Este trabajo se propone indagar la construcción discursiva mediática de la asunción de un género distinto al género asignado en el nacimiento, a partir del estudio de dos situaciones que han sido tratadas por los medios gráficos en 2011 y 2012: la sanción de la ley de identidad de género y el caso de la maestra transexual Melisa D'Oro. A tal fin se ha seleccionado un corpus compuesto por artículos publicados en Página/12, La Nación y Clarín. El objetivo es comprender, a partir de las herramientas metodológicas de la Teoría de la Enunciación, en qué medida o en qué aspectos el discurso de la información reproduce o cuestiona esquemas hegemónicos en relación con la problemática de género. Sobre los casos mencionados, La Nación ha publicado artículos que exhiben una fluctuación entre la tibia aceptación y la resistencia (noticias y crónicas) y el rechazo manifiesto (editoriales y notas de opinión). Aun así, en aquellos artículos que en principio parecen dar muestras de apertura y tolerancia, es posible hallar rasgos discursivos a partir de los cuales se percibe una reacción que valora negativamente la ampliación de derechos vinculados a la identidad de género. Página/12 mantiene una continuidad en el modo de abordar estos casos, acompañando positivamente los avances legislativos que ampliaron los derechos de género, con crónicas extensas escritas por periodistas de la redacción y columnas a cargo de especialistas de distintas disciplinas. Incluso se observa que la problemática de género es objeto de tratamiento periodístico no sólo en el suplemento Soy sino en la sección "Sociedad". Clarín mantiene una posición ambigua que entreteje rasgos discursivos a partir de los cuales se puede advertir la resistencia a esta ampliación de derechos, bajo una apariencia de apertura y aceptación que parece ubicarse en el marco de lo políticamente correcto.
La última dictadura militar ha sido un material insistente en la literatura de la época en que transcurrió y, ya avanzada la primera década de este siglo, lo sigue estando en la narrativa actual. A modo de hipótesis, diremos que la historia como material constante e inagotable de la literatura pone de manifiesto, en cada época, modos diferentes de relación del arte con aquello que podemos llamar la realidad. Pero tal diferencia no radica en el modo aparentemente más o menos cifrado de la escritura sino en cómo se percibe la literatura en tanto lectora de dicha realidad. En los ochenta, la literatura parecería asumir la tarea de hacerse cargo de la profusa selva de signos que emite la historia, con la intención de encaminarse a hallar un sentido. En la actualidad, en cambio, ya no se trataría de buscar el sentido sino redescubrir en la microfísica de una sociedad, menos una interpretación de lo inefable o indecible, que una aproximación a ciertas coordenadas sociales que trazan la historia. Trabajaremos esta hipótesis a partir del comentario de tres novelas en torno a la dictadura: El vuelo del tigre de Daniel Moyano, La vida entera de Juan Martini (1981), y una novela de un autor que ha encarado con cierta insistencia el tema en los últimos años: Dos veces junio de Martín Kohan (2002). En el caso de las novelas escritas durante los años del proceso la enunciación contemporánea de hechos terribles y complejos se enfrentó, por lo menos, a dos cuestiones desafiantes: por un lado, la censura y la persecución sufrida por los intelectuales, muchos de los cuales produjeron sus textos en el exilio; por otro, la dificultad que entraña interpretar el propio tiempo poniendo en palabras el máximo horror vivido en este país. En el segundo caso, el de las novelas escritas a posteriori, el desafío es múltiple y complejo: ¿cómo reconstruir la memoria?, ¿cómo recuperar la memoria de hechos intensamente significativos para la historia y la identidad argentinas, cuando lo más traumático de los hechos ha quedado atrás, y, al mismo tiempo, sortear el riesgo de la banalización?, ¿cómo escribir ficción en torno a sucesos que han dado lugar en aquellos tiempos a novelas de una calidad literaria que se presenta como difícilmente superable? y en relación con esto último: ¿cuáles podrían ser los aspectos todavía no indagados sobre la dictadura que pueda abordar la narrativa actual? Y más aún: ¿cuáles y de qué índole son los vínculos con el presente? Es evidente que no es lo mismo escribir y ejercer el compromiso intelectual en lo más álgido de los acontecimientos que hacerlo cuando ya no se corren peligros concretos. En efecto, si nos detenemos en los escritores cuyas novelas analizamos aquí, encontramos que tanto Moyano, Martini y otros autores contemporáneos corrieron peligros y produjeron textos en tiempos en que la tarea del intelectual era altamente riesgosa. Kohan, en cambio, nacido en 1967, tenía entre nueve y dieciséis años en aquella época y sus novelas nos hablan de un tipo de compromiso intelectual que, por razones contextuales, no es riesgoso. El verdadero compromiso del intelectual siempre está, en primer lugar, en relación con el contexto en el que produce sus textos. Los autores que escribieron durante la dictadura y aludieron a procesos sociales en los cuales ellos estaban inmersos, lo hicieron de modos más o menos cifrados, desde el país o desde el exilio, de manera que sus textos constituyen visiones de los hechos ocurridos entre el 76 y el 83, aunque siempre con una proyección interpretativa que los excede e intenta vislumbrar el sentido no sólo de lo que sucedía en aquellos años sino de la historia, como fuente inagotable de interrogantes esquivos, que se resisten a ser dilucidados y mentados. Por su parte, Kohan se refirió a la dictadura en esta década, la del 2000, y su escritura desnuda aspectos y problemas de esta época: habla de la dictadura recuperando modos de lenguaje, comportamientos y rituales que han perdurado y pueden registrarse actualmente. A lo largo del trabajo intentaré una lectura crítica de las obras seleccionadas, teniendo en cuenta estos ejes: a) los contextos; b) las derivas temáticas: la dictadura como motivo de reflexiones que echa sus tentáculos sobre cuestiones vinculadas pero más amplias: el poder y sus modos de construcción y funcionamiento, los autoritarismos, el lenguaje y las mentalidades, por señalar algunos de los tantos temas que irradia; c) los procedimientos poéticos: la alegoría, la metonimia, la elipsis, la elección del narrador y el punto de vista. Si bien este trabajo se ciñe al abordaje de las tres novelas mencionadas, es imposible no hacer referencia a otras novelas, reportajes o artículos de sus autores. ; Facultad de Periodismo y Comunicación Social
En los últimos días de mayo de 2020 se dio a conocer una carta abierta titulada "La democracia está en peligro" con el aval de 300 firmas (investigadores, del Conicet, periodistas, escritores, actores y políticos). Dicha carta echó a rodar el término "infectadura" como neologismo que aglutina denuncias y críticas contra el abordaje sanitario de la pandemia que el gobierno de Alberto Fernández está llevando adelante y, por extensión, contra la gestión de gobierno del Frente de Todos. A los pocos días se dio a conocer otra carta abierta, "Un esfuerzo adicional para salvar vidas", firmada por científicos de distintos campos que llegó a tener miles de adhesiones, como manifestación de apoyo a las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio. A partir de esto, la mayoría de los medios hegemónicos (Clarín, La Nación, Infobae y otros) se hicieron eco de esta disputa, apropiándose de la expresión "infectadura" y dando la voz a quienes defienden la pertinencia del término, en tanto que otros medios, como Página/12, La Izquierda Diario y El Destape, dieron su espacio a la crítica o repudio de la primera carta. Consideramos que un análisis enunciativo que podría dar cuenta de estas complejas relaciones dialógicas (Bajtín, 1982), debe ser complementado por un abordaje desde las teorías del discurso social (Angenot, 2010) y la argumentación (Amossy, 2006; Marafioti, 2018). De acuerdo con Angenot, la argumentación está atravesada menos por el razonamiento lógico que por doxas que habitan el discurso social, en intercambios que no pocas veces constituyen verdaderos diálogos de sordos. Es posible observar que algunos de los argumentos que sostienen la postura de la primera carta se presentan bajo el aspecto de razonamientos presumiblemente lógicos que dan por sentados parámetros axiológicos de una visión liberal de la democracia (los derechos a circular y a reunirse elevados a la categoría de derechos esenciales, superiores y, por lo tanto, intocables). Pero aun las libertades individuales que implican estos derechos reclamados o la "democracia" serían tópicos, o incluso fetiches, que esgrime la derecha como elementos funcionales a sus intereses (económicos y geopolíticos). En este sentido, los valores defendidos no serían fines sino medios, por los que, a través del refuerzo de cierto sentido común, un sector de la sociedad intenta buscar y/o recuperar la adhesión ciudadana. Esto nos orienta a comprender la estrategia argumentativa de la segunda carta que elaboró su respuesta sin expresar repudios o atajar acusaciones sino recurriendo a datos surgidos de experiencias en otros países y de la evidencia científica, explicando la medida sanitaria de aislamiento como la única alternativa disponible de cuidado de la vida en las circunstancias que atraviesan el país y el mundo, y apelando a la responsabilidad política, civil y periodística. Ambas cartas, en tanto discursos argumentativos, priorizan determinados valores a partir de ideologemas que corresponden a sus respectivos universos de creencia (las libertades individuales, la economía, por un lado; la protección de la vida, el acceso equitativo a los servicios de salud, por otro), y buscan persuadir a sus destinatarios/interlocutores (la ciudadanía) a través de retóricas divergentes. ; Facultad de Periodismo y Comunicación Social