparece no solo en la propia evolución nativa sino también en el resultado de la observación europea. Españoles, criollos y extranjeros no dejaron iguales testimonios acerca de los araucanos, si bien es verdad que los rasgos distintivos básicos son comunes en sus escritos. Las distintas visiones se nos presentan dispares pero no por ello incompatibles; al contrario, son complementarias. No hay oposición entre sus testimonios más allá de los diversos objetivos de cada colectivo. Con el análisis del enfoque que dieron españoles o criollos al aborigen, se podrán observar sus diversos intereses, lo que la frontera y sus habitantes significaban para el español americano y el peninsular. Además, militares, misioneros o pobladores diferirán en sus resultados al partir de premisas variadas; divergencia que se repetirá en las observaciones del hombre que vive en la frontera con respecto al que la contempla desde la lejanía. Pero el acercamiento al indio desde la visión ilustrada quedaría incompleto sin el estudio de los testimonios dejados por los extranjeros que, aunque parten del mismo patrón cultural occidental, resultan también enriquecedores para configurar un esquema interpretativo del mapuche-araucano en el siglo XVIII. Cada grupo fija su atención primordial en un aspecto, por lo que la conjunción de todos conformará una aproximación adecuada al panorama general de la vida indígena y sus relaciones con los demás protagonistas de la frontera chilena del Setecientos. La actuación y visión de todos los agentes fronterizos nos permitirá comprender la dinámica de cambio en el análisis de un espacio físico y cultural que contempla no sólo las potencialidades del medio sino también la incorporación del indio, mediante la aculturación entre otras estrategias, a la sociedad hispánica. No podemos valorar las visiones del indio y su incorporación como vasallos de la mano del reformismo borbónico, sin partir de la dualidad básica del mundo fronterizo, esto es, la relación hispano-indígena. Pero fueron más los agentes histórico-sociales que intervinieron, no sólo los europeos de distintas procedencias y por ende con acervos particulares, sino los propios indígenas, fragmentados en sus respuestas al choque cultural. Así pues, consideramos vital estudiar el mundo amerindio en su diversidad de desarrollos y adaptaciones al medio y de actitudes respecto al hispano-criollo. Tampoco podemos olvidar los actores culturales de intermediación entre ambas comunidades. Para abordar las relaciones entre españoles y nativos partimos de los sistemas de valores de las sociedades en contacto y del marco físico como condicionante en cuanto a la adaptación cultural del hombre al medio. Un medio que merece un estudio en sí mismo junto a los grupos humanos que lo habitaron y las interrelaciones que tejieron con las demás colectividades que confluían en un mismo territorio. Hay que observar la frontera como lugar físico de confluencia y como proceso de cambio cultural. Estudiar si el inicial rechazo evolucionó con el tiempo hacia el contacto humano fluido, el intercambio de elementos culturales y la creación de un espacio resultante de las interacciones continuadas. Además, el tiempo ilustrado resulta óptimo para un balance de las posibles continuidades y cambios, así como para fijar la naturaleza de la evolución del pensamiento respecto al indio "bárbaro" de las fronteras imperiales. A mediados de la centuria ilustrada, Rousseau rescataba en su "Discurso sobre las ciencias y las artes" una idea clásica y a la vez novedosa –que enlazaba con el ideal cosmopolita de la época– sobre la barbarie. De manos de Ovidio recogía: Barbarus hic ego sum, quia non intelligor illis ("Aquí soy un bárbaro porque no me entienden"). La diferencia convertía en extraño a cualquiera en función del posicionamiento o la mirada ajena. La mutua observación entre ilustrados e indígenas nos ofrece las visiones de unos y otros. Recuperada esta percepción más amable y recíproca de la alteridad y el poder, faltaba la segunda premisa para comprender el contexto en lo relativo a la configuración de las fronteras: el pacto. Otro destacado pensador, no en balde estamos en el "Siglo de la Filosofía", aportó su comprensión al respecto: "debe buscarse la paz allí donde pueda encontrarse", tan precisa era la primera ley de naturaleza. Desde Clío, aunque con un enfoque interdisciplinario, podemos acercarnos a esta realidad en transformación, pues "la Historia no solo es una valiosa parte del conocimiento, sino que abre la puerta a muchas otras partes y aporta materiales a la mayoría de las ciencias". El fenómeno de la frontera chilena en el siglo XVIII centra el contenido de nuestra Tesis Doctoral. La naturaleza de este estudio parte de un enfoque interdisciplinario y de un análisis de media duración del proceso fronterizo y sus consecuencias desde una metodología histórica y etnológica. Aplicamos el método etnohistórico a las fuentes documentales en un marco de análisis del hecho fronterizo chileno desde sus orígenes hasta sus resultados más significativos y enriquecedores durante la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el contacto secular entre españoles e indígenas desembocó en una nueva realidad distinta de las anteriores pero fruto de ellas. El encuentro entre sociedades de niveles socioculturales dispares originó la formación de una "frontera" en cuanto espacio físico y proceso cultural. A su vez esta frontera es variada dependiendo del actor fronterizo desde el que se analice, en este sentido los testimonios marcan las distintas visiones del "otro" en base a su situación en el entramado de relaciones. El estudio de la frontera chilena, como objetivo general, se inicia con el análisis global de lo que la frontera ha significado en la historia humana en cuanto espacio de confluencia de realidades y generadora de mitos. Los precedentes peninsulares medievales se prestan especialmente al tratamiento comparativo entre fronteras en cuanto contacto prolongado, pues junto a las convergencias encontramos divergencias que permiten establecer una tipología del fenómeno en el espacio indiano y remarcar la singularidad de las fronteras americanas. Las similitudes y los desencuentros permiten un extenso abanico interpretativo –lato sensu– de respuestas desde la historia y la antropología. La capitanía general chilena estaba circundada al norte por el desierto de Atacama, que la separaba de la matriz peruana, al oeste por el océano Pacífico, al este por la cordillera andina, y al sur por la Araucanía y el archipiélago de Chiloé. Esta región política y natural claramente delimitada era un espacio peculiar en el orden físico y étnico, que ejercía su influencia sobre el imaginario de los españoles asentados en el valle central. La frontera del reino de Chile, desde el río Bío-Bío hasta el archipiélago chilote, constituyó una zona fronteriza –en analogía con las marcas carolingias–, temparana en su problemática y tardía en su resolución. Una frontera inestable, marcada por el medio natural y la posición periférica. Los cronistas y los primeros investigadores han dejado testimonio de la singularidad de un espacio que se resistió a su inclusión en el engranaje de la Monarquía Hispánica en Indias, empresa cargada de dificultades y trabajos, y que originó un mito conformador de la identidad chilena. El debate historiográfico sobre la frontera chilena y sus aborígenes en relación con la zona plenamente hispanizada central y septentrional ha originado posicionamientos diversos que interpretan su evolución histórica de forma dispar. La complejidad viene del cambio y la continuidad en el mundo fronterizo que terminó por originar un fenómeno modificable en el proceso y sujeto a reajustes; además de la imagen fraguada desde el inicio, que se debate entre la realidad y el mito. Los protagonistas que interactuaron en la frontera meridional chilena, objetivo específico de la Tesis junto a los cambios culturales experimentados, tenían diferentes intereses y estrategias, en relación con su cometido y función respecto al "otro" y el territorio. El distinto nivel de complejidad social de cacicazgos y estatalidad se reflejaba en la apropiación de los recursos mediante un menor o mayor grado tecnológico y acumulación excedentaria. Como pueblo nativo y ágrafo, los araucano-mapuches poseían un conocimiento exacto del medio. Además, según la visión coetánea sobre el origen de la desigualdad, los "salvajes" estaban acostumbrados a fatigas, rigores y "forzados a defenderse". Entre españoles e indios el sistema de relaciones fue un continuum, recurrentemente la presencia de europeos amigos o enemigos de la monarquía española aumentaba la complejidad de visiones de la dinámica fronteriza. Los ojos que observaban la cultura aborigen eran múltiples y variados, consecuentemente las formas de mirarla también lo serían. Pero todos dejaron constancia de su capacidad pragmática de adaptación y tránsito de la autarquía al intercambio. En definitiva, la cultura es producto del aprendizaje más que de la herencia, de la asimilación de unos hábitos compartidos por miembros de una misma sociedad que podemos conceptuar paulatinamente de fronteriza en su conjunto. Tras el choque inicial de la conquista los hispanos se establecieron en el valle central, agrícola y ganadero, preocupados por la estabilización más al sur de una frontera conflictiva que escapaba al control efectivo de la hispanización política y cultural. Durante la época de los Austrias y en el tránsito al siglo XVIII, los españoles y criollos, alejados ya de su interés por enlazar con los fundadores hispanos y próximos a reivindicar los orígenes y medio americano como elemento diferenciador, asumieron una nueva actitud hacia el mundo fronterizo. Durante la primera mitad del Setecientos se reestructuró la acción sobre el indígena en base a reforzar la política de "parlamentos", factor de continuidad y proyección. Eran encuentros transfronterizos entre los representantes de ambas comunidades, a la cabeza hispano-criolla iban las autoridades político-militares y eclesiásticas, mientras que los jefes tribales –caciques o loncos– de las parcialidades indígenas encarnaban la autoridad nativa. Los dos interlocutores se hacían acompañar, respectivamente, de un gran número de tropa e indios –capitanejos y mocetones–, que participaban de una ceremonia ritualizada junto a grandes banquetes y ofrendas de regalos que concluían con un articulado que establecía las normas del juego fronterizo y el reconocimiento de vasallaje al monarca español. Con el tiempo, este corpus contractual se convirtió en un estatuto fronterizo que consagraba igualmente la representación mapuche-araucana tras su presentación ante la autoridad hispana delegada en el territorio. Posteriormente, durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, la visión ilustrada llevó al descubrimiento científico del indígena, al conocimiento del medio y a una política integradora encaminada a preservar aquellos espacios de la amenaza exterior mediante ideas de asimilación cultural y su control práctico bajo soberanía española. Esta etapa de los dos Carlos es la que ha centrado nuestra atención, respecto al primero las razones son tan obvias como su protagonismo a la cabeza del reformismo borbónico ilustrado. En relación a su hijo, a pesar del pánico de Floridablanca ante la deriva de los sucesos revolucionarios franceses, las reformas tuvieron durante su reinado hasta 1808 cierta posibilidad de implementación y, sobre todo, de comprobación de sus resultados. Además, se trata de periodo relativamente olvidado por la historiografía y que es preciso poner en valor, apremio mayor en Indias. La imagen colectiva del indómito y resistente araucano es fruto del sistema de valores y creencias compartidos por los colonizadores españoles y transmitida a la historiografía posterior, sin olvidar su gran proyección literaria. La visión del "otro" difería de la realidad pues estaba condicionada por el subjetivismo y limitada por la dificultad de percibir una cultura en construcción que, por otra parte, tomaría carta de naturaleza precisamente gracias al observador ajeno. Observaremos en nuestro estudio a los grupos genéricamente englobados bajo la denominación de araucanos por parte de los conquistadores, extrapolando una singularidad a un conjunto de familias étnicas que quedaron arrinconadas al sur del Bío-Bío, en la zona de contacto fronterizo desde la Araucanía hasta la isla grande de Chiloé. Con pautas culturales sedentarias agropecuarias en estadios poco evolucionados y comportamientos que iban del enfrentamiento abierto con los españoles a la alianza o entendimiento, pasando por las actitudes ajustables según la coyuntura. Muy brevemente, estos son los grupos de nuestra atención: huilliches, con cierto desarrollo cultural agrícola y ganadero, además de la pesca en torno al archipiélago chilote, límite frente a los juncos o cuncos. Los mapuches, reacios a la colonización y enemigos de los hispano-criollos, que con el tiempo y por medio de cauces indirectos quedaron englobados en el mundo mestizo de la frontera. Por otra parte, los pehuenches u hombres del pehuén, fruto o piñón de la araucaria con el cual elaboraban una harina base de su alimentación y fácil de transportar en sus desplazamientos por ambas bandas cordilleranas. Asentados en la zona centro-sur y desplazados progresivamente hacia el sur y la Cordillera, eran recolectores y cazadores que atravesaban los Andes en dirección a los grandes espacios rioplatenses donde se les conocía por indios pampa araucanizados. La incorporación del caballo aumentó su área de desplazamiento e incidió en sus pautas nómadas. Se dedicaban a la venta de sal, animales y manufacturas de piel, fueron aliados de los españoles, especial y definitivamente a partir de las campaña de 1770. Otros grupos étnicos menores cualitativa o cuantitativamente son contemplados en relación a los anteriores. En conjunto, unos pueblos de diferente nivel de desarrollo sociocultural y contrastadas respuestas a la presencia española que, progresivamente, fueron uniformándose a ojos extraños por la aceptación del orden colonial cuando no implicándose en su mantenimiento. La percepción ilustrada del indio entre "bárbaro" y "buen salvaje", o los afanes del reformismo borbónico por integrar a estos súbditos díscolos definitivamente, se articuló en varias líneas de actuación: el poblamiento fronterizo, la transición de la guerra defensiva a ofensiva y los mecanismos de asimilación y encuentro dieron dinámica propia a una frontera extrema. Cabe recordar que el pensamiento antropológico de la Ilustración está en el origen de una visión clasificadora de otras sociedades humanas al diferenciarlas y situarlas, en su afán taxonómico, en la historia. Un tercer agente fronterizo en la América meridional englobaría la presencia europea: holandesa, francesa e inglesa fundamentalmente, también de centroeuropeos, situados fuera de la relación bidireccional español-indígena, ambos nominalmente súbditos de la Corona. La percepción europea ilustrada proporciona valiosa información sobre la visión externa de las relaciones y vías de integración, así como de los factores del rechazo, por encima de la impresión de la época centrada en la posible alteración del equilibrio y entendimiento forzado entre españoles e indígenas. Como sabemos, la segunda mitad del XVIII contempló choques reales o temidos entre las potencias europeas en América. Estas fronteras imperiales en expansión propiciaron el encuentro europeo en escenarios americanos, y los cambios o permanencias de soberanía que en el caso chileno quedaron en el pánico defensivo y la asunción de una geopolítica revalorizadora de la frontera por obra de sus potencialidades y de las amenazas políticas. Las relaciones de viajeros extranjeros que no compartían la escala de valores de eclesiásticos y militares españoles o criollos afrontaban la conducta indígena desde otras perspectivas. Su formación científica ilustrada, el espíritu crítico y la desvinculación con el medio social indiano les llevaron a otra valoración complementaria de las interrelaciones. La frontera meridional chilena fue objeto de atención por la metrópoli en una doble vertiente: la problemática doméstica y la amenaza exterior. El control del territorio y el definitivo abandono del statu quo que había permitido en la práctica, parcialmente, el desarrollo en paralelo de ambas comunidades dejaron paso finalmente, merced al contacto continuado, a una nueva realidad en aquel espacio. En segundo lugar, por la urgente defensa del territorio amenazado por los ecos revolucionarios franceses y las ambiciones inglesas de asentamiento, es decir, la proyección americana del juego de relaciones políticas europeas. Por otra parte, actuó como factor endógeno de la sociedad hispanochilena la percepción del mundo fronterizo no solo como un elemento diferenciador, sino como un cauce u oportunidad de servir al rey y cimentar un cursus honorum. La vida militar y la carrera político-administrativo propiciaron la movilidad social ascendente de unos hombres que, con espíritu ilustrado, quisieron reformar y racionalizar las estructuras de gobierno y administración. En repetidas ocasiones el paso por la capitanía general chilena fue fase previa a la promoción al virreinato peruano y momento de aplicación de políticas de infraestructuras y desarrollo regional. La fidelidad jugó un papel importante en aquel distante territorio y se plasmó en imágenes colectivas de lealtad. Volviendo a la realidad fronteriza desde Chile, un aspecto básico es el intercambio cultural entre agentes donadores y receptores en ambas direcciones. Tras el choque, los agentes fronterizos entraron en un largo periodo de contacto que terminó originando con sus múltiples transformaciones un cambio cultural. Una nueva cultura de frontera surgió en base a unos parámetros de comportamiento social compartidos relativamente por indígenas y españoles. El proceso de aculturación, sostenido en el tiempo pero con fases de aceleración y de estancamiento, va más allá de la mera integración del indígena en las pautas socioculturales españolas. Los métodos de los misioneros por asimilar o de los agentes de la administración civil y militar por controlar difieren no sólo por el diferente talante de las órdenes religiosas o de los funcionarios, sino por los momentos de actuación. La frontera era vista también desde la metrópoli. Una visión que podía llegar por los informes de hombres de frontera plasmando sus experiencias y aportando sus remedios, por los miembros de las múltiples expediciones ilustradas preocupados en el avance científico y la conservación del territorio o por las propuestas oficiales de la práctica de gobierno fronterizo. Gobernantes reformistas afrontaron la inclusión de la alteridad y la integración del limes chileno como prioridad, lo que alteraría la visión tradicional del otro e incluso de sí mismos. El estudio del hecho fronterizo chileno implica una gran complejidad metodológica respecto a la investigación a ambos lados del Atlántico y el cruce de testimonios. Asimismo, respecto del establecimiento de unas notas comunes y diferenciadoras que al tiempo que inserten el fenómeno en la casuística indiana y lo singularicen, presenten un análisis dual y paralelo de dos comunidades de desarrollo sociocultural dispar que chocan en un mismo espacio físico, que está vivo, en movimiento y flujo constante por la presión de la cultura donadora y que origina la resistencia de la receptora que merced a los elementos de integración queda asociada a una misma realidad compartida. La variedad de visiones y tiempos en la evolución de las mismas trae consigo la multiplicidad de relaciones que debemos observar y contrastar en sus testimonios. A la información de los españoles y criollos se suma la presencia de agentes externos a los vínculos originarios hispano-indígenas. Además, unos y otros ofrecen una división interna a tenor de sus intereses. Autoridades, militares, misioneros, colonos se relacionaban de distinto modo con el indio según sus objetivos. Incluso un último nivel de complicación lo ofrece la pertenencia a una u otra orden religiosa, al origen del gobernante o a la misión del extranjero. No cabe duda de que los métodos misionales diferían no sólo por la marcha del tiempo, sino por la pertenencia a la orden seráfica o ignaciana, por ejemplo. De igual modo, un gobernante o militar español no percibía el mundo indígena como lo hacía un extranjero, también dependía del tiempo de permanencia y grado de adaptación al país, y diferente visión ofrecía el criollo al peninsular. Por último, está la problemática de la visión del mapuche-araucano acerca del español. Si bien por condicionantes de su desarrollo cultural no contamos con textos directos, sí pretendemos analizar los testimonios indirectos de los misioneros, defensores del indio y compiladores de sus tradiciones, así como de los extranjeros que tomaron nota de su situación, quejas y actitud ante los hispanos. Además, debemos partir desde la percepción del propio pasado, es decir, desde el sistema de valores culturales y de conducta de los grupos que interactuaron en la frontera. Se hace imprescindible una consulta documental contrastada de opiniones diferentes sobre una misma realidad múltiple para intentar reconstruir los valores y patrones socioculturales de la dinámica fronteriza. La documentación archivística oficial ha pasado ya por un primer tamiz de elaboración consciente por el informante que ha transformado la realidad según el destino de la misma e incluso su valoración personal de los hechos; por ello debe filtrarse mediante la interpretación metodológica. Por el contrario, la información primaria que se originó sin fin prefijado, fruto de la interacción sociocultural fronteriza y con la finalidad de canalizar las relaciones entre comunidades, lo que no evita la exégesis, sí posee el valor de una relativa espontaneidad. Con la investigación sobre el indio de la frontera meridional chilena durante el siglo XVIII pretendemos adentrarnos en la realidad nativa por sí misma y en relación con la visión que tuvieron del mundo indígena los ilustrados españoles –peninsulares o americanos– y los europeos. En nuestro análisis utilizamos complementariamente los métodos del historiador y de la antropología, más exactamente la etnohistoria, mediante la consulta de numerosos repositorios archivísticos europeos y americanos y de una amplia bibliografía especializada, producto de la historiografía atlántica. Nuestra idea-clave es "frontera", entendida como marco físico y mental de confluencia de sociedades con niveles socioculturales dispares. Creemos que este concepto aporta una visión global del proceso superadora de mitos historiográficos y análisis compartimentados. Por otra parte, el estudio en secuencia de tiempo medio, permite valorar las continuidades; y lo que es más importante: los cambios. Pasar de una imagen de indio rebelde y de resistencia secular a otra en la que termina integrándose cuando no colaborando con los españoles. Tras un primer choque se establecieron mecanismos de relaciones en ambas direcciones de las que surgió una cultura de frontera que era fruto de la aculturación y del contacto prolongado y pacífico, aunque con episodios bélicos. Además, la historiografía chilena mantiene una visión más centrada en el marco geográfico concreto y en los agentes que actuaron en el mismo. Pensamos que desde una perspectiva mucho más amplia se observa la frontera en toda su dimensión en cuanto a espacio, actores y líneas de investigación, lo que enriquece el estudio histórico del área. Igualmente, la comparación entre fronteras meridionales y septentrionales permite situar en sus justos términos lo común y lo original local. De nuevo la historiografía chilena es reticente a los análisis comparativos indianos, lastre que actúa en la mayoría de los países hispanoamericanos e impide estudios de conjunto. Nuestra proposición contempla la frontera chilena del Setecientos, que ya ha superado el conflicto de centurias precedentes, dejando paso a un nuevo y consolidado sistema de relaciones políticas, económicas, sociales y culturales. Los parlamentos, las fluidas y complementarias relaciones comerciales, y los elementos culturales donados mayoritariamente por los españoles y adoptados por los indígenas, confirman un mundo de intercambios que dejaban atrás la dinámica de enfrentamientos. La sociedad mestiza de frontera, resultante de la confluencia del aporte hispánico y la herencia amerindia, gracias al conocimiento mutuo propició la síntesis de culturas en un espacio fronterizo. Como fenómeno complejo y en evolución, se dieron variadas actitudes indígenas desde la resistencia a la alianza. El mundo mapuche estaba fragmentado y en muchas ocasiones enfrentado. Las valoraciones de los ilustrados reflejan una nueva concepción del indígena y del medio. Las estrategias de subsistencia y las realidades políticas y socioculturales evidencian fenómenos de continuidad y de cambio que van a ser considerados de diferente forma, según los intereses del observador. Las interpretaciones, aun teniendo un común denominador, responden a una rica variedad de testimonios que cruzados fraguan una imagen del indio y una frontera novedosa en relación a siglos anteriores. La obra de misioneros, militares y gobernantes que con un nuevo prisma observaron al araucano, iba encaminada a la evangelización del indio, pero igualmente a su hispanización, entendida como transmisión de pautas de comportamiento social e individual: el sedentarismo que superara el nomadismo, rasgo claramente "bárbaro" a ojos ilustrados; la inclusión de los indígenas como vasallos efectivos de la monarquía y el control territorial soberano frente a la injerencia de potencias rivales. Todo ello configura un marco de nuevas relaciones. Las visiones confluentes de españoles y otros europeos acerca de la vida material y creencias araucanas desde la crítica ilustrada de la realidad, ofrecen además de un balance de recuperación etnográfica, un panorama de las propias creencias por contraposición a las ajenas. De hecho el "otro" sirvió para definir y tomar conciencia del "yo", pues la noción de diferencia o alteridad implica la de mismidad. No obstante, los comportamientos indígenas quedan matizados por el descubrimiento científico del hombre y su entorno, lo que revaloriza su papel y la necesidad de su conocimiento e integración. La visión del "otro" resulta mucho más enriquecedora y novedosa con la Ilustración que la mera observación del indio de frontera desde postulados de conflicto. Pretendemos igualmente observar el estado de la cuestión del hecho fronterizo chileno y su aportación a la conformación de su identidad y mitos nacionales. Una aproximación sin apriorismos condicionantes consagrados por el transcurso del tiempo, los cuales además deben ser matizadas a la luz de los resultados de la investigación histórica y antropológica sobre el papel del indígena en la sociedad colonial. Nuestra principal contribución va en la línea de reivindicar el espacio fronterizo chileno como un territorio de confluencia e intercambio, superada la visión de choque continuado frente a la complejidad de un fenómeno mucho más rico y cambiante. Respecto del indígena, se trata de rescatar la diversidad de sus respuestas y las valoraciones de los ilustrados que plasmaban esa nueva realidad desde premisas novedosas. Interrogando a los testimonios de españoles y extranjeros sobre sus estrategias de subsistencia, realidad política, estructura social y valores o patrones culturales, podremos captar las continuidades y los cambios de los aborígenes. Así como también las transformaciones en las visiones de los observadores europeos. Abordamos el análisis fronterizo desde un enfoque centrado en la existencia de varias fronteras a tenor de su propia evolución y de las distintas visiones de la misma, tan dispares como los intereses y objetivos de militares, civiles, pobladores o misioneros españoles y criollos; las actitudes de indios amigos o enemigos; y las percepciones de ambos por los extranjeros. Por encima de la frontera imaginada, la frontera real fue un proceso de confluencias y aportes variados que permite una clasificación tipológica gracias a su abundante casuística. Las visiones e interpretaciones del fenómeno fronterizo no se oponen, sino que se complementan; aparentemente cada una fija su atención primordial en un aspecto pero entre todas conforman un acercamiento al hecho fronterizo, un intento por vislumbrar sus complejas interrelaciones. Analizar la frontera chilena ilustrada en razón del cambio de percepción de la misma por parte de todos sus agentes puede ayudar a comprender los elementos de continuidad y su dinámica de cambio. Además, un enfoque maximalista de sus protagonistas y espacios puede superar tópicos anclados en una visión reduccionista. La frontera chilena temáticamente se ha circunscrito a la relación hispano-indígena, pero fueron más los agentes histórico-sociales que intervinieron y es necesario contar con sus testimonios; por otra parte, los marginados de la sociedad colonial o los indios amigos de la misma en cuanto agentes culturales de intermediación merecen atención con la finalidad de estudiar los puntos de conexión que terminaron imponiéndose en la vida cotidiana. Examinar el área y el fenómeno fronterizo interpretando su dinámica sociocultural propia partiendo del sistema de valores de las sociedades en contacto y del marco físico como condicionante en cuanto a la adaptación cultural del hombre al medio. Este enfoque nos podrá poner en el camino de la comprensión global de la frontera, física y humana, en cuanto espacio y proceso. Se trata de observar la frontera como territorio y como proceso desde variados puntos de vista, no sólo desde América sino también desde España, con un horizonte que contemple la diversidad indígena y sus respuestas al impacto o choque cultural; así como las relaciones que se establecieron y los resultados de las interacciones. El tiempo ilustrado resulta el más adecuado para hacer balance de las continuidades y de los cambios y fijar la naturaleza de la frontera y sus actores. Además, ese tiempo histórico presenció un intento planificado y general de ocupación de espacios no sólo por motivos internos de la sociedad colonial en articulación con el mundo indígena fronterizo, sino también por la presión de los extranjeros. El interés ilustrado por el indígena y el medio americano ofrece una abundante posibilidad de consulta documental de múltiples orígenes y finalidades que describen e interpretan desde la etnografía o la ecohistoria. Además, durante el siglo de la Ilustración y el reformismo se aplicó una política indiana que interrogaba al otro e instaba a su asimilación, reconocida ya su variedad étnica y en proceso de formación científica de su nueva imagen. La defensa y ocupación de la frontera, la relación directa con el indio y la convicción como instrumento de integración son elementos de una política de frontera ilustrada que en el caso chileno discurre por un pactismo entre comunidades de diferentes niveles socioculturales. A pesar de la supremacía española sobre la indígena en la segunda mitad del siglo XVIII, se busca no sólo el acatamiento de los postulados impuestos en los parlamentos sino también su reconocimiento como medio para solucionar conflictos y lograr la definitiva pacificación. La diplomacia no se desgajó de la acción a sangre y fuego cuando se consideraba necesario, pero sí ocupó un lugar importante en el entramado de relaciones. Posiblemente esta política intencionada y continuada de parlamentos o encuentros, de facto institucionalizada en medio de ceremoniales, reviste importancia no únicamente como paradigma de acercamiento y conocimiento, sino como vía compartida de resolución de conflictos y ejemplo extrapolable a otras fronteras americanas de parecida problemática étnica y espacial. De ahí que el estudio de los mecanismos desplegados en los parlamentos nos resulte una línea de trabajo primordial y base de hipótesis sobre la confirmación o negación de estos instrumentos político-jurídicos como ideas-fuerza para interpretar las relaciones fronterizas. La historia de la frontera chilena bajo el reformismo borbónico es, obviamente, una historia de contactos que se inician con la conquista y que van a tener una larga vida y amplia proyección. Una frontera dinámica que retrocede al empuje cambiante de los colonizadores, donde la confluencia de los protagonistas colectivos fue temprana y rápida para ralentizarse y alcanzar el estancamiento después. Al centrarnos en la etapa de finales del siglo XVIII buscamos el objetivo de interpretar la frontera cuando toma dimensión propia como espacio objeto de atención y adquiere ya unas características que le otorgan una marcada personalidad. ¿Podemos considerar sus parámetros culturales y sociales como herederos de la implantación hispana al tiempo que legatarios de los usos y costumbres de sus habitantes nativos? ¿Se observan elementos de continuidad que ceden ante los factores de integración que paulatinamente se van imponiendo? Los cambios traen en todo caso una nueva sociedad original y mestiza que tiene sus raíces en lo que un día fue un choque y que por obra del contacto prolongado y el progresivo conocimiento del "otro", plasmado en varias visiones, percepciones e interpretaciones, se transforma en un espacio sincrético fruto de un proceso de aculturación; enfoque global que consideramos nuestro verdadero objetivo. Como concepto básico y transversal del marco teórico y metodológico hemos situado la idea de frontera, en cuanto a espacio y proceso al mismo tiempo. Partimos de una introducción conceptual y metodológica acerca de las realidades de frontera y su dinámica, naturaleza y alcance; estableciendo puntos de convergencia y de divergencia en el marco de un tratamiento comparativo entre las fronteras a nivel universal y las fronteras indianas en particular. La teoría de las fronteras centra su atención en la periferia distante y marginal respecto al centro de poder metropolitano, de ahí la diversidad de enfoques según se contemple la frontera desde América o España. En todo caso nos parece que ambos proporcionan una visión complementaria. Como consecuencia de las premisas anteriores, utilizamos el método histórico stricto sensu: planteamiento de objetivos e hipótesis de trabajo, prospección archivística, selección, crítica, análisis e interpretación, para finalmente llegar a unas conclusiones fruto de la investigación que validen o no las hipótesis planteadas; de igual modo contamos complementariamente con los instrumentos de la etnohistoria como método. Establecemos tres tiempos que nos permiten analizar la evolución de la frontera sur chilena, en proximidad creciente Estos se corresponden al choque inicial entre españoles y araucanos, a los primeros contactos relativamente pacíficos y reglamentados, y al cambio cultural operado desde entonces y que desembocó en una nueva realidad. En cuanto al tiempo, se insertan sin delimitaciones precisas en los tres siglos de presencia española. Como ya hemos señalado, el momento histórico privilegiado por nuestra investigación es el siglo XVIII, con especial hincapié en su segunda mitad, por lo que dentro del período colonial la época ilustrada se nos presenta como la más acertada para establecer balances generales, y no sólo por la simple cronología, sino sustancialmente por la transformación de actitudes de los españoles y criollos y de los araucanos. Además, los fenómenos de continuidad y cambio, como hilo conductor de la investigación, muestran sus resultados coincidiendo con los prolegómenos de la Independencia. Respecto al cuerpo de la Tesis Doctoral y su contenido, queda estructurado en dos partes bien delimitadas en tres capítulos cada una, pero con una continuidad tan clara como necesaria: el medio físico y humano junto a las políticas de inclusión. Además, consideramos imprescindible que junto a la introducción y conclusiones figure un glosario de términos araucanos y un apéndice documental e índice gráfico, pues hemos prestado especial atención a las representaciones iconográficas y a la cartografía. Nuestro trabajo se estructura en seis capítulos, si bien el todo es más que la suma de sus partes. En primer lugar abordaremos el marco físico de la frontera meridional pacífico-americana en sus dos escenarios básicos: continental o Araucanía e insular o archipiélago de Chiloé. Poniendo énfasis, según ojos ilustrados, en sus recursos. Seguidamente, los grupos indígenas y sus divisiones internas, así como sus imágenes y representaciones por medio de la indumentaria y el lenguaje. Sin olvidar el contexto conceptual y metodológico acerca de la realidad fronteriza e indígena y su tratamiento por la historiografía chilena que nos introduce en la temática de la identidad y la variedad de corrientes historiográficas y líneas de investigación. Del mito configurador de la nacionalidad al estudio del paulatino roce que generó una realidad nueva alejada de simplificaciones. A continuación, las visiones cercanas y extrañas de la alteridad y los procesos socioculturales de integración frente al rechazo. En el cuarto capítulo, abordamos el cambio en la percepción del indio que de "salvaje" se pretende pase a "vasallo", y los esfuerzos del reformismo ilustrado fronterizo, teórico y práctico, por absorberlo. Todo gracias a una nueva interpretación del "otro" por parte de los misioneros y políticos ilustrados, fruto del pensamiento, las necesidades y los temores a la incursión foránea. La necesidad de su integración efectiva en la Monarquía mediante mecanismos simbólicos y estrategias de asimilación varias, entre las cuales destacamos el papel de las mujeres y agentes de mediación intercultural. También la obra evangelizadora de frontera llevada a cabo por jesuitas y franciscanos que, junto a las poblaciones y los caminos que reorganizan el espacio fronterizo, articulan las relaciones con el indígena. En el panorama de fronteras imperiales en expansión y su nuevo papel en las rivalidades europeas, no se puede soslayar la secularización de la frontera desde finales del siglo XVIII. Por último, la estratégica plaza de Valdivia, como paradigma central entre las dos fronteras septentrional y austral, la proyección transitoria del levantamiento andino tupamarista en la frontera de Concepción y la interacción étnica pactista vía parlamentos, especialmente útil a la hora de confirmar o no hipótesis de trabajo. Finalmente, la selección bibliográfica nos ayuda a entender un tiempo histórico concreto y nos sitúa en el estado de la cuestión. Así pues, respecto a las investigaciones precedentes, partimos de una bibliografía que encuadra el tema en su contexto histórico y nos presenta sus aspectos más amplios y esenciales, para acudir, posteriormente, en busca de una visión más profunda a una bibliografía especializada. Respecto a las fuentes utilizadas corresponden a archivos chilenos, peruanos y españoles, entre otros, en una amplia variedad documental, cruzando documentación de diversa procedencia y que, complementariamente, proporciona la base de este acercamiento a las fronteras chilenas del siglo XVIII tardío. Enfoque interdisciplinar y análisis que se nutre de miradas cruzadas locales, regionales y metropolitanas en íntima conexión con el contexto europeo y americano, siempre en línea con la renovación historiográfica de la denominada historia atlántica. El apartado de las siglas utilizadas en la presente Tesis Doctoral pone de manifiesto la gran variedad de fondos documentales y diversidad de instituciones archivísticas consultadas, casi siempre in situ, ya fuera en España o América. Tales fuentes han permitido profundizar con material inédito en el objeto de nuestra investigación, que continúa abierta y sujeta a crítica. Por último, aportamos una breve selección, pero significativa, de textos en el Apéndice Documental en orden cronológico y un índice de las ilustraciones que apoyan el texto y refuerzan su contenido de modo visual.
Desde la perspectiva de fines del siglo XX, los regímenes políticos de la España de los años veinte y treinta aparecen como una secuencia de ensayos en respuesta a la profunda crisis sufrida por el sistema de la Restauración (1876-1923). Bajo ese enfoque, la Segunda República (1931-1936) se nos muestra inscrita en el esfuerzo por encontrar una nueva alternativa tras el fracaso de la Dictadura primorriverista (1923-1930) y las dictablandas del general Dámaso Berenguer y del almirante Juan Bautista Aznar. No es, pues, una cuestión casual acortar cronológicamente nuestro objeto de estudio entre el 13 de Septiembre de 1923 y el 18 de Julio de 1936. En esas fechas se gestó el desplazamiento de los antiguos partidos dinásticos por otros grupos de la que sería la derecha autoritaria Alfonsina (conservadores subversivos, en calificación de Gil Pecharromán) y, más tarde, por el movimiento republicano y los socialistas. Lo entonces acontecido sirvió de referente para posteriores actuaciones políticas, desde la valoración ideológica de sus elementos rechazables, corregibles o asumibles. Ciertamente, hay que subrayar que las costumbres y la vida cotidiana de los españoles cambió sustancialmente entre 1923 y 1936. La tímida pero imparable introducción de nuevos medios de transporte transformó el paisaje urbano. El automóvil, dirigido hacia la locomoción individual de los consumidores más pudientes, comenzaba a proliferar por las vías de las principales ciudades, forzando la ampliación de calles y modificando los usos habituales de la red pública. En paralelo, el crecimiento demográfico de las urbes impulsó tanto la construcción de viviendas (la más de las veces desordenada y de escasa calidad) como la expansión del Metropolitano (Madrid, Barcelona), al igual que las líneas de tranvías y los autobuses de enlaces con la provincia. Estos últimos, junto a los camiones, vinieron a completar el transporte de personas y mercancías por ferrocarril, estimulando el tendido de numerosos kilómetros de caminos vecinales y carreteras provinciales. También la radio irrumpió a mediado de los veinte. De lámparas para los de mayores posibilidades y de galena para el común de las gentes, los receptores comenzaron a formar parte del mobiliario doméstico, canalizando las noticias que antes sólo llegaban a través de la prensa. Por su parte ésta, comenzó a difundir información gráfica gracias a los últimos adelantos técnicos. La expansión del telégrafo y del teléfono contribuyeron a la mejora de las comunicaciones, aunque sujetos a la protección menopolística de la Dictadura (Telefónica, CAMPSA, Tabacalera, Compañía Arrendataria de Fósforos, etc.). Fueron también los años del avance de la aviación y de la promesa de los dirigibles, acariciando algunos la posibilidad de convertir a Sevilla en el aeropuerto terminal de Europa (Tomás de Martín-Barbadillo). Por último y para concluir el cuadro de aquellas innovaciones modernizadoras, cabe subrayar cómo la mujer se incorporó lenta pero inexorablemente a la vida pública (participación en el plebiscito de 1926, ingreso creciente en la población activa, nombramientos de concejalas en 1928, estreno del voto femenino en las elecciones de 1933). Buena parte de estos fenómenos se amplificaron en la Sevilla que estaba preparándose para celebrar con el máximo ornato la tan esperada como retrasada Exposición Iberoamericana (1929). Al sensible crecimiento vegetativo de la ciudad se le sumó la inmigración atraída por los puestos de trabajo del proyectado Certamen, precipitando el hacinamiento en barriadas periféricas surgidas sin orden ni concierto (Cerro del Águila, Villalatas, Amate). Y es que Sevilla mostraba sensibles contrastes. Por un lado, sufría frecuentes inundaciones y también, paradójicamente, un deficiente suministro de aguas, responsabilidad de una empresa extranjera (The Seville Water Works Company Limited). Contaba con un sistema de alumbrado para la Exposición (farolas diseñadas por Aníbal González), mientras muchos ciudadanos carecían de suficiente fluido eléctrico. Capital orgullosa de sí, pero capaz de plegarse a los designios de José Cruz-Conde (el tercer hombre más influyente de España, después del Alfonso XIII y de Primo, según el diplomático Carlos Morla Lynch). Feudo aparente del conservador marqués de Torrenueva y, a la vez, centro de disturbios estudiantiles que tantos problemas dieran al gobernador, conde de San Luis, y al ministro de la Gobernación, marqués de Hoyos. Baluarte anarquista y comunista durante la República, radical y socialista en las elecciones de 1931, pero también vivero de la primera sublevación grave contra el régimen nacido el 14 de abril (Sanjurjo). Cuna de líderes republicanos (Martínez Barrio, José Díaz) y campo de experimentos del Nuevo Orden tras el 18 de julio. A la vez cofrade y crisol de huelgas violentas. Foco destacado de la Masonería española y lugar de nacimiento de la Liga Católica. Ciudad semindustrial y terciaria en medio de una provincia agrícola. Es en esas coordenadas cronológicas y espaciales donde emplazamos el objeto de estudio: la Diputación Provincial de Sevilla. Un análisis fundamentado en la respuesta a estos dos interrogantes: 1ª) ¿qué puede aportar el estudio de las instituciones político-administrativas al conocimiento de la España contemporánea?; y 2ª) ¿por qué elegir dentro del conjunto de este tipo de organismos a la entidad provincial? El Estado, como comunidad de personas asentadas en un territorio fijo y sujetas a una dirección política común, se encuentra constituido por tres elementos básicos: población, territorio y poder (Andrés de Blas, Ramón Cotarelo). Este último –es decir, el poder o la capacidad para imponer obediencia desde una autoridad- se sirve de dos tipos de instrumentos (Duverger): los ideológicos (legitimidad, soberanía) y los materiales (órganos y aparatos del Estado). Planteado este esquema conceptual, se entiende que el estudio de las instituciones político-administrativas resulta imprescindible para observar las formas de ejercer el poder. Lo llamativo es que este relevante campo de investigación no haya despertado todavía el suficiente interés entre los estudiosos, mientras que otras cuestiones como el movimiento obrero, el papel del sindicalismo o la politología –especialmente la de los partidos externos al sistema- sí han recibido brillantes tratamientos, tanto en forma de síntesis globales como en obras de rango local. Es decir, hasta no hace mucho se ha analizado más la historia de los contra-poderes que el comportamiento preciso del propio poder, bien por las influencias ideológicas derivadas de la coyuntura política de los últimos años del franquismo y la transición democrática, bien por la acumulación de trabajos en determinadas parcelas historiográficas marcando tendencia generales, consideradas dignas de atención. Compárese, a modo de ejemplo, el número de monografías sobre la historia del sindicalismo con aquéllas otras que tratan de los organismos públicos responsables, en mayor o menor medida, de paliar las causas de la conflictividad social. Diseccionar las pautas de comportamiento de las instituciones (insistimos, soportes del poder) obliga a mostrar también las interrelaciones gobernantes-gobernados. No se trata sólo de esbozar la composición de unas corporaciones, saber quién ocupa determinados cargos o precisar el origen de la selección del personal político (sea por elecciones o por nombramiento gubernativo). Es todo eso, pero también lo es enlazar su actuación gestora con las realidades materiales y humanas objetivas sobre las que hubo de desplegarse. Este estudio sobre la Diputación Provincial de Sevilla ha sido realizado sobre la premisa de no perder esos referentes de la realidad. Otro aspecto a resaltar en la parcela de la historia de las instituciones lo constituye su interacción con la política. Ya durante el siglo XIX y la gestación del Estado liberal no pocos tratadistas se esforzaron en deslindar las esferas de lo político y lo administrativo. Ante el panorama de la creciente politización del funcionamiento del Estado y el enraizamiento del fenómeno caciquil, la práctica totalidad de los proyectos de reforma de la Administración recogieron declaraciones de expresa –y teórica- separación entre el apasionado campo de las luchas partidistas y el área –supuestamente neutra- de las decisiones de gobierno. Hasta tal punto llegaron a calar estos mensajes en la opinión pública que no fue excepcional el que un gobernador, un concejal o un diputado provincial formulasen públicos votos por dejar "en las puertas" su utillaje político y prometieran dedicarse a la gestión de los asuntos públicos bajo la más estricta independencia. Sin embargo, esos propósitos se hicieron tan inviables como el total divorcio entre la figura del político y del gestor público. Y es que, naturalmente, la Política y la Administración son dos asuntos distintos pero comparten intersecciones en los órganos del Estado, en las corporaciones y en los cargos públicos. Sabido es que el político es una figura y la función que pueda desempeñar en el aparato del Estado es otra. Ambas poseen, evidentemente, mucho en común, aunque presentan diferencias sustanciales. Es en este punto donde la historia de las instituciones tiene bastante que ofrecer al campo de la historia política. Comprendida dentro de ésta se encuentran: los programas; las pugnas ideológicas; los organigramas de las formaciones políticas; las campañas electorales; la génesis, desarrollo y evolución de las agrupaciones; el funcionamiento de los partidos; y, entre otros extremos, los individuos políticos. Ahora bien, ese conjunto de elementos se guía por determinadas conductas que pueden cambiar parcial o totalmente (de hecho, lo hacen) cuando el político o un partido pasa a asumir responsabilidades públicas. En este aspecto, fue bien relevante el cambio de actitud que registraron los partidos externos antes de 1923 en Sevilla: cuando eran beneficiarios del encasillado, guardaban sus baterías más agresivas contra el caciquismo de las formaciones dinásticas. Tampoco sería menor la transformación de republicanos y socialistas a la hora de ocupar los ayuntamientos o las diputaciones provinciales a raíz del cambio de abril de 1931. Valga una muestra: Hermenegildo Casas, presidente de la Diputación Provincial durante el primer bienio, abandonó su agresividad verbal como miembro del Ayuntamiento hispalense de 1930. Es más: su gestión al frente del organismo de la provincia le desmarcó de su propio partido (PSOE), del que acabaría saliendo en 1934. Creemos conveniente, por tanto, completar la historia política con las conclusiones aportadas por este tipo de estudios. Por último, resulta muy útil el análisis de las instituciones –y, dentro de éstas, de las locales- para inferir el modelo de Estado en que están inscritas y en qué medida cumplen su función ante los ciudadanos. Ese enfoque constituye, a nuestro juicio, un ángulo privilegiado para comprender tanto los problemas del edificio estatal español durante el primer tercio del siglo XX (déficit, desestructuración, ineficacia) como el arranque de las alternativas regionalistas o nacionalistas, que tuvieron sus orígenes no sólo en componentes culturales (lengua, tradición) sino en la escasa operatividad que el Estado centralizado brindó a sus ciudadanos-contribuyentes. Y es que los responsables políticos durante la Dictadura primorriverista y la Segunda República no corrigieron las inercias y los vicios del edificio estatal. Si Primo de Rivera no se atrevió a suprimir las diputaciones provinciales, tampoco los gobernantes republicanos reorganizaron en profundidad la estructura del Estado –adjetivado como integral- salvo el reconocimiento de algunas autonomías (Cataluña). Y todavía resulta una cuestión pendiente. Baste recordar la última polémica suscitada por el cuestionamiento de los gobernadores civiles como figuras adecuadas dentro del Estado de las autonomías. Lo afirmado en párrafos anteriores avala suficientemente el valor de la historia de las instituciones político-administrativas. Ahora bien, ¿qué particularidades ofrecen las diputaciones para ser objetos de estudio? Varias son las razones que justifican la opción. En primer lugar, las diputaciones eran piezas estratégicas dentro del sistema político-administrativo español. Encargadas de velar por los intereses de las provincias, estaban emplazadas entre el Gobernador Civil y los ayuntamientos, lo que les convertía en elementos clave en coyunturas electorales durante la Restauración. Muchos reformistas a comienzos de siglo las consideraban auténticas lacras, viveros de caciquismo y paradigmas de la corrupción. En general, eran fieles obedientes a las consignas de Gobernación, transmitidas a través del gobernador de turno, y atendían regularmente el sometimiento político de las localidades de la provincia. Pero no es solo ésta la única vertiente atractiva de las diputaciones para los investigadores. De hecho, después de 1923 siguen presentando un enorme interés por la entrada en vigor del Estatuto Provincial de José Calvo Sotelo, en aquel entonces director general de Administración Local (marzo 1925). Aquella obra legislativa superaba a la vieja Ley Provincial de 1882 tanto en sus aspectos técnicos como en sus efectos prácticos: las diputaciones recibieron competencias y un sensible reforzamiento de sus recursos, alentando el desarrollo de una amplia actividad en materia de obras públicas y beneficencia. Obviamente, cabe adjudicar parte de aquel desenvolvimiento material a la coyuntura de bonanza económica de los años veinte, pero también es cierto que los responsables de las corporaciones provinciales durante los gobiernos Berenguer/Aznar y las nuevas comisiones gestoras republicanas reconocieron las cualidades del Estatuto, al plantear proyectos de reforma inspirados en él. Es decir, la abundancia material de los años veinte no hizo sino realzar las capacidades potenciales intrínsecas del Estatuto Provincial. Con independencia de lo expuesto, la elección de la provincia como ámbito de análisis merece otros comentarios. En primer lugar, si situamos el centro de nuestro enfoque sobre la Diputación, conviene metodológicamente abrir el campo de estudio al conjunto global de los municipios de la provincia y, también, al Gobierno Civil. Bajo ese primas pretendemos superar el estrecho marco local al que están referidos la mayor parte de los trabajos disponibles. Actualmente asistimos a una proliferación de la historia local –tal vez excesiva- que, si bien resulta imprescindible, por otra complejiza cada vez más la elaboración de posteriores síntesis, aparte desniveles cualitativos. Por ello, juzgamos interesante el análisis de escalas intermedias como pueden ser la provincia o la región, siempre y cuando la temática seleccionada lo permita. La provincia, aunque nacida de la mano del legislador, ha cobrado carta de naturaleza tanto para el sistema político-administrativo como para los ciudadanos. Incluso el actual Estado de las autonomías ha corroborado la vigencia de las viejas provincias de Javier de Burgos. Y además –subrayamos esta cualidad- las provincias significaban mucho más en las década de los veinte y los treinta que hoy. En el caso de Sevilla, según el censo de 1930, la capital aglutinaba unos 228.000 habitantes mientras que en la provincia vivían 576.000; es decir: la suma de los municipios rurales doblaba sobradamente los efectivos demográficos de la capital. Es más, 17 localidades agrupaban a 267.000 ciudadanos, lo que indica la existencia de auténticas agrociudades con un peso demográfico y económico nada desdeñable dentro del conjunto provincial. Estos ingredientes bastan para justificar esta línea de investigación: la historia de Sevilla no es sólo la de la capital, sino también la de su entorno provincial y la de las mutuas interrelaciones entre ambas. Indudablemente, si alguna institución nos sirve para contemplar una amplia panorámica de la provincia, ésa es la Diputación Provincial. Sus diversas y heterogéneas áreas de gestión abarcaban tanto las obras públicas como la beneficencia, la enseñanza y el control de los ayuntamientos, las comunicaciones y la administración provincial de las elecciones… Suficientes argumentos para dedicar no sólo uno, sino varios trabajos monográficos a estas cuestiones. El afirmar que las diputaciones constituyen una interesante parcela de trabajo no es ningún descubrimiento original. Desde finales de los años setenta y a lo largo de los ochenta han aparecido una serie de valiosas obras sobre estas instituciones, aunque los esfuerzos pioneros se remontan a casi hace treinta años. Fue el profesor Cuenca Toribio uno de los primeros que se internó en este campo al publicar en 1963 un artículo titulado "Los orígenes del la Diputación sevillana" (Archivo Hispalense, nº 118, marzo-abril 1963). Entre 1964 y 1966; en la misma revista, el entonces cronista oficial de la provincia, Manuel Justiniano y Martínez realizó un esbozo de la historia de la Diputación hispalense durante la Dictadura y la República. A escala más general y en 1966, la Diputación Provincial de Barcelona promovió una obra colectiva en varios volúmenes sobre la historia de estos organismos bajo el título de La Provincia. Ya en la década de los setenta vieron la luz otros trabajos locales –véase el apéndice bibliográfico-, como fueron los de Salcedo Izu (Navarra, 1972), Lladonosa Pujol (Lérida, 1974), González Mariñas (Galicia, 1978) o Piña Homs (Baleares, 1979), aparte uno colectivo titulado: Asistencia hospitalaria. Estudios de las Diputaciones Provinciales, (1978). Pero la definitiva consolidación se produjo en la década de los ochenta y comienzos de los noventa, al aparecer un buen número de monografías sobre diputaciones, alguno de cuyos títulos recogemos aquí: Manuel Santana Molina (La Diputación provincial en la España decimonónica); José González Casanovas (Las Diputaciones Provinciales en España, 1812-1985); Fariña Fajardo y Pereira Figueroa (La Diputación de Pontevedra, 1836-1986), Borja de Riquer (ed.), (Historia de la Diputaciò de Barcelona); Enrique Orduña Rebollo (Evolución histórica de la Diputación Provincial de Segovia, 1833-1990); Pedro Ortega Gil (Evolución legislativa de la Diputación Provincial en España, 1812-1845. La Diputación Provincial de Guadalajara); Encarnación Lemus López (Extremadura, 1923-1930. La historia a través de las Diputaciones Provinciales); José Ángel Semas y José Antonio Armillas (La Diputación de Aragón: gobierno aragonés del reino a la comunidad autónoma); aparte los trabajos, aún inéditos o en curso de realización sobre los organismos provinciales de Valladolid (Heliodoro Pastrana) o León (Luis Carlos Sen Rodríguez). El IV Symposium de Historia de la Administración (cuyas Actas fueron publicadas por el Instituto Nacional de Administración Pública en 1983) y el Symposium Internacional sobre Organización del Estado Moderno y Contemporáneo en Italia y España, celebrado en Barcelona en 1991, significaron dos hitos historiográficos en esta materia al poner al día el estado de la cuestión. El elenco de trabajos citado conforma un grupo internamente heterogéneo. Cada uno trata períodos distintos y tienen sus propios enfoques, estableciendo paradigmas de referencia muy dispares. Dentro de este conjunto hemos seleccionado las pautas metodológicas consideradas más pertinentes y adecuadas para la elaboración de la presente Tesis Doctoral. A continuación planteamos cuáles han sido los objetivos, las hipótesis generales y la metodología que han orientado las coordenadas de esta obra. El análisis de la trayectoria histórica de una Diputación puede abordarse desde numerosas premisas y ángulos. Tras analizar la bibliografía disponible hemos optado por delimitar nuestra área de investigación en dos direcciones. En primer lugar, algo obligado: acotar el tratamiento de los que representa la institución. Esta se ofrece como órgano político (la corporación provincial) y como organismo administrativo. Si la primera vertiente es de por sí suficientemente amplia (todo lo relacionado con la dimensión política de la entidad), la segunda –es decir, las distintas líneas de gestión- pronto se reveló ante nosotros como un campo inabarcable en toda su complejidad. No cabía, consecuentemente, hacer sólo una historia de la beneficencia o de las obras públicas provinciales en profundidad y, por ello, decidimos mostrar un esbozo general de la variada actividad gestora de la Diputación en sus epígrafes correspondientes. Una panorámica que contiene campos de estudio de alto interés, señalando a los establecimientos benéficos y sanitarios dependientes de la Diputación como merecedores en un futuro de obras monográficas bajo perspectivas cronológicas más amplias. Hecha la anterior advertencia, conviene precisar otra observación previa de calado aún más hondo si cabe, por cuanto define el estilo global del estudio realizado. Si hemos restringido el terreno de la gestión administrativa a unas pinceladas generales, no ocurre así con las interacciones de la Diputación respecto de otras instituciones político-administrativas y la propia realidad provincial. Y es que no concebimos procedente historiar la trayectoria de este tipo de entidades sin tener presente el contexto representado por los gobiernos civiles o los ayuntamientos. Una institución exenta, esto es, presuponiéndola sin interconexiones con sus inmediatos órganos jerárquicos (superiores o inferiores) encierra un error de partida que puede desembocar en unas conclusiones metodológicamente erróneas o, cuando menos, incompletas. En el caso que nos ocupa, no podríamos responder a muchos interrogantes sin tener en cuenta extremos como cuál fue el marco legal de estos organismos, quién fue gobernador en determinadas coyunturas o en qué situación se hallaba socio-económicamente la provincia. Es más, los diputados provinciales fueron en muchas ocasiones concejales o diputados en Cortes. En consecuencia, las instituciones hay que analizarlas insertas en el ámbito de la estructura estatal al que pertenecieron. Eso es justamente lo que hemos hecho en el caso de la Diputación Provincial sevillana. Establecidos el marco propuesto, formulamos una serie de hipótesis de trabajo generales y otras, más concretas y específicas, según los aspectos de las materias tratadas. Siguiendo el método comúnmente utilizado (formulación, contraste de hipótesis, verificación-síntesis y elaboración de conclusiones), hemos de reconocer con toda honestidad que algunas de nuestras premisas se modificaron en el transcurso de la investigación ante la consulta de las fuentes. Así, por ejemplo, le ocurrió a la apreciación previa sobre el balance general de la Diputación primorriverista sevillana en su aspecto gestor, considerada a priori menor de lo que en realidad fue. El asunto de la persistencia del caciquismo más allá de 1923 fue otro de los interrogantes planteados en las primeras fases del proceso. En nuestro análisis pudimos confirmar para la corporación provincial sevillana una clara permanencia de viejos políticos, tal y como demostrarse en sus trabajos Javier Tusell pero, igualmente, constatamos la emergencia de figuras nuevas en el espectro de la derecha autoritaria, aceptando por consiguiente la opinión de Gómez-Navarro. Matices y definiciones conceptuales han resultado elementos obligados en la elaboración de una síntesis entre ambos fenómenos, en apariencia dispares. Por último, resultó sorprendente comprobar cómo el balance de la Diputación sevillana durante la Segunda República fue más pobre de lo que podría creerse, aparte el sorprendente grado de politización alcanzado en la vida administrativa de esta institución y las artes neocaciquiles practicadas por los partidos hegemónicos en la Sevilla de aquellas fechas. Sobre las fuentes utilizadas podemos distinguir cinco grandes grupos en orden a una clasificación de los centros de documentación donde hemos trabajado: a) archivos provinciales o locales; b) nacionales; c) privados; d) hemerotecas; y e) bibliotecas. En primer lugar, figuran los archivos provinciales o locales, destacando naturalmente el de la Diputación Provincial de Sevilla. Este archivo presenta sus fondos modernos perfectamente catalogados, pero su documentación contemporánea –considerada aún como administrativa- no se encuentra totalmente organizada. El inventario que utiliza es de 1964 y es objeto de reactualización hoy en día. En el año 1995 estos fondos fueron objeto de traslado, al cambiar la sede de la Diputación desde la Plaza del Triunfo al antiguo cuartel de Intendencia. Hasta ese año, la documentación utilizada en este trabajo se partía entre la biblioteca y el archivo de legajos propiamente dicho. La primera, amplia y muy completa, contenía los documentos encuadernados; entre ellos, el Boletín Oficial de la Provincia o las series de Actas de la corporación provincial (Pleno, Comisión Permanente, Comisión Gestora). Los legajos y carpetas quedan referidos a las áreas competencia de la Diputación (Secretaría, Intervención, elecciones, quintas, beneficencia, etc), aunque su ordenación no es absolutamente correcta. Por ejemplo, no resultó extraño encontrar documentos sobre caminos vecinales de comienzos de los veinte dentro de una carpeta que prometía guardar actas electorales de los treinta. La prolongación de este estado de cosas procede más de la falta de recursos que de una ausencia de preocupación sincera y real por mejorar la organización de estos fondos. Así lo demuestra el que la directora de este archivo, Antonia Herrera Heredia, publicase en el Ministerio de Cultura una obra titulada Manual de organización de fondos de corporaciones locales. El Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla (1980). De cualquier modo y para nuestros propósitos, la asimetría organizativa de los fondos custodiados en la Diputación ha producido un uso desigualmente intenso de sus documentos. Esta carencia ha debido ser cubierta con otras fuentes indirectas. Los archivos municipales, en cambio, lo hallamos en un estado razonablemente bueno gracias a la preocupación de las áreas o delegaciones de Cultura de los ayuntamientos y el apoyo prestado por la Diputación Provincial, que ha contribuido a la labor de inventario y publicación de los fondos locales, en ocasiones en mal estado y dispersos- la consulta de archivos en diversos municipios (Alcalá del Río, Carmona, Morón, Lora, etc) nos ha proporcionado un amplio soporte documental del que ya conocíamos su valor. Al fin y al cabo, lo que en su día fue nuestro primer trabajo de investigación (un análisis de la política municipal durante la Segunda República en Lora del Río) significó el primer aporte en un campo que, ahora, con el presente estudio sobre la Diputación Provincial se desarrolla en profundidad a una escala más amplia. Por otro lado, hemos considerado imprescindible la consulta de otros fondos localizados en Sevilla, hasta la fecha sorprendentemente inéditos. La exhumación de este tipo de documentos trasciende como mucho la mera anécdota de su descubrimiento, pues gracias a sus informaciones hemos podido reconstruir con mayor precisión biografías personales y profesionales de la galería de figuras aquí tratadas. Entre éstos archivos destacarían principalmente dos: el de la Capitanía General de Sevilla y el de la Prisión Provincial. Ninguno de los dos se encuentra en una situación óptima y no resultó sencillo el acceso a los mismos pero, como compensación, ofrecieron informaciones extraordinariamente valiosas. Nuestras consultas en la Capitanía General nos ha proporcionado una imagen más precisa de lo que significaron las delegaciones gubernativas o el grado de censura durante la Dictadura de Primo de Rivera, entre otros extremos. El de la Prisión Provincial –de reciente ordenación- ha permitido precisar el perfil biográfico de muchas de las autoridades que fueron represaliadas en 1936. Otros archivos locales consultado como el del Gobierno Civil (prácticamente reducido a sus libros registro de asociaciones), el Histórico Provincial o el de Hacienda también han sido objeto de nuestra atención, aunque su importancia para nuestro estudio se encuentra en un segundo plano. En cuanto a los archivos de impronta nacional hemos visitado los siguientes, al considerarlos ineludibles: Archivo Histórico Nacional; Archivo Histórico Nacional-Sección Guerra Civil; Archivo General de la Administración y Servicio Histórico Militar. La temática y el período tratados justifican su consulta, aunque la utilidad de los mismos ha sido muy variable. Así, si los archivos nacionales de Madrid y Salamanca nos han resultado muy fructíferos, no cabe decir lo mismo del Servicio Histórico Militar o el de la Administración. Del primero, naturalmente, sólo esperamos información castrense sobre el período primorriverista, dominado por la militarización de buena parte de las estructuras públicas (Navajas Zubeldia) y, hasta cierto punto, nos ha servido para complementar algunas informaciones obtenidas en la Capitanía General de Sevilla. Sin embargo, el segundo defraudó nuestras expectativas. El Archivo General de la Administración alberga un copioso conjunto documental, si bien su complejo sistema de inventario no permite un acceso ágil al documento. Por otro lado, es difícil hallar allí información concreta sobre una provincia determinada al no corresponder en ocasiones los contenidos reales del legajo con su descripción. Estos problemas devienen de la reciente creación del Archivo y de la transferencia a su sección de Gobernación de los fondos el Ministerio del Interior y del antiguo archivo que existía en Guadalajara (palacio del Infantado). Ambos cuerpos documentales no ofrecían una óptima catalogación y, como añadidura, han presentado problemas para fusionarlos correctamente. Las carencias encontradas en estos centros sobre el tema que estábamos tratando y el exigible afán por documentar al máximo la investigación nos llevaron también a consultar otros archivos como el de Segovia, la Fundación Pablo Iglesias o la Fundación de Investigaciones Marxistas, éstas últimas en Madrid. Otras dos inspecciones de interés han sido las realizadas en el Archivo Nacional de Cataluña (donde se conserva la documentación relativa a la Mancomunidad catalana) y la Fundación Francisco Largo Caballero que completaron nuestra indagación, además de sugerirnos líneas de trabajo post-doctorales. Las hemerotecas han representado otra fuente de información, en especial las municipales de Sevilla y Madrid, aparte la utilización de alguna prensa local conservada en colecciones particulares. Con todo, conviene precisar algunos extremos con respecto al uso de la prensa en la parcela de la historia política y de las instituciones. Por un lado, hay que advertir que las informaciones periodísticas sobre las instituciones político-administrativas locales o provinciales ocupaban espacios muy pequeños o casi marginales en los rotativos. Tal vez el Ayuntamiento de la capital se escapa un poco a esta regla por las consecuencias inmediatas que su gestión representaba para los lectores de la capital, o sea, la mayor parte de la clientela de la prensa escrita por aquel entonces. Pero, en el caso de la Diputación y los municipios de la provincia, las informaciones se limitaban muchas veces a extractar las sesiones celebradas y a la publicación de algunos anuncios. Sólo en coyunturas de crisis política o sonados recambios en las corporaciones, la prensa dejaba traslucir algo más que la frialdad de las simples fuentes oficiales o actas transcritas. Estas excepciones se dieron con relativa frecuencia durante los años republicanos y menos durante la Dictadura, debido a la censura ejercida sobre los medios de comunicación. Desde luego, el sexenio no se reveló de una dureza extrema en cuanto a censura de prensa se refiere, pero sí la practicó en grado suficiente como para interferir las labores del historiador. Valga un solo ejemplo: el cese de José Cruz-Conde como gobernador civil de Sevilla. El final del mandato de una figura tan señera, que además era director de la Exposición Iberoamericana y estaba dotado de grandes influencias políticas, se reflejó en la prensa de pasada, aludiendo ambiguamente a un roce con el gobernador militar: el infante Don Carlos. El conflicto, en realidad, tenía más calado del que puede sospecharse de la lectura de los periódicos de aquel entonces. Tras el roce entre Cruz-Conde y el infante latió el conflicto de los Artillero, cuerpo al que pertenecía el primero: aquella fue la oportunidad de los crecientes enemigos de la Dictadura para sacudirse un baluarte del primorriverismo en Sevilla. Tampoco faltaron ciertas sonrisas entre lo más destacado de la escena social hispalense ante la despedida de Cruz-Conde. En lo tocante a su falta de profundidad en los aspectos más espinosos, puede aplicarse similares consideraciones a las fuentes oficiales. Evidentemente, éstas son imprescindibles para reconstruir la gestión administrativa y las directrices generales de una actuación, pero no son completas ni cubren todos los aspectos que interesan a un historiador. Por ejemplo, entre la documentación conservada en las instituciones no se encuentra normalmente correspondencia particular de los políticos, papeles de extraordinaria utilidad para comprender muchas de las decisiones políticas adoptadas, con quiénes se relacionaban los políticos, qué calidad tenían esos contactos epistolares, etc. en otro orden de cosas, tampoco las fuentes oficiales aclaran muchas de las sutilezas de la gestión administrativa: un acuerdo puede estar perfectamente recogido en las actas de la corporación y, sin embargo, dejar de cumplirse; unos fondos destinados para un menester pueden desviarse suavemente hacia objetivos menos confesables; el nombramiento de un funcionario puede reunir todos los requisitos legales pero, en verdad, procedía de una compleja maniobra caciquil en unas oposiciones, el beneficiario de la concesión de una obra –directa o por el sistema de subasta- presentaba, en apariencia, una mediocre oferta pero era familiar de uno de los diputados provinciales, etc. además, la propia complejidad burocráticas favorece el desorden documental de los fondos institucionales. Siendo esto así, nos parecía obligado acudir a otro tipo de fuentes: los archivos privados. Precisamente, desde el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla se viene promoviendo desde hace algún tiempo la exhumación de conjuntos documentales particulares. La labor es ardua por varias razones. En primer término, porque no existe una cultura de conservación del patrimonio documental en muchas de las familias más insignes que, en su día, marcaron una época y, en consecuencia, la información puede haberse perdido. En otras ocasiones, porque existen documentos pero en un mal estado de conservación o muy incompletos. Por último, puede darse el caso de que el fondo esté incluso organizado pero, curiosamente, nadie sabe de él, bien por celo de quienes lo custodian, bien porque nadie le ha prestado la debida atención. Este último grupo es el que debe merecer los esfuerzos de recuperación más intensos. En el curso de la investigación hemos indagado sobre la existencia de archivos privados de apellidos que figuraron al frente de la Diputación Provincial de Sevilla. Desafortunadamente, no hemos hallado indicio alguno en la mayor parte de los casos. Los descendientes del presidente de la Diputación durante la Dictadura, José María López-Cepero, no han mantenido bajo su propiedad ninguno de los papeles que poseyeron en su día. Tampoco se ha conservado rastro de la documentación de Pedro Parias y lo mismo caber afirmar de la mayor parte de os miembros de la Diputación. Sin embargo, nuestra búsqueda tuvo fortuna al encontrar dos fondos especialmente trascendentes para este estudio. Nos referimos al archivo de José Cruz-Conde (hallado en el domicilio particular de la familia en Córdoba) y a los fondos del presidente de la Diputación Hermenegildo Casas, en México. Ambos han resultado fundamentales para nuestra investigación al haber pertenecido a figuras clave en la política sevillana de aquellos años: Cruz-Conde fue mucho más que un gobernador civil, en realidad el indiscutible amo de la escena pública en la provincia (y en Córdoba) entre 1926 y 1929; Hermenegildo Casas, el principal líder socialista hispalense al comienzo de la República y presidente de la Diputación entre 1931 y 19354. Bien es verdad que los archivos privados no suelen ser cuantitativamente copiosos. De hecho, el de Hermenegildo Casas se encuentra muy esquilmado debido a las pérdidas que sufrió en su largo periplo hacia el exilio mexicano. Sin embargo, sus escasos documentos nos dicen mucho de su trayectoria masónica y de sus principios ideológicos, acercándoos a los pliegues más íntimos de su fibra humana: todavía en los años setenta ensalzaba su andalucismo y fervor por Sevilla en cada ocasión que se le presentaba. Algunos hallazgos en ese pequeño fondo muestran otras dimensiones distintas a las de la lucha política. La oración fúnebre pronunciada por el socialista Juan Simeón Vidarte con motivo del fallecimiento de Casas (1967) en toda una muestra de militancia masónica y de fraternal compañerismo más allá de las siglas de partido y de las controversias que les separaron durante la Segunda República. Al archivo de Cruz-Conde es acreedor de mayores comentarios. Su contenido puede dividirse en dos bloques principales: a) el de diversos asuntos particulares; y b) el de su correspondencia. En el primero apareen documentos relacionados con su situación económica particular (gestionada por la casa Lázaro and Brothers de Madrid), diversos títulos y certificados, recortes de prensa, el proyecto de reforma de Sevilla (1926) que fue rechazado por él, papeles relativos a la Exposición Iberoamericana, organización de Renovación Española en Córdoba y, entre otros, una interesante memoria sobre la situación política antes de la Dictadura y durante el Directorio Militar. El segundo apartado está compuesto por su correspondencia, organizada y en buen estado de conservación. Ojear esas cartas equivale a realizar un recorrido a través de todo un elenco de personales que caracterizaron la vida política de los años veinte y parte de los treinta. En ellas, cartas recibidas o copia de las contestadas, se recogen decenas de firmas, como las de Eduardo Aunós, el conde de Bustillo, Federico Berenguer, Manuel Blasco Garzón, Hermenegildo Casas, Carlos Cañal, José Calvo Sotelo, el duque de la Unión de Cuba, José María Gil Robles, José María Pemán y Pemartín, José Antonio Primo de Rivera, José Yanguas, etc. Con todo, los avatares del tiempo y de la Guerra Civil produjeron lamentables mellas en esta modélica organización de un archivo privado: no figura, por ejemplo, ningún cruce epistolar con el marqués de Estella. Aparte lo descrito, el archivo de Cruz-Conde también contiene algunos papeles menores sin catalogación precisa y un interesante diario escrito de puño y letra por don José a lo largo de sus asilos diplomáticos en el Madrid de la guerra civil (1936-1939). El ex-gobernador de Sevilla estuvo implicado en los preparativos del Alzamiento del 18 de Julio en Córdoba pero, sin embargo, las circunstancias de última hora (muerte de Calvo Sotelo) y los requerimientos del general García de la Herrán le hicieron permanecer en Madrid. El fracaso de la sublevación obligó a Cruz-Conde a buscar asilo diplomático en diversas legaciones y embajadas (Perú, Argentina, República Dominicana) hasta acabar sus días en el Hospital francés a fines del mes de enero de 1939. Precisamente, este diario es objeto de un estudio que estamos llevando a cabo y que verá la luz en un futuro próximo. Tanto la tarea de extraer información para la presente Tesis Doctoral como la profundización biográfica en la figura de José Cruz-Conde han sido posibles mediante la amabilidad de su familia y, muy especialmente, de Antonio Cruz-Conde, sobrino-nieto del que fuera director de la Exposición, a quien agradecemos su colaboración desde estos párrafos. Han sido también de sumo valor las aportaciones de las publicaciones de la época. Hemos examinado una ingente bibliografía política de los años veinte y treinta en la Biblioteca Nacional (Madrid) y en otros centros como la Biblioteca Arús o la comúnmente conocida como Biblioteca Figueras, ambas en Barcelona. Singular énfasis queremos poner en la segunda porque en ella hemos encontrado obras que no se hallaba en la Nacional y, sin duda, recoge referencias bibliográficas de sumo interés para los analistas del siglo XX español. Por otro lado, también hemos accedido a otros centros como la Biblioteca del Ministerio del Interior, la de Administración Pública, la del Ministerio de Administraciones Públicas (MAP) o la del Instituto Nacional de Administraciones Públicas (INAP). Tal y como el lector puede intuir, entre estas bibliotecas existen bastantes duplicidades y sería bastante racionalizador simplificarlas en una sola, correctamente dotada y organizada. La Biblioteca del Parlamento Andaluz y, sobre todo, la de la Universidad de Sevilla también han sido objeto de nuestras consultas. Por último, quisiera agradecer la disposición de Eduardo Ybarra al dejarnos investigar en su acogedora biblioteca particular. Volviendo al análisis de las fuentes originales consultadas y para cerrar este apartado, conviene hacer una última mención sobre la historia oral, son de sobra conocidos los argumentos en pro y en contra de la historia realizada a partir del recurso de las entrevistas personales. Nosotros hemos utilizado este recurso excepcionalmente y con la debida precaución por dos razones. De entrada, porque los entrevistados no son de primera mano (todas las personalidades que nos interesaban habían fallecido ya) y, en segundo lugar, porque son familiares de la figura que había motivado nuestra atención. Por todo ello, sólo han sido tomadas en cuenta cuando no existía documentación o cuando, indirectamente, hemos podido comprobar la veracidad de sus informaciones. Particularmente, he de agradecer la cooperación que nos prestaron la hija del marqués de Castellón (diputado provincial por el distrito de Utrera-Marchena entre 1924-1925), las familias de López-Cepero y de Muñoz Conde, Elena Casas Ordoñez (hija de Hermenegildo Casas) y, de nuevo, Antonio Cruz-Conde. Dicho lo anterior, la estructuración definitiva de los capítulos que siguen obedecen a un planteamiento cronológico en el que se intercalan núcleos temáticos específicos, todo ello precedido de un primer capítulo introductorio donde se traza una síntesis de las diputaciones provinciales desde su nacimiento hasta 1923, acercándonos a la situación vivida por la Diputación sevillana poco antes de la irrupción de la Dictadura primorriverista. Como queda indicado, el capítulo introductorio describe la génesis y evolución de los organismos provinciales en el siglo XIX. Las diputaciones fueron piezas en la construcción del Estado liberal en España y, como tales, sufrieron los avatares políticos del primer tercio de la pasada centuria. Nacidas sobre el papel en la Constitución de 1812, vivieron con interrupciones los primeros años de su existencia. Tras el Trienio Liberal, esos órganos desaparecieron durante la segunda etapa absolutista del reinado de Fernando VII y no sería hasta 1833 cuando tuvo lugar su definitiva implantación. La división territorial diseñada por Javier de Burgos les otorgó un dominio delimitado sobre el que ejercer su gestión, mediatizada ésta por la guerra carlista. El reinado de Isabel II y el sexenio revolucionario transfirieron cartas de naturaleza tanto a las provincias como a las instituciones político-administrativas encargadas de administrarlas (además de las diputaciones, también los gobiernos civiles). El segundo epígrafe del capítulo se dedica a valorar el papel de estos organismos dentro del sistema de la Restauración canovista y sus profundas raíces caciquiles. Por último, se concluye con una aproximación al estado en que se encontraba la Diputación Provincial de Sevilla en los años finales de la crisis del sistema. La sublevación de Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, irrumpió bajo una aureola de propósitos regeneradores envueltos en dictados autoritarios, constituyendo un auténtico impacto para las diputaciones. Precisamente, el capítulo segundo se inicia con un esbozo acerca de lo que significó en Sevilla la última corporación provincial del turno y en qué forma ésta hubo de asumir las normas del Directorio Militar. El entonces presidente de la Comisión –Serasúa Barandiarán- supo acomodarse a la nueva situación manteniendo unas relaciones más que cordiales con el gobernador civil: el general Francisco Perales Vallejo. Aquel fue uno de los primeros gestos de entendimiento entre los viejos políticos y las autoridades militares, en principio tan firmemente anticaciquiles como regeneradoras. Y es que los enérgicos proyectos de la Dictadura se fueron domesticando al poco de acceder al poder. Incluso, el dictador acarició la idea de suprimir de un plumazo los viveros de caciquismo representados por las diputaciones, pero todo quedó en una mera sustitución de corporaciones en enero de 1924, a excepción de las provincias vascongadas que conservaron sus diputados. En la sevillana, todos los miembros del pleno provincial fueron reemplazados por otros entre los que se contaron figuras de la vieja política pero, también, la emergencia de hombres nuevos (sobre todo católicos). La segunda parte del capítulo aborda las transformaciones acontecidas en la Administración Local de la provincia de Sevilla, de acuerdo con nuestro objetivo de incardinar a la Diputación dentro de la jerarquía institucional. En consecuencia, se tratan los cambios producidos en el Gobiernos Civil y en los ayuntamientos, reservando un apartado al fenómeno de los delegados gubernativos, bisturí anticaciquil en la última epidermis municipal y supuesto espejo de las virtudes que habrían de conducir el futuro del país. El ruido de las primeras purificadoras fue mucho mayor de lo que en realidad se consiguió, aunque ciertas cosas sí llegaron a cambiar. La persistencia de caciques no implicó la subsistencia del caciquismo anterior al 13 de Septiembre de 1923 y, de hecho, la gestión de los organismos administrativos registró notables modificaciones. Un ejemplo fue la actividad desplegada por la Diputación dirigida por el abogado católico José María López-Cepero y Muru entre enero de 1924 y marzo de 1925. Precisamente, en ésta última fecha Calvo Sotelo publicó su Estatuto Provincial gracias al cual la actividad de las diputaciones mejoró sensiblemente durante casi cinco años. El tercer bloque de contenidos está dedicado al estudio del desarrollo de aquel Estatuto para el caso sevillano. Una vez expuesto en el segundo capítulo su significado legislativo y sus innovaciones, en éste se contemplan los efectos palpables producidos por el Estatuto en combinación con los acontecimientos políticos que se dieron cita en la Sevilla del período 1925-1930. Fue entonces cuando se fraguó el mayor esfuerzo económico de la institución provincial, en forma de caminos vecinales, mejoras en la beneficencia y contribución a la puesta a punto de la Exposición Iberoamericana. Esa gestión se adecuó a las pautas marcadas por el régimen, secundadas y suscritas plenamente por las dos figuras que ocuparon la presidencia de la Diputación en aquellos años: José María López-Cepero (abril 1925 – junio 1928) y Pedro Parias (julio 1928 – enero 1930). No obstante, el consenso alcanzado en lo administrativo se conjugó con una serie de crisis políticas –conectadas con el progresivo desgaste del régimen- entre las que destacamos la del Ayuntamiento (1927) y la de la Diputación (1928). La actuación del gobernador civil José Cruz-Conde es la clave de aquellos sobresaltos políticos en su afán por controlar el status quo de la Unión Patriótica (UP) y, sobre todo, por llevar a buen término la citada Exposición. No dudó en sustituir a los católico-mauristas por el apoyo incondicional de los grupos económicos (Unión Comercial) que apostaban decididamente por la celebración del Certamen, promesa para el desarrollo del comercio exterior. Relacionado con aquel auge de las élites económicas reservamos un espacio para el estudio de un fenómeno hasta la fecha prácticamente inédito: el rotarismo. De hecho, el Rotary Club de Sevilla experimentó un sensible auge entre 1927 (fecha de su inauguración) y 1930, militando en esta cantidad diputados provinciales pertenecientes a actividades industriales, mercantiles o profesiones liberales. Finalmente, la caída de Cruz-Conde, los últimos reajustes políticos, el balance presupuestario de las corporaciones provinciales primorriveristas y el significado de la III Asamblea de diputaciones, organizada en Sevilla, jalonan la fase terminal de la Dictadura en nuestro estudio. El cuarto capítulo refiere lo que fue el crítico año de 1930. Hemos centrado especial atención en los meses que median entre la Dictadura y la República porque, además de servir de bisagra a los dos períodos que determinan este trabajo, durante el mismo se planteó la reforma del marco legal de las diputaciones. En ese año, incluso bajo una atmósfera revisionista contra lo ejecutado durante el sexenio, nadie quiso volver a la vieja Ley Provincial de 1882, decantándose la mayor parte de las diputaciones por realizar una reforma a partir de lo plasmado en el Estatuto de Calvo Sotelo. Esa postura equivalió a reconocer la superioridad de la legislación provincial primorriverista respecto de la de la Restauración. Actitud aún más significativa por cuanto en 1930 muchos personajes de la vieja política se habían reincorporado a los ayuntamientos y diputaciones. En Sevilla, los conservadores –acaudillados por el marqués de Torrenueva- dominaron toda la estructura político-administrativa de la provincia, desde el Gobierno Civil a los ayuntamientos pasando, lógicamente, por la Diputación. El objetivo político de los gobiernos Berenguer y Aznar radicó en preparar las próximas citas electorales, definitivas para el futuro curso político del país y el sostenimiento de la monarquía de Alfonso XIII. Pero no pudo lograrse por falta de consenso entre las propias filas monárquicas, aderezado además por el progresivo crecimiento de las dificultades económicas. Problemas políticos y económicos actuaron como una auténtica pinza sobre aquellas corporaciones transitorias e incapaces de desarrollar una labor gestora a medio plazo. La Diputación sevillana acusó todos estos factores, aunque con la mejor voluntad intentara sobreponerse a ellos. Creó –algo tardíamente- la Caja de Ahorros Provincial (el precedente de la actual Caja de Ahorros San Fernando de Sevilla y Jerez) con una mínima infraestructura y bajo un contexto desfavorable para las imposiciones. Por otro lado, consiguió ganar un pulso al propio Gobierno Berenguer cuando éste intentó resumir el cobro de las contribuciones del Estado en la provincia, cesión efectuada durante la Dictadura. Algunos logro, pues, se registraron en el haber de la Diputación presidida por el conservador Manuel Sarasúa. Sin embargo, poco pudieron hacer los monárquicos ante el impacto de las elecciones del 12 de abril de 1931. Los sorprendentes resultados que arrojaron las urnas precipitaron la proclamación del régimen republicano, transformando radicalmente el perfil político de la provincia de Sevilla. Precisamente, el quinto capítulo centra su interés en el análisis pormenorizado de los primeros meses de República, fechas en las que se operó una deliberada planificación republicanizadora de las corporaciones locales. De ahí la relevancia que le otorgamos al estudio de las elecciones municipales del 12 de abril y 31 de mayo de 1931. Junto a ello, analizamos las características de los nombramientos gubernativos efectuados en el Gobierno Civil y en la Diputación Provincial (ésta pasaría a ser dirigida por una Comisión Gestora designada por el gobernador y los partidos). De gran interés ha resultado el examen de los rasgos neocaciquiles adquiridos por algunos políticos republicanos y el constatar la conversión de personajes antes adscritos a las filas monárquicas, corroborando en ambos extremos las observaciones de Shlomo Ben Ami en su Anatomía de una transición. Por otro lado, se trata el controvertido rema de la Masonería y sus relaciones con el mundo de la política a través de los órganos de la estructura administrativa local. Hemos cuantificado qué número de masones ocupó cargos políticos en el Gobierno Civil, la Diputación y los ayuntamientos para, con posterioridad, delimitar las fronteras de la fraternidad masónica y los compromisos partidistas. ¿Influía la masonería en la política republicana a través de los hermanos emplazados en cargos de representación? ¿Ejercitó la Orden el recurso a las vías de favor o, por el contrario, fue instrumentalizada por los hermanos para conseguir beneficios particulares? Son cuestiones planteadas y a las que pretendemos responder –según la documentación consultada- en su correspondiente epígrafe. En último lugar, realizamos un somero examen de los resultados de las elecciones generales de 28 de junio de 1931 (además de las parciales de 12 de julio y 4 de octubre) con la finalidad de conocer cuál era el pulso político de la provincia en esas fechas. Llegados a este punto, procedemos al examen de la gestión provincial republicana durante el primer bienio, prácticamente coincidente con la presidencia del socialista Hermenegildo Casas Jiménez. En ese balance abordamos un heterogéneo abanico de asuntos: la transformación ideológica de la beneficencia; el fomento de las obras públicas como fórmula para conjurar el desempleo, la politización del organismo administrativo; etc. Especial relieve le concedemos al papel desempeñado por la Diputación –gracias a los empeños de Casas- en la dirección del proceso autonómico para la región andaluza. Los avatares políticos nacionales y el desgaste de los republicanos-socialistas tuvieron su traducción en Sevilla y en su Diputación. Por un lado, Hermenegildo Casas abandonó el PSOE y se unió al grupo de disidentes del PRR, encabezados por Diego Martínez Barrio; por otro, las elecciones de 1933 cambiaron el espectro político y, en consecuencia, la corporación fue renovada a favor de una sólida mayoría radical liderada por el médico José Manuel Puelles. No obstante, aquella Diputación tuvo una corta existencia (febrero-septiembre 1934) debido a la crisis del PRR, muy acusada en las filas del radicalismo sevillano. Casi todos los cuadros del partido siguieron a Martínez Barrio, dejando unos huecos rellenados con personajes procedentes de la vieja política o de las derechas moderadas, bajo el control de Guillermo Moreno Calvo, subsecretario en los gobiernos lerrouxistas. En consecuencia, la corporación provincial propiamente rectificadora fue la dirigida por José Prieto Carreño, con un perfil político lerrouxista y cedista, más el añadido de algún agrario. La labor de rectificación emprendida por aquellos diputados no tuvo éxito. Tal y como describimos en el capítulo séptimo, las dificultades económica y la precariedad del marco legal de la Diputación fueron factores adicionales en la crisis política casi permanente del lerrouxismo hispalense (siempre en reorganización). Al final, el escándalo Nombela y el hundimiento político de Guillermo Moreno Calvo dieron al traste con los equipos políticos del PRR tanto en la Diputación como en los ayuntamientos. No faltaron lerrouxistas que ensayaran aproximaciones hacia la operación centrista tejida por el gabinete del Portela Valladares y, de hecho, uno de ellos fue el presidente José Prieto Carreño. Incluso, curiosamente, el ex-socialista Hermenegildo Casas aceptó durante una semana asumir la presidencia de la Diputación poco antes de las elecciones del 16 de febrero de 1936. Sin embargo, todos estos propósitos quedaron desbaratados tras el triunfo del Frente Popular en las urnas. Al igual que los demás comicios, las elecciones de febrero son analizadas para extraer el mapa político de la provincia. Con dicho análisis arranca el último capítulo, centrado en los recambios introducidos por el Gobierno Azaña en las instituciones político-administrativas sevillanas. A la Diputación volvió José Manuel Puelles de los Santos con una mayoría de diputados martinbarristas, aunque sin faltar representantes de los demás partidos: PSOE, Izquierda Republicana y comunistas. Lógicamente, prestamos suma atención a la gestión desplegada por aquella corporación en su esfuerzo por recuperar las líneas de trabajo del primer bienio, incluyendo la reactivación del proceso autonómico. De especial interés se han revelado las elecciones a compromisarios celebradas en abril de 1936 con motivo de la caída de Alcalá-Zamora como presidente de la república. Los compromisarios que habrían de elegir a Manuel Azaña como nuevo jefe del Estado estuvieron integrados en Sevilla mayoritariamente por miembros del Frente Popular, ante unas derechas que se abstuvieron de presentar candidatos. El rechazo de una parte del espectro de partidos a participar en esas elecciones era una muestra de hasta qué grado se había deteriorado la convivencia política. La República se había convertido en un régimen de una parte del país, en parte por la instrumentalización de unos y en parte por la desafección de otros. La Guerra Civil sería la trágica consecuencia de esa ruptura. Esta obra está inscrita en las líneas de trabajo abiertas en el Departamento de historia Contemporánea en torno al tema Política y políticos en la Sevilla contemporánea. Agradezco desde estos párrafos la colaboración de sus miembros y, en especial, a María Parias y Leandro Álvarez, con quienes he tenido el gusto de intercambiar puntos de vista en el proceso de elaboración de la presente Tesis Doctoral. Quiero reconocer, igualmente, las conversaciones, contraste de pareceres y densas jornadas de trabajo que he sostenido con el director del presente estudio, profesor Alfonso Braojos, a quien me une no sólo el compartir proyectos intelectuales sino también una bien fundada amistad. No resulta posible hilvanar todos aquellos nombres con quienes, de un modo u otro, sostengo deuda de gratitud. Asumiendo los riesgos de una sucinta relación y disculpando los probables olvidos, quiero referir en primer lugar el amable trato dispensando por el personal de los archivos consultados, en especial el de la Diputación Provincial de Sevilla, tanto por l que se refiere a su actual directora, Carmen Barriga, como a las encargadas del servicio, siempre atentas a mis peticiones y valiosas informadoras de los fondos allí custodiados. Iguales consideraciones he de consignar respecto de los empleados de la Hemeroteca Municipal. También el director de la prisión provincial Sevilla-1, Javier Romero, es acreedor de mi reconocimiento al facilitarme los trámites pertinentes ante instituciones Penitenciarias y el acceso a la documentación recientemente ordenada. Por otro lado, las consultas en la Capitanía General de la Segunda Región Militar hubieran permanecido en un mero deseo a no ser por los permisos concedidos por el Capitán General y los buenos oficios del comandante Carpintero y del capitán Subirá. Con independencia de los favores concedidos por los titulares de documentación particular y reiterándoles mi gratitud, quiero hacer mención a todos aquellos investigadores con los que he cambiado impresiones, ofreciéndome ideas estimables. Largas horas de charla y amistad he compartido con Manuel Ruiz Romero hablando de temas políticos en relación con el proceso autonómico andaluz durante la Segunda República. Una relación ésta que no sólo ha sido fecunda sino que comenzó con la mayor honestidad profesional que puede haber entre dos investigadores: intercambiándose información extraída de los archivos que cada uno había visitado. Igual transparencia y honradez intelectual he encontrado en el profesor y compañero Juan Ortiz Villalba. Su amplio conocimiento sobre la historia cordobesa me han servido para profundizar en los aspectos biográficos de José Cruz-Conde, objeto de un futuro proyecto investigador. También he encontrado colaboración y ayuda en otros colegas que han abordado el tema de la historia de las diputaciones. Entre ellos quiero destacar , en primer lugar, a la profesora Encarnación Lemus (Universidad de Huelva) y a los profesores Eduardo Alonso Olea (Universidad del País Vasco), Manuel Requena Gallego (Universidad de Albacete), Pedro Carasa Soto (Universidad de Valladolid) y José Miguel Delgado Idarreta (Universidad de La Rioja). Los aportes bibliográficos facilitados por la biblioteca de la Facultad de Derecho y el Instituto García Oviedo han resultado imprescindibles para completar los repertorios de obras de referencia. La última sección de agradecimientos, tal como corresponde a lo más importante, va dirigida a mis seres más queridos: mis padres que compartieron conmigo los primeros pasos de esta investigación y, especialmente, mi mujer, sin cuyo aliento, sacrificio, compresión y ayuda esta obra no habría tenido objetivo mi meta. A todos ellos, pues, y a todos los que no han sido mencionados, se dirige mi pública gratitud. Naturalmente y siendo justa la advertencia, las imprecisiones o ausencias que el lector pueda encontrar son de exclusiva responsabilidad del autor.